Emmanuel Álvarez Agis*
Especial para BAE Negocios
Si bien habrá más proteccionismo, Argentina podrá beneficiarse de ese contexto
Paradójicamente, el triunfo de Trump podría ser una buena noticia para la economía argentina, aunque muy mala para el mundo. Cabe aclarar que nos dedicaremos aquí exclusivamente al aspecto económico del asunto. Supongamos que Trump cumple con sus promesas de campaña (aunque la experiencia Argentina nos haga dudar de esta suposición), ¿de qué tipo de economía estamos hablando?.
Trump, al mejor estilo del protagonista de House of Card, quiere poner a América de nuevo a trabajar. Su campaña se basó en un ambicioso plan de infraestructura y de recuperación de la producción nacional, que hace décadas que está afectada por la irrupción de China en el escenario mundial. De hecho, la lectura de la elección en clave económica que dice que Trump ganó por el voto de los pobres es falsa. Trump no ganó por el voto de los sectores de bajos ingresos; los sectores de bajos ingresos votaron por Clinton. Trump ganó por el voto del llamado Rust Belt. El Rust Belt (cinturón de óxido) es el nombre que recibe la zona manufacturera de EE.UU. y, gracias a China, eso es justamente lo que paso con la industria de EE.UU.: se oxidó. Desde la economía, el voto a Trump es un voto en contra del libre comercio. Es un voto en contra de China, pero también de la Alianza del Pacífico. Esa sería la primera buena noticia para Argentina.
Un ingreso de Argentina a la Alianza del Pacífico solo podría significar una mayor competencia para nuestra industria y una fuerte presión contra el dólar y contra los impuestos: el costo salarial en dólares de Argentina multiplica hasta por dos al de los países de la Alianza, por una combinación de alto poder adquisitivo de los salarios argentinos y de nuestra estructura tributaria. Alejarse de la Alianza del Pacífico no es más que una buena noticia para nuestra economía.
En segundo lugar, muchos análisis prevén un alza en la tasa de interés de la FED. Hace tiempo que la FED ha decidido sostener la tasa en niveles prácticamente nulos, debido a la combinación de tres factores concomitantes. El primero de ellos, es el magro crecimiento del empleo luego de la crisis de 2008, que aún hoy continúa. Hay que recordar que el banco central más importante del mundo tiene lo que técnicamente se denomina un mandato doble: se preocupa por la inflación y por el empleo. El segundo factor es que la inflación está dentro de niveles razonables y sin riesgo de aumento, más bien todo lo contrario. El tercer factor, que es el menos tenido en cuenta, es la todavía alta fragilidad del sistema financiero norteamericano y el preocupante nivel de endeudamiento de las familias de EE.UU. Una suba de tasas podría poner en crisis al sistema financiero más importante del mundo.
La política de la FED consiste en mantener una activa coordinación con el poder ejecutivo. Con un Trump decidido a reactivar la economía, y con su mayoría parlamentaria, es esperable que la coordinación con la FED determine un escenario de tasas bajas. Esta es la segunda “buena” noticia para Argentina. Decimos “buena” porque el camino del endeudamiento que ha decidido tomar el actual gobierno es, por lo menos por lo que se deja ver en estos primeros meses, insostenible. Un aumento de la tasa de la FED podría derivar en una fuerte reversión de los dólares que hoy ingresan a la Argentina. Más allá de que en la actualidad los turistas extranjeros permanecen en el país por más tiempo que los dólares que ingresan para el carry trade, una reversión de esos flujos derivaría en una devaluación que replicaría los resultados negativos de 2016. De hecho, el triunfo de Trump derivó en una caída de la probabilidad que el mercado le asigna a una suba de la tasa de la FED, que pasó de un 78% a un 58% en solo semanas.
El mundo se dirige a un mayor proteccionismo
que enfrentará a Estados Unidos y a China
Por último, algunos análisis prevén un aumento del costo del financiamiento debido a que el programa de expansión del gasto en infraestructura de Trump se financiaría con endeudamiento. Una mayor demanda de fondos sería entonces la causa de un incremento en el costo del financiamiento. Sostener esto sería ignorar como ha funcionado a lo largo de la historia la relación entre la política fiscal y la política monetaria de EE.UU. La FED utiliza a la tasa de interés como su herramienta de política. Luego del experimento monetarista de Volcker sobre finales de los ‘70 y principios de los ‘80, que hundió a EE.UU. en la peor recesión desde 1929 y que generó la crisis de la deuda en nuestro continente, la FED dejó de preocuparse por la “cantidad de dinero”. Lo que hace la FED es definir una tasa de interés objetivo y en función de esto intervenir en el mercado para que ese objetivo sea alcanzado.
Si la FED decide sostener la tasa de interés y se encuentra con un sector público que comienza a presionar por fondos, lo único que ocurrirá es que aumentarán las intervenciones comprando esos bonos (no directamente, puesto que lo tiene prohibido, pero sí indirectamente) y aumentando la liquidez del sistema para mantener la tasa de interés en su objetivo. Cuando se analizan los datos de la economía norteamericana se observa que no existe una relación positiva entre déficit fiscal y tasa de interés (es decir, a mayor déficit, mayor tasa), sino que la relación es exactamente la contraria: los déficits fiscales, al incrementar la liquidez de la economía terminan estando asociados con menores tasas de interés.
Repetimos: desde el punto de vista económico, EE.UU. le dijo no al libre comercio. En lugar de preocuparnos por los efectos financieros del triunfo de Trump, lo que debemos hacer es comprender que el mundo se dirige hacia un mayor proteccionismo que enfrentará a las dos potencias mundiales: EE.UU. y China. En este contexto, un programa económico que apuesta a la apertura financiera como forma de acceder al endeudamiento, y a la apertura comercial como forma de domesticar la inflación, es un programa económico a contramano del mundo. En estos momentos, resulta importante recordar lo que dijo el economista más importante del siglo XX, John Maynard Keynes: cuando la realidad cambia, yo cambio de idea ¿Y usted señor qué hace?
* Director de la carrera de Economía de la
Universidad Nacional Arturo Jauretche.
Ex viceministro de Economía de la Nación
Especial para BAE Negocios
Si bien habrá más proteccionismo, Argentina podrá beneficiarse de ese contexto
Paradójicamente, el triunfo de Trump podría ser una buena noticia para la economía argentina, aunque muy mala para el mundo. Cabe aclarar que nos dedicaremos aquí exclusivamente al aspecto económico del asunto. Supongamos que Trump cumple con sus promesas de campaña (aunque la experiencia Argentina nos haga dudar de esta suposición), ¿de qué tipo de economía estamos hablando?.
Trump, al mejor estilo del protagonista de House of Card, quiere poner a América de nuevo a trabajar. Su campaña se basó en un ambicioso plan de infraestructura y de recuperación de la producción nacional, que hace décadas que está afectada por la irrupción de China en el escenario mundial. De hecho, la lectura de la elección en clave económica que dice que Trump ganó por el voto de los pobres es falsa. Trump no ganó por el voto de los sectores de bajos ingresos; los sectores de bajos ingresos votaron por Clinton. Trump ganó por el voto del llamado Rust Belt. El Rust Belt (cinturón de óxido) es el nombre que recibe la zona manufacturera de EE.UU. y, gracias a China, eso es justamente lo que paso con la industria de EE.UU.: se oxidó. Desde la economía, el voto a Trump es un voto en contra del libre comercio. Es un voto en contra de China, pero también de la Alianza del Pacífico. Esa sería la primera buena noticia para Argentina.
Un ingreso de Argentina a la Alianza del Pacífico solo podría significar una mayor competencia para nuestra industria y una fuerte presión contra el dólar y contra los impuestos: el costo salarial en dólares de Argentina multiplica hasta por dos al de los países de la Alianza, por una combinación de alto poder adquisitivo de los salarios argentinos y de nuestra estructura tributaria. Alejarse de la Alianza del Pacífico no es más que una buena noticia para nuestra economía.
En segundo lugar, muchos análisis prevén un alza en la tasa de interés de la FED. Hace tiempo que la FED ha decidido sostener la tasa en niveles prácticamente nulos, debido a la combinación de tres factores concomitantes. El primero de ellos, es el magro crecimiento del empleo luego de la crisis de 2008, que aún hoy continúa. Hay que recordar que el banco central más importante del mundo tiene lo que técnicamente se denomina un mandato doble: se preocupa por la inflación y por el empleo. El segundo factor es que la inflación está dentro de niveles razonables y sin riesgo de aumento, más bien todo lo contrario. El tercer factor, que es el menos tenido en cuenta, es la todavía alta fragilidad del sistema financiero norteamericano y el preocupante nivel de endeudamiento de las familias de EE.UU. Una suba de tasas podría poner en crisis al sistema financiero más importante del mundo.
La política de la FED consiste en mantener una activa coordinación con el poder ejecutivo. Con un Trump decidido a reactivar la economía, y con su mayoría parlamentaria, es esperable que la coordinación con la FED determine un escenario de tasas bajas. Esta es la segunda “buena” noticia para Argentina. Decimos “buena” porque el camino del endeudamiento que ha decidido tomar el actual gobierno es, por lo menos por lo que se deja ver en estos primeros meses, insostenible. Un aumento de la tasa de la FED podría derivar en una fuerte reversión de los dólares que hoy ingresan a la Argentina. Más allá de que en la actualidad los turistas extranjeros permanecen en el país por más tiempo que los dólares que ingresan para el carry trade, una reversión de esos flujos derivaría en una devaluación que replicaría los resultados negativos de 2016. De hecho, el triunfo de Trump derivó en una caída de la probabilidad que el mercado le asigna a una suba de la tasa de la FED, que pasó de un 78% a un 58% en solo semanas.
El mundo se dirige a un mayor proteccionismo
que enfrentará a Estados Unidos y a China
Por último, algunos análisis prevén un aumento del costo del financiamiento debido a que el programa de expansión del gasto en infraestructura de Trump se financiaría con endeudamiento. Una mayor demanda de fondos sería entonces la causa de un incremento en el costo del financiamiento. Sostener esto sería ignorar como ha funcionado a lo largo de la historia la relación entre la política fiscal y la política monetaria de EE.UU. La FED utiliza a la tasa de interés como su herramienta de política. Luego del experimento monetarista de Volcker sobre finales de los ‘70 y principios de los ‘80, que hundió a EE.UU. en la peor recesión desde 1929 y que generó la crisis de la deuda en nuestro continente, la FED dejó de preocuparse por la “cantidad de dinero”. Lo que hace la FED es definir una tasa de interés objetivo y en función de esto intervenir en el mercado para que ese objetivo sea alcanzado.
Si la FED decide sostener la tasa de interés y se encuentra con un sector público que comienza a presionar por fondos, lo único que ocurrirá es que aumentarán las intervenciones comprando esos bonos (no directamente, puesto que lo tiene prohibido, pero sí indirectamente) y aumentando la liquidez del sistema para mantener la tasa de interés en su objetivo. Cuando se analizan los datos de la economía norteamericana se observa que no existe una relación positiva entre déficit fiscal y tasa de interés (es decir, a mayor déficit, mayor tasa), sino que la relación es exactamente la contraria: los déficits fiscales, al incrementar la liquidez de la economía terminan estando asociados con menores tasas de interés.
Repetimos: desde el punto de vista económico, EE.UU. le dijo no al libre comercio. En lugar de preocuparnos por los efectos financieros del triunfo de Trump, lo que debemos hacer es comprender que el mundo se dirige hacia un mayor proteccionismo que enfrentará a las dos potencias mundiales: EE.UU. y China. En este contexto, un programa económico que apuesta a la apertura financiera como forma de acceder al endeudamiento, y a la apertura comercial como forma de domesticar la inflación, es un programa económico a contramano del mundo. En estos momentos, resulta importante recordar lo que dijo el economista más importante del siglo XX, John Maynard Keynes: cuando la realidad cambia, yo cambio de idea ¿Y usted señor qué hace?
* Director de la carrera de Economía de la
Universidad Nacional Arturo Jauretche.
Ex viceministro de Economía de la Nación