Una sucesión de incidentes que se inició en Villa Gobernador Gálvez

Cuatro heridos y un policía lastimado, unos 50 detenidos y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad que se prolongaron durante toda la jornada. Ese fue el escenario vivido ayer en los alrededores de un supermercado chino de Villa Gobernador Gálvez, víctima de un saqueo parcial por parte de gente que ingresó al local. Un escenario que dejó tras sí un reguero de piedras y cartuchos de municiones antimotines, con los ruidos de disparos repiqueteando durante horas, personas amontonadas en las esquinas dispuestas a tirar una lluvia de proyectiles a la policía, otras subidas a los techos tratando de ingresar al galpón del negocio, contenedores incendiados que hicieron las veces de trincheras, insultos y un clima tenso que pareció no terminar nunca.
Los incidentes habían comenzado anteanoche en el barrio Coronel Aguirre, donde un grupo de personas, en su mayoría jóvenes, intentaron ingresar al supermercado Hua Ding, ubicado en Soldado Aguirre entre Marcos Paz y 9 de Julio. El propietario del lugar había comenzado a retirar la mercadería ante el miedo de le saquearan el local. La situación resultó confusa, porque algunos comentarios decían que el comerciante había prometido repartir mercadería y la gente fue a reclamársela, versión de la que los vecinos consultados por La Capital en el lugar se mostraron muy descreídos.
Si bien aquel episodio no pasó a mayores, ayer al mediodía la situación recrudeció: más de 200 personas se agolparon frente al local y algunas consiguieron entrar y llevarse algo de lo que quedaba. Esta invasión fue repelida, según la policía, por los mismos propietarios del lugar, y fue esto lo que causó que cuatro personas resultaran con heridas.
Los refuerzos no tardaron en llegar y se produjo la primera tanda de «entre 25 y 30 detenidos», tal cual lo dijeron a La Capital dos altos jefes policiales, además de los cuatro integrantes de la familia propietaria del súper, donde se secuestró una pistola calibre 9 milímetros, una carabina calibre 22 y una escopeta calibre 16, todas de los dueños del local.
El tumulto se disipó, pero la gente comenzó a agolparse a una cuadra y media del negocio, y se armó una batalla de piedrazos, repelidos con balas antimotines por la Guardia de Infantería, apostada en la esquina de Soldado Aguirre y Marcos Paz.
Ese era el escenario cuando, pasado el mediodía, La Capital llegó al lugar. Un total de 23 móviles policiales, un carro de asalto de Infantería y más de 60 efectivos ya estaban presentes para hacer frente a varios centenares de jóvenes que desde lejos arremetían con cascotes, pedazos de baldosas, municiones de metal tiradas con gomeras y hasta canicas de vidrio. Por Aguirre, los muchachos que se enfrentaban a las fuerzas de seguridad quemaron un contenedor, que después usaron para parapetarse, acercarse al cordón policial y poder tirar más de cerca.
Frente al súper, podían verse las botellas, conservas y paquetes de alimentos en el suelo. «Se pudre Gálvez, nos hicieron mala fama y acá tienen», bromeó un chico en la esquina de Marcos Paz y Aguirre, que junto a unos amigos permanecía en el lugar pero tapándose del fuego cruzado, en un no man’s land (territorio entre trincheras) de unos cien metros.
Los jóvenes con los que charló este diario aseguraron que muchos de los protagonistas son gente del barrio. «Esto va a seguir hasta que liberen a los pibes», advirtió otro, en referencia a los que habían sido detenidos. Y negaron que los dueños del supermercado hayan prometido regalar mercadería. «Eso pasó del boca en boca. ¿Dónde viste un chino que te dé algo?», dijo una chica. «Se va el chino, nos cortan las piernas. Era el que nos cobraba más barato, los otros te arrancan la cabeza», le espetó su amiga. En ese momento, una lluvia de piedrazos cayó incluso detrás del cordón policial, que repelió la agresión.
Habían pasado las 15 cuando empezaron a advertir que la gente estaba ingresando al local por la parte de atrás. Ya la policía se había dispuesto por Marcos Paz al ver que también por allí unos muchachos estaban empezando a avanzar.
La dueña del edificio donde funciona el negocio, quien se identificó como Mercedes, miraba desesperada la escena. «El año pasado se llevaron todo, rompieron piletas, heladeras, destruyeron todo lo que se les cruzó», recordó, temerosa de que el panorama de ayer terminara siendo el mismo.
La mujer aseguró además que «en ningún momento» los encargados del Hua Ding le dijeron que se iban a mudar a Córdoba por miedo a que los saquearan, y contó que «la china» (por la esposa del dueño) la llamó desesperada cuando se le metió la gente.
Poco a poco parte de los efectivos emprendió la retirada, pero el ambiente seguía enrarecido, sobre todo porque los saqueadores empezaron a avanzar por distintos puntos, subieron a los techos y arrojaban piedras desde lo alto, ingresaban al galpón y salían despavoridos ante los disparos.
Pasadas las 16, la policía comenzó a sacar de adentro del galpón a una tanda de unos 13 detenidos más, pescados in fraganti dentro del súper. Entre ellos, un pibe logró zafarse del afectivo que lo retenía y emprendió una carrera vertiginosa que no se detuvo ni siquiera con los cachiporrazos de los guardias que intentaron frenar su marcha, mientras la gente lo ovacionaba desde las esquinas como si fuese un astro de fútbol que pasa a todo el equipo contrario. El resto fue introducido en un carro de traslado de detenidos y llevado a la Jefatura de Policía de Rosario, a acompañar a los que habían sido arrestados al mediodía. Los miembros de la guardia de infantería entraban y salían permanentemente del local, y adentro se escuchaban los disparos de Itaka contra los que aún intentaban seguir ingresando.
Aunque no trascendieron sus identidades, se supo que los heridos fueron cuatro, todos con balas de arma de fuego de bajo calibre (presumiblemente la 22), uno en el hombro, dos en el torso y uno en un glúteo con salida por la zona inguinal. Al cierre de esta edición, tres de ellos estaban por ser dados de alta, y el último era trasladado a un centro asistencial rosarino, fuera de peligro.
Cerca de las 20 fue detenida una decena de jóvenes más. Mientras, vecinos y hasta los mismos policías decían por lo bajo: «Esperemos que no se pudra a la madrugada».

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