Una obra cumbre del relato oficial

Desde la supuesta sensibilidad social de Cindy Crawford (porque se acordó en Buenos Aires del musical Evita más que de otra cosa) hasta la denuncia furiosa de la construcción mediática de una «agenda» irreal, la Presidenta agotó y se agotó durante casi tres horas y media de discurso.
Cerca de los récords de Chávez y de Fidel Castro, Cristina Kirchner prefirió abrir las sesiones ordinarias del Congreso con un discurso que fluctuaba entre el tecnicismo de las estadísticas y los coloquios propios de una conductora de televisión. Llamó a ministros y a legisladores por sus nombres de pila o pidió silencio a los «chicos», que no sabían medir su entusiasmo kirchnerista en los momentos graves, durante la ceremonia anual más solemne de cualquier Estado que tenga un Parlamento.
Fue una obra cumbre del relato. Un inventario de las proezas kirchneristas desde 2003 hasta la fecha. En los últimos días, la Presidenta había estado especialmente insistente en que le enviaran informes, cuadros estadísticos y antecedentes. No faltó la contradicción, porque entre tantas victorias se le coló una frase sorprendente: «A veces tengo dudas de si vale la pena seguir adelante», dijo, en una vuelta de tuerca a su visión conspirativa de la vida. ¿Cómo? ¿No sabe si quiere seguir la líder política que ganó de manera aplastante las elecciones presidenciales hace apenas cuatro meses? ¿O, acaso, no sabe si le gusta el poder en los momentos de infortunio? Esta última pregunta es, al parecer, la que podría guardar la respuesta.
Como todo relato autocomplaciente, el discurso de ayer escondió en la cartera los asuntos que no tienen una fácil explicación. Ni una palabra sobre la inflación. Ninguna mención de la fuga de capitales espoleada por la desconfianza social. Silencio sobre todo eso. Debió, eso sí, hablar de la tragedia de Once por segunda vez en apenas tres días. La información que le llega es significativa: encuestas hechas rápidamente indican que una mayoría social señala al Gobierno como responsable último de esa devastación. La propia imagen de la Presidenta se estaría viendo afectada por aquel desastre.
Es notable que haya revalorizado su idea de un tren bala entre Buenos Aires y Rosario cuando millones de argentinos viajan y mueren en los trenes suburbanos de la Capital. ¿Qué solución le hubiera dado a esa inopia aquel tren de velocidad satelital para muy pocos pasajeros? Ninguna.
«La Auditoría General de la Nación no me pidió nunca la rescisión del contrato», aseguró, y le endilgó alguna culpa a Leandro Despouy, el jefe opositor de la AGN. Es cierto. La Auditoría no le pidió nunca eso. No es ésa, tampoco, la función de la Auditoría, que sólo debe investigar y realizar informes fiables sobre las acciones del Estado. La rescisión de los contratos es una decisión que le cabe exclusivamente a la autoridad política, aunque ésta puede respaldarse en aquellos informes de la Auditoría. La Presidenta reclamó de nuevo que otros tomaran las decisiones que le competen a ella.
El enemigo
Componedora por momentos hasta con los ruralistas, la nueva batalla que abrió tiene nombre y apellido: es Mauricio Macri. Lo llamó «adolescente», «frívolo» y «desinformado». Macri le devolvió los subterráneos en el peor momento de la Presidenta y comparando la situación de esos trenes urbanos con la tragedia del Sarmiento. El Gobierno reaccionó en el acto como un animal herido. Amado Boudou quiere ir a la Corte Suprema. Abal Medina despotricó contra Macri. Cristina Kirchner se tensó más de la cuenta en su discurso cuando habló del líder capitalino. Hasta deslizó un improbable acuerdo entre Macri y la concesionaria de los subtes para cancelar los servicios de ayer. La huelga que paralizó los subtes había sido anunciada por el sindicatos 24 horas antes. No era una novedad ni la medida de fuerza carecía de autores formales.
Macri se convirtió definitivamente en su rival más importante. ¿Debe preocuparse el jefe capitalino? El poder se construye con esos contrastes. Si realmente aspira a la presidencia de la Nación, Macri tiene desde ayer un deber de agradecimiento con Cristina por la oportunidad que le dio y por el lugar en el que lo colocó.
Llama la atención que hasta se haya quejado del color amarillo de las obras del subterráneo que se hacen en la avenida Leandro Alem. «¡Esas obras son mías!», pareció decir. El amarillo es el color del macrismo, pero es también el color que usaban ayer las banderas del kirchnerismo en la amplia movilización que hizo. «Los kumpas», decían esas banderas que flameaban desde los colectivos rentados que hicieron más insufrible el insufrible tránsito de Buenos Aires.
Un paréntesis: por primera vez el microcentro se cerró totalmente durante casi cinco horas para los desplazamientos presidenciales. Por lo general, esos cierres se hacen sólo durante 15 minutos, cuando la Presidenta va al Congreso y cuando vuelve del Congreso. Movilización de adeptos, subtes cerrados y varias calles clausuradas durante horas convirtieron a la Capital en un infierno. ¿Qué es eso si no la definición de una nomenclatura aislada de la sociedad?
La sangre no llegó al río con dos obsesiones de temporada. Después de pedirles a las empresas que no importaran insumos de Gran Bretaña, Cristina Kirchner dio una vuelta en el aire y se mostró dispuesta a ampliar el número de vuelos a las islas Malvinas, aunque con aviones de Aerolíneas Argentinas. ¿Por qué no propuso una negociación directa con el gobierno británico sobre ese tema? ¿Para qué le pidió a David Cameron una «oportunidad para la paz» si ella se dedicó luego a tensar aún más la relación? ¿Para qué nombró una embajadora en Londres si ésta se encontrará cuando llegue con un rosario de hechos consumados? La retórica necesita de hechos consecuentes para ser creíble.
Nadie le dijo, a todo esto, que el pedido de la ministra Débora Giorgi a los empresarios, para que no importen de Gran Bretaña, estrellaba al gobierno contra la Unión Europea. Los problemas comerciales europeos son competencia de la Unión Europea. El boicot a un país europeo es considerado un boicot a Europa. Ayer, en Bruselas, hubo una reunión para tratar esta decisión del gobierno argentino, aunque es probable que el anuncio haya quedado borrado por el siguiente anuncio.
Es posible que el rey Juan Carlos haya logrado frenar a último momento la decisión de intervenir YPF. Ningún funcionario del Estado español confirmará nunca que hubo en el fin de semana pasado un contacto entre el monarca y la Presidenta, pero la conversación fue corroborada por fuentes argentinas. Cristina Kirchner había tenido ya una dura conversación, de su parte, con el príncipe Felipe durante un encuentro de 40 minutos entres los fastos de su última asunción. El hijo del rey le sugirió entonces tener en cuenta la «seguridad jurídica» durante su segundo mandato; la réplica de la Presidenta fue agria.
Sin embargo, Cristina Kirchner difícilmente pueda negarse a un pedido del rey español, que le hizo más favores que los que la mandataria argentina está dispuesta a reconocer. De todos modos, nadie, ni aquí ni en Madrid, considera concluido el capítulo de YPF, que provee a Repsol de casi la mitad de su producción petrolera mundial; Repsol es la primera empresa española y la primera también en la Argentina. «Repsol no es Marsans, y ni siquiera se las puede comparar. Repsol es una prioridad para cualquier gobierno español», señalaron en Madrid.
Reformista
La Presidenta anunció que acomodará el cuerpo jurídico de la Nación a la epopeya kirchnerista. ¿La Constitución está incluida en el cuerpo jurídico? No lo precisó, pero hubo muchas alusiones sin precisiones durante el incesante discurso. Por lo pronto, parece dispuesta, mediante una ley, a despojar de cualquier límite a las reservas del Banco Central. Necesita más plata.
YPF y el Banco Central son los emblemas de la nuevas urgencias de la exhausta caja kirchnerista. Las Malvinas son cada vez más, aun con su errática política y su peor diplomacia, el humo que atizan para cubrir tiempos de infortunio..

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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