La Cámpora, el Frente de Izquierda, el Pro, el Frente Renovador y la UCR, en una mesa con café, algunas chicanas y muchas preguntas
Militantes jóvenes debaten sobre el Bicentenario de la Independencia.
De un lado estuvieron La Cámpora y el Frente de Izquierda (FIT). Del otro, el Pro, el Frente Renovador y la UCR. En el medio, una mesa con café, algunas chicanas y muchas preguntas. ¿Por qué la economía argentina es tan cíclica y cómo se resuelve? ¿Es el nuestro un país corrupto? ¿El narcotráfico tiene las puertas abiertas con el aval de la política? ¿Por qué dejamos de ser ejemplo mundial en educación? ¿Cuál será el rol de los jóvenes de hoy en la política de las próximas décadas?. A pocos días de que se cumplan los 200 años de la Independencia, representantes de las juventudes de los principales partidos de la Argentina se reunieron en una mesa redonda en LA NACION para debatir sobre cómo el país llegó hasta aquí y hacia dónde va.
El ex vicepresidente de la juventud nacional de Pro y actual vice del Concejo Deliberante de Paraná, Emanuel Gainza (28); el responsable universitario de La Cámpora, Julián Eyzaguirre (25); el coordinador de la juventud nacional del Frente Renovador (FR), Juan Saintotte (31); el presidente de la Juventud Radical de la provincia de Buenos Aires, Manuel Torres (31), y el militante del FIT y la juventud del PTS Leonardo Améndola (30) llegaron al encuentro entre bromas y carcajadas, que rápidamente se convirtieron en ceños fruncidos y silencio al momento de escucharse entre sí.
Los jóvenes hablaron durante casi dos horas sobre los objetivos de la Argentina en el futuro, aunque la discusión sobre la coyuntura fue difícil de evitar. Y, como si ya se tratara de un sello ineludible de las nuevas generaciones, al final del encuentro se tomaron una selfie todos juntos en el medio de la redacción.
Economía
El debate sobre las causas y consecuencias de los vaivenes de la economía argentina a lo largo de la historia puede extenderse por horas. De hecho, hubo que cortar repentinamente el intercambio de opiniones para evitar que eso ocurra. Sin embargo, aunque los espacios llegan a tener visiones antagónicas, este eje fue el único que generó una coincidencia casi unánime: la necesidad de acordar entre todos los sectores una agenda de temas común cuya importancia no se altere gobierne quien gobierne.
«Somos un país con una democracia muy joven, lo que hace que seamos cuasi adolescentes a la hora de tomar decisiones. Es como si fuéramos un niño: primero se elige un gobierno populista, al otro día nos enojamos y elegimos todo lo contrario», lanzó Saintotte (FR) apenas le llegó su turno. Y agregó: «Hay que dejar de pensar egocéntricamente como partidos políticos y buscar consensos».
En la misma línea opinó Gainza (Pro), quien sostuvo que «hace falta una visión a largo plazo» que «garantice una economía sustentable para que vengan las inversiones de nuevo».
Torres (UCR), por su parte, pidió «definir si somos un estado que intervenga en la economía u optamos por el libre mercado».
Aunque Eyzaguirre (La Cámpora) compartió la opinión de los demás, señaló que la falta de planificación a largo plazo no es el único problema que tiene que resolver la Argentina, sino que se debe trabajar para cambiar «la lógica de dependencia» a la que el país estuvo «supeditado desde la génesis». En ese sentido, se diferenció del objetivo del macrismo de convertir a la Argentina en el «supermercado del mundo» y pidió «no ser exportadores de materia prima, sino tener un país industrializado» para impulsar la economía.
Améndola (FIT) reiteró la idea de la dependencia pero, fiel al discurso de la izquierda, centró su opinión en la necesidad de definir «para qué clase se hace política», porque «hubo años de crecimiento donde a un sector no le llegó lo que le tenía que llegar y fue transferida a los grandes sectores».
Educación
Si en un planisferio se pintan de verde los países mejor posicionados en calidad educativa y de rojo los que están en el otro extremo, la Argentina viste el rojo. Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que abarcó 64 países y fue publicado a principios de este año, el país está entre los diez con peor desempeño en áreas como ciencia, lectura y matemática. Las estadísticas están lejos del ejemplo que la Argentina fue para el mundo. ¿Qué pasó?
Militantes jóvenes debaten sobre el Bicentenario de la Independencia.
«Hubo un desfinanciamiento absoluto. Hoy se trata de ver cómo nos podemos sacar al chico de encima», afirmó Torres (UCR), quien sostuvo que en el futuro se debe concebir a cada uno de los niveles educativos como algo integral y no «desgranado».
En defensa de los años de kirchnerismo, Eyzaguirre (La Cámpora) admitió que existe un «déficit estructural» en el sistema, pero señaló que la gestión dejó «un piso muy alto» para el gobierno actual, que tiene una «oportunidad histórica». Por eso, siguió Eyzaguirre, al kirchnerismo le preocupa la postura oficial de que haya «más autonomía en la gestión educativa de provincias y municipios» porque «significa que cada distrito se resuelva como pueda» sin intervención del Estado.
Para Gainza (PRO), ese «piso» del que habla el representante de La Cámpora «es muy grave» y lamentó que no se hayan buscado «soluciones de fondo» durante el kirchnerismo. «La clave está en trabajar por terminar con la emergencia en infraestructura, garantizar los 180 días de clase e impulsar la evaluación docente», dijo.
En tanto, con la mirada en el futuro, Saintotte (FR) advirtió que si no mejora la educación en los próximos años la situación será aún peor. «En breve vamos a tener una población muy grande de jóvenes disponibles para trabajar y la falta de educación atenta contra esto porque habrá menos jóvenes con mano de obra calificada», sostuvo.
Améndola (FIT), por su parte, subrayó que se debe eliminar la «injerencia» extranjera en el sistema educativo y reclamó que para empezar a discutir el futuro del sistema hay que garantizar un salario adecuado para los maestros para que no se conviertan en «docentes taxi» que tengan que correr de un lado al otro para poder mantener a una familia. Todos asintieron.
Corrupción
En tiempos en los que la corrupción parece no poder salir de la agenda diaria, los militantes apostaron más a la condena que a las propuestas. Varios, aparentemente resignados, creyeron que los corruptos son inherentes a la cultura argentina. Otros aprovecharon para exigir cambios en la legislación vigente y en el Poder Judicial.
Eyzaguirre (La Cámpora) tomó la palabra ante la mirada atenta -y alguna que otra broma- de sus colegas dirigentes. El kirchnerismo que él defiende está hoy tratando de sobrevivir a las explosiones generadas por el avance judicial en las causas de corrupción que tuvieron lugar durante esos años y los últimos meses. «Todas las sociedades adolecen de corrupción y nuestro país también, ya que tenemos en la historia argentina casos de corrupción en todos los espacios», dijo. Y agregó: «Nosotros, desde la juventud que se referencia con los proyectos de Néstor y Cristina Kirchner, bajo ningún punto avalaríamos la corrupción».
«Es un problema intrínseco que nos afecta a todos. Y encima cuando la economía empieza a fallar los casos de corrupción se vuelven más notorios», señaló en el mismo sentido Améndola (FIT), quien además adjudicó gran parte de la problemática a «la patria contratista de nuestro país».
A su turno, Gainza no esperó para marcar claramente sus diferencias. «No es todo lo mismo. No todos los espacios son iguales», cuestionó, al tiempo que reclamó «resortes en el Estado que garanticen la transparencia».
Por el lado de las propuestas, Saintotte (FR) celebró que se haya instalado el debate sobre la extinción de dominio y la ley del arrepentido para casos de corrupción, pero remarcó que en los próximos años se debe trabajar sobre una justicia «autónoma y autárquica» porque «si es el Gobierno el que termina aprobando el presupuesto pasa lo que pasó hasta ahora: es ineficiente, no trabaja y plancha los expedientes que después resurgen cuando cambia el gobierno y empiezan a caer personas».
De acuerdo, pero no tanto, Torres (UCR) reclamó «más firmeza en la Justicia», aunque negó la necesidad de que el Poder Judicial fuera «autárquico».
Seguridad y narcotráfico
En los años de kirchnerismo las encuestas de opinión pública indicaron que la inseguridad y el narcotráfico estaban al tope de las preocupaciones de la población. Sólo en los últimos meses el tema fue desplazado por la economía. ¿No se encuentra una solución o la connivencia política no permite que esa solución llegue?
«La Argentina pasó de ser un país de paso a ser uno que cocina y distribuye internamente la sustancias. Si hubiera un Estado presente eso no pasaría», sostuvo Torres (UCR), quien afirmó que «por un lado la policía secuestra drogas y por el otro las vende en el mercado ilegal». Según él, hace falta «voluntad política» que «ataque al mismo tiempo a la corrupción, el narcotráfico y la inseguridad, porque van de la mano».
«Es menester debatir el uso de las drogas. Muchos países avanzaron en ese sentido», agregó Eyzaguirre (La Cámpora). A ese debate habría que sumarle «políticas de inclusión social» y terminar «con la estigmatización de los sectores populares», analizó.
El desafío para la nueva generación es, según Améndola (FIT), desintegrar la supuesta complicidad de las autoridades con la delincuencia. «La policía bonaerense está descompuesta por adentro», ejemplificó. Y sumó: «Hay un entramado con el narcotráfico que hay que descabezar junto con la connivencia judicial». Por ello es necesario impulsar la «elección universal de jueces», como propuso -sin éxito- el kirchnerismo en 2013.
Para Saintotte (FR) la Argentina llegó al momento en el que «un joven que sale de su casa y ve que sus amigos trabajan todo el día por el salario mínimo también ve que su compañero que vende droga hace esa misma plata en una semana», lo que potencia la inseguridad y el narcotráfico. Por ello, propuso implementar «acciones preventivas, políticas de inclusión en la cultura y el deporte e impulsar una coordinación entre las fuerzas de seguridad entre los municipios, las provincias y la Nación».
El representante del macrismo, Gainza, opinó que se debe «ir con todos los recursos del Estado para terminar con el narcotráfico» porque, si no se hace, «destruirá cualquier otro tipo de política» que se implemente. «Si el narco gana en la pelea de quién le da servicio a la gente habremos perdido la batalla de construcción a futuro», lanzó.
El rol de la juventud en la política del futuro
En el estallido de la crisis de 2001, el «que se vayan todos» se expandió como un virus en la juventud. Hoy, la situación es opuesta y la dirigencia sub 35 lo celebra. Sin embargo, los militantes coincidieron en que aquello trae consigo una responsabilidad que los tendrá en el centro de la escena cuando dejen de ser la dirigencia del futuro y pasen a ser el presente.
«Esta mesa redonda de jóvenes en los años 70 no se hubiese dado», comenzó Saintotte (FR). «Hay un cambio en la sociedad que se dio en los últimos años, en el modo en el que trabaja la política. Antes los partidos solo tenían a los jóvenes para golpear el bombo o repartir panfletos. Eso no lo dejamos de hacer pero ahora la juventud pueden ocupar espacios de toma de decisiones», agregó.
Uno de esos cambios que atravesó el mundo político fue, sin duda, el surgimiento de las nuevas tecnologías que permiten a la ciudadanía expresarse sin la necesidad excluyente de afiliarse a un partido. Así lo señaló Améndola (FIT), quien destacó los movimientos de Indignados, en España; el Occupy Wall Street, en Estados Unidos, y la Primavera Árabe, en Oriente. Sin embargo, afirmó que en la última década en la Argentina apareció una juventud «con una ilusión de que todo se puede resolver desde el Estado».
Por el contrario, Gainza (Pro) señaló que no cree que haya otra manera de hallar respuestas a los problemas que no sea desde el Estado y celebró que la juventud «plantee formas de participación no tradicionales». Según él, el objetivo hacia el futuro es claro: «Necesitamos un compromiso generacional activo para que la sociedad cambie su parecer sobre la política y dejen de sentir que no es algo virtuoso. Esa es nuestra responsabilidad».
En esa línea opinó Torres (UCR), quien sostuvo que los jóvenes «siempre fueron el motor de cambio social» y que la obligación de las nuevas generaciones es fortalecer la democracia en el país «con partidos políticos fuertes», una visión contraria a quienes dicen que por los movimientos políticos convocados a través de redes sociales los partidos como tales tienen fecha de vencimiento.
Eyzaguirre (La Cámpora), por su parte, destacó que «hoy no hay dirigente que no pretenda tener un frente de juventud» y que, para subsistir como movimiento, se debe contar con una «perspectiva generacional».
Los diez errores para no volver a cometer:
Pensar que lo argentino es malo y lo de afuera es de calidad (La Cámpora)
Caer en falsas dicotomías que profundicen las diferencias (La Cámpora)
Permitir que no exista la independencia de los poderes (FR)
Tener una política fuerte de control a las instituciones en lo que hace a la producción y utilización de fondos públicos (FR)
Confiar en que la burguesía puede resolver la dependencia nacional (FIT)
Desconfiar que los trabajadores puedan ser la cabeza de un movimiento, con toma de decisiones, y no sólo la columna (FIT)
Haber olvidado nuestra Constitución como proyecto de Nación (PRO)
Ser parte o apañar la corrupción (PRO)
Haber dejado de pensar en las políticas de largo plazo (UCR)
No entendernos a todos como iguales y encontrar motivos para motorizar peleas (UCR)
Militantes jóvenes debaten sobre el Bicentenario de la Independencia.
De un lado estuvieron La Cámpora y el Frente de Izquierda (FIT). Del otro, el Pro, el Frente Renovador y la UCR. En el medio, una mesa con café, algunas chicanas y muchas preguntas. ¿Por qué la economía argentina es tan cíclica y cómo se resuelve? ¿Es el nuestro un país corrupto? ¿El narcotráfico tiene las puertas abiertas con el aval de la política? ¿Por qué dejamos de ser ejemplo mundial en educación? ¿Cuál será el rol de los jóvenes de hoy en la política de las próximas décadas?. A pocos días de que se cumplan los 200 años de la Independencia, representantes de las juventudes de los principales partidos de la Argentina se reunieron en una mesa redonda en LA NACION para debatir sobre cómo el país llegó hasta aquí y hacia dónde va.
El ex vicepresidente de la juventud nacional de Pro y actual vice del Concejo Deliberante de Paraná, Emanuel Gainza (28); el responsable universitario de La Cámpora, Julián Eyzaguirre (25); el coordinador de la juventud nacional del Frente Renovador (FR), Juan Saintotte (31); el presidente de la Juventud Radical de la provincia de Buenos Aires, Manuel Torres (31), y el militante del FIT y la juventud del PTS Leonardo Améndola (30) llegaron al encuentro entre bromas y carcajadas, que rápidamente se convirtieron en ceños fruncidos y silencio al momento de escucharse entre sí.
Los jóvenes hablaron durante casi dos horas sobre los objetivos de la Argentina en el futuro, aunque la discusión sobre la coyuntura fue difícil de evitar. Y, como si ya se tratara de un sello ineludible de las nuevas generaciones, al final del encuentro se tomaron una selfie todos juntos en el medio de la redacción.
Economía
El debate sobre las causas y consecuencias de los vaivenes de la economía argentina a lo largo de la historia puede extenderse por horas. De hecho, hubo que cortar repentinamente el intercambio de opiniones para evitar que eso ocurra. Sin embargo, aunque los espacios llegan a tener visiones antagónicas, este eje fue el único que generó una coincidencia casi unánime: la necesidad de acordar entre todos los sectores una agenda de temas común cuya importancia no se altere gobierne quien gobierne.
«Somos un país con una democracia muy joven, lo que hace que seamos cuasi adolescentes a la hora de tomar decisiones. Es como si fuéramos un niño: primero se elige un gobierno populista, al otro día nos enojamos y elegimos todo lo contrario», lanzó Saintotte (FR) apenas le llegó su turno. Y agregó: «Hay que dejar de pensar egocéntricamente como partidos políticos y buscar consensos».
En la misma línea opinó Gainza (Pro), quien sostuvo que «hace falta una visión a largo plazo» que «garantice una economía sustentable para que vengan las inversiones de nuevo».
Torres (UCR), por su parte, pidió «definir si somos un estado que intervenga en la economía u optamos por el libre mercado».
Aunque Eyzaguirre (La Cámpora) compartió la opinión de los demás, señaló que la falta de planificación a largo plazo no es el único problema que tiene que resolver la Argentina, sino que se debe trabajar para cambiar «la lógica de dependencia» a la que el país estuvo «supeditado desde la génesis». En ese sentido, se diferenció del objetivo del macrismo de convertir a la Argentina en el «supermercado del mundo» y pidió «no ser exportadores de materia prima, sino tener un país industrializado» para impulsar la economía.
Améndola (FIT) reiteró la idea de la dependencia pero, fiel al discurso de la izquierda, centró su opinión en la necesidad de definir «para qué clase se hace política», porque «hubo años de crecimiento donde a un sector no le llegó lo que le tenía que llegar y fue transferida a los grandes sectores».
Educación
Si en un planisferio se pintan de verde los países mejor posicionados en calidad educativa y de rojo los que están en el otro extremo, la Argentina viste el rojo. Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que abarcó 64 países y fue publicado a principios de este año, el país está entre los diez con peor desempeño en áreas como ciencia, lectura y matemática. Las estadísticas están lejos del ejemplo que la Argentina fue para el mundo. ¿Qué pasó?
Militantes jóvenes debaten sobre el Bicentenario de la Independencia.
«Hubo un desfinanciamiento absoluto. Hoy se trata de ver cómo nos podemos sacar al chico de encima», afirmó Torres (UCR), quien sostuvo que en el futuro se debe concebir a cada uno de los niveles educativos como algo integral y no «desgranado».
En defensa de los años de kirchnerismo, Eyzaguirre (La Cámpora) admitió que existe un «déficit estructural» en el sistema, pero señaló que la gestión dejó «un piso muy alto» para el gobierno actual, que tiene una «oportunidad histórica». Por eso, siguió Eyzaguirre, al kirchnerismo le preocupa la postura oficial de que haya «más autonomía en la gestión educativa de provincias y municipios» porque «significa que cada distrito se resuelva como pueda» sin intervención del Estado.
Para Gainza (PRO), ese «piso» del que habla el representante de La Cámpora «es muy grave» y lamentó que no se hayan buscado «soluciones de fondo» durante el kirchnerismo. «La clave está en trabajar por terminar con la emergencia en infraestructura, garantizar los 180 días de clase e impulsar la evaluación docente», dijo.
En tanto, con la mirada en el futuro, Saintotte (FR) advirtió que si no mejora la educación en los próximos años la situación será aún peor. «En breve vamos a tener una población muy grande de jóvenes disponibles para trabajar y la falta de educación atenta contra esto porque habrá menos jóvenes con mano de obra calificada», sostuvo.
Améndola (FIT), por su parte, subrayó que se debe eliminar la «injerencia» extranjera en el sistema educativo y reclamó que para empezar a discutir el futuro del sistema hay que garantizar un salario adecuado para los maestros para que no se conviertan en «docentes taxi» que tengan que correr de un lado al otro para poder mantener a una familia. Todos asintieron.
Corrupción
En tiempos en los que la corrupción parece no poder salir de la agenda diaria, los militantes apostaron más a la condena que a las propuestas. Varios, aparentemente resignados, creyeron que los corruptos son inherentes a la cultura argentina. Otros aprovecharon para exigir cambios en la legislación vigente y en el Poder Judicial.
Eyzaguirre (La Cámpora) tomó la palabra ante la mirada atenta -y alguna que otra broma- de sus colegas dirigentes. El kirchnerismo que él defiende está hoy tratando de sobrevivir a las explosiones generadas por el avance judicial en las causas de corrupción que tuvieron lugar durante esos años y los últimos meses. «Todas las sociedades adolecen de corrupción y nuestro país también, ya que tenemos en la historia argentina casos de corrupción en todos los espacios», dijo. Y agregó: «Nosotros, desde la juventud que se referencia con los proyectos de Néstor y Cristina Kirchner, bajo ningún punto avalaríamos la corrupción».
«Es un problema intrínseco que nos afecta a todos. Y encima cuando la economía empieza a fallar los casos de corrupción se vuelven más notorios», señaló en el mismo sentido Améndola (FIT), quien además adjudicó gran parte de la problemática a «la patria contratista de nuestro país».
A su turno, Gainza no esperó para marcar claramente sus diferencias. «No es todo lo mismo. No todos los espacios son iguales», cuestionó, al tiempo que reclamó «resortes en el Estado que garanticen la transparencia».
Por el lado de las propuestas, Saintotte (FR) celebró que se haya instalado el debate sobre la extinción de dominio y la ley del arrepentido para casos de corrupción, pero remarcó que en los próximos años se debe trabajar sobre una justicia «autónoma y autárquica» porque «si es el Gobierno el que termina aprobando el presupuesto pasa lo que pasó hasta ahora: es ineficiente, no trabaja y plancha los expedientes que después resurgen cuando cambia el gobierno y empiezan a caer personas».
De acuerdo, pero no tanto, Torres (UCR) reclamó «más firmeza en la Justicia», aunque negó la necesidad de que el Poder Judicial fuera «autárquico».
Seguridad y narcotráfico
En los años de kirchnerismo las encuestas de opinión pública indicaron que la inseguridad y el narcotráfico estaban al tope de las preocupaciones de la población. Sólo en los últimos meses el tema fue desplazado por la economía. ¿No se encuentra una solución o la connivencia política no permite que esa solución llegue?
«La Argentina pasó de ser un país de paso a ser uno que cocina y distribuye internamente la sustancias. Si hubiera un Estado presente eso no pasaría», sostuvo Torres (UCR), quien afirmó que «por un lado la policía secuestra drogas y por el otro las vende en el mercado ilegal». Según él, hace falta «voluntad política» que «ataque al mismo tiempo a la corrupción, el narcotráfico y la inseguridad, porque van de la mano».
«Es menester debatir el uso de las drogas. Muchos países avanzaron en ese sentido», agregó Eyzaguirre (La Cámpora). A ese debate habría que sumarle «políticas de inclusión social» y terminar «con la estigmatización de los sectores populares», analizó.
El desafío para la nueva generación es, según Améndola (FIT), desintegrar la supuesta complicidad de las autoridades con la delincuencia. «La policía bonaerense está descompuesta por adentro», ejemplificó. Y sumó: «Hay un entramado con el narcotráfico que hay que descabezar junto con la connivencia judicial». Por ello es necesario impulsar la «elección universal de jueces», como propuso -sin éxito- el kirchnerismo en 2013.
Para Saintotte (FR) la Argentina llegó al momento en el que «un joven que sale de su casa y ve que sus amigos trabajan todo el día por el salario mínimo también ve que su compañero que vende droga hace esa misma plata en una semana», lo que potencia la inseguridad y el narcotráfico. Por ello, propuso implementar «acciones preventivas, políticas de inclusión en la cultura y el deporte e impulsar una coordinación entre las fuerzas de seguridad entre los municipios, las provincias y la Nación».
El representante del macrismo, Gainza, opinó que se debe «ir con todos los recursos del Estado para terminar con el narcotráfico» porque, si no se hace, «destruirá cualquier otro tipo de política» que se implemente. «Si el narco gana en la pelea de quién le da servicio a la gente habremos perdido la batalla de construcción a futuro», lanzó.
El rol de la juventud en la política del futuro
En el estallido de la crisis de 2001, el «que se vayan todos» se expandió como un virus en la juventud. Hoy, la situación es opuesta y la dirigencia sub 35 lo celebra. Sin embargo, los militantes coincidieron en que aquello trae consigo una responsabilidad que los tendrá en el centro de la escena cuando dejen de ser la dirigencia del futuro y pasen a ser el presente.
«Esta mesa redonda de jóvenes en los años 70 no se hubiese dado», comenzó Saintotte (FR). «Hay un cambio en la sociedad que se dio en los últimos años, en el modo en el que trabaja la política. Antes los partidos solo tenían a los jóvenes para golpear el bombo o repartir panfletos. Eso no lo dejamos de hacer pero ahora la juventud pueden ocupar espacios de toma de decisiones», agregó.
Uno de esos cambios que atravesó el mundo político fue, sin duda, el surgimiento de las nuevas tecnologías que permiten a la ciudadanía expresarse sin la necesidad excluyente de afiliarse a un partido. Así lo señaló Améndola (FIT), quien destacó los movimientos de Indignados, en España; el Occupy Wall Street, en Estados Unidos, y la Primavera Árabe, en Oriente. Sin embargo, afirmó que en la última década en la Argentina apareció una juventud «con una ilusión de que todo se puede resolver desde el Estado».
Por el contrario, Gainza (Pro) señaló que no cree que haya otra manera de hallar respuestas a los problemas que no sea desde el Estado y celebró que la juventud «plantee formas de participación no tradicionales». Según él, el objetivo hacia el futuro es claro: «Necesitamos un compromiso generacional activo para que la sociedad cambie su parecer sobre la política y dejen de sentir que no es algo virtuoso. Esa es nuestra responsabilidad».
En esa línea opinó Torres (UCR), quien sostuvo que los jóvenes «siempre fueron el motor de cambio social» y que la obligación de las nuevas generaciones es fortalecer la democracia en el país «con partidos políticos fuertes», una visión contraria a quienes dicen que por los movimientos políticos convocados a través de redes sociales los partidos como tales tienen fecha de vencimiento.
Eyzaguirre (La Cámpora), por su parte, destacó que «hoy no hay dirigente que no pretenda tener un frente de juventud» y que, para subsistir como movimiento, se debe contar con una «perspectiva generacional».
Los diez errores para no volver a cometer:
Pensar que lo argentino es malo y lo de afuera es de calidad (La Cámpora)
Caer en falsas dicotomías que profundicen las diferencias (La Cámpora)
Permitir que no exista la independencia de los poderes (FR)
Tener una política fuerte de control a las instituciones en lo que hace a la producción y utilización de fondos públicos (FR)
Confiar en que la burguesía puede resolver la dependencia nacional (FIT)
Desconfiar que los trabajadores puedan ser la cabeza de un movimiento, con toma de decisiones, y no sólo la columna (FIT)
Haber olvidado nuestra Constitución como proyecto de Nación (PRO)
Ser parte o apañar la corrupción (PRO)
Haber dejado de pensar en las políticas de largo plazo (UCR)
No entendernos a todos como iguales y encontrar motivos para motorizar peleas (UCR)