Tarducci: «El enemigo de las mujeres es la Iglesia Católica y los políticos que le tienen miedo»

Por Gabriela Vulcano
Mónica Tarducci estudió antropología y asoció la carrera a su militancia feminista. Reivindica la lucha en la calle y sostiene que resta el derecho de la mujer al aborto
Antropóloga y dirigente feminista desde el regreso de la democracia, Mónica Tarducci asegura que el feminismo llegó a toda la sociedad y que se avanzó en varios de sus reclamos históricos, menos en la despenalización del aborto. “Dentro de esas luchas por la autonomía, las mujeres dijeron no a la violencia, algo que era considerado natural”, señala. Y asegura que la “mala prensa” del feminismo “la han hecho los hombres que no quieren que las mujeres se liberen”.
–Usted participó de la mayoría de los encuentros de mujeres que se realizaron en nuestro país, ¿cuál ha sido el mayor avance en los últimos 30 años?
–La importancia del movimiento feminista en los ’80 fue politizar la vida cotidiana, hacer públicos y políticos problemas que antes eran de índole de lo personal, por ejemplo, la violencia. Empezar hablar del derecho al cuerpo, que es una demanda que viene de los ’60, ’70. Se derriba la separación entre lo público y lo privado y se sale a la esfera pública con problemas pertenecientes a la intimidad, a hacerlos políticos. La violencia fue el primer hito. A nosotros nos ayudó mucho, desgraciadamente, el asesinato de Alicia Muñiz en manos de Monzón. Eso mostró que la violencia mata. En los ’90, aparece la cuestión de los estudios de género. El gran avance es que eso que gritábamos en las calles y parecía una utopía llegó a las políticas públicas y hoy tenemos una ley contra la violencia, que no sólo contempla la violencia física sino la mediática o la violencia obstétrica.
–¿El rol de la mujer cambió más en el ámbito privado que en el público?
–Por un lado, la mujer avanzó en muchos ámbitos pero sigue siendo la encargada de lo doméstico. Ha habido un avance, pero las leyes tienen que ir acompañadas de un cambio cultural. A veces puede haber leyes avanzadas y pueden estar empantanadas. El mundo de lo privado sigue siendo más conservador que el de lo público.
–En muchos casos, hay mujeres que trabajan dentro y fuera del hogar, ¿eso atraviesa a todas las clases sociales?
–La mujer tiene un nivel de autoexigencia muy alto, por eso nos agarra tanta culpa con la maternidad cuando no podemos hacer todo lo que deberíamos hacer. Sin embargo, es importante tener una visión de clase y no hablar en general. Las mujeres humildes trabajan muchísimo y hacen un montón de cosas al mismo tiempo. Ellas quizás realizan tareas que tienen que ver con la supervivencia y la mujer de clase media se da un lugar para el placer.
–¿El nuevo papel de la mujer trajo aparejado necesariamente un cambio en el rol del hombre?
–Esos cambios tienen que ser negociados, si una mujer está en pareja. Hay maridos que aceptan esta negociación y maridos que no, por eso también aparecen los hechos de violencia. El hecho de la autonomía femenina provoca mucha violencia en personas que están acostumbradas a que las mujeres sean sus súbditas. El hombre no se terminó de acostumbrar a esos cambios.
–La violencia de género entonces está asociada al rol que la mujer ocupa hoy en la sociedad…
–La violencia es algo que existió toda la vida, pero empezó a ser un problema social porque el movimiento de mujeres los puso en discusión. Dentro de esas luchas por la autonomía, las mujeres dijeron no a la violencia, algo que era considerado natural.
–¿El feminismo es algo que está circunscrito a los sectores medios o en los sectores populares aparece de otro modo?
–El feminismo ha permeado la sociedad de distintas maneras y está formado por un grupo heterogéneo de mujeres, algunas están en el Estado, algunas somos docentes, algunas están en el movimiento popular, etc. Se ha entrecruzado. Yo he ido a dar un taller para el Frente Popular Darío Santillán para ayudar a manejar el tema de violencia o hablar sobre qué es el feminismo y despejar los prejuicios que hay.
–Algunas mujeres y hombres tienen la idea de que el feminismo es la contracara del machismo…
–Así como hay un macartismo para definir a los movimientos de izquierda, hay un antifeminismo tonto e ignorante, que dice que el feminismo es la contrapartida del machismo. ¿Acaso la abolición de la esclavitud es lo mismo que el esclavismo? Lo que sucede es que el feminismo se mete con cuestiones de la intimidad, del derecho al goce. Muchas mujeres no se definen como feministas por esta mala prensa que le han hecho. Y esa mala prensa la han hecho los hombres que no quieren que las mujeres se liberen.
–Pese a los avances que usted menciona, se mantienen algunos preceptos de la sociedad patriarcal, sobre todo referidos al ámbito de la sexualidad, ¿por qué?
–Falta mucho para que se derribe el muro de la mujer madre–la mujer prostituta. Tiene que ver con el cristianismo, las religiones monoteístas. Inventan la imagen de la Virgen María, una madre que es virgen. Eso que tiene tantos años fue reforzado con la separación entre lo público y lo privado de la edad moderna. Separó las esferas del mundo de la producción y la reproducción. El hogar era lo puro, afuera había que buscar las prostitutas. Sigue primando la idea de la sociedad permitida, que sería la reproductiva, y la sexualidad comercial.
–Además de por razones morales o religiosas, ¿en qué medida la oposición al aborto responde a un cuestionamiento al modo en que la mujer elige vivir su sexualidad?
–La autonomía de las mujeres es peligrosa. La lucha frontal contra el aborto empezó en el siglo XIX. Lo que se castigaba era el adulterio, no el aborto. Ahora, el discurso aparece en los medios, ha permeado en la sociedad. Pero hay que luchar por el aborto no punible, que hasta la Corte Suprema aclaró que no debe judicializarse y sin embargo sigue judicializándose. En cualquier salita médica u hospital público, maltratan a la chica que llega con un aborto, se lo haya hecho o no. Le hacen el legrado sin anestesia. Ahí ves cómo la corporación médica se transforma en moral.
–¿En la condena al aborto también hay una crítica implícita a las mujeres que no desean ser madres?
–Exactamente. Una de las cosas que el feminismo trae como discusión es que se puede ser mujer sin ser madre. ¿Hasta qué punto elegimos ser madres o hay todo un contexto que te empuja porque si a determinada edad no tuviste hijos sos sospechosa? El aborto también habla de eso. Eso es muy fuerte porque la feminidad está atada a la maternidad de manera muy fuerte.
–¿Por qué cuesta tanto avanzar en la discusión sobre el aborto?
–El programa nacional de educación sexual integral es un ejemplo de política pública. El enemigo de las mujeres es la Iglesia Católica y los políticos que le tienen miedo. Cada vez que Cristina (Fernández) va a ver a Bergoglio, tiemblo. El cuerpo de las mujeres es el bien a negociar. Que el Papa sea argentino es una calamidad para las mujeres argentinas.
La adopción desde una mirada de clase
Mucho se habla sobre el deseo de la mujer que busca adoptar un niño, no así del de la mujer que quiere dar en adopción a su hijo. Aparece como un tema tabú, casi como un modo de evitar discutir sobre los distintos modos en que se vive la maternidad. Mónica Tarducci encuentra una explicación: “Hay una visión muy clasemediera”.
“Cuando escribí el libro, me llamó la atención que en el ambiente de la adopción están los abogados, las psicólogas y las trabajadoras sociales, jamás un texto de antropología y sociología. Hay una idea de la maternidad bastante instintiva y formal, muy acotada a la maternidad en la clase media. Prima un discurso muy tradicional de la maternidad aunque hay una mirada condescendiente a la mujer pobre que da el niño en adopción. Tanto la mujer que quiere adoptar como la que da el hijo en adopción se ajusta al modelo del discurso de lo que debe ser la maternidad”, sostiene.
Sobre el nuevo Código Civil apunta que “ha habido avances importantes. Se plantea que el último recurso sea la institucionalización. Los futuros adoptantes están muy enojados con estos cambios porque para ellos obstaculizan la adopción”.
¿De qué se trata ser mujer?
El ser mujer no se reduce ni circunscribe al hecho de ser madre. Tener un hijo es una elección, otras veces una imposición social. Con esa idea de base, Mónica Tarducci sostiene que “se idolatra la maternidad y no se habilitan las condiciones materiales y emocionales para que esa mujer pueda vivir esa maternidad tranquila”.
“Hay un discurso muy hipócrita de la maternidad, donde se enfatiza las cuestiones buenas de la maternidad. Nadie te dice la depresión que tenes después del parto ni la falta de sueño. Las ambigüedades y ambivalencias que uno tiene. Mientras se enfatiza la maternidad todavía no está reglamentada la ley de jardines maternales”, explica.
“Cuando hice el libro sobre adopción vi que siempre se habla de que una mujer no puede criar un chico por la pobreza y no se habla de que quizás el niño no es querido o es producto de violación”, apunta.
La figura de la presidenta Cristina Fernández aparece como la contracara de la mujer que es definida sólo en términos de maternidad. “Cristina es una política brillante, pero desgraciadamente es un tipo de mujer que cree que llegó sólo por sus propias cualidades, que no le debe nada a ningún movimiento y supone que no fue discriminada, algo que no fue así porque en el conflicto del campo le gritaban ‘Puta montonera’. Sin embargo, ella, al igual que Evita, con su ejemplo empodera a las mujeres. Se puede ser mujer y presidenta. Cristina es una política desde que se recibió, no es la esposa de”, señala Tarducci.
A su vez critica la postura de la jefa de Estado frente a la despenalización del aborto: “Su estrategia con respecto al aborto es equivocada. No puede estar en contra por ser católica, tiene que votar para todos y todas”.
¿POR QUÉ SOY ANTROPÓLOGA?
“Antropología y feminismo. Me dí cuenta que se podía a juntar”
Mónica Tarducci no separa su profesión como antropóloga de su militancia dentro del movimiento feminista. “Este es mi lugar en la vida”, señala. “A veces son mundos paralelos, pero lo ideal es que se puedan juntar”, agrega.
“Me gustaba la historia pero también tenía eso de chica humilde, del conurbano, de aventurera, de tener una mirada romántica de ir a la selva. Luego compré la guía de carreras de la UBA y ahí vi antropología y me encantaron las materias y me decidí por esa carrera”, explica.
Y añade: “El feminismo apareció como algo vinculado a mi vida personal y social. Tengo una amiga que se había ido del país a hacer un doctorado y ella iba a unos encuentros con la socióloga Beatriz Schmucler, que traía bibliografía feminista. Ella me regaló un libro que se llamaba Antropología y feminismo. Ahí me dí cuenta que se podía a juntar las dos cosas”.
La conjunción entre antropología y feminismo está presente hasta hoy en la vida de Tarducci. En la facultad de Filosofía y Letras, forma parte de un grupo que se llama Colectiva de Antropólogas Feministas. “Me encanta dar cursos, lo que en la universidad se llama extensión, por suerte lo hago, me invitan mucho a dar esas charlas”, cuenta.
SI NO, HUBIERA SIDO ARQUITECTA
“Quizás me habría gustado ser arquitecta”
Habría ido a cada uno de los encuentros de mujeres que fue. Habría defendido los derechos de las mujeres. Habría sido feminista como lo es. Mónica Tarducci no duda que eso sería igual aún si hubiera elegido otra profesión.
“Me gustan las Ciencias Sociales, me gusta lo que hago”, aclara. “Quizás me habría gustado ser arquitecta porque me gustan mucho las construcciones, pero sólo como un hobby. Mi papá es albañil, le hubiera encantado”, admite.
Sin embargo, explica que su condición de feminista la convierte en una mujer interdisciplinaria. “Si tengo que hablar de la maternidad, no voy a recurrir sólo a textos antropológicos porque es más importante que la mirada sea feminista que sea antropológica”, dice.
Y agrega: “Ya lo dijo Simone de Beauvoir: ‘El feminismo es un viaje de ida’. Una es feminista pero está situada. El feminismo tiene que estar contra toda forma de explotación y opresión. No se puede ser feminista y defender la explotación de clase. Que estemos hablando de género ahora es porque hubo mujeres en la calle luchando por sus derechos. Ser feminista es estar a favor de la emancipación de todos los seres humanos. Ser feminista es luchar por la libertad y la justicia”.

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