Vamos, Argentina

Vamos, Argentina
Por Horacio Verbitsky
Con el pase a las semifinales, el equipo argentino jugará por primera vez desde 1990 los siete partidos del campeonato mundial de fútbol. Esto asegura el interés en la transmisión por los espacios de la televisión estatal, que por primera vez comprendieron los partidos de todos los equipos en forma gratuita.
Este es un momento apropiado para intentar una evaluación de esos programas. La publicidad comercial y el lenguaje patriotero y ramplón con que empresas transnacionales se presentan en todos los países como la quintaesencia de la nacionalidad quedaron confinados esta vez a los canales de gestión privada. En cambio, las transmisiones de la TVP, con las audiencias más numerosas que se recuerden, fueron aprovechadas para comunicar mensajes de interés público, aunque su estilo irrite a algunos sectores sociales. Con una línea general común, coordinada por la Secretaría de Comunicación Pública, cada emisor agregó su propia impronta. Esta diversidad cubre un amplio arco, que va de lo óptimo a lo abominable.
La camiseta El mejor aviso fue realizado por el Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata, con la participación técnica del programa de la Jefatura de Gabinete Memoria en Movimiento. En un bar de Río de Janeiro, un grupo de jóvenes argentinos cantan y beben. Uno de ellos dice: “Muchachos, me ofrecieron unas chicas para festejar”. Lejos de celebrarlo, el resto lo mira con desprecio. Un locutor informa que en los grandes eventos deportivos miles de mujeres y niñas son captadas para ser sometidas a explotación sexual y exhorta: “No manches la camiseta”.
Golazo Otra serie muy estimable fue la de anuncios breves de la Administración Nacional de la Seguridad Social, Anses. Cada uno menciona alguna de las políticas realizadas, como la extensión de la cobertura previsional, la Asignación Universal por Hijo o la distribución de netbooks en las escuelas. Las imágenes muestran a pibes en un potrero, a un abuelo jugando a la pelota con su nieto, a chicos en la escuela con sus compus. Con la leyenda “Golazo”, una voz tranquila, que no parece profesional, dice: “¿Y si festejamos con la misma pasión todo lo que conseguimos como argentinos?”. Sin referencias partidarias ni personales, esos avisos exponen con mesura medidas que benefician a millones de personas. Ni el más enconado opositor al Gobierno podría objetarlos.
El coso de arriba En la misma línea de sencillez y sobriedad pueden mencionarse los avisos de la Televisión Digital Abierta, TDA. Uno de ellos está filmado en Loma Blanca, Jujuy, una comunidad aborigen a 4200 metros de altura sobre el nivel del mar, con apenas 360 habitantes que viven de una ganadería y agricultura de autosubsistencia y que hasta el año pasado para comunicarse debían viajar 135 kilómetros. En una escuela que es también albergue y comedor, sus 74 alumnos ven el primer partido de la Argentina en una pantalla gigante. Dos de esos pibes narran: “Bajan un equipo, tela que es, prenden el coso de arriba que apunta la luz, enchufan en un deco, le ponen el deco en el canal, va arriba, el de arriba alumbra y ya da el fútbol”, dice uno. El otro completa: “Se veían jugadores más grandes y se veía más lindo. La gente aplaudía y aplaudía, silbaba, algunos cantaban. Se emocionaba la gente”. Una leyenda dice “6 millones de argentinos en todos los rincones el país disfrutan el mundial gratis y en HD por la Televisión Digital Abierta”. Un segundo aviso muestra a una pareja muy joven. El pibe dice que desde que tienen la TDA ahorran 3000 pesos por año. La chica responde que ve el mundial en alta calidad. Pura información, sobre algunos de los cambios ocurridos en los últimos años.
Algo para festejar En un tono más estridente y en la voz de dos relatores de fútbol que narran supuestos partidos, otra serie de avisos de la Presidencia expone algunos programas del Gobierno. El relato deportivo de un gol se superpone con imágenes sobre la recuperación de Aerolíneas Argentinas, la creación de puestos de trabajo en la industria, la entrega de netbooks en las escuelas, la inversión educativa, la repatriación de investigadores y científicos, la moratoria previsional. El festejo del gol es ilustrado con una joven familia que llega a su nueva casa recién terminada; una muchacha que recibe su título universitario en una de las nueve universidades nuevas y un joven que obtiene su primer empleo.
Garganta trémula La serie descarrila en un spot de casi dos minutos, con un locutor trémulo que va subiendo el tono hasta la exasperación. Dice que “el Mundial no lo gana un jugador o un equipo: lo gana un país entero. Y para ganar hay que tener un país unido”, una falacia que desciende en línea directa de la retórica que la dictadura utilizó durante el campeonato de 1978 y que se reiteró en los relatos insoportables del relator de los partidos argentinos. Con un fondo musical exaltado, se enumeran logros económicos y sociales de los últimos y el locutor concluye, desatado: “Por eso… corramos, metamos, alentemos, gritemos. ¡Pongamos todo, que a esta Argentina no la para nadie! ¡Vamos, Argentina! ¡Que tenemos Patria!”. Entre las imágenes se ve la ceremonia en la que Néstor Kirchner ordena bajar los cuadros de los ex dictadores Videla y Bignone y algunas de las frases del texto provienen de discursos de Cristina. Esta pieza constituye una banalización insoportable y un uso espurio de cosas demasiado serias.
Derecha, dreeee Nada se equipara, sin embargo, con el aviso “Arenga”, producido para YPF por la sucursal de la agencia estadounidense Young&Rubicam. Mientras los jugadores del equipo argentino escuchan como colimbas sumisos, una voz pregona con entonación castrense: “La gloria no se encuentra, señores, a la gloria se la busca. Somos un equipo, o no somos nada. Vayan afuera… y hágannos sentir orgullosos de haber nacido en nuestro suelo”.
Lo mejor y lo peor de estos años se trasluce en esta campaña destinada a la mayor audiencia posible.

Acerca de Napule

es Antonio Cicioni, politólogo y agnotólogo, hincha de Platense y adicto en recuperación a la pizza porteña.

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