Tres perspectivas sobre el nuevo Gabinete

Roberto Arias
Economista Instituto Gestar.
“Los desafíos de la política económica”
Luego del triunfo del 23 de octubre de 2011, el gobierno nacional llevó a cabo un conjunto de medidas de política económica para profundizar el modelo, a pesar del deseo no disimulado de los medios de comunicación hegemónicos y de referentes de la alicaída oposición. Ante un intento de corrida cambiaria, en lugar de avalar una devaluación brusca y permitir una transferencia de recursos desde los asalariados y clases populares al sector exportador, se mantuvo el mercado cambiario bajo control y se aprovechó para avanzar en el blanqueo de los fondos utilizados en el mismo. Además, se eliminó la excepción que tenían empresas mineras y petroleras de no liquidar sus divisas en el país, barriendo con un privilegio de larga data.
Por otro lado, se inició una ambiciosa iniciativa de reorientación de recursos fiscales eliminando gradualmente subsidios a familias y empresas que no los necesitan. Esto implica reducir el ingreso disponible de tales sectores, mientras esos fondos son utilizados para financiar obras de servicios públicos y para sostener los subsidios a los que sí los necesitan. Esta reorientación de recursos fiscales impulsará la demanda interna, como toda redistribución progresiva de los ingresos.
La protección del mercado interno y del salario, la innovación productiva y la generación de valor agregado mediante la aplicación de la ciencia y la tecnología y un marco macroeconómico procrecimiento en lugar de las nefastas “metas de inflación”, son algunos de los pilares del modelo. Por si fuera poco, esta visión económica recibió anteayer elogiosas palabras por parte del Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz y ha sido también avalado por Paul Krugman, indudablemente el economista vivo más influyente del mundo.
En otras latitudes se vive un mundo diferente. En Grecia, Italia y España aparece en forma ascendente una tecnocracia que profundizará las políticas de austeridad del FMI y el Banco Central Europeo, en el medio de una fuerte recesión (el PBI de Grecia cayó un 12% en los últimos dos años). Incluso en nuestros países vecinos (Brasil, Chile, Perú) prevalece un esquema de volatilidad del tipo de cambio, metas de inflación como marco macroeconómico y apertura de cuentas corrientes que permite la valorización financiera espúria.
El principal desafío de la política económica para los próximos años es más político que económico: generar consenso (incluso ante líderes de la oposición) respecto al camino argentino hacia el desarrollo y tener una voz propia en el ámbito regional e internacional respecto de cuál fue y es nuestra experiencia, para que sea tenida en cuenta. Acompañar y apoyar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en su permanente esfuerzo de explicar el modelo y de convencer a los conciudadanos es, además, el mejor homenaje a quien tanto trabajó para lograr que las decisiones económicas se tomen en la Casa Rosada.
Germán Lodola
Politólogo – Universidad Torcuato Di Tella.
“Entre la profundización y el equilibrio”
Uno de los rasgos distintivos de los regímenes presidencialistas es la autoridad conferida al Poder Ejecutivo de elegir unilateralmente (sin la anuencia del Congreso o de la voluntad popular) a sus ministros. Estos constituyen una pieza clave para elaborar y ejecutar políticas públicas. Pero la conformación del Gabinete es también un indicador de la continuidad o el cambio de las medidas gubernamentales y una expresión cruda del forjamiento de alianzas políticas.
En las últimas horas se ha resaltado lo obvio. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner priorizó la continuidad al disponer retoques marginales en el nuevo Gabinete. En efecto, apenas dispuso remplazar a tres de los cuatro funcionarios que deben asumir cargos electivos y mantuvo al resto del elenco. Aníbal Fernández y Julián Domínguez asumieron sus bancas en el Congreso y serán remplazados por Juan Manuel Abal Medina (la única novedad de relieve) y Norberto Yahuar respectivamente. Amado Boudou asumirá en breve la vicepresidencia y su puesto será ocupado por Hernán Lorenzino. La excepción a la regla es el vicegobernador electo de Tucumán, Juan Manzur, que seguirá en Salud.
La continuidad ministerial no es novedosa en el kirchnerismo. Tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández han sido renuentes a cambiar la formación del equipo, tal vez influenciados por la experiencia de Michelle Bachelet que modificó casi por entero el Gabinete heredado sin consultar a los partidos de la Concertación y pagó caro la jugada. Néstor Kirchner apenas realizó siete cambios ministeriales durante su mandato; Cristina Fernández consumó ocho en su primer gobierno (más dos enroques, los de Aníbal Fernández y Nilda Garré, que no deberían contarse). Además, de los doce funcionarios del Gabinete inaugural de la presidenta en 2007, siete procedían de la gestión saliente.
El nuevo Gabinete no sólo expresa la continuidad o, si se prefiere, la profundización de ciertos ejes de política pública que han sido “marcas” sobresalientes del actual proyecto político. Constituye también, como se insinúa al comienzo de esta nota, una expresión de la necesidad de reforzar alianzas políticas naturales al kirchnerismo frente a un contexto cambiante que plantea desafíos complejos. Tomemos el caso del capital y el trabajo. Por el lado del trabajo, la gestión probada de Carlos Tomada y su gimnasia para lidiar con las huestes sindicales es la mejor garantía para afrontar la puja salarial (sobre-inflacionaria) que se avecina. Por el lado del capital, el Gabinete nombrado por la presidenta representa un equilibrio de fuerzas entre un perfil más productivista (o substitutivo de importaciones) con Mercedes Marcó del Pont (Banco Central) y Débora Giorgi (Industria) a la cabeza, y otro representado por Lorenzino más afín al casi inevitable retorno del país al mercado de capitales.
Así las cosas, con su decisión la presidenta demuestra pericia para reforzar lo hecho y anticipación para lidiar con un escenario económico que eventualmente puede afectar a miembros nucleares de la base de apoyo político gubernamental.
Miguel De Luca
Profesor UBA, investigador CONICET.
“Una mirada sobre el nuevo Gabinete presidencial”
Hace ya casi 500 años, Maquiavelo destacaba la primera evaluación sobre el juicio que un príncipe se formula sobre los secretarios que elige para rodearse: si estos no son capaces y fieles, el primer error lo comete en esa selección. La conformación del equipo de colaboradores es una cuestión crucial para considerar el desempeño de un liderazgo político.
En la integración de los gabinetes presidenciales intervienen tres grupos de factores. El primero lo componen el modo en que el o la candidata llega a la primera magistratura y las características del partido político o coalición electoral en el que se ha sostenido la victoria. El segundo, la formación, experiencia y trayectoria del presidente. Y el tercero, los objetivos del mandato presidencial, los recursos políticos, institucionales y de liderazgo que el titular del Ejecutivo dispone para promover su agenda y el contexto en el que le toca gobernar. La incidencia de estos tres grupos de factores varía según se trate de gabinetes inaugurales, intermedios o de fin de mandato.
En 2007, en el Gabinete inicial de Cristina Fernández de Kirchner, de los 15 funcionarios más importantes, es decir, todos los ministros y los titulares de las secretarias General, Legal y Técnica y SIDE, 12 procedían de la gestión saliente: nueve continuaban en el mismo cargo que habían tenido en el último día del gobierno precedente, uno cambiaba de cartera (Aníbal Fernández), y los dos restantes ascendían de puesto (Tedesco y Ocaña). De la docena mencionada, siete habían integrado el equipo inicial de Néstor Kirchner.
El Gabinete anunciado en 2011 sigue el mismo estilo, distintivo de los gabinetes de los Kirchner: pocos recambios y siempre dentro de un mismo elenco, alta estabilidad de los funcionarios. Los tres remplazos, en la Jefatura de Gabinete, en Economía y en Agricultura y Ganadería, eran obligados: sus responsables habían competido –y con éxito– por cargos electivos.
Juan Manuel Abal Medina posee el mejor entrenamiento para la cartera que asume: conocimiento del equipo de gobierno, más de una década en cargos ejecutivos o de asesoramiento para la decisión y notables pergaminos como analista político. Su designación auspicia un cambio para un puesto cuyas varias funciones en los últimos años –“pararrayos”, “escudo” y “vocero” de la presidencia– se fueron replegando, como también el poder de este cargo dentro del propio gobierno.
La designación en el Palacio de Hacienda del actual secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, es otra muestra combinada de decisiones con el sello K: remplazo por ascenso de un “número dos” y preferencia por ministros de Economía con bajo perfil público.
El nuevo gabinete ratifica en términos generales la orientación política del gobierno y exhibe clara continuidad con los criterios de integración ministerial precedentes.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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