Mirá toda la gente que viene y que está haciendo la cola. Y eso que no es principio de mes. Es la semana más difícil, porque casi llegamos al final de la segunda quincena.» El empresario Alberto Samid larga la frase desde un escritorio instalado al lado de la sección carnicería. Reclinado sobre la silla para contemplar mejor la escena, el hombre de la carne que se hizo famoso por sus cruces mediáticos lleva un delantal blanco –típico de carnicero– que no logra ocultar su abdomen, delator de asados. Samid comparte la mesa con el diputado bonaerense Fernando «Chino» Navarro. Dirigente del Movimiento Evita, polemista habitual en los programas políticos, Navarro observa la misma secuencia. Una larga fila de familias con chiquitos, mujeres en grupo o parejas que conversan y se abrazan, espera su turno para llegar a la caja del supermercado y pagar.
Con infinita paciencia, los compradores van empujando sus changuitos para ocupar la nueva posición. La mayoría de los carros están bastante llenos, algunos repletos hasta el tope. Hay clientes que cargan bolsas, los que vinieron acompañados se ayudan con los bultos para compartir el peso. La hilera tarda en avanzar porque en el galpón enorme de lo que supo ser una fábrica, sobre la colectora este del Camino Negro (Camino Presidente Juan Domingo Perón) al 4200, hay sólo dos cajeros para atender a todos. «La cantidad de gente que vino nos excedió ampliamente. Hoy tenemos dos cajas para cobrar pero en la semana vamos a poner cuatro más», comenta Navarro. En su rostro se cruzan la satisfacción y el nerviosismo por la respuesta que está despertando la idea del centro de venta Mercado Argentino, una iniciativa del Movimiento Evita que se puede definir como un supermercado a precios muy populares, con venta directa y sin intermediarios. Eso permite comercializar incluso por debajo de los precios mayoristas del Mercado Central.
La primera sucursal de Mercado Argentino está emplazada en Lomas de Zamora, a pocos kilómetros de Puente La Noria, frente al barrio 17 de noviembre, un asentamiento con muchas necesidades que algunos identifican con otro nombre: Campo Tongui. Se trata de un tinglado muy grande, con dos entradas amplias y un busto de Evita en el frente, que desde hace dos días logró la fisonomía de un supermercado en pleno funcionamiento. Góndolas, cámaras de frío, heladeras para lácteos y mostrador refrigerante para la carne y las achuras. Las instalaciones están algo inconclusas. Falta la señalética (indicaciones para el movimiento de los clientes) y la decoración que identificará al emprendimiento, que es comercial pero también político. Según adelanta Navarro, en una de las paredes se colgará una gran imagen de la presidenta Cristina Fernández y del Papa Francisco reunidos en el Vaticano. «Vamos a poner una gigantografía con ellos dos. Hoy todo el mundo se abraza al Papa Francisco, también los grandes empresarios. Pero sería bueno que los formadores de precios ganen dinero pero en forma racional y no como curro, como cuando aumentan los precios de los productos y nadie sabe explicar por qué. Saben que hay más dinero en el mercado interno y quieren llevárselo aumentando los precios, no la producción», advierte.
El supermercado «nacional y popular», según la primera definición ensayada por sus organizadores, ofrece en sus góndolas una amplia gama de artículos. Hay productos de marcas consolidadas, pero también competidores –la mayoría cooperativas– que quieren hacerle frente a las empresas con posición dominante. El proyecto de Mercado Argentino surgió tras el incremento del 26% en la Asignación Universal por Hijo, en diciembre pasado, cuando la presidenta pidió públicamente a los supermercadistas que no aprovecharan la ocasión para hacer remarcaciones de precios. La idea comenzó a tomar forma una vez que Emilio Pérsico, jefe del Movimiento Evita, fuera designado en la subsecretaría de Agricultura Familiar del gobierno nacional. Pérsico comenzó a relacionarse con productores de alimentos, y ese vínculo derivó en una asociación definitiva entre el Evita y la Cooperativa Agroalimentaria para el Intercambio Regional (CAPIR), que agrupa a productores de hortalizas y verduras de varias provincias. La cooperativa tiene bases en Neuquén, Chaco y en la «nave 2, puesto 1», del Mercado Central de Tapiales. El segundo paso que hizo posible la propuesta fue acercarse a Samid, experimentado en la comercialización de carne. Así fue que el Evita terminó asociándose a la firma La Lonja, cuyo propietario es el empresario de La Matanza. «Hemos unido a una empresa privada, de un empresario nacional, con dos cooperativas, CAPIR y Grupo del Sur, que son las que están gerenciando todo esto», explica Navarro.
La primera experiencia funcionó como prueba piloto. Fue la inauguración de la sucursal Lomas de Zamora, abierta al público desde el viernes 22 de marzo. El rumor circuló enseguida en las cuadras que rodean al Camino Negro. Había un nuevo supermercado que vendía tan o más barato que el Mercado Central. La expectativa de los vecinos parece confirmarse al recorrer las góndolas. Los compradores miran los carteles con los precios, revisan las marcas, asienten y van cargando los changuitos. «Son buenos precios. Y la carne es mucho más barata que en el barrio», aprueba Alejandro Servín, 49 años, vecino de Ingeniero Budge, que conversa con Tiempo mientras espera que avance la cola y llegue su turno para pagar. «Nosotros solemos ir al Mercado Central pero acá están muy bien. El asado está a 25 pesos el kilo, cuando afuera está por menos a 36 pesos. Y también hay achuras a precios accesibles, lo que no es fácil de encontrar», comenta bajo el escrutinio atento de su esposa, Gloria Saravia, 52 años, que lo escucha en silencio y asiente con el mentón. Viven a seis cuadras del supermercado, prometen volver. «Faltaría que haya venta de pan», apunta Gloria antes de despedirse.
La fila de los compradores serpentea entre las góndolas del súper. Tiempo se acerca a los clientes que esperan por sus cortes de carne, vacuna o porcina. Los vendedores atienden con el delantal blanco de los carniceros. En el medio de la fila están Darío Lagomarsino, 26 años, de profesión chofer, y su esposa Eugenia Sarobe, empleada, también de 26. Vinieron en auto desde su casa, ubicada a 20 cuadras. «Compramos de todo. El azúcar y la yerba están muy baratos. El azúcar acá sale 4 pesos el kilo, cuando en un supermercado chino cuesta entre 7 y 10 pesos. Compramos también aceite, que estaba en promoción junto a un paquete arroz, por 10 pesos el combo. Está bueno, vamos a volver», dice Eugenia con cierta timidez. La pareja, sin embargo, termina posando para la fotógrafa de este diario. Se abrazan, ríen, preguntan cuándo saldrá publicada la nota. La demora en la atención no parece ponerlos nerviosos. A unos metros, más cerca de la línea de cajas, se encuentra Eliana, 31 años, otra vecina de Budge. La acompañan sus hijas. «Mi cuñada me dijo que se había abierto este lugar y que tenía precios económicos. El aceite y el azúcar están baratos. Ahora voy a ver la calidad», avisa.
Los responsables del Mercado Argentino estiran el cuello para escuchar las conversaciones de los clientes. Están atentos a los comentarios, a las dudas, a las quejas que puedan surgir. «La gente no es tonta. Si lo que compra barato, no es bueno, no lo compra más. Y tienen todo el derecho de venir, comprar por primera vez, comprobar la calidad de los productos que se llevaron y compararlos con los que compran habitualmente. ¿Qué hicimos nosotros? Antes de abrir el local probamos la mayoría de los productos con nuestras propias familias, con nuestros amigos: fiambre, fideos, verdura, lácteos. Y la verdad es que son de primera calidad. Por eso los hemos incorporado a nuestra compra cotidiana», cuenta Navarro. «Nosotros compramos donde se produce la mercadería o la traemos directamente desde los fabricantes para que la vendan acá. No hay ningún tipo de intermediación. Esa es la clave de todo esto», completa Samid. Los dos conversan con este diario sin perder de vista a la multitud que se mueve dentro del tinglado. Quieren que todo esté en orden. Algunos compradores reconocen a Samid: se acercan a la mesa para llevarse como souvenir unas bolsas de tela con la foto del empresario y la frase «El rey de la carne». Samid las ofrece gratis pero pone una condición: «Sólo una por persona.» Navarro también recibe muchos saludos, es un dirigente muy conocido en Lomas de Zamora, donde tiene años de militancia política.
Mientras supervisan detalles, como el trabajo del equipo responsable de la seguridad o la llegada de las nuevas máquinas registradoras, Navarro y Samid comienzan a hablar sobre la actualidad del peronismo. Samid suele cenar con el gobernador Daniel Scioli, con quien tiene una relación de mucha confianza. Navarro tiene un vínculo distinto, con declaraciones críticas hacia la gobernación. Sobre todo en los últimos meses. «El peronismo está cada vez mejor. Estamos muy bien. Bárbaro. Y por si fuera poco ahora tenemos un Papa argentino, peronista», evalúa Samid. Se lo nota convencido, al mismo tiempo parece estar lanzando frases para confirmar su personaje. «En esta zona de Lomas de Zamora, hace diez años, había 50% de desocupados. Y estaban todos los puentes cortados con protestas… Ojo, que en términos históricos de eso hace diez minutos, eh. Eso ha cambiado con el gobierno nacional, popular, peronista, que tenemos. La gente siempre sigue exigiendo más cosas, porque así debe ser. Pero gracias a Dios estamos bien», sigue el análisis del matancero. Navarro lo escucha con interés. El diputado bonaerense parece complementarse bien con su socio. Quizá hasta se divierten. «A mí lo que siempre me llamó la atención de Alberto (por Samid) es la claridad con la que explica cosas difíciles con palabras simples. Es el dirigente al que vi explicar con más claridad en televisión y en radio el tema de los costos de precios, la inflación y sus porqué, el rol de Guillermo Moreno. Con Alberto muchas veces coincidimos, muchas veces discutimos, pero en lo que sí estamos de acuerdo es que Daniel Scioli tiene un lugar en el peronismo con la conducción de Cristina. Él coincide, yo coincido», concluye Navarro.
La charla termina y una vecina se acerca para saludar. «Chino, yo te veo en la televisión, pero acá no parecés la misma persona», comenta la mujer. «No sos feo como el de la tele.» El dirigente del Evita se ríe, saluda y saca su DNI para comprobar su identidad. A su alrededor la gente sigue consumiendo. «
Puja con los formadores de precios
La idea de crear una cadena de mercados a precios económicos, con participación del Estado Nacional o a través de la asociación de cooperativas y empresas privadas, viene debatiéndose desde los últimos meses del mandato de Néstor Kirchner. El efecto que provocaría este proyecto, en el caso de que se consolide con presencia masiva en los barrios, sería el incremento de la competencia en las grandes cadenas de comercialización, hoy repartidas entre los hipermercados y los supermercados chinos. Los movimientos sociales del kirchnerismo fueron los primeros en impulsar estas iniciativas: la primera propuesta apareció en 2006, cuando la Federación Agraria de Eduardo Buzzi –que por entonces estaba en la CTA– y el diputado Edgardo Depetri llevaron una carpeta a la Secretaría General de la Presidencia. El borrador estaba inspirado en las ferias directas, sin intermediarios, que las cooperativas agrícolas implementan en Alemania y Holanda.
Aunque el proyecto no se concretó, el corazón de la idea se mantuvo en la agenda oficial. Y a medida que fueron pasando los años, con la inflación convertida en un problema de primer orden, la puja con los formadores de precios se convirtió en uno de los principales desafíos del oficialismo. Algunos sectores del kirchnerismo propusieron inspirarse en el modelo de los «Mercal» venezolanos (Mercados de la Alimentación), ferias a cielo abierto o en predios cerrados que venden artículos de primera necesidad a precios muy inferiores a los canales de venta tradicionales. En Venezuela, donde casi todos los alimentos se importan, el gobierno chavista siempre estuvo atento ante el fantasma de un lockout de los empresarios alimenticios. Esa fue una de las razones de los «Mercal». En la Argentina, por iniciativa de la Secretaría de Comercio Interior, en los últimos dos años comenzaron a extenderse los canales de comercialización directa de comestibles a cargo del Estado. Se trata del plan «Carne para Todos», que tiene sus versiones en pescado y lácteos, y cuyos puntos de venta suelen estar concentrados en las villas y los barrios empobrecidos de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. El proyecto de «Mercado Argentino», viene a sumar una experiencia nueva en este debate. El diputado Fernando «Chino» Navarro ya tiene un cronograma para la inauguración de más supermercados «nacionales y populares». En 30 días se abrirá una sucursal en la zona céntrica de Morón y en los meses siguientes se estrenarán otras tres, que se repartirán entre el límite entre Berazategui y Florencio Varela, en los municipios de Lanús y Quilmes, y en la franja del Conurbano norte comprendida por San Fernando, San Isidro y Vicente López. «
Con infinita paciencia, los compradores van empujando sus changuitos para ocupar la nueva posición. La mayoría de los carros están bastante llenos, algunos repletos hasta el tope. Hay clientes que cargan bolsas, los que vinieron acompañados se ayudan con los bultos para compartir el peso. La hilera tarda en avanzar porque en el galpón enorme de lo que supo ser una fábrica, sobre la colectora este del Camino Negro (Camino Presidente Juan Domingo Perón) al 4200, hay sólo dos cajeros para atender a todos. «La cantidad de gente que vino nos excedió ampliamente. Hoy tenemos dos cajas para cobrar pero en la semana vamos a poner cuatro más», comenta Navarro. En su rostro se cruzan la satisfacción y el nerviosismo por la respuesta que está despertando la idea del centro de venta Mercado Argentino, una iniciativa del Movimiento Evita que se puede definir como un supermercado a precios muy populares, con venta directa y sin intermediarios. Eso permite comercializar incluso por debajo de los precios mayoristas del Mercado Central.
La primera sucursal de Mercado Argentino está emplazada en Lomas de Zamora, a pocos kilómetros de Puente La Noria, frente al barrio 17 de noviembre, un asentamiento con muchas necesidades que algunos identifican con otro nombre: Campo Tongui. Se trata de un tinglado muy grande, con dos entradas amplias y un busto de Evita en el frente, que desde hace dos días logró la fisonomía de un supermercado en pleno funcionamiento. Góndolas, cámaras de frío, heladeras para lácteos y mostrador refrigerante para la carne y las achuras. Las instalaciones están algo inconclusas. Falta la señalética (indicaciones para el movimiento de los clientes) y la decoración que identificará al emprendimiento, que es comercial pero también político. Según adelanta Navarro, en una de las paredes se colgará una gran imagen de la presidenta Cristina Fernández y del Papa Francisco reunidos en el Vaticano. «Vamos a poner una gigantografía con ellos dos. Hoy todo el mundo se abraza al Papa Francisco, también los grandes empresarios. Pero sería bueno que los formadores de precios ganen dinero pero en forma racional y no como curro, como cuando aumentan los precios de los productos y nadie sabe explicar por qué. Saben que hay más dinero en el mercado interno y quieren llevárselo aumentando los precios, no la producción», advierte.
El supermercado «nacional y popular», según la primera definición ensayada por sus organizadores, ofrece en sus góndolas una amplia gama de artículos. Hay productos de marcas consolidadas, pero también competidores –la mayoría cooperativas– que quieren hacerle frente a las empresas con posición dominante. El proyecto de Mercado Argentino surgió tras el incremento del 26% en la Asignación Universal por Hijo, en diciembre pasado, cuando la presidenta pidió públicamente a los supermercadistas que no aprovecharan la ocasión para hacer remarcaciones de precios. La idea comenzó a tomar forma una vez que Emilio Pérsico, jefe del Movimiento Evita, fuera designado en la subsecretaría de Agricultura Familiar del gobierno nacional. Pérsico comenzó a relacionarse con productores de alimentos, y ese vínculo derivó en una asociación definitiva entre el Evita y la Cooperativa Agroalimentaria para el Intercambio Regional (CAPIR), que agrupa a productores de hortalizas y verduras de varias provincias. La cooperativa tiene bases en Neuquén, Chaco y en la «nave 2, puesto 1», del Mercado Central de Tapiales. El segundo paso que hizo posible la propuesta fue acercarse a Samid, experimentado en la comercialización de carne. Así fue que el Evita terminó asociándose a la firma La Lonja, cuyo propietario es el empresario de La Matanza. «Hemos unido a una empresa privada, de un empresario nacional, con dos cooperativas, CAPIR y Grupo del Sur, que son las que están gerenciando todo esto», explica Navarro.
La primera experiencia funcionó como prueba piloto. Fue la inauguración de la sucursal Lomas de Zamora, abierta al público desde el viernes 22 de marzo. El rumor circuló enseguida en las cuadras que rodean al Camino Negro. Había un nuevo supermercado que vendía tan o más barato que el Mercado Central. La expectativa de los vecinos parece confirmarse al recorrer las góndolas. Los compradores miran los carteles con los precios, revisan las marcas, asienten y van cargando los changuitos. «Son buenos precios. Y la carne es mucho más barata que en el barrio», aprueba Alejandro Servín, 49 años, vecino de Ingeniero Budge, que conversa con Tiempo mientras espera que avance la cola y llegue su turno para pagar. «Nosotros solemos ir al Mercado Central pero acá están muy bien. El asado está a 25 pesos el kilo, cuando afuera está por menos a 36 pesos. Y también hay achuras a precios accesibles, lo que no es fácil de encontrar», comenta bajo el escrutinio atento de su esposa, Gloria Saravia, 52 años, que lo escucha en silencio y asiente con el mentón. Viven a seis cuadras del supermercado, prometen volver. «Faltaría que haya venta de pan», apunta Gloria antes de despedirse.
La fila de los compradores serpentea entre las góndolas del súper. Tiempo se acerca a los clientes que esperan por sus cortes de carne, vacuna o porcina. Los vendedores atienden con el delantal blanco de los carniceros. En el medio de la fila están Darío Lagomarsino, 26 años, de profesión chofer, y su esposa Eugenia Sarobe, empleada, también de 26. Vinieron en auto desde su casa, ubicada a 20 cuadras. «Compramos de todo. El azúcar y la yerba están muy baratos. El azúcar acá sale 4 pesos el kilo, cuando en un supermercado chino cuesta entre 7 y 10 pesos. Compramos también aceite, que estaba en promoción junto a un paquete arroz, por 10 pesos el combo. Está bueno, vamos a volver», dice Eugenia con cierta timidez. La pareja, sin embargo, termina posando para la fotógrafa de este diario. Se abrazan, ríen, preguntan cuándo saldrá publicada la nota. La demora en la atención no parece ponerlos nerviosos. A unos metros, más cerca de la línea de cajas, se encuentra Eliana, 31 años, otra vecina de Budge. La acompañan sus hijas. «Mi cuñada me dijo que se había abierto este lugar y que tenía precios económicos. El aceite y el azúcar están baratos. Ahora voy a ver la calidad», avisa.
Los responsables del Mercado Argentino estiran el cuello para escuchar las conversaciones de los clientes. Están atentos a los comentarios, a las dudas, a las quejas que puedan surgir. «La gente no es tonta. Si lo que compra barato, no es bueno, no lo compra más. Y tienen todo el derecho de venir, comprar por primera vez, comprobar la calidad de los productos que se llevaron y compararlos con los que compran habitualmente. ¿Qué hicimos nosotros? Antes de abrir el local probamos la mayoría de los productos con nuestras propias familias, con nuestros amigos: fiambre, fideos, verdura, lácteos. Y la verdad es que son de primera calidad. Por eso los hemos incorporado a nuestra compra cotidiana», cuenta Navarro. «Nosotros compramos donde se produce la mercadería o la traemos directamente desde los fabricantes para que la vendan acá. No hay ningún tipo de intermediación. Esa es la clave de todo esto», completa Samid. Los dos conversan con este diario sin perder de vista a la multitud que se mueve dentro del tinglado. Quieren que todo esté en orden. Algunos compradores reconocen a Samid: se acercan a la mesa para llevarse como souvenir unas bolsas de tela con la foto del empresario y la frase «El rey de la carne». Samid las ofrece gratis pero pone una condición: «Sólo una por persona.» Navarro también recibe muchos saludos, es un dirigente muy conocido en Lomas de Zamora, donde tiene años de militancia política.
Mientras supervisan detalles, como el trabajo del equipo responsable de la seguridad o la llegada de las nuevas máquinas registradoras, Navarro y Samid comienzan a hablar sobre la actualidad del peronismo. Samid suele cenar con el gobernador Daniel Scioli, con quien tiene una relación de mucha confianza. Navarro tiene un vínculo distinto, con declaraciones críticas hacia la gobernación. Sobre todo en los últimos meses. «El peronismo está cada vez mejor. Estamos muy bien. Bárbaro. Y por si fuera poco ahora tenemos un Papa argentino, peronista», evalúa Samid. Se lo nota convencido, al mismo tiempo parece estar lanzando frases para confirmar su personaje. «En esta zona de Lomas de Zamora, hace diez años, había 50% de desocupados. Y estaban todos los puentes cortados con protestas… Ojo, que en términos históricos de eso hace diez minutos, eh. Eso ha cambiado con el gobierno nacional, popular, peronista, que tenemos. La gente siempre sigue exigiendo más cosas, porque así debe ser. Pero gracias a Dios estamos bien», sigue el análisis del matancero. Navarro lo escucha con interés. El diputado bonaerense parece complementarse bien con su socio. Quizá hasta se divierten. «A mí lo que siempre me llamó la atención de Alberto (por Samid) es la claridad con la que explica cosas difíciles con palabras simples. Es el dirigente al que vi explicar con más claridad en televisión y en radio el tema de los costos de precios, la inflación y sus porqué, el rol de Guillermo Moreno. Con Alberto muchas veces coincidimos, muchas veces discutimos, pero en lo que sí estamos de acuerdo es que Daniel Scioli tiene un lugar en el peronismo con la conducción de Cristina. Él coincide, yo coincido», concluye Navarro.
La charla termina y una vecina se acerca para saludar. «Chino, yo te veo en la televisión, pero acá no parecés la misma persona», comenta la mujer. «No sos feo como el de la tele.» El dirigente del Evita se ríe, saluda y saca su DNI para comprobar su identidad. A su alrededor la gente sigue consumiendo. «
Puja con los formadores de precios
La idea de crear una cadena de mercados a precios económicos, con participación del Estado Nacional o a través de la asociación de cooperativas y empresas privadas, viene debatiéndose desde los últimos meses del mandato de Néstor Kirchner. El efecto que provocaría este proyecto, en el caso de que se consolide con presencia masiva en los barrios, sería el incremento de la competencia en las grandes cadenas de comercialización, hoy repartidas entre los hipermercados y los supermercados chinos. Los movimientos sociales del kirchnerismo fueron los primeros en impulsar estas iniciativas: la primera propuesta apareció en 2006, cuando la Federación Agraria de Eduardo Buzzi –que por entonces estaba en la CTA– y el diputado Edgardo Depetri llevaron una carpeta a la Secretaría General de la Presidencia. El borrador estaba inspirado en las ferias directas, sin intermediarios, que las cooperativas agrícolas implementan en Alemania y Holanda.
Aunque el proyecto no se concretó, el corazón de la idea se mantuvo en la agenda oficial. Y a medida que fueron pasando los años, con la inflación convertida en un problema de primer orden, la puja con los formadores de precios se convirtió en uno de los principales desafíos del oficialismo. Algunos sectores del kirchnerismo propusieron inspirarse en el modelo de los «Mercal» venezolanos (Mercados de la Alimentación), ferias a cielo abierto o en predios cerrados que venden artículos de primera necesidad a precios muy inferiores a los canales de venta tradicionales. En Venezuela, donde casi todos los alimentos se importan, el gobierno chavista siempre estuvo atento ante el fantasma de un lockout de los empresarios alimenticios. Esa fue una de las razones de los «Mercal». En la Argentina, por iniciativa de la Secretaría de Comercio Interior, en los últimos dos años comenzaron a extenderse los canales de comercialización directa de comestibles a cargo del Estado. Se trata del plan «Carne para Todos», que tiene sus versiones en pescado y lácteos, y cuyos puntos de venta suelen estar concentrados en las villas y los barrios empobrecidos de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. El proyecto de «Mercado Argentino», viene a sumar una experiencia nueva en este debate. El diputado Fernando «Chino» Navarro ya tiene un cronograma para la inauguración de más supermercados «nacionales y populares». En 30 días se abrirá una sucursal en la zona céntrica de Morón y en los meses siguientes se estrenarán otras tres, que se repartirán entre el límite entre Berazategui y Florencio Varela, en los municipios de Lanús y Quilmes, y en la franja del Conurbano norte comprendida por San Fernando, San Isidro y Vicente López. «
Uno, dos, mil de éstos…
Una oferta amplia de artículos de 1ª necesidad, sólo con no incluir en el precio aumentos ‘por las dudas’, ayudará a moderar la inflación.