Cristina dividió por uno. La oposición por tres, cuatro o cinco. Este simple cálculo explica el rotundo triunfo de la Presidenta en las primarias , un éxito consistente que se extendió, salvo San Luis, por todo el país, inclusive en Capital, Santa Fe y Córdoba, en las que el kirchnerismo había sufrido sonoras derrotas locales.
Este escenario favorable a la reelección, a algo más de dos meses del comicio presidencial, es exclusivo mérito del oficialismo y una impúdica muestra de que la oposición, por lo que fuera, no ha sabido encontrar un común denominador todavía para convertirse en un desafío serio para el kirchnerismo.
El peronismo del interior ha sido fiel a la tradición partidaria y ha apoyado la candidatura de Cristina, a pesar de que la construcción de las listas de candidatos fue hecha a dedo desde la Casa Rosada y, también, contra la opinión de los propios distritos. En las primarias, no hubo “venganza” justicialista contra Cristina. Quizá en algunos prevaleció la cautela y se reservaron para octubre para pasar la cuenta, cuando se elija en serio.
Está claro, además, que la enorme distancia del Frente para la Victoria se apoya en la gruesa viga de la provincia de Buenos Aires. Allí Scioli, con una campaña de una estética macrista , hasta trabajó para que Cristina sacara más votos que él: en su horizonte de 2015 no quiere escaramuzas previas que juzga inconducentes.
La oposición está, de verdad, en una encrucijad a: no hubo primus interpares en el pelotón de segundos. Esa paridad niveló a la oposición para abajo en esta primaria. Esa foto de anoche dejó al descubierto que ninguno de los desafiantes de Cristina ha logrado un volumen suficiente para restarle votos y discutirle con alguna probabilidad de éxito la elección presidencial. Y que la dispersión opositora y sus errores son de exclusiva responsabilidad de sus dirigente s.
Esta primaria muestra, también, que el oficialismo antes y ahora, sea cual fuere su color, sigue siendo el preferido del electorado . Un dato a tener en cuenta en octubre.
Este escenario favorable a la reelección, a algo más de dos meses del comicio presidencial, es exclusivo mérito del oficialismo y una impúdica muestra de que la oposición, por lo que fuera, no ha sabido encontrar un común denominador todavía para convertirse en un desafío serio para el kirchnerismo.
El peronismo del interior ha sido fiel a la tradición partidaria y ha apoyado la candidatura de Cristina, a pesar de que la construcción de las listas de candidatos fue hecha a dedo desde la Casa Rosada y, también, contra la opinión de los propios distritos. En las primarias, no hubo “venganza” justicialista contra Cristina. Quizá en algunos prevaleció la cautela y se reservaron para octubre para pasar la cuenta, cuando se elija en serio.
Está claro, además, que la enorme distancia del Frente para la Victoria se apoya en la gruesa viga de la provincia de Buenos Aires. Allí Scioli, con una campaña de una estética macrista , hasta trabajó para que Cristina sacara más votos que él: en su horizonte de 2015 no quiere escaramuzas previas que juzga inconducentes.
La oposición está, de verdad, en una encrucijad a: no hubo primus interpares en el pelotón de segundos. Esa paridad niveló a la oposición para abajo en esta primaria. Esa foto de anoche dejó al descubierto que ninguno de los desafiantes de Cristina ha logrado un volumen suficiente para restarle votos y discutirle con alguna probabilidad de éxito la elección presidencial. Y que la dispersión opositora y sus errores son de exclusiva responsabilidad de sus dirigente s.
Esta primaria muestra, también, que el oficialismo antes y ahora, sea cual fuere su color, sigue siendo el preferido del electorado . Un dato a tener en cuenta en octubre.