Si se cumplen los pronósticos de las encuestas, la gobernabilidad económica podría entrar en zona de riesgo a partir de las próximas elecciones nacionales.
Las elecciones para la renovación parlamentaria han tenido en la Argentina fuertes impactos en la economía. Así ocurrió en 1987, en 2001 y, en menor medida, en 1997.
La derrota del oficialismo perturbó seriamente la economía.
Podría alegarse que no fue así en 2009 pero deberían señalarse dos factores que jugaron un papel decisivo en amortiguar los efectos económicos del resultado electoral: la falta de fisuras en el oficialismo y el efecto político del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner en 2010.
Si se verifican en octubre los vaticinios de los sondeos pre-electorales podría abrirse un periodo de incertidumbre económica, salvo que se opte por poner en marcha un programa que garantice una transición ordenada y un aterrizaje suave en 2015.
Esbozamos los aspectos mínimos que dicho programa debería contener. El principal objetivo a lograr sería bajar gradualmente la tasa de inflación en 2014 y 1015. Para ello se requiere un pacto económico-social entre gobierno, empresarios y trabajadores en el que cada uno asuma los compromisos que a continuación se detallan.
1)El gobierno debe comprometerse a que la emisión monetaria en 2014 no superará el 20%. Ello permitiría un crecimiento del producto en un 5% y una tasa de inflación del 15%.
2)Los empresarios deben comprometerse a no incrementar los precios en más de un 15%.
3)Los trabajadores deben aceptar un incremento salarial de un 18%. Un 15% compensaría el aumento de precios y a ello se agregaría un 3% por aumento de productividad.
4)Se implementará una devaluación del 20% del dólar oficial compensada con aumento de retenciones de modo de aportar fondos a las arcas fiscales, evitar el impacto sobre el precio de los bienes de consumo y eliminar el retraso cambiario para las exportaciones no tradicionales.
5)El resultado fiscal deberá ser compatible con el programa monetario del Banco Central.
6)El gobierno deberá garantizar que el nuevo Índice de Precios al Consumo nacional mida efectivamente las variaciones de precios que se producen en la realidad, de modo que pueda verificarse el efectivo cumplimiento de los compromisos en materia de precios.
Tal programa debería garantizar la ausencia de turbulencias económicas en los próximos dos años y una pacífica transferencia del mandato al candidato que resulte electo en 2015.
Claro está que también se puede especular con que la “bomba de tiempo” económica estalle después de 2015 y no hacer nada para evitarla. Elegir uno u otro camino marca la diferencia entre el político y el estadista.
Las elecciones para la renovación parlamentaria han tenido en la Argentina fuertes impactos en la economía. Así ocurrió en 1987, en 2001 y, en menor medida, en 1997.
La derrota del oficialismo perturbó seriamente la economía.
Podría alegarse que no fue así en 2009 pero deberían señalarse dos factores que jugaron un papel decisivo en amortiguar los efectos económicos del resultado electoral: la falta de fisuras en el oficialismo y el efecto político del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner en 2010.
Si se verifican en octubre los vaticinios de los sondeos pre-electorales podría abrirse un periodo de incertidumbre económica, salvo que se opte por poner en marcha un programa que garantice una transición ordenada y un aterrizaje suave en 2015.
Esbozamos los aspectos mínimos que dicho programa debería contener. El principal objetivo a lograr sería bajar gradualmente la tasa de inflación en 2014 y 1015. Para ello se requiere un pacto económico-social entre gobierno, empresarios y trabajadores en el que cada uno asuma los compromisos que a continuación se detallan.
1)El gobierno debe comprometerse a que la emisión monetaria en 2014 no superará el 20%. Ello permitiría un crecimiento del producto en un 5% y una tasa de inflación del 15%.
2)Los empresarios deben comprometerse a no incrementar los precios en más de un 15%.
3)Los trabajadores deben aceptar un incremento salarial de un 18%. Un 15% compensaría el aumento de precios y a ello se agregaría un 3% por aumento de productividad.
4)Se implementará una devaluación del 20% del dólar oficial compensada con aumento de retenciones de modo de aportar fondos a las arcas fiscales, evitar el impacto sobre el precio de los bienes de consumo y eliminar el retraso cambiario para las exportaciones no tradicionales.
5)El resultado fiscal deberá ser compatible con el programa monetario del Banco Central.
6)El gobierno deberá garantizar que el nuevo Índice de Precios al Consumo nacional mida efectivamente las variaciones de precios que se producen en la realidad, de modo que pueda verificarse el efectivo cumplimiento de los compromisos en materia de precios.
Tal programa debería garantizar la ausencia de turbulencias económicas en los próximos dos años y una pacífica transferencia del mandato al candidato que resulte electo en 2015.
Claro está que también se puede especular con que la “bomba de tiempo” económica estalle después de 2015 y no hacer nada para evitarla. Elegir uno u otro camino marca la diferencia entre el político y el estadista.
«en 2009 pero deberían señalarse dos factores que jugaron un papel decisivo en amortiguar los efectos económicos del resultado electoral: la falta de fisuras en el oficialismo y el efecto político del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner en 2010.»
Ja ja….
Qué bárbaro NK, hasta muerto hace cosas….
Ahora los agrogarcas están jodidos, de un lado o el otro las retenciones siguen y este las aumentaría….¡que cosa! ¿no Marianote? Meta expoliar a los únicos patriotas schumpeterianos