Hace una semana Jorge Taiana fue elegido para que se hiciera cargo de la coordinación de la mesa política porteña del Movimiento Evita. El ex canciller se muestra entusiasmado con la nueva tarea militante que le toca desarrollar en un territorio refractario al peronismo, como lo es la ciudad de Buenos Aires. Habla de un desafío complejo pero rico y sostiene que es preciso salir a dialogar y debatir con esos sectores que no comulgan con el kirchnerismo pero que no son ni destituyentes ni golpistas. «La tarea es sumar», afirma pero también reconoce que el trabajo, que incluye acercar y aunar fuerzas con las otras representaciones kirchneristas, tiene por delante la compleja situación de enfrentar a la administración de Mauricio Macri y «los grupos concentrados de medios que protegen al jefe de gobierno», aseguró.
–El porteño es un distrito complejo, como usted dice, vota a Cristina pero tiene un alto porcentaje de antiperonismo.
–Es un desafío, pero al mismo tiempo rico e importante. Porque el Movimiento Evita (ME) tiene la tradición de buscar la representación de los sectores más postergados y más vulnerables. Es nuestra preocupación representar a esos sectores que viven en la economía popular, solidaria, los más necesitados e incluyo a esos que, por más crecimiento sostenido, no les alcanza para salir de la vulnerabilidad. Eso es una especie de marca del movimiento. Pero al mismo tiempo, sabemos que hay un sector de otra extracción social pero que busca una representación donde primen los ideales de justicia social, de participación e inclusión. Hay que coordinar esos sectores y darle una dinámica más fuerte y potenciarlos en su activismo. Ese es el desafío interno.
–¿Cuáles son los otros?
–Bueno, es el destinado al conjunto del peronismo y los sectores que apoyan el proceso político que comenzó en 2003. No sólo se trata de reorganizar y potenciar a los que se identifican con el ME sino también de trabajar para la unidad y potenciar a todo el kirchnerismo de la Capital. Entonces, debemos definir con qué mirada vamos a participar en el conjunto de las actividades del kirchnerismo porteño. Lo haremos con la mejor voluntad, solidaridad y la mejor disposición de unir, organizar y aportar. Porque no se trata de ocupar los espacios de otros. Acá la palabra es sumar.
–En eso, imagino, está la búsqueda de salir de la condición de minoría en la Ciudad.
–Ese es el tercer aspecto y el más importante que tiene el kirchnerismo porteño. Se trata de no hablar sólo o no tanto entre nosotros sino con los otros. La política es aunar voluntades detrás de un proyecto y debemos persuadir. En la práctica política muchas veces sucede que hay una tendencia a encerrarse, a hablar entre nosotros y nos olvidamos de lo que es más importante que es mostrar nuestras razones, los logros del gobierno y por qué se apoya lo que se apoya y por qué se critica lo que se critica.
–Priorizan el trabajo de base y no tanto la superestructura, donde el macrismo cuenta con una fuerte protección mediática.
–No despreciamos ningún nivel de participación. Es obvio que los medios concentrados tienen un peso relevante en la capital y protegen y favorecen a Macri, eso es más que evidente. Entonces sí va haber un trabajo de base pero los otros niveles no los descuidaremos.
–La Ciudad es una paradoja en sí misma, porque es la que más beneficios recibe del modelo y al mismo tiempo es la que menos lo acompaña.
–La Ciudad siempre tuvo esa particularidad. Si uno la toma aislada en cuanto al PBI, parece la ciudad de un país desarrollado y sin embargo no tiene una calidad de vida acorde a ese producto per cápita y tampoco brinda los servicios que debería dar. No tiene la salud, el transporte y la educación que se merece.
–¿Ese sector, al que se pretende convencer, formó parte de la movilización del 8N?
–Creo que fue una manifestación muy numerosa. Se puede pensar que representó al antiperonismo tradicional que tiene la capital y es cierto. Es cierto también que entre algunos de ellos había un claro objetivo destituyente. Pero hay que tener capacidad de escuchar y de diferenciar porque entre los manifestantes había quienes votaron a Cristina en 2011 e incluso a otras fuerzas políticas que no son necesariamente reaccionarias o destituyentes.
–Hay un dato interesante que surgió de esa movilización y es que la oposición también fue cuestionada.
–Es cierto y es porque hay todavía una confusión con respecto a la representación política. Venimos de la crisis de 2001, donde prevalecía el «que se vayan todos» y que cuestionó el sistema político en su conjunto. Esa crisis pareció superada desde la gran escena con la aparición de un gran liderazgo que era marginal y que se hizo fuerte como es Néstor (Kirchner) y luego con Cristina. Pero sus liderazgos no deben persuadirnos de que esa crisis de representatividad ha sido superada. Lo que hay es un liderazgo extraordinario como fue el de Néstor y ahora el de Cristina, pero todo el conjunto del sistema sigue teniendo una enorme fragilidad. Esto es un fenómeno casi mundial. En América del Sur está claro que el surgimiento y el triunfo de movimientos nacionales y populares con liderazgos carismáticos fuertes, tiene que ver con la crisis de los mecanismos tradicionales de representación. Hay una ola política fuerte y eso hizo también que estos movimientos nacionales y populares emerjan con fuerza pero no encuentran una oposición que esté expresada por partidos políticos sino en medios masivos de comunicación. La oposición a los movimientos nacionales y populares se nuclea alrededor de grandes conglomerados de medios de comunicación.
–Entonces, ustedes en CABA tienen un doble adversario. Por un lado Macri y por el otro el Grupo Clarín.
–Sí, pero no es solo acá. Esto sucede en muchas partes donde la concentración de la información y la comunicación es un denominador común de los procesos. De allí la importancia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. No sólo se debatió y promulgó porque había que cambiar una ley de la dictadura sino porque en los últimos 30 años hubo una transformación de la industria de la comunicación y los medios que se tradujo en una fuerte concentración. Ese es un tema que está presente y que corta los debates que se dan en el país, que incluye la influencia que tienen estos grupos concentrados en las representaciones políticas.
–Desde hace un tiempo se habla de una posible reforma constitucional y, además, que habilite una re-reelección. ¿Cuál es su postura al respecto?
–Yo coincido con el flaco (Carlos) Kunkel en que no es un tema para tratar ahora. Ese es un debate al que quiere llevarnos la oposición. Para mí, lo central es lo que planteó Cristina en el acto que se hizo en Huracán, allá por marzo de 2011, cuando dijo que un cambio es sólido cuando es tomado como propio por la sociedad. Entonces, lo que tenemos que lograr es que estos cambios la sociedad los asuma como propios. Después se verá qué grado de institucionalidad se le dará a esos cambios. Y desde el punto de vista político, lo importante es que este proceso tenga una continuidad política conducida por Cristina quien, además, llevará a cabo la transición política.
–¿Pero cómo se debate cuando hay fuerzas políticas que se congratulan con el fallo favorable a los fondos buitre o lo que sucede con la Fragata Libertad?
–La Argentina es un país con tendencia a polarizar, a presentar la diferencia por encima de los acuerdos. Pero todo eso es cierto, pero más o menos. En el caso de la Fragata, por primera vez todos los cancilleres vivos de la democracia coincidimos en la acción del gobierno para recuperarla y en denunciar que su retención es violatoria del derecho internacional. Eso es poco frecuente pero se logró. La ley, con media sanción, referida al mercado de valores tuvo un respaldo de varios sectores políticos. Una ley tan importante como la nacionalización de YPF también tuvo respaldo. Más allá de las formas de debate tan polarizados, creo que hay puntos de avances en común. En relación a los fondos buitre, es compleja, porque hay una serie de operaciones porque hay muchos millones de dólares en juego. Hay intereses y hay gente que actúa en representación de esos intereses. Nosotros tenemos que mantener una posición fuerte y defender el canje y la creación de condiciones particulares para los que entraron al canje de la deuda. No reconocer eso es un error político y jurídico. «
–El porteño es un distrito complejo, como usted dice, vota a Cristina pero tiene un alto porcentaje de antiperonismo.
–Es un desafío, pero al mismo tiempo rico e importante. Porque el Movimiento Evita (ME) tiene la tradición de buscar la representación de los sectores más postergados y más vulnerables. Es nuestra preocupación representar a esos sectores que viven en la economía popular, solidaria, los más necesitados e incluyo a esos que, por más crecimiento sostenido, no les alcanza para salir de la vulnerabilidad. Eso es una especie de marca del movimiento. Pero al mismo tiempo, sabemos que hay un sector de otra extracción social pero que busca una representación donde primen los ideales de justicia social, de participación e inclusión. Hay que coordinar esos sectores y darle una dinámica más fuerte y potenciarlos en su activismo. Ese es el desafío interno.
–¿Cuáles son los otros?
–Bueno, es el destinado al conjunto del peronismo y los sectores que apoyan el proceso político que comenzó en 2003. No sólo se trata de reorganizar y potenciar a los que se identifican con el ME sino también de trabajar para la unidad y potenciar a todo el kirchnerismo de la Capital. Entonces, debemos definir con qué mirada vamos a participar en el conjunto de las actividades del kirchnerismo porteño. Lo haremos con la mejor voluntad, solidaridad y la mejor disposición de unir, organizar y aportar. Porque no se trata de ocupar los espacios de otros. Acá la palabra es sumar.
–En eso, imagino, está la búsqueda de salir de la condición de minoría en la Ciudad.
–Ese es el tercer aspecto y el más importante que tiene el kirchnerismo porteño. Se trata de no hablar sólo o no tanto entre nosotros sino con los otros. La política es aunar voluntades detrás de un proyecto y debemos persuadir. En la práctica política muchas veces sucede que hay una tendencia a encerrarse, a hablar entre nosotros y nos olvidamos de lo que es más importante que es mostrar nuestras razones, los logros del gobierno y por qué se apoya lo que se apoya y por qué se critica lo que se critica.
–Priorizan el trabajo de base y no tanto la superestructura, donde el macrismo cuenta con una fuerte protección mediática.
–No despreciamos ningún nivel de participación. Es obvio que los medios concentrados tienen un peso relevante en la capital y protegen y favorecen a Macri, eso es más que evidente. Entonces sí va haber un trabajo de base pero los otros niveles no los descuidaremos.
–La Ciudad es una paradoja en sí misma, porque es la que más beneficios recibe del modelo y al mismo tiempo es la que menos lo acompaña.
–La Ciudad siempre tuvo esa particularidad. Si uno la toma aislada en cuanto al PBI, parece la ciudad de un país desarrollado y sin embargo no tiene una calidad de vida acorde a ese producto per cápita y tampoco brinda los servicios que debería dar. No tiene la salud, el transporte y la educación que se merece.
–¿Ese sector, al que se pretende convencer, formó parte de la movilización del 8N?
–Creo que fue una manifestación muy numerosa. Se puede pensar que representó al antiperonismo tradicional que tiene la capital y es cierto. Es cierto también que entre algunos de ellos había un claro objetivo destituyente. Pero hay que tener capacidad de escuchar y de diferenciar porque entre los manifestantes había quienes votaron a Cristina en 2011 e incluso a otras fuerzas políticas que no son necesariamente reaccionarias o destituyentes.
–Hay un dato interesante que surgió de esa movilización y es que la oposición también fue cuestionada.
–Es cierto y es porque hay todavía una confusión con respecto a la representación política. Venimos de la crisis de 2001, donde prevalecía el «que se vayan todos» y que cuestionó el sistema político en su conjunto. Esa crisis pareció superada desde la gran escena con la aparición de un gran liderazgo que era marginal y que se hizo fuerte como es Néstor (Kirchner) y luego con Cristina. Pero sus liderazgos no deben persuadirnos de que esa crisis de representatividad ha sido superada. Lo que hay es un liderazgo extraordinario como fue el de Néstor y ahora el de Cristina, pero todo el conjunto del sistema sigue teniendo una enorme fragilidad. Esto es un fenómeno casi mundial. En América del Sur está claro que el surgimiento y el triunfo de movimientos nacionales y populares con liderazgos carismáticos fuertes, tiene que ver con la crisis de los mecanismos tradicionales de representación. Hay una ola política fuerte y eso hizo también que estos movimientos nacionales y populares emerjan con fuerza pero no encuentran una oposición que esté expresada por partidos políticos sino en medios masivos de comunicación. La oposición a los movimientos nacionales y populares se nuclea alrededor de grandes conglomerados de medios de comunicación.
–Entonces, ustedes en CABA tienen un doble adversario. Por un lado Macri y por el otro el Grupo Clarín.
–Sí, pero no es solo acá. Esto sucede en muchas partes donde la concentración de la información y la comunicación es un denominador común de los procesos. De allí la importancia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. No sólo se debatió y promulgó porque había que cambiar una ley de la dictadura sino porque en los últimos 30 años hubo una transformación de la industria de la comunicación y los medios que se tradujo en una fuerte concentración. Ese es un tema que está presente y que corta los debates que se dan en el país, que incluye la influencia que tienen estos grupos concentrados en las representaciones políticas.
–Desde hace un tiempo se habla de una posible reforma constitucional y, además, que habilite una re-reelección. ¿Cuál es su postura al respecto?
–Yo coincido con el flaco (Carlos) Kunkel en que no es un tema para tratar ahora. Ese es un debate al que quiere llevarnos la oposición. Para mí, lo central es lo que planteó Cristina en el acto que se hizo en Huracán, allá por marzo de 2011, cuando dijo que un cambio es sólido cuando es tomado como propio por la sociedad. Entonces, lo que tenemos que lograr es que estos cambios la sociedad los asuma como propios. Después se verá qué grado de institucionalidad se le dará a esos cambios. Y desde el punto de vista político, lo importante es que este proceso tenga una continuidad política conducida por Cristina quien, además, llevará a cabo la transición política.
–¿Pero cómo se debate cuando hay fuerzas políticas que se congratulan con el fallo favorable a los fondos buitre o lo que sucede con la Fragata Libertad?
–La Argentina es un país con tendencia a polarizar, a presentar la diferencia por encima de los acuerdos. Pero todo eso es cierto, pero más o menos. En el caso de la Fragata, por primera vez todos los cancilleres vivos de la democracia coincidimos en la acción del gobierno para recuperarla y en denunciar que su retención es violatoria del derecho internacional. Eso es poco frecuente pero se logró. La ley, con media sanción, referida al mercado de valores tuvo un respaldo de varios sectores políticos. Una ley tan importante como la nacionalización de YPF también tuvo respaldo. Más allá de las formas de debate tan polarizados, creo que hay puntos de avances en común. En relación a los fondos buitre, es compleja, porque hay una serie de operaciones porque hay muchos millones de dólares en juego. Hay intereses y hay gente que actúa en representación de esos intereses. Nosotros tenemos que mantener una posición fuerte y defender el canje y la creación de condiciones particulares para los que entraron al canje de la deuda. No reconocer eso es un error político y jurídico. «
A la opo parece que todavía no la autorizaron a pronunciarse sobre la denuncia a periodistas. Pero ni bien los autoricen, se pronuncian al toque, eh?