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Nuevas señales de sintonía entre la Argentina e Irán
El 26 de septiembre Cristina Kirchner admitió lo que su gobierno negó y desmintió desde el 26 de marzo de 2011, cuando publiqué en Perfil una extensa investigación titulada «El Gobierno negocia un pacto secreto con Irán para «olvidar» los atentados». Dieciocho meses después, las palabras presidenciales en las Naciones Unidas son de gravedad y trascendencia enormes. Ratifican los peores presagios. Ese trabajo periodístico revelaba que el canciller Héctor Timerman había mantenido una reunión secreta con su contraparte sirio, Walid al-Mohalem, y con el presidente Bashar al-Assad los días 23 y 24 de enero de 2011 en la ciudad siria de Alepo: «Sugestivamente, Timerman se apartó de la delegación argentina que encabezó Cristina Kirchner para conversar con el dictador sirio a 400 kilómetros de la capital, Damasco». Tras la revelación, seguida el 23 de julio de mi nota «Las condiciones que pone Irán para dialogar», sobrevino un coro de improperios y descalificaciones. Timerman me calificó de «seudoperiodista» complotado para difamarlo. Jamás desmintió su escapada secreta a Siria. El fiscal de la causa AMIA, Alberto Nissman, envió seis comisiones policiales a mi casa y mi oficina para que me presentara ante él, «munido de documentación respaldatoria». Absolutamente solo, fui a su fiscalía el 28 de abril de 2011. Indignado, Nissman quería conocer mis fuentes. Me negué a revelarlas.
Timerman aceptó al sátrapa sirio como mediador con Irán. El 16 de julio de 2011, Irán dijo querer «ayudar» a la Argentina a revelar la verdad sobre el ataque de 1994 a la AMIA. La república islámica dijo ser «una de las principales víctimas del terrorismo y condena todo acto terrorista». Pero a continuación incluyó un párrafo ominoso: «El Ministerio de Relaciones Exteriores denuncia que la búsqueda de la verdad sobre la acción criminal se ha convertido en objeto de conjuras y juegos políticos, y que funcionarios argentinos de aquella época, cuyas acciones ilegales han sido reveladas y han sido declarados culpables por la Justicia en tal sentido, hayan engañado a los investigadores judiciales, preparando el escenario para la fuga de las manos de la Justicia de los verdaderos responsables de la atrocidad, acusando a varios súbditos de la República Islámica de Irán».
Justificó la protección a los ocho funcionarios iraníes cuya captura pidió oportunamente la Argentina, alegando que «de acuerdo con las leyes de la República Islámica de Irán y el derecho internacional, el Ministerio de Relaciones Exteriores está obligado a impedir que los derechos de los súbditos iraníes sean violados y a defenderlos contra acciones injustas y extremistas (sic) que infringen sus derechos fundamentales». ¿La «oferta»? «Ayudar a impedir la continuación del errado (sic) camino de la investigación judicial del caso, y ayudar a administrar justicia de una manera que satisfaga a todos» (Tehran Times, 18-07-2011).
Cristina Kirchner dijo en la ONU que instruyó al canciller para que tenga lugar, «tal cual lo ha solicitado la República Islámica del Irán, una reunión bilateral entre ambas cancillerías «. ¿Conflicto? La idea presidencial (adoptar lo que ella bautizó «doctrina del caso Lockerbie») es insostenible e impracticable. Al hablar del avión «inglés» derribado por terroristas libios, dedujo que «finalmente, tuvo lugar un juicio en un tercer país y allí pudo repararse, si es que la muerte puede tener reparación, algo del daño que se había hecho». Esta versión es de asombrosa inexactitud. El 21 de diciembre de 1988, un Boeing 747 de la ya extinta y norteamericana Pan Am estalló en el aire mientras sobrevolaba la ciudad escocesa de Lockerbie y murieron en total 270 víctimas. Tras una investigación de la policía escocesa y el FBI, en noviembre de 1991 el oficial de inteligencia Abdelbaset al-Megrahi, jefe de seguridad de Libyan Arab Airlines (LAA), y Lamin Khalifah Fhimah, gerente de LAA en el aeropuerto de Luqa, Malta, fueron acusados como responsables de colocar la bomba. En abril de 1999, el dictador libio Muamar Khadafy aceptó ser responsable de la matanza y entregó a la policía escocesa a los acusados. Fue en Holanda, escenario neutral del juicio. En enero de 2001 Megrahi fue sentenciado por tres jueces escoceses a cadena perpetua. Fhimah fue declarado inocente. Megrahi estuvo preso sólo ocho años y medio. Enfermo y excarcelado en agosto de 2009, murió en 2012. Fue la única persona juzgada por el caso. ¿Qué doctrina Lockerbie podrían aceptar los iraníes si niegan su responsabilidad en el bombardeo de la AMIA y acusan a la justicia y a los gobiernos de la Argentina?
En marzo de 2011, Cristina Kirchner envió un video de bienvenida al lanzamiento del partido Miles, del emisario iraní Luis D’Elía, del que participaron el ministro Carlos Tomada; el secretario de Cultura, Jorge Coscia, y el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, junto a Sayed Alí Pakdaman, encargado de negocios de Irán en la Argentina. El Gobierno mantuvo como embajador en Siria a Roberto Ahuad, quien ha declarado: «Me cuesta creer que un argentino de bien pueda apoyar a Israel», además de calificar a ese país de «Estado terrorista». El «diálogo» con Irán será estéril, otro capítulo de una asfixiante saga de impunidad. Tocante al gobierno argentino, es una nueva exhibición de frívola superficialidad e irresponsable improvisación..
Nuevas señales de sintonía entre la Argentina e Irán
El 26 de septiembre Cristina Kirchner admitió lo que su gobierno negó y desmintió desde el 26 de marzo de 2011, cuando publiqué en Perfil una extensa investigación titulada «El Gobierno negocia un pacto secreto con Irán para «olvidar» los atentados». Dieciocho meses después, las palabras presidenciales en las Naciones Unidas son de gravedad y trascendencia enormes. Ratifican los peores presagios. Ese trabajo periodístico revelaba que el canciller Héctor Timerman había mantenido una reunión secreta con su contraparte sirio, Walid al-Mohalem, y con el presidente Bashar al-Assad los días 23 y 24 de enero de 2011 en la ciudad siria de Alepo: «Sugestivamente, Timerman se apartó de la delegación argentina que encabezó Cristina Kirchner para conversar con el dictador sirio a 400 kilómetros de la capital, Damasco». Tras la revelación, seguida el 23 de julio de mi nota «Las condiciones que pone Irán para dialogar», sobrevino un coro de improperios y descalificaciones. Timerman me calificó de «seudoperiodista» complotado para difamarlo. Jamás desmintió su escapada secreta a Siria. El fiscal de la causa AMIA, Alberto Nissman, envió seis comisiones policiales a mi casa y mi oficina para que me presentara ante él, «munido de documentación respaldatoria». Absolutamente solo, fui a su fiscalía el 28 de abril de 2011. Indignado, Nissman quería conocer mis fuentes. Me negué a revelarlas.
Timerman aceptó al sátrapa sirio como mediador con Irán. El 16 de julio de 2011, Irán dijo querer «ayudar» a la Argentina a revelar la verdad sobre el ataque de 1994 a la AMIA. La república islámica dijo ser «una de las principales víctimas del terrorismo y condena todo acto terrorista». Pero a continuación incluyó un párrafo ominoso: «El Ministerio de Relaciones Exteriores denuncia que la búsqueda de la verdad sobre la acción criminal se ha convertido en objeto de conjuras y juegos políticos, y que funcionarios argentinos de aquella época, cuyas acciones ilegales han sido reveladas y han sido declarados culpables por la Justicia en tal sentido, hayan engañado a los investigadores judiciales, preparando el escenario para la fuga de las manos de la Justicia de los verdaderos responsables de la atrocidad, acusando a varios súbditos de la República Islámica de Irán».
Justificó la protección a los ocho funcionarios iraníes cuya captura pidió oportunamente la Argentina, alegando que «de acuerdo con las leyes de la República Islámica de Irán y el derecho internacional, el Ministerio de Relaciones Exteriores está obligado a impedir que los derechos de los súbditos iraníes sean violados y a defenderlos contra acciones injustas y extremistas (sic) que infringen sus derechos fundamentales». ¿La «oferta»? «Ayudar a impedir la continuación del errado (sic) camino de la investigación judicial del caso, y ayudar a administrar justicia de una manera que satisfaga a todos» (Tehran Times, 18-07-2011).
Cristina Kirchner dijo en la ONU que instruyó al canciller para que tenga lugar, «tal cual lo ha solicitado la República Islámica del Irán, una reunión bilateral entre ambas cancillerías «. ¿Conflicto? La idea presidencial (adoptar lo que ella bautizó «doctrina del caso Lockerbie») es insostenible e impracticable. Al hablar del avión «inglés» derribado por terroristas libios, dedujo que «finalmente, tuvo lugar un juicio en un tercer país y allí pudo repararse, si es que la muerte puede tener reparación, algo del daño que se había hecho». Esta versión es de asombrosa inexactitud. El 21 de diciembre de 1988, un Boeing 747 de la ya extinta y norteamericana Pan Am estalló en el aire mientras sobrevolaba la ciudad escocesa de Lockerbie y murieron en total 270 víctimas. Tras una investigación de la policía escocesa y el FBI, en noviembre de 1991 el oficial de inteligencia Abdelbaset al-Megrahi, jefe de seguridad de Libyan Arab Airlines (LAA), y Lamin Khalifah Fhimah, gerente de LAA en el aeropuerto de Luqa, Malta, fueron acusados como responsables de colocar la bomba. En abril de 1999, el dictador libio Muamar Khadafy aceptó ser responsable de la matanza y entregó a la policía escocesa a los acusados. Fue en Holanda, escenario neutral del juicio. En enero de 2001 Megrahi fue sentenciado por tres jueces escoceses a cadena perpetua. Fhimah fue declarado inocente. Megrahi estuvo preso sólo ocho años y medio. Enfermo y excarcelado en agosto de 2009, murió en 2012. Fue la única persona juzgada por el caso. ¿Qué doctrina Lockerbie podrían aceptar los iraníes si niegan su responsabilidad en el bombardeo de la AMIA y acusan a la justicia y a los gobiernos de la Argentina?
En marzo de 2011, Cristina Kirchner envió un video de bienvenida al lanzamiento del partido Miles, del emisario iraní Luis D’Elía, del que participaron el ministro Carlos Tomada; el secretario de Cultura, Jorge Coscia, y el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, junto a Sayed Alí Pakdaman, encargado de negocios de Irán en la Argentina. El Gobierno mantuvo como embajador en Siria a Roberto Ahuad, quien ha declarado: «Me cuesta creer que un argentino de bien pueda apoyar a Israel», además de calificar a ese país de «Estado terrorista». El «diálogo» con Irán será estéril, otro capítulo de una asfixiante saga de impunidad. Tocante al gobierno argentino, es una nueva exhibición de frívola superficialidad e irresponsable improvisación..