Desde su despacho en el séptimo piso del edificio anexo de Diputados, en el Congreso de la Nación, Margarita Stolbizer puede ver la cúpula del Palacio Legislativo, el día frío y nublado, y también prever que se prepara para una campaña caliente. Logró su gran sueño de aliarse en una campaña nacional con el gobernador santafesino Hermes Binner, pero una prematura fractura entre sus aliados Proyecto Sur complicó el momento de largada del Frente Amplio Progresista, el nuevo agrupamiento político con el que peleará la Gobernación de la provincia de Buenos Aires.
«Frente a un gobierno nacional que se apropió de las banderas del progresismo y que las termina ensuciando después en la gestión, nosotros construimos una alternativa clara y honestamente progresista para la Argentina», define, como espada argumental principal para defenderse en la campaña que se viene.
«Cristina está bien posicionada, es innegable, pero se debe más a carencias de la oposición que a virtudes del actual gobierno. De todos modos, Binner es el candidato más serio de todos, compite para ganar y no de un modo testimonial», explica la diputada nacional de origen radical pero desde hace ya varias temporadas con partido propio: el GEN (Generación para un Encuentro Nacional).
En una larga entrevista con LaCapital, Margarita avisa: «No vamos a pararnos en la vereda de enfrente al gobierno nacional con posiciones conservadoras o reaccionarias, sino para sostener dignamente las banderas de la centroizquierda y el progresismo».
Respecto de Pino Solanas, se lamenta cuando rememora: «Lo apoyamos en la ciudad de Buenos Aires sin pedir nada a cambio. Pero lamentablemente no hubo por parte de Pino una reciprocidad en el resto de los distritos, en especial en la provincia de Buenos Aires. Este frente se desarmó antes de concretarse».
—Pino Solanas se fue del frente y planteó que Binner arregló con usted y que a él lo dejaron en un segundo plano, como “adherente”, ¿fue así?
—No, mire, cuando Solanas armó el frente en la Capital Federal armó sus listas de la forma en que le pareció más conveniente. Después se suscita el conflicto cuando pretende colocar a Mario Cafiero como candidato a gobernador bonaerense o a vice. Y ahí le dijimos no; lo lógico es que a los candidatos se los elijan en cada provincia. En el armado de la nómina para candidatos a diputado nacional por provincia de Buenos Aires, a distintos representantes de la alianza Proyecto Sur se les ofreció el 1º, 3º, 5º y 7º puestos. De ellos, al cabo, el 1º, 3º y 5º se quedaron: Víctor De Gennaro, Victoria Donda y Juan Carlos Alderete.
—También Solanas objetó que el acuerdo entre partidos sólo fue formalizado por el Partido Socialista y el GEN.
—El problema es que Pino no tiene un partido político nacional, entonces lo lógico es que adhiera.
—Más allá de los cargos y de las cuestiones formales del acuerdo fallido, ¿existe madurez y cohesión programática entre las distintas fuerzas, o más bien fue por esa carencia que se frustró el acuerdo entre todos los actores?
—Nosotros venimos trabajando junto al socialismo en el Congreso desde hace bastante tiempo; eso no es una casualidad. Venimos avanzado en la discusión de un acuerdo programático con el socialismo, eso es lo que le da sentido. También con Proyecto Sur hemos tenido muchos acuerdos programáticos, por eso tres partidos de los seis que conforman Proyectos Sur quedaron dentro del Frente Amplio Progresista.
—Desde el progresismo se habla de “programa” en tanto manifiesto político que se produce en un laboratorio de ideas, ¿no le parece que el programa político real de una fuerza pequeña o mediana se define en qué hace o deja de hacer ante la dinámica política real que imponen el gobierno o las corporaciones, los que marcan la agenda?
—Mire, estamos ante un gobierno que se dice progresista pero actúa con discrecionalidad y centralismo en el uso de los recursos públicos. Si no hay ética en el manejo de los recursos no hay progresismo. Podrán colocar los carteles de los derechos humanos, pero si bajo el cartel hay corrupción no hay progresismo que valga.
—Los episodios de corrupción que se investigan en relación al caso Schoklender ¿revelan corrupción estructural o apenas salpican a un gobierno con buena imagen?
—Creo que no se puede hablar de que “salpique” al gobierno. Creo que hay corrupción institucionalizada, con un foco en el Ministerio de Infraestructura. No es casual que varios problemas sucedan ahí: transporte, escándalos con obra pública… No tengo dudas de que ahí hay corrupción estructural, aunque no puedo decir que en otros ministerios haya corrupción.
—Luego del lanzamiento de la fórmula Hermes Binner-Norma Morandini se concretó el anuncio de Cristina Fernández por la reelección y el de Alcira Argumedo, por Proyecto Sur, que constituyó una sorpresa, ¿cómo diría que se configuró el panorama?
—Lo de Argumedo es inexistente en términos de opción electoral. Creo que no pasa del 14 de agosto (necesita 1,5% de los votos en la primaria para consolidar candidatura para octubre). Lo de Cristina me pareció una determinación natural, esperable. Igual tengo que decir que dudé, sobre todo por la cuestión emocional, personal; pensé que la decisión podía ser distinta. Creo que finalmente pesó el hecho de no tener alguien que pudiera garantizar la continuidad de su proyecto.
«Frente a un gobierno nacional que se apropió de las banderas del progresismo y que las termina ensuciando después en la gestión, nosotros construimos una alternativa clara y honestamente progresista para la Argentina», define, como espada argumental principal para defenderse en la campaña que se viene.
«Cristina está bien posicionada, es innegable, pero se debe más a carencias de la oposición que a virtudes del actual gobierno. De todos modos, Binner es el candidato más serio de todos, compite para ganar y no de un modo testimonial», explica la diputada nacional de origen radical pero desde hace ya varias temporadas con partido propio: el GEN (Generación para un Encuentro Nacional).
En una larga entrevista con LaCapital, Margarita avisa: «No vamos a pararnos en la vereda de enfrente al gobierno nacional con posiciones conservadoras o reaccionarias, sino para sostener dignamente las banderas de la centroizquierda y el progresismo».
Respecto de Pino Solanas, se lamenta cuando rememora: «Lo apoyamos en la ciudad de Buenos Aires sin pedir nada a cambio. Pero lamentablemente no hubo por parte de Pino una reciprocidad en el resto de los distritos, en especial en la provincia de Buenos Aires. Este frente se desarmó antes de concretarse».
—Pino Solanas se fue del frente y planteó que Binner arregló con usted y que a él lo dejaron en un segundo plano, como “adherente”, ¿fue así?
—No, mire, cuando Solanas armó el frente en la Capital Federal armó sus listas de la forma en que le pareció más conveniente. Después se suscita el conflicto cuando pretende colocar a Mario Cafiero como candidato a gobernador bonaerense o a vice. Y ahí le dijimos no; lo lógico es que a los candidatos se los elijan en cada provincia. En el armado de la nómina para candidatos a diputado nacional por provincia de Buenos Aires, a distintos representantes de la alianza Proyecto Sur se les ofreció el 1º, 3º, 5º y 7º puestos. De ellos, al cabo, el 1º, 3º y 5º se quedaron: Víctor De Gennaro, Victoria Donda y Juan Carlos Alderete.
—También Solanas objetó que el acuerdo entre partidos sólo fue formalizado por el Partido Socialista y el GEN.
—El problema es que Pino no tiene un partido político nacional, entonces lo lógico es que adhiera.
—Más allá de los cargos y de las cuestiones formales del acuerdo fallido, ¿existe madurez y cohesión programática entre las distintas fuerzas, o más bien fue por esa carencia que se frustró el acuerdo entre todos los actores?
—Nosotros venimos trabajando junto al socialismo en el Congreso desde hace bastante tiempo; eso no es una casualidad. Venimos avanzado en la discusión de un acuerdo programático con el socialismo, eso es lo que le da sentido. También con Proyecto Sur hemos tenido muchos acuerdos programáticos, por eso tres partidos de los seis que conforman Proyectos Sur quedaron dentro del Frente Amplio Progresista.
—Desde el progresismo se habla de “programa” en tanto manifiesto político que se produce en un laboratorio de ideas, ¿no le parece que el programa político real de una fuerza pequeña o mediana se define en qué hace o deja de hacer ante la dinámica política real que imponen el gobierno o las corporaciones, los que marcan la agenda?
—Mire, estamos ante un gobierno que se dice progresista pero actúa con discrecionalidad y centralismo en el uso de los recursos públicos. Si no hay ética en el manejo de los recursos no hay progresismo. Podrán colocar los carteles de los derechos humanos, pero si bajo el cartel hay corrupción no hay progresismo que valga.
—Los episodios de corrupción que se investigan en relación al caso Schoklender ¿revelan corrupción estructural o apenas salpican a un gobierno con buena imagen?
—Creo que no se puede hablar de que “salpique” al gobierno. Creo que hay corrupción institucionalizada, con un foco en el Ministerio de Infraestructura. No es casual que varios problemas sucedan ahí: transporte, escándalos con obra pública… No tengo dudas de que ahí hay corrupción estructural, aunque no puedo decir que en otros ministerios haya corrupción.
—Luego del lanzamiento de la fórmula Hermes Binner-Norma Morandini se concretó el anuncio de Cristina Fernández por la reelección y el de Alcira Argumedo, por Proyecto Sur, que constituyó una sorpresa, ¿cómo diría que se configuró el panorama?
—Lo de Argumedo es inexistente en términos de opción electoral. Creo que no pasa del 14 de agosto (necesita 1,5% de los votos en la primaria para consolidar candidatura para octubre). Lo de Cristina me pareció una determinación natural, esperable. Igual tengo que decir que dudé, sobre todo por la cuestión emocional, personal; pensé que la decisión podía ser distinta. Creo que finalmente pesó el hecho de no tener alguien que pudiera garantizar la continuidad de su proyecto.