“Vemos a la Argentina produciendo 180 millones de toneladas»

La llegada de Juan Farinati a la presidencia de Monsanto coincidió con el cambio de gobierno y con una crisis que los tuvo más de un año en los diarios por el intento de radicar en Córdoba una planta procesadora de semillas de maíz que fue resistida por los vecinos. Monsanto vendió esas 30 hectáreas a un desarrollador inmobiliario local y decidió ampliar la planta que ya poseían en la bonaerense Rojas para transformarla en la número uno del mundo.
Este ingeniero agrónomo, egresado de la UCA, lleva hoy las riendas de la multi con una fábrica de agroquímicos en Zárate, que ya tiene 60 años en el país, la mencionada procesadora de semillas en Rojas y un centro de investigación en Pergamino. Facturan US$1.000 millones en el país y exportaron en los últimos tres años por otros US$1.000 millones a unos 15 países. Farinati, de 41 años, llegó a Buenos Aires casi sin escalas desde Asia, donde dirigió los destinos de Monsanto en Australia, Nueva Zelandia y Singapur. Cuenta que en esas geografías de pequeños agricultores la adopción de tecnología marca la diferencia acerca de si una familia puede o no llevar sus chicos a la escuela. Por esas cosas del destino, apenas habían pasado tres meses de su gestión en Buenos Aires cuando Bayer se quedó con Monsanto tras comprometer US$66.000 millones.
–¿Desaparece el nombre Monsanto?, preguntó el Económico.
No lo sé. De lo que sí estoy seguro es que nosotros invertimos US$1.500 millones en investigación todos los años y Bayer realiza una inversión similar. Colocar juntos estos dos motores de manera coordinada para una mayor y mejor tecnología es una gran noticia. Me refiero a biotecnología y plataformas de información. Son dos compañías complementarias, Monsanto es líder en semillas y biotecnología y Bayer, en protección de cultivos. Se van a brindar servicios integrales a los productores. Hasta que los reguladores definan, funcionamos como dos compañías separadas.
–¿Cómo observa a la Argentina?
Argentina tiene productores muy dinámicos y atentos a la adopción de tecnología. Es nuestro tercer país en importancia a nivel global detrás de EE.UU. y Brasil. Y tiene un potencial de crecimiento importantísimo. De acá a 10 años vemos a la Argentina produciendo 180 millones de toneladas de granos. Tenemos un lema que se llama “se puede 180” y es una estrategia de mayor producción de la mano de la tecnología, la rotación de los cultivos y del manejo.
–“Se puede 180” parece un lema calcado del actual gobierno …
Nosotros creemos que el Gobierno ha priorizado al campo y está haciendo cambios positivos. Monsanto no esperó y decidió invertir fuertemente. Hemos destinado US$220 millones a la planta procesadora de maíz y estamos desembolsando US$420 millones de manera directa, como canje en granos para financiar a los productores, además de dar herramientas para que puedan financiarse a través de bancos por otros US$200 millones. Es el 7 al 10% de la capacidad prestable de los bancos para el sector. Los productores que acceden al financiamiento son unos 5.500.
–Sin embargo, hubo tensión con el Gobierno.
El ministro Buryaile enfureció cuando ustedes intentaron hacer controles por su cuenta para establecer si los productores habían pagado la semilla utilizada … Más aún, vino Hugh Grant, el CEO mundial de Monsanto … Hubo algunas diferencias por la ley de semillas. Y la visita de nuestro CEO se produjo en el contexto de un debate que es muy positivo, ya que hace tres años nadie hubiese hablado en Argentina de propiedad intelectual. Hacía 15 años que no llegaba ninguna tecnología en soja para Argentina hasta que ingresó la semilla Intacta hace dos años.
–Pero ustedes retiraron un nuevo evento en soja… ¿Fue por la falta de una ley de semillas?
Nosotros, como toda la industria semillera, seguimos discutiendo; creemos que, como en el resto del mundo, los productores deben pagar por la tecnología que utilizan. Así es en toda la región, ya sea por acuerdos privados o por una legislación como en Uruguay. Tiene que haber un marco regulatorio que nos permita lanzar tecnología. Hoy existe un sistema en cabeza del Ministerio de Agroindustria una verificación de la utilización de tecnología: si está impaga, la compañía se contacta para cobrar esa tecnología. En cuanto al evento, decidimos apostar a la soja Intacta que es una tecnología que tiene nada más que dos años.
–¿Cómo está la Argentina en términos de tecnología?
En soja, a la par de la región y en maíz, en la vanguardia del mundo.
–En esta campaña creció 30% del área sembrada de maíz, ¿estamos abandonando la soja?
La soja es y será un cultivo fundamental para la Argentina. Pero consideramos que tiene que haber una agricultura más balanceada y menos sojera. Es muy importante el desarrollo de otros cultivos como el maíz por su alto grado de empleabilidad. El maíz implica una cadena productiva que requiere la intervención de mano de obra y hay una relación muy alta. Por cada 100 hectáreas de crecimiento de área de maíz hay 11 puestos de trabajo. Y un incremento de un millón de hectáreas como en esta campaña generó 110.000 nuevos empleos.
–¿Por qué Monsanto es tan resistida?
No solo pasa en la Argentina. Lo es en todo el mundo … La innovación es nuestro corazón y toda innovación aplicada genera una transformación en los sectores. Creo que tenemos que trabajar mejor en la comunicación de lo que hacemos. Lo que nos pasa es propio de una compañía líder que se dedica a transformar, y por eso debe estar preparada para sobrellevar ese tipo de situaciones.
–¿Se arrepienten de algunas decisiones?
Nosotros creemos en la oportunidad del aprendizaje. Apostamos a la innovación y a los cambios que genera. No nos arrepentimos, aprendemos para mejorar.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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