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Presentamos hoy ante el Senado de la Nación el proyecto bajo el expediente S-4286/16 del senador Juan Manuel Irrazábal sobre modificaciones al sistema de votación nacional, que fue incorporado al temario de la convocatoria de comisiones sobre reforma política y del cual este blog es autor intelectual.
Esta propuesta es superadora de las otras que introducen medios electrónicos para votar. Al igual que el proyecto en revisión, nuestra propuesta incorpora tecnología tanto para la emisión como para el conteo de los votos. A diferencia del proyecto oficial y otros, nuestra propuesta resguarda el secreto del sufragio valiéndose de medios no tecnológicos. Y al hacerlo, provee un marco para la incorporación de tecnología para la elección por parte de ciudadanos, partidos y organizaciones de la sociedad civil.
Según el oficialismo, para evitar el robo de boletas hay que armar un cerco alrededor de la boleta. Lo que siguiendo la tradición podríamos llamar un “corralito”. En este corralito electoral, el votante tiene que identificarse para tener la boleta y a la vista de la mesa de votación y con una mínima privacidad, tiene que revelar sus preferencias electorales a la máquina.
El problema es que -como hemos escuchado hasta el cansancio- las máquinas son vulnerables y como el corralito electoral vuelve simple asociar los electores que van pasando con los votos ingresados a la máquina designada, vistas las demostraciones de los informáticos, el sistema oficial vuelve verosímil la idea que el secreto del voto puede ser violado con facilidad.
Las versiones sobre máquinas con identificación biométrica y la avidez que muestra el Poder Ejecutivo por hacerse con datos personales de los ciudadanos no hacen más que alimentar teorías de conspiración. La mera posibilidad de crear un dispositivo semejante es una tentación para cualquier autoridad. Con el debido encuadramiento -tenemos Venezuela- la idea que el gobierno, piratas informáticos, agentes extranjeros, etcétera, sabrán a quién votaste la elección pasada con solo apretar un botón se vuelve creíble hasta para una persona medianamente formada.
Más aún, al poner la máquina bajo control exclusivo de expertos, la propuesta oficial habilita nuevas formas de coerción: explotando el escepticismo trivial que genere el sistema respecto al secreto del voto, un actor partidario fácilmente podrá presionar a electores solo “ostentando conocimientos”, para usar una expresión del proyecto en revisión.
¿Cómo desarmamos este corralito, evitando al mismo tiempo el robo de boletas, que hace inconstitucional según el oficialismo el sistema de boletas partidarias?
Hacemos lo que se llama un “hack”, una modificación. Proponemos disociar la impresión del depósito de la boleta. Es decir, dar más anonimato al acto de selección de la oferta electoral, separando en tiempo y lugar la impresión de la identificación y depósito del voto.
¿Cómo sería esto, operativamente? Nuestra propuesta es que el día del comicio, en los centros de votación haya máquinas expendedoras que los electores podrán operar sin identificarse. Con reserva, usando las mismas pantallas del proyecto oficial, los electores confeccionarán su voto y lo imprimirán en una hoja de papel. Luego, con su boleta fuera de la vista pública, se identificarán ante la mesa que les corresponda y depositarán su voto.
Proponer un esquema semejante no es original. Como señalamos en los fundamentos de nuestro proyecto, la confección offsite del voto es una posibilidad explorada en la literatura especializada hace años (agradecemos a Daniel Penazzi habernos acercado la referencia académica).
¿Qué ventaja tiene la disociación? Ante todo, más privacidad, porque dificulta la trazabilidad, la vuelve impracticable a escala masiva y aun individual, porque nuestro sistema permite por ejemplo imprimir dos boletas distintas y depositar solo una.
La disociación permite ir más allá y pensar en la impresión remota, vía web o fuera de línea, en aplicaciones comerciales, reduciendo de elección en elección los costos de hardware, software y papel. Con tranquilidad, sin apuro, sin presión de la fila de espera, en la intimidad del hogar. Y esto no es una utopía. En Estados Unidos votan por correo. En España se puede descargar la boleta vía web.
Proponemos que la gráfica de impresión sea de las boletas partidarias tradicionales para facilitar la transición de nuestros mayores. Que el registro electrónico en la boleta sea impreso en papel y de amplia difusión, por ejemplo código QR, que sea verificable con medios propios además de las máquinas oficiales, lo que además de reducir costos, luego durante el conteo facilitará las tareas en los centros de cómputos partidarios.
Esta es una solución no tecnológica al problema tecnológico que crea el proyecto del Poder Ejecutivo con su corralito electoral. Una modificación que tiende a quitar toda apariencia de requisición masiva de opiniones políticas de los ciudadanos al acto de votación, que exime de una enorme responsabilidad política a magistrados, funcionarios y expertos y además elimina la necesidad de esta plétora de actos prohibidos dentro del corralito electoral.
Sin duda la disociación plantea desafíos técnicos en su implementación, principalmente la validación de la boleta, la prevención del votante ante boletas apócrifas y la protección de la impresión distribuida. Pero estos son problemas que la seguridad informática y la administración electoral pueden abordar en su campo específico, a diferencia del problema de la trazabilidad del voto, siempre abierto a dudas y suspicacias.
Respecto al conteo, además de un registro electrónico de amplia difusión proponemos la digitalización de todas las boletas a medida que se cuentan, para que después se accedan vía web. Esto puede sonar ambicioso pero es técnicamente posible y contribuirá a la auditabilidad. Y que el escrutinio provisorio lo haga el Poder Ejecutivo, porque los jueces electorales no deben controlar su propio trabajo, en este caso hacer el escrutinio provisorio y al mismo tiempo ser instancia de revisión del escrutinio definitivo.
El secreto del voto es algo demasiado importante para dejárselo a expertos. Queremos darle resguardos al hombre común ante rumores maliciosos. El pueblo argentino tiene que confiar en lo que pueda entender y controlar, además de confiar en promesas de los mayores esfuerzos en la administración electoral. Creemos que los argentinos merecemos algo más que ser arriados para que votemos con la máquina del gobierno de turno. Que el voto sea fácil, rápido y seguro, pero ante todo secreto y transparente. Queremos confianza en el sistema, pero con sentido común además de auditorías y debates expertos.
Por todos estos motivos, solicitamos que se considere nuestra propuesta.
Opinión.
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Presentamos hoy ante el Senado de la Nación el proyecto bajo el expediente S-4286/16 del senador Juan Manuel Irrazábal sobre modificaciones al sistema de votación nacional, que fue incorporado al temario de la convocatoria de comisiones sobre reforma política y del cual este blog es autor intelectual.
Esta propuesta es superadora de las otras que introducen medios electrónicos para votar. Al igual que el proyecto en revisión, nuestra propuesta incorpora tecnología tanto para la emisión como para el conteo de los votos. A diferencia del proyecto oficial y otros, nuestra propuesta resguarda el secreto del sufragio valiéndose de medios no tecnológicos. Y al hacerlo, provee un marco para la incorporación de tecnología para la elección por parte de ciudadanos, partidos y organizaciones de la sociedad civil.
Según el oficialismo, para evitar el robo de boletas hay que armar un cerco alrededor de la boleta. Lo que siguiendo la tradición podríamos llamar un “corralito”. En este corralito electoral, el votante tiene que identificarse para tener la boleta y a la vista de la mesa de votación y con una mínima privacidad, tiene que revelar sus preferencias electorales a la máquina.
El problema es que -como hemos escuchado hasta el cansancio- las máquinas son vulnerables y como el corralito electoral vuelve simple asociar los electores que van pasando con los votos ingresados a la máquina designada, vistas las demostraciones de los informáticos, el sistema oficial vuelve verosímil la idea que el secreto del voto puede ser violado con facilidad.
Las versiones sobre máquinas con identificación biométrica y la avidez que muestra el Poder Ejecutivo por hacerse con datos personales de los ciudadanos no hacen más que alimentar teorías de conspiración. La mera posibilidad de crear un dispositivo semejante es una tentación para cualquier autoridad. Con el debido encuadramiento -tenemos Venezuela- la idea que el gobierno, piratas informáticos, agentes extranjeros, etcétera, sabrán a quién votaste la elección pasada con solo apretar un botón se vuelve creíble hasta para una persona medianamente formada.
Más aún, al poner la máquina bajo control exclusivo de expertos, la propuesta oficial habilita nuevas formas de coerción: explotando el escepticismo trivial que genere el sistema respecto al secreto del voto, un actor partidario fácilmente podrá presionar a electores solo “ostentando conocimientos”, para usar una expresión del proyecto en revisión.
¿Cómo desarmamos este corralito, evitando al mismo tiempo el robo de boletas, que hace inconstitucional según el oficialismo el sistema de boletas partidarias?
Hacemos lo que se llama un “hack”, una modificación. Proponemos disociar la impresión del depósito de la boleta. Es decir, dar más anonimato al acto de selección de la oferta electoral, separando en tiempo y lugar la impresión de la identificación y depósito del voto.
¿Cómo sería esto, operativamente? Nuestra propuesta es que el día del comicio, en los centros de votación haya máquinas expendedoras que los electores podrán operar sin identificarse. Con reserva, usando las mismas pantallas del proyecto oficial, los electores confeccionarán su voto y lo imprimirán en una hoja de papel. Luego, con su boleta fuera de la vista pública, se identificarán ante la mesa que les corresponda y depositarán su voto.
Proponer un esquema semejante no es original. Como señalamos en los fundamentos de nuestro proyecto, la confección offsite del voto es una posibilidad explorada en la literatura especializada hace años (agradecemos a Daniel Penazzi habernos acercado la referencia académica).
¿Qué ventaja tiene la disociación? Ante todo, más privacidad, porque dificulta la trazabilidad, la vuelve impracticable a escala masiva y aun individual, porque nuestro sistema permite por ejemplo imprimir dos boletas distintas y depositar solo una.
La disociación permite ir más allá y pensar en la impresión remota, vía web o fuera de línea, en aplicaciones comerciales, reduciendo de elección en elección los costos de hardware, software y papel. Con tranquilidad, sin apuro, sin presión de la fila de espera, en la intimidad del hogar. Y esto no es una utopía. En Estados Unidos votan por correo. En España se puede descargar la boleta vía web.
Proponemos que la gráfica de impresión sea de las boletas partidarias tradicionales para facilitar la transición de nuestros mayores. Que el registro electrónico en la boleta sea impreso en papel y de amplia difusión, por ejemplo código QR, que sea verificable con medios propios además de las máquinas oficiales, lo que además de reducir costos, luego durante el conteo facilitará las tareas en los centros de cómputos partidarios.
Esta es una solución no tecnológica al problema tecnológico que crea el proyecto del Poder Ejecutivo con su corralito electoral. Una modificación que tiende a quitar toda apariencia de requisición masiva de opiniones políticas de los ciudadanos al acto de votación, que exime de una enorme responsabilidad política a magistrados, funcionarios y expertos y además elimina la necesidad de esta plétora de actos prohibidos dentro del corralito electoral.
Sin duda la disociación plantea desafíos técnicos en su implementación, principalmente la validación de la boleta, la prevención del votante ante boletas apócrifas y la protección de la impresión distribuida. Pero estos son problemas que la seguridad informática y la administración electoral pueden abordar en su campo específico, a diferencia del problema de la trazabilidad del voto, siempre abierto a dudas y suspicacias.
Respecto al conteo, además de un registro electrónico de amplia difusión proponemos la digitalización de todas las boletas a medida que se cuentan, para que después se accedan vía web. Esto puede sonar ambicioso pero es técnicamente posible y contribuirá a la auditabilidad. Y que el escrutinio provisorio lo haga el Poder Ejecutivo, porque los jueces electorales no deben controlar su propio trabajo, en este caso hacer el escrutinio provisorio y al mismo tiempo ser instancia de revisión del escrutinio definitivo.
El secreto del voto es algo demasiado importante para dejárselo a expertos. Queremos darle resguardos al hombre común ante rumores maliciosos. El pueblo argentino tiene que confiar en lo que pueda entender y controlar, además de confiar en promesas de los mayores esfuerzos en la administración electoral. Creemos que los argentinos merecemos algo más que ser arriados para que votemos con la máquina del gobierno de turno. Que el voto sea fácil, rápido y seguro, pero ante todo secreto y transparente. Queremos confianza en el sistema, pero con sentido común además de auditorías y debates expertos.
Por todos estos motivos, solicitamos que se considere nuestra propuesta.
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