Unidad, divino tesoro

Por Mario Wainfeld
Si las Primarias se ganaran con manejo escénico, la diputada Elisa Carrió ya sería candidata a presidenta y vicepresidenta del Frente Amplio Unen (FA-Unen). Se mueve con tanto desenfado, es más hábil y pícara que sus aliados… si hubiera tribuna ya cantaría “es un afano, suspéndalo”. Lilita dejó discutiendo con el aire al diputado Fernando Solanas, con el que compartía cartel en un living. Se levantó en medio de su discurso, Pino quedó desairado, sin encontrar el tono ni una broma que distendiera.
Unos días antes Lilita se había negado a acompañar a Jujuy a sus compañeros de ruta. El encuentro tendría como contexto el Día de la Pachamama. Carrió le recriminó al senador Gerardo Morales la falta de glamour de la capital provincial versus la Quebrada. Los correligionarios habían imaginado “cruzar” su convocatoria con una fiesta popular masiva. Se tomaron el laburo de viajar justo cuando el Aeroparque porteño cerró por neblina. Carrió les tomó el pelo y tuvo más cobertura mediática que los boinas blancas. Ella es más vivaz que sus supuestos pares, de algún modo los conduce. No se puede mensurar cuánto acumula Lilita, pero sí cuán desgarbados parecen quienes tratan de diferenciarse sin romper, sin perder los estribos.
Una hipótesis sustenta, hasta el cierre de esta edición, la lógica de FA-Unen: hay que llegar juntos a las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Cuantos más lemas haya, será mejor porque los votos sólo tienden a sumarse: no se dispersarán ni ahuyentarán.
Tal vez pequen de exceso de optimismo o de simplismo. Hay una demanda de unidad antikirchnerista, seguro. Y antiperonista casi de cajón. La unidad ganadora es (sería) el mandato de numerosos ciudadanos que cuentan las horas faltantes para que termine el mandato presidencial, como en el inmortal bolero “El reloj” y en los tecnificados relojes que distribuye el diputado Sergio Massa.
Las aseveraciones no son falsas, pero su absolutización será puesta a prueba más adelante. ¿Irán “solitos y solos” los ocho partidos que ya conjugan en la entente? ¿O se podrá sumar al PRO que lidera el jefe de Gobierno Mauricio Macri? Eso estaba en debate en el living anteayer. O, como se ha venido insinuando, era parte de la discusión. Siempre, máxime en un aglomerado policéfalo, se pulsea para dirimir quién conduce.
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En una precampaña de largo aliento abundarán las invitaciones, los desaires, los minués, las pujas por “quién va”, “quién habla” y cuál es el orden de los oradores. Ocurriría en las mejores familias, si existieran, y en todos los espacios políticos. El Frente para la Victoria (FpV) no está exento ni debería asombrarse tanto por los pasos de comedia de sus adversarios. El acto del martes en el Luna Park fue conspicuo por los asistentes y por los que fueron dejados afuera. La Cámpora y el Movimiento Evita vienen, casi semana a semana, realizando convocatorias en paralelo. Alguna vez, para matizar, hacen un acto juntos, pero la regla es la relativa diferenciación. Nada ilógico si sus cuadros y sus tácticas son diferentes.
En esa disidencia tarifada, los dirigentes o precandidatos a la presidencia son invitados de veras o de piedra. Un convite próximo es el acto del Evita en Ferro el 22 de agosto. Como parte de las diferencias, Evita “juega” en la interna y va instalando al ex canciller Jorge Taiana como precandidato. La Cámpora analiza y predica que éste no es su tiempo político, que su función es acompañar y cuidar al Gobierno. Si la presidenta Cristina Fernández de Kirchner indicara una preferencia, ahí estarán. Si no hay un gesto o una inclinación, La Cámpora “jugará” recién a partir de 2015.
De nuevo: manejos escénicos hay por doquier, convites o desdenes también. Lo que sí existen en el FpV es un liderazgo y una identidad aunque no una candidatura presidencial clara e indisputada.
El Frente Renovador y el PRO, en cambio, tienen saldada esa última asignatura. A FA-Unen le queda todo por construir.
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Ocho partidos no son ocho partes iguales. Varios de ellos son armados precarios, por ahí parecidos a la carrocería de un referente. Otros tienen influencia y caudal electoral en un distrito solo o en pocos. El socialismo es un partido provincial ahora dominante en Santa Fe, cuenta con sucursales chicas en otras provincias. El GEN de la diputada Margarita Stolbizer tiene una presencia, minoritaria aunque constante en Buenos Aires.
La UCR es, bien mirada, el único partido nacional de la coalición que gobierna en más municipalidades, el que tiene más legisladores en las dos Cámaras del Congreso Nacional. En materia de gobernaciones atraviesa su peor momento desde 1983: conserva una sola, la de Corrientes. Es extraño que el gobernador Ricardo Colombí no sea una figura relevante en las mesas o en los sillones de los livings de FA-Unen… pero es real.
El federalismo es gravitante aunque también obra como fuerza centrífuga. Los taitas locales, que a menudo no trascienden a la esfera nacional, piensan mucho en términos de elecciones provinciales. Para varios de ellos ésa podría ser “la contradicción principal”, expresión ciertamente ajena a su vocabulario pero no a su imaginario.
En un plano hipotético puede decirse más. Lo arriesgó el politólogo Andrés Malamud en El estadista: no convocó a un repliegue radical sino a un juego etapista, pensando en llegar a la Rosada en 2019. Escribió, textual: “Si el panradicalismo quiere jugar con los adultos, en 2015 debe ganar las gobernaciones de Córdoba y Mendoza. Para lograrlo, Binner podría cumplir (con más coherencia y dignidad) la función que le cupo a Lavagna en 2007: fungir como candidato presidencial potable que proteja electoramente al radicalismo mientras éste se reconstruye en el territorio”. La idea de irse reconstruyendo a nivel nacional con aspiraciones cercanas en varias provincias más fue retomada en la misma publicación por Laura Goyburu y Juan Negri.
Nada es sencillo en la mesa de negociaciones con varios interlocutores: puede ser disfuncional sincerar ambiciones limitadas. Si se entra así a un regateo entre jugadores rudos se corre el riesgo de salir esquilmado.
Por añadidura, la posición radical en Córdoba ha variado a menos desde que se escribieron las notas citadas. El intendente de la capital provincial, Ramón Mestre, crecía en ínfulas e intención de voto. Bien posicionado, no le hacía ascos a coquetear con Massa. Pero la gestión deteriora, aliados nacionales como Luis Juez son antagonistas impiadosos en el terruño… Para colmo Mestre implementó una reforma de transporte urbano que lo machucó bastante. Llamó a una licitación muy criticada, anuló parcialmente su resultado, le llovieron denuncias por corrupción y favoritismo. Lo peor, con todo, no provino del sistema político sino de los vecinos, en particular los más pobres. El nuevo diseño de los recorridos de los bondis fue poco feliz. Muchos ciudadanos quedaron más alejados de las paradas que sabían usar. El afán de cambio llegó a la identificación de los colectivos, generando una confusión gratuita y fastidiosa. Nada es definitivo en política, pero la cotización de Mestre ha bajado bastante y con ella las pretensiones radicales a recuperar lo que fuera un feudo propio.
No todo son espinas para los cordobeses que sueñan con la gran entente antifascis… perdón, antikirchnerista. Marcos Juárez, se ilusionan radicales y macristas, puede alumbrar un modelo de pacto exitoso. El 7 de septiembre habrá elecciones de intendente. Los baqueanos locales creen que asoma como favorito Pedro de la Rosa, un dirigente de PRO que consiguió el milagro local de acordar con los radicales y con Juez al mismo tiempo. Si llegara a triunfar en una mediana ciudad de provincias, seguramente se hablará como un modelo nacional a seguir. Too much, desde ya, pero en materia de profecías e ilusiones, todo está permitido.
Lo que es seguro es que la tensión entre lo nacional y lo local dificultará conciliar los intereses de dirigentes del mismo “palo” que aspiran a jugar en ligas distintas.
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La lectora o el lector perspicaz dirá que nada se ha dicho acerca de lo que, se supone, es el gran tema en disputa. ¿Son Macri y el PRO “un límite” infranqueable para FA-Unen? La pregunta es poco pertinente mientras no se converse sobre el proyecto de país de FA-Unen, sobre sus ideas fuerza para desarrollar desde 2015. Ni osemos hablar de “ideología” pero supongamos que alguna vez habría que sincerar algo así como una propuesta, un haz de decisiones, un rumbo. En el hueco ínterin, el espacio opositor se moverá en función del cantito tribunero “cueste lo que cueste/tenemos que ganar”. Un bilardismo político extremo, refractario a los contenidos. Se lo camufla con el honestismo: la admisión está abierta a todos, a condición de ser republicanos y honestos. El republicómetro y el honestómetro son instrumentos de precisión dudosa. Y riesgosos, si los blande Carrió que es capaz de medir con mala onda a sus aliados actuales y defenestrarlos si la contrarían. Hasta hoy, no se ha llegado a tanto y los aliados de Lilita la soportan con estoicismo mal retribuido, calculando que la unidad a como hubiera lugar es un atajo a la victoria.
Imagen: Sandra Cartasso

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