Un viaje a Argentina, Tzevetan Todorov, El País.
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Acerca de Patricio
Patricio es profesor universitario de sociología. Trabaja sobre desigualdad y movimientos sociales. Se crió en un conventillo de la calle Olavarría, pero toda su vida ha sido hincha de River.
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Brindo por el revisionismo histórico, si es equánime, pero no veo a este buen hombre hablándole a los españoles en la cara sobre que los republicanos antifranquistas eran en realidad terroristas, y que Franco fue una consecuencia de ellos.
No creo que Todorov incurriría en el error de comparar la Guerra Civil Española con lo ocurrido en nuestra sociedad.
La nota de Todorov refleja las ausencias que han sabido denunciar en nuestro país Casullo, Vezzetti, y otros, últimamente acentuadas por decreto, al haber sentenciado que el terrorismo de estado se inició el 24 de marzo de 1976 -nuevo prólogo al informe de la CONADEP-
Saludos.-
EL 24/03/76 se oficializó el T.E.
En realidad hay que referirse a los decretos 261/75 de la presidenta Isabel y 2770/75, 2771/75 y 2772/75 del presidente -interino- Luder, para hablar de oficialización, que es lo que la actual «memoria oficial» intenta ocultar.-
yo siempre sentí que fue en Ezeiza, y digo sentí porque no es algo racional.
La Teoría de los Dos Demonios radicha, ahora basada en ucronías: «Las matanzas que habría habido si triunfaban las víctimas», dicho por un «experto» hebdomadario en historia argentina. Lo que se dice, una auténtica voz autorizada en la materia que atrasa 30 años.
Fangulo.
Si ya de por sí es medio ridículo como se lo trata a todo este tema desde Argentina, no me quiero imaginar cómo se lo debe ver desde el exterior. Encima, lo que más le debe extrañar a este tipo, es que no sólo la gente común piensa esto, o que la clase política lo alimenta, sino que incluso (y es lo más sorprendente) hay una gran cantidad de intelectuales que avalan esta pobre manera de presentar una verdad histórica.
Entre los «intelectuales que avalan esta pobre manera de presentar la verdad histórica», ¿incluiríamos a Ricardo Forster?:
“Lo que en todo caso intento decir es que se vuelve fundamental penetrar en aquellos años anteriores al golpe del 76 con la doble perspectiva de la tragedia consumada y de lo que del pasado habla con independencia de esa tragedia. Entiendo las dificultades que se presentan, comprendo que el terror de Estado, que el nombre maldito de la ESMA, constituyen un punto de no retorno, el anuncio de un infierno que ha dejado una marca imborrable en la sociedad, marca que nos marca y de la que no podemos ni debemos olvidarnos; pero mi intención no es sólo la de urgar en esa marca, la de encallar definitivamente en ese momento de muerte siniestra, busco otras sendas que me lleven hacia una época que no podía verse a sí misma desde lo que después ocurrió. Eso no significa, no puede significar, desconocer los contenidos de barbarie y terror que se guardaban en esas prácticas anteriores y que de algún modo anunciaban lo que vendría. Lo que Hebe de Bonafini no alcanza a ver es que cuando reivindica dogmática y fervientemente las armas revolucionarias que empuñaron sus hijos está volviéndose cómplice de errores político-ideológicos que apuraron el tiempo del desastre. Esas son cuestiones ineludibles a la hora de regresar a los setenta, allí también están sus fantasmas.”
Sigue, y resulta de interesante lectura:
«De batallas y olvidos: el retorno de los 70». en: «Notas sobre la barbarie y la esperanza». Biblos. Bs. As. 2006. págs. 185 y sgts.-
DAIO
Excelente aporte el tuyo. Deberìan leerlo con mucha verguenza aquellos que «descubrieron» en el 2003 el tema de los derechos humanos, -casi todo el Kirchnerismo en bloque-, y que sin embargo durante los 90 no abrieron la boca cuando el innombrable firmò los indultos e incluso apoyaron su reelecciòn.
En cuanto a Forster, que es un intelectual de valìa, prefiero repasar o releer sus obras a detenerme en sus repetidas apariciones periodìsticas.
Creo que ya se ha lucrado en demasìa con la desinformaciòn de los jòvenes y la desmemoria de gran parte de nuestra sociedad que observò con indiferencia el terror de la dictadura. A tal punto, que cuando la presentaciòn contra Papel Prensa,-medida que apoyo- no tuvieron reparo en hacer reaparecer a O.Papleo, el secretario de Isabelita y para que seguir contando… Si total, de eso no se habla.
No hubiese sido malo para nuestra Historia que los «jóvenes maravillosos» hubiesen tenido el poder durante algunas semanas.
Tendríamos tal vez, dos versiones concretas del terrorismo de estado.
Nunca sabremos cuántas víctimas hubiese costado, pero tendríamos una visión de la Historia más comprensiva.
De todos modos el terrorismo de estado de Isabel y Lopez Rega (o sea de Perón) se cargó a 900 personas, lo cual solo es virtud si se lo compara con las 30 mil (o 10 mil) de los militares.
David,
Las cifras, por supuesto, no son correctas.
Eso también es revisionismo.
¿Cuáles cifras?
¿900?
¿30.000?
¿10.000?
Una sola muerte es inadmisible.
si bien pienso que el debate y el reconomiento de los errores no esta agotado,como sugiera Todorov en el ultimo parrafo,el texto en general justifica la represion y es lamentable porque si bien es un extranjero su cultura hisatorico-ideologica le permitiria por lo memos señalar la violencia del sistema de explotacion economica como origen de la rebelion,y no pretender(como muchos confundidos creen)que la accion»revolucionaria»causo la represion,amen de un analisis que biem pudo hacer don Todorov sobre Cuba,Vietnam,China en ese tiempo,emtre otros factores.¿POR QUE se mete,entonces?Por que escribe el El Pais hoy.tal vez…
Isabel, cómo te gusta hacer decir a otros (en esta caso a Todorov) lo que no pretenden ni sugieren en ninguna parte del texto. Si este artículo justifica la represión, entonces hay dos opciones: uno de los dos (o vos o yo) es casi analfabeto y uno de los dos no aprobaríamos ni por cerca la materia «comprension de texto».
Y menos todavía dice que la acción revolucionaria «causó la represión»…
No es complejo el artículo, pero claro que si lo leemos con las antejoras del relato de «la generacion maravillosa de los setenta», no hay especialista que valga.
me parece que hablar de analfabetismo por pensar es ofensivo.Pero hay que saber leer el texto integro y aun entre lineas.El autor dice textualmente:»el terrorismo revolucionario precedio»al del Estado.Con esto justifica la represion,y es falso.Para que la historia sea OBJETIVA,com pretende,tenemos que considerar las fuentes,los documentos y sobre todo LOS HECHOS…Dice por un lado:»no se puede comprender el destino de esas personas sin saber por que ideal combatian»y poco mas adelante:»luchaban en nombre de una ideologia que si hubiera salido victoriosa probablemente hubiera provicado tanto o mas victimas»…aparte de contradecirse resulta prejuicioso delatando su rechazo.Por ultimo si la historia se hace con un objetivo politico o no es actualmente un gran tema de discusion.Se subraya la»historia oficial»,que la escriben los que ganan,tenemos un revisionismo historico que ha cambiado el enfoque de los llamados proceres.La cuestion entra en lo que en filosofia llamamos la epistemologia de la historia,en la que aceptar un grado de subjetividad del investigador garantiza una mayor aproximidad a la verdad y menor dosis de dogmatismo,mi querido.
Exacto. En el «tanto o más victimas» hay una idea espeluznante, está tomando partido de manera clara, casi sentándose discursivamente al lado de Videla: «fuimos crueles, sí, pero ahi tienen ustedes una patria».
El supuesto arbitrario de que las victimas (del terrorismo montonero) que fueron las menos podrían haber sido las más, tiene una intención.
Concedo que las historias oficiales por decreto son excelentes excusas para que tipos como este saquen a relucir el pragmatismo de cuartel.
Con relación a la violencia anterior a la dictadura militar, algunos comentarios, de quienes fueron víctimas de esa violencia:
Nos dice Pilar Calveiro que el rechazo de la teoría de los dos demonios no nos puede desviar hacia la de un único demonio: el poder militar, como si el resto de la sociedad hubiera sido una víctima inmóvil, ajena a toda responsabilidad. Es necesario, por lo tanto, efectuar un largo ejercicio de recuperación de la memoria, y entra en zonas complejas pero ineludibles: “Me refiero —concreta— a la responsabilidad de los actores políticos nacionales: partidos, sindicatos y organizaciones.” Hay que recuperar quiénes fueron los militantes de los años 70, qué hicieron y qué no hicieron para potenciar el estallido de violencia que terminó por destruirlos”. (1)
La invocación a recuperar la memoria, a evitar el olvido, no puede quedar en meras frases vacías de contenido. Es necesario romper con el mito de la inocencia que impedía pensar, hay que hablar de identidades reales, de procesos de lucha reales. ¿No se fue, acaso, protagonista de una época en que la carga de la prueba estaba invertida a favor de la violencia y/o de la voluntad de las masas encarnada en un líder carismático? ¿No hubo tantas responsabilidades frente a la ley como frente a las instituciones representativas?, considera Vicente Palermo. (2)
También Claudia Hilb pregunta: “¿En qué contribuímos nosotros, los miltantes de aquella izquierda setentista, a que el terror del que fuimos tal vez los principales pero por cierto no las únicas víctimas, pudiera advenir? ¿Podemos desligarnos de toda responsabilidad en el advenimiento del horror, o es acaso tiempo de recorrer sin concesiones nuestra propia participación en el atizamiento del infierno?” La dictadura del proceso, continúa esa autora, no se abatió simplemente sobre una población inerme, designada solamente por su “ser” o su “esencia” —como en el nazismo— sino que persiguió a enemigos políticos definidos por su “hacer”, y este hacer había sido muchas veces contrario a la legalidad vigente durante la democracia: “Un número significativo de las víctimas de la acción criminal de las Fuerzas Armadas eran militantes de organizaciones armadas ilegalizadas antes de 1976, muchas veces buscados no sólo por su mera adhesión a dichas organizaciones sino por su participación en acciones concretas: crímenes, robos, asaltos a bancos, toma de cuarteles, etc. (3)
Alejandro Kaufman señala muy bien que nos hemos habituado a denominar el horror en forma desvinculada de aquello que lo precedió. En un inicio la tragedia de la desaparición refería a un sacrificio sin causa. Después se configuró la imagen de la militancia reprimida, con versiones ingenuas sobre la inocencia de las víctimas, ahora nos encontramos frente a una ola conmemorativa de los setenta, entendiendo que frente a ello habrá que indagar sobre la cuestión de la responsabilidad.
En el sentido de la responsabilidad, la herencia histórica de la izquierda del siglo XX lleva como peso que algunos de los crímenes más gravosos de ese siglo se cometieron en nombre de la emancipación, el comunismo y la justicia social, afirma este autor. No existió una actitud crítica frente a esos crímenes, a pesar de que existía como una ley perversa de los movimientos emancipatorios: “El curso hacia la burocratización, el autoritarismo, la razón de Estado, la pérdida —finalmente— de todas las razones que legitimaban la lucha”. Existía sí la conciencia de que “finalmente quienes venzan serán vencedores por haber vencido —y por ello mismo— reproducirán la historia de los vencedores y los vencidos”. (4)
Naturalmente si existía esa ley, quienes hicieron de las leyes de la historia un mandato para actuar, no pudieron ignorarla, y de hecho según describe Calveiro, siguieron su lógica inexorable. Así destaca como características del accionar montonero: 1º) El pragmatismo, reemplazando la elaboración intelectual por las verdades incuestionables como lo inexorable del socialismo y la clase obrera como la que debe dirigir el proceso, a pesar de que dicha clase no se mostrase particularmente sensible a ese proyecto. 2º) La desinserción de los sectores populares, el aislamiento que lo lleva a crear un ejército popular para enfrentar al estatal. 3º) La prevalencia de la lógica revolucionaria sobre el sentido de la realidad, alejándose paulativamente de todo contacto con el acontecer. 4º) La convicción del triunfo inexorable, puesto que a pesar de cualquier tropiezo o demora, la línea de evolución histórica lleva al triunfo de sus objetivos. (5)
Así la violencia reactiva, que brota ante la impotencia, se fue transformando en una violencia instrumentalizada que se racionaliza como medio para un fin, eliminando a la política como el ámbito deseado para la resolución de los conflictos, máxime cuando en el horizonte del pensamiento de las organizaciones guerrilleras “se alza la utopía de una sociedad que ha superado el conflicto social y por ende la necesidad de su expresión política”. Así los ideales igualitarios y libertarios de la mayoría de los que adhirieron a los movimientos contestarios de fines de los 60 y principios de los 70, al unirse a las organizaciones armadas, se subordinaron a un discurso y a una práctica militarista, jerárquica, antidemocrática y antipolítica, que fue destruyendo la posibilidad misma de la política y que llevaron a la decadencia de esas organizaciones. (6)
(1) Calveiro, Pilar, Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años 70. Grupo Editorial Norma, Buenos Aires 2005. Págs. 11 y siguientes
(2) Palermo, Vicente. Entre la memoria y el olvido: represión, guerra y democracia en la Argentina. en: Marcos Novaro-Vicente Palermo (Comps.) La historia reciente. Argentina en democracia. Edhasa, Buenos Aires 2004. Págs. 188/190.
(3) Hilb, Claudia. La responsabilidad como legado. en La política en consignas. Memoria de los setenta, César Tcach (comp.), Homo Sapiens. Rosario 2003. Págs. 101/103.
(4) Kaufman, Alejandro. “Setentismo” y memoria. Pensamiento de los confines. Nº 16, Buenos Aires junio de 2005. Págs. 51/56.
(5) Calveiro, Pilar. op. cit. Págs, 143/157.
(6) Hilb, Claudia. op. cit. Págs. 104/121.
Estos autores, víctimas muchos de ellos de la represión, por pensar distinto a lo que «ahora» señala la historia oficial, ¿se sientan «al lado de Videla»?
Muy bueno Daio, te faltó Vezzetti nada más. Pero bueno, tal vez estos sean unos golpistas que, en el fondo, apoyan a Videla.
Isabel: Decir que porque el autor señala que ”el terrorismo revolucionario precedio”al del Estado, se justifica la represión,me parece inaceptable. Pero supongamos que es así. Entonces, ¿cómo hay que hablar del contexto en el que comenzó la dictadura? Cómo explicar el proceso para que no quede como que un día (el 24 de marzo) uno locos milicos aparecieron de la nada y comenzaron a secuestrar y matar gente? ¿O de eso no hay que hablar? ¿No hay que decir nada sobre los años precedentes? ¿Debemos tomar el periodo 76-83 como un paréntesis horroroso en la historia que se explica sólo por la crueldad de estos tipos que tomaron la Argentina?
Esteban:
Es cierto, faltó Hugo Vezzetti, pero a este autor, de ineludible lectura para quienes le interesa encontrar una explicación a la violencia de nuestro pasado, ya no tan reciente,le he citado tantas veces, que tengo miedo me cobre derechos de autor.
Se le atribuye a Primo Levi la frase: que cito según recuerdo «Quiero conocerte, para luego poder juzgarte». De eso se trata. El juzgamiento podrá ser el de la justicia o el de la historia, depende de los tiempos.-
Saludos.-
Tambièn convendrìa repasar el «No matar»- sobre la responsabilidad, a partir del testimonio de Hector Jouve y la carta de Del Barco, gente «que estuvo» y que no da clase còmodamente instalada fumàndose una pipa. Y volviendo a Forster, vale la pena releer la fraternal carta que le envìa a Del Barco. Quiero pensar que hoy piensa igual, aunque a veces parece que no.
Es aventurado afirmar que la guerrilla de haber triunfado hubiese provocado tantos o más crímenes que la dictadura. Si bien se trata de un «supuesto», carece de objetividad. Basta leer los papeles de Rodolfo Walsh para tener una visión más objetiva de la situación política-militar de Montoneros. Eso es el más crudo acontecer, no fue escrito con ánimo literario ni de desvirtuar las lecturas que en el futuro se hicieran sobre esa parte del pasado. Es muy clara y concreta, casi «tocar» la historia.
Por eso el ejemplo de Camboya es algo «tomado de los pelos». Nomás veamos que en Nicaragua, por esos años también triunfaba el Frente Sandinista de Liberación, y no se desató ningún genocidio contra los «vencidos».
Ricardo F:
Por supuesto, no podemos estar seguro de los pronósticos futuristas sobre el devenir histórico, pero como muestra puede valer un ejemplo de la primera iniciativa de acción guerrillera en nuestro territorio, que conforme a los postulados del “Che” lo constituyó el Ejército Guerrillero del Pueblo, formado bajo la dirección de Jorge Massetti y a la que el mismo «Che» pensaba unirse, experiencia a que pertenece la polémica derivada de la carta de Del Barco, que refiere Pro2033.
Relacionado con esa experiencia, destaca Alejandro Kaufman que es un rasgo propio de la guerra que sea olvidada en sus condiciones y rasgos esenciales más traumáticos, si se la recuerda en su faz heroica, técnica, brillante y límpida. Pero lo que identifica a la guerra es que “suspende la moral, proyectando su sombra por adelantado sobre los actos de los hombres.” “La guerra como situación colectiva dual, por que se constituyen dos masas antagonistas, crea dos alternativas: matar o morir, sin disposición a morir no hay guerra.” Y esto último es lo que se olvida: “Lo más olvidado de la guerra es que es la situación en la que la muerte es la ley, y esa ley es aplicada por el enemigo y también por el amigo. La primera acción guerrillera argentina termina matando no al enemigo sino al amigo, constituyéndose en “una masa armada ciegamente asesina, que prefería aceitar las fuerzas dilemáticas de la doble masa guerrera, mediante la prescindencia de la convicción ideológica y moral, y el reforzamiento de los comportamientos homicidas constitutivo de los ejércitos.”
No fue un hecho aislado, crueldad y celebración de la crueldad no faltaron: ¿Có-mo se produjo el obsceno relato público del homicidio de Aramburu, pero también los cánticos entonados por miles de gargantas que lo celebraban en las calle? ¿Por qué otras voces, que existieron, no fueron escuchadas?-Kaufman, Alejandro. Legado paradójico de un tesoro perdido. Revista pensamiento de los confines nº 17, diciembre de 2005. pág. 67/72.-
Saludos.-
Daio:
Tomar como muestra de un hipotético porvenir, lo acontecido con el EGP, puede asimilarse a lo elaborado por el amigo búlgaro-francés. Hay un contexto que se le escapa, que es donde se desenvuelve la experiencia de guerrillas en la Argentina. Walsh no solo reconoce la derrota, desecha el militarismo, sino plantea el repliegue hacia el pueblo, su identidad peronista y sus formas de lucha (la resistencia). Walsh expresa un disenso, o mejor dicho, da consistencia a un disenso al interior de la juventud maravillosa, por lo tanto cuánto más alejado de las prácticas del EGP, que ni bien nació, fracasó.
Saludos
Ricardo F:
¿Y cómo le respondieron los montoneros a Walsh?: con las contraofensivas:
«Por su parte, la causa de la aniquilación no puede buscarse en otro lugar que el terrorismo de Estado y su institución militar, el campo de concentración, pero la insistencia en lo militar y las dos contraofensivas la sirvieron en el plato que los militares deseaban; allí hay otras responsabilidades. Es importante rastrear cómo contribuyeron en ello las prácticas políticas de las propias organizaciones, no para atenuar la responsabilidad militar, sino para reconocer la otra, la que nos cabe a nosotros, los que fuimos militantes y participamos del desastre, en algunos casos propiciándolo y, en otros, sin ser capaces de evitarlo. ¿O a nosotros no nos cabe responsabilidad alguna», expresa Pilar Calveiro en: Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años 70. págs. 185/186 de la edic. de Norma, Bs.As. 2005.-
Saludos.-
No puedo creer que algunos infieran de ese texto que el autor està justificando el terrorismo de estado. ¿Existe en el razonamiento binario algún placer que aún no descubro?
Prefiero pensar que la represión ilegal no era necesaria y que el país podía estabilizarse en democracia y desde el estado de derecho. Sin embargo si la opción es como propone Ricardo entre Nicaragua Sandinista y el Proceso de Reorganización Nacional, si son tan chiflados que me ponen esa estructura binaria, yo elijo el proceso…
Y ese es justamente, el argumento de los milicos: salvamos al país de una revolución sandinista…
Alitax:
Creo que la mayoría de nuestra sociedad en 1973 no quería la represión. ¿Qué nos pasó?
Como recuerda Halperín Donghi a partir de los 60 la violencia se va a convertir en “fuerza legítima y eficaz en la arena política” Desde arriba y desde abajo se va a reconocer esa legitimidad, legitimidad que alcanzan los movimientos insurreccionales, admitidos por las elites políticas y militares y por el mismo Perón, quien de regreso al país para encaminarlo hacia la concordia “no logró modificar el curso de una historia que el mismo había contribuido a construir y la guerra quedó instalada en el seno mismo de su propio movimiento”. Halperín Donghi, Tulio. La larga agonía de la Argentina peronista.- Ariel. Bs.As. 1994. págs. 63 y sgts.-
Esa guerra, sin cuartel, que comenzaba a librarse en el interior del peronismo, en la que cada fracción trataba de arrastrar al líder a su posición, ya había quedado en clara evidencia cuando los hechos de Ezeiza del 20 de junio de 1973, cuya trastienda aún guarda incógnitas. Pero lo que profundizó aún más la división fue el discurso de Perón al día siguiente, contra lo que esperaban las víctimas de la matanza, expresó que “Los que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro movimiento o tomar el poder que el pueblo ha reconquistado se equivocan. Por eso deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares que por ese camino van mal.” Los que trataban de infiltrase, por supuesto, eran los que antes llamaba como su “juventud maravillosa” parte de las cuales integraban sus “formaciones especiales”.- “Poco después de la noche del 21 de junio -escribiría un militante- supimos de qué lado estaba Juan Perón”.-Bonasso, Miguel. El presidente que no fue. Los archivos ocultos del peronismo. Planeta. Bs.As. 1997. págs. 449/450.-
También intenta explicar Hugo Vezzetti:
A partir de ese momento todas las acciones e iniciativas del General apuntaron a liquidar a la juventud radicalizada, sin demasiados miramientos respecto a las formas. Su entendimiento de que la guerrilla era un fenómeno policial, confirmado por la convocatoria al Comisario Villar para la jefatura de la Policía Federal y el apoyo al golpe de estado policial ocurrido en Córdoba que derrocó al gobernador constitucional, demostraban que los signos de un antagonismo inconciliable seguían vivos, presagiando la cercanía de una crisis terminal. El comienzo de las actividades de la Triple A, dirigidas por el ministro-secretario, como asimismo la casi total falta de investigación de la matanza de Ezeiza y que nadie hubiere afrontado responsabilidades por esos crímenes “parecía establecer la matriz de una confrontación sin normas que empuja a desenlaces inevitablemente más violentos.ezzetti, Hugo. Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Siglo XXI. Bs. As. 2002. págs.63/65.-
En tanto se piensen las relaciones entre la sociedad y la dictadura en términos de exterioridad y ajenidad, será difícil abrir un espacio que vuelva sobre las condiciones, acciones y omisiones de la propia sociedad, puesto que esta última no es sólo responsable por lo que activamente promueve y apoya, sino también por lo que es incapaz de evitar y “La dictadura no fue impuesta por fuerzas extrañas y completamente ajenas a las tradiciones nacionales, acciones y representaciones de la lucha política que estaban presente en la sociedad desde mucho antes. Fue promovida por una escalada de violencia ilegal, facciosidad y exaltación antiinstitucional que involucró a un amplio espectro de la sociedad civil y política, en la derecha tanto como la izquierda.”
Vezzetti, Hugo. Memorias del “Nunca más”. Revista Punto de Vista. Nº 64, agosto 1999, pág.4l.-
Hay mucho para investigar, elaborar, discutir sobre esos años que generalmente se sustraen al debate.-
Saludos.-
la guerrilla se equivoco,eligio metodos indeseables,fue foquista,no tuvo apoyo popular.Los represores lograron que la gente aprendiera a quedarse en el molde del reclamo socioeconomico,destruyeron un monton de gente que solo penso o ni eso,y hoy el miedo sigue siendo el factor psicologico que circula entre nosotros,bien manejado por muchos medios televisivos como TN.
Y LOS BUITRES SIGUEN HACIENDO CIRCULOS…
Daio:
Más próximo está la Carta Abierta a la Junta Militar y cuál fue la respuesta de la dictadura. Está claro qué se intentó destruir. De la contraofensiva deben hacerse cargo sus responsables. Comparto lo que dice Calveiro.
Alitax: yo no propuse Sandinismo como opción a la dictadura. Puse de ejemplo el triunfo del FSLN como contracara del ejemplo dado por el autor del artículo que citó lo acontecido en Camboya por esos años. Si el autor, hubiese citado el ejemplo de Nicaragua no se compadecía con el propósito de afirmar que si las víctimas de haber triunfado hubiesen causado tanto o más crimenes que el terrorismo de estado. Está claro?
Saludos
Todorov, nos recuerda que:
«El pasado es fructífero no cuando alimenta el resentimiento o el triunfalismo, sino cuando nos induce amargamente a buscar nuestra propia transformación. Un pueblo debe recuperar su pasado no para repetirlo, ni para legitimar sus reivindicaciones actuales -cayendo así de pleno en el ciclo interminable de las venganzas y las represalias; las guerras balcánicas son un buen ejemplo de los desastres provocados por una memoria estrictamente literal- sino para extraer una lección con vistas al porvenir. Para intentar, analizando las injusticias del pasado, revitalizar el ideal de justicia. Ello no excluye, desde luego, el hecho de que el primer paso es conocer ese pasado».
Y también nos advierte con relación a la imposición de ciertas lecturas oficiales del pasado, descalificando a quienes no la comparten, lo que viene al caso por algunas críticas que se le han efectuado, que:
«La verdad no necesita de las leyes para ser protegida; legislar en ese campo equivale a obrar como si se pusiese en duda la verdad misma.»
«Ninguna institución superior, dentro del Estado, debería poder decir: usted no tiene derecho a buscar por sí mismo la verdad de los hechos, aquellos que no acepten la versión oficial del pasado serán castigados. Es algo sustancial a la propia definición de la vida en democracia: los individuos y los grupos tienen el derecho de saber, y por tanto de conocer y dar a conocer su propia historia; no corresponde al poder central prohibírselo o permitírselo».-
En:El hombre desplazado. Taurus.Madrid. 1998. págs. 84 y sgts. y 154 y sgts. y Los abusos de la memoria. Paidós. Barcelona. 2000. págs.15 y sgts.-