desconfianza. Su vínculo con el FR se tensó y Sarghini se corrió como puente; a cambió intentó acordar con sectores del FPV
Si llegan con los tiempos, el gobierno de María Eugenia Vidal presentará esta semana su proyecto de presupuesto 2017 en la Legislatura bonaerense. Lo introducirá en el Senado y explicará esa opción porque las Cámaras suelen alternarse cada año para recibir la ley de leyes, ya que el debate más duro se da siempre en la primera. Algo que es cierto, pero no completo: el presidente de la Cámara de Diputados, el massista Jorge Sarghini, le avisó a Vidal que no quería hacerse cargo de ese debate. Que su relación con el oficialismo está rota. Sarghini tiene todo listo para dejar su silla en diciembre.
Su reemplazante será Manuel Mosca, actual vicepresidente de la Cámara baja y portavoz de Vidal en el recinto. La duda es quién ocupará en 2017 la vicepresidencia: por el acuerdo que Vidal y Sergio Massa cerraron el año pasado, se esperaba que Sarghini y Mosca intercambiaran roles. Pero, ante la negativa del ex ministro de Economía provincial, Massa ya tiene un sustituto: el diputado Ramiro Gutiérrez, especialista en temas de seguridad.
En Pro conocen y avalan la elección: saben que Gutiérrez tiene línea directa con Massa, lo que en el pasado le jugó en contra cuando el tigrense lo quiso ubicar como jefe de su bancada: sus compañeros de bloque canibalizaron su candidatura. Alegaron que Gutiérrez descuidaba demasiado las relaciones con sus pares por mantenerse cerca del líder.
La gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. Foto: Archivo
La duda, en el entorno de la gobernadora es la misma de siempre: si pueden confiar en Massa para garantizarse la aprobación de leyes, más allá de que la Legislatura se prepara para entrar en el coma inducido por el año electoral. Pero nada peor que una ley antipática aprobada por la espalda y en medio de la campaña.
Por eso, la tropa de Vidal exploró en las últimas semanas un plan «defensivo» por si el acuerdo con Massa estalla por los aires: la unificación de dos de los tres fragmentos en los que se dividió el kirchnerismo. La apuesta de Pro requería que los intendentes del grupo Esmeralda y un tapado, Florencio Randazzo, se convirtieran en ordenadores de un sector del PJ.
La intención de Pro era que el bloque de 13 diputados del FPV-PJ, que preside Walter Abarca pero recibe influencias de los intendentes del grupo Esmeralda, el matancero Fernando Espinoza, Randazzo y Julián Domínguez, se acercara a los seis miembros del Peronismo para la Victoria, que tiene como referentes a Fernando Navarro (Movimiento Evita) y a Horacio González, ex titular de la Cámara: dos viejos zorros que saben que la mejor jugada, a veces, es esperar. En paralelo, Abarca, cercano a Julián Domínguez, pero también a Máximo Kirchner, intentó un puente con el bloque del FPV, el más numeroso y con mayoría de La Cámpora.
Ninguno de los intentos habría prosperado, aunque podrían generarse pases en los próximos días.
Por eso, por falta de opciones y pese a la desconfianza, Vidal y Massa se encaminarían a revivir por un año más el acuerdo legislativo que entró en un punto muerto hace dos semanas, durante el forcejeo por las leyes de blanqueo y paridad de género.
El consuelo de Vidal es que la Legislatura ya le dio este año las leyes esenciales para su gobierno, encabezadas por el paquete emergencias. El de Massa, que la estructura de cargos en la Legislatura le aporta un sostén económico a su fuerza.
Vidal, su ministro de Gobierno, Federico Salvai, y Massa hablan mucho más seguido de lo que se sabe, como dijo esta semana Margarita Stolbizer. Pero más de una vez la fragilidad de ese entendimiento se sostuvo por la palabra de Sarghini.
Todo se desmoronó en los últimos meses. El economista se dijo «traicionado» por Pro en dos oportunidades: cuando el oficialismo intentó demorar la ley que puso fin a las reelecciones indefinidas y cuando Vidal vetó la ley (votada por unanimidad) que postergaba el pago de una deuda millonaria de Chascomús, municipio gobernador por el massismo.
La tropa de Vidal, por su parte, reprueba que Sarghini no haya frenado a la mujer de Massa, Malena Galmarini, y su proyecto para la paridad de género. Un texto que genera resistencias en Pro, la UCR y la Coalición Cívica, pero también en el massismo.
La paridad de género será ley este martes. A partir de allí, y para volver a tensionar el pacto con el massismo hasta el tratamiento del presupuesto, la Cámara baja hibernará.
Finalizó el retiro en Chapadmalal
La gobernadora María Eugenia Vidal y sus ministros cerraron ayer su «retiro» de dos días en Chapadmalal, por el que pasó el jefe de Gabinete de la Nación, Marcos Peña «Es un espacio de coordinación para mejorar el trabajo en equipo, realizar un diagnóstico del gobierno y planificar el futuro», señaló el secretario de Comunicación provincial, Federico Suárez. «Si bien hay reuniones de gabinete cada semana, este espacio nos permite dedicar mucha más horas e intensidad en la atención compartida de los ministros a cada área de gestión», completó
Si llegan con los tiempos, el gobierno de María Eugenia Vidal presentará esta semana su proyecto de presupuesto 2017 en la Legislatura bonaerense. Lo introducirá en el Senado y explicará esa opción porque las Cámaras suelen alternarse cada año para recibir la ley de leyes, ya que el debate más duro se da siempre en la primera. Algo que es cierto, pero no completo: el presidente de la Cámara de Diputados, el massista Jorge Sarghini, le avisó a Vidal que no quería hacerse cargo de ese debate. Que su relación con el oficialismo está rota. Sarghini tiene todo listo para dejar su silla en diciembre.
Su reemplazante será Manuel Mosca, actual vicepresidente de la Cámara baja y portavoz de Vidal en el recinto. La duda es quién ocupará en 2017 la vicepresidencia: por el acuerdo que Vidal y Sergio Massa cerraron el año pasado, se esperaba que Sarghini y Mosca intercambiaran roles. Pero, ante la negativa del ex ministro de Economía provincial, Massa ya tiene un sustituto: el diputado Ramiro Gutiérrez, especialista en temas de seguridad.
En Pro conocen y avalan la elección: saben que Gutiérrez tiene línea directa con Massa, lo que en el pasado le jugó en contra cuando el tigrense lo quiso ubicar como jefe de su bancada: sus compañeros de bloque canibalizaron su candidatura. Alegaron que Gutiérrez descuidaba demasiado las relaciones con sus pares por mantenerse cerca del líder.
La gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. Foto: Archivo
La duda, en el entorno de la gobernadora es la misma de siempre: si pueden confiar en Massa para garantizarse la aprobación de leyes, más allá de que la Legislatura se prepara para entrar en el coma inducido por el año electoral. Pero nada peor que una ley antipática aprobada por la espalda y en medio de la campaña.
Por eso, la tropa de Vidal exploró en las últimas semanas un plan «defensivo» por si el acuerdo con Massa estalla por los aires: la unificación de dos de los tres fragmentos en los que se dividió el kirchnerismo. La apuesta de Pro requería que los intendentes del grupo Esmeralda y un tapado, Florencio Randazzo, se convirtieran en ordenadores de un sector del PJ.
La intención de Pro era que el bloque de 13 diputados del FPV-PJ, que preside Walter Abarca pero recibe influencias de los intendentes del grupo Esmeralda, el matancero Fernando Espinoza, Randazzo y Julián Domínguez, se acercara a los seis miembros del Peronismo para la Victoria, que tiene como referentes a Fernando Navarro (Movimiento Evita) y a Horacio González, ex titular de la Cámara: dos viejos zorros que saben que la mejor jugada, a veces, es esperar. En paralelo, Abarca, cercano a Julián Domínguez, pero también a Máximo Kirchner, intentó un puente con el bloque del FPV, el más numeroso y con mayoría de La Cámpora.
Ninguno de los intentos habría prosperado, aunque podrían generarse pases en los próximos días.
Por eso, por falta de opciones y pese a la desconfianza, Vidal y Massa se encaminarían a revivir por un año más el acuerdo legislativo que entró en un punto muerto hace dos semanas, durante el forcejeo por las leyes de blanqueo y paridad de género.
El consuelo de Vidal es que la Legislatura ya le dio este año las leyes esenciales para su gobierno, encabezadas por el paquete emergencias. El de Massa, que la estructura de cargos en la Legislatura le aporta un sostén económico a su fuerza.
Vidal, su ministro de Gobierno, Federico Salvai, y Massa hablan mucho más seguido de lo que se sabe, como dijo esta semana Margarita Stolbizer. Pero más de una vez la fragilidad de ese entendimiento se sostuvo por la palabra de Sarghini.
Todo se desmoronó en los últimos meses. El economista se dijo «traicionado» por Pro en dos oportunidades: cuando el oficialismo intentó demorar la ley que puso fin a las reelecciones indefinidas y cuando Vidal vetó la ley (votada por unanimidad) que postergaba el pago de una deuda millonaria de Chascomús, municipio gobernador por el massismo.
La tropa de Vidal, por su parte, reprueba que Sarghini no haya frenado a la mujer de Massa, Malena Galmarini, y su proyecto para la paridad de género. Un texto que genera resistencias en Pro, la UCR y la Coalición Cívica, pero también en el massismo.
La paridad de género será ley este martes. A partir de allí, y para volver a tensionar el pacto con el massismo hasta el tratamiento del presupuesto, la Cámara baja hibernará.
Finalizó el retiro en Chapadmalal
La gobernadora María Eugenia Vidal y sus ministros cerraron ayer su «retiro» de dos días en Chapadmalal, por el que pasó el jefe de Gabinete de la Nación, Marcos Peña «Es un espacio de coordinación para mejorar el trabajo en equipo, realizar un diagnóstico del gobierno y planificar el futuro», señaló el secretario de Comunicación provincial, Federico Suárez. «Si bien hay reuniones de gabinete cada semana, este espacio nos permite dedicar mucha más horas e intensidad en la atención compartida de los ministros a cada área de gestión», completó