Estudioso de los procesos sociales y económicos en Latinoamérica, el economista Mark Weisbrot dirige un centro de estudios en Washington desde donde sigue de cerca los procesos económicos y sociales en América Latina, particularmente en la Argentina. «Parece claro que a una gran cantidad de opositores al actual gobierno, incluyendo en este grupo a buena parte de los medios de comunicación, le gustaría ver una crisis en la balanza de pagos», aseguró en diálogo con Tiempo Argentino.
–Si bien en las últimas semanas se apaciguó, la brecha en el mercado cambiario entre el dólar oficial y el ilegal alcanzó un pico cercano al ciento por ciento durante este trimestre. Desde el Poder Ejecutivo advirtieron de un «golpe de mercado» dirigido por ciertos sectores del establishment local y de los medios de comunicación que se beneficiarían con una devaluación. ¿Cuál es su percepción al respecto?
–Bueno, parece claro que a una gran cantidad de opositores al actual gobierno, incluyendo en este grupo a buena parte de los medios de comunicación, les gustaría ver una crisis en la balanza de pagos. Estas personas están sin duda promoviendo una imagen muy exagerada de la actual situación económica y fiscal, casi como si se estuviera en 2001. En cierto sentido es como una corrida bancaria: incluso cuando una entidad bancaria se encuentra sana y solvente, si suficientes personas pueden ser convencidas de que vayan a retirar sus depósitos, el banco finalmente va a terminar por colapsar. Así que quieren convencer a la gente de que deben dejar el peso, ya que este perderá su valor. Hay que tener en cuenta que el gobierno, a diferencia de un banco individual, tiene reservas suficientes para mantener la estabilidad del tipo de cambio, por lo que no habrá una crisis de la balanza de pagos o una espiral de «inflación-devaluación», tal como se ha visto en el pasado.
–Se promulgó recientemente una amnistía fiscal con el objetivo de canalizar fondos que están fuera de la economía registrada e incluso en el exterior sin declarar ante las autoridades, hacia el sector energético y la construcción y el inmobiliario. ¿Considera que este tipo de iniciativas pueden resultar positivas para las necesidades del país?
–Las amnistías fiscales suelen ser útiles bajo algunas circunstancias, en el sentido de que permiten introducir en el país una cantidad de capitales que de otro modo no regresarían. Por caso, Estados Unidos ha tenido algún éxito en el pasado en lo que respecta a estimular los ingresos públicos con este tipo de medidas.
–Por estos días está vigente un acuerdo implementado entre el gobierno y los supermercados para estabilizar los precios de 500 productos con el objetivo de contener la suba de precios. ¿Cuál es su opinión acerca de los acuerdos de precios en general, y para Argentina en particular?
–En términos históricos, las «políticas de ingresos» –controles de precios y salarios– han tenido resultados dispares, en algunos casos han funcionado, en otros no han tenido éxitos. Por supuesto, la mayor parte de la última década la inflación fue bien contenida en la Argentina. El gobierno no quiere utilizar el enfoque neoliberal tradicional para enfrentar la inflación, lo que no haría más que arrojar a la economía a la recesión para reducir la suba de precio (y disminuir las importaciones). Bajo estas ideas y en este camino, el gobierno utiliza las políticas fiscal y monetaria para reducir la economía y crear una tasa de desempleo suficiente como para forzar la baja de los salarios reales. Tengamos en cuenta que antes de las últimas dos recesiones en los Estados Unidos, la mayoría de las recesiones posteriores a la Segunda Guerra Mundial fueron causadas por el Banco Central haciendo exactamente esto para intentar reducir la inflación. Por lo tanto, el gobierno argentino está en lo correcto al tratar de buscar otras soluciones.
–Existe un discurso bastante consolidado entre los economistas del establishment local que ubica a la emisión monetaria como la causa principal de la aceleración de la inflación. ¿Cómo se da este debate en los Estados Unidos?
–No tiene demasiado de debate. Personalmente, no creo que la mayor parte de los economistas profesionales piense que la inflación proviene de la creación de dinero. Por ejemplo, la Reserva Federal de los Estados Unidos generó más de 2,3 billones de dólares, y continúa con la creación de dinero. Sin embargo, la inflación del año pasado fue del 1,1 por ciento.
–La propuesta efectuada a los fondos buitre ante la justicia de Nueva York mantiene condiciones de pago similares a los bonistas que entraron en el canje de deuda de 2010. ¿Cuál puede ser la evaluación del tribunal estadounidense sobre la oferta?
–La oferta es razonable, y la legislación argentina prohíbe una oferta a los fondos buitre en mejores términos con respecto a aquellos tenedores de bonos que aceptaron la reestructuración de deuda. No está claro qué es lo que va a decidir la Corte de los Estados Unidos, pero en cualquier caso el gobierno argentino podrá seguir pagando al resto de los acreedores sin ceder a los fondos buitres.
–Usted ha escrito recientemente acerca de la necesidad de establecer «un impuesto a la especulación financiera» y sobre el poder de lobby de Wall Street para frenarlo…
–El lobby de Wall Street en todo Estados Unidos es muy potente, sin duda más poderoso que el tabaco y probablemente incluso más que las armas. Por lo tanto pueden bloquear el impuesto a la especulación financiera, por ahora. Sin embargo, esta iniciativa está avanzando en Europa y finalmente llegará a los Estados Unidos. «
Un asiduo colaborador
Mark Weisbrot es codirector del Centro para la Investigación Económica y Política, un think tank con sede en Washington, Estados Unidos, de perspectiva heterodoxa.
Es autor de una gran cantidad de investigaciones sobre política económica, principalmente enfocadas en América Latina.
Entre sus variadas participaciones periodísticas, cuenta con una columna semanal en el diario inglés The Guardian. Además, ha publicado artículos de opinión en los principales diarios estadounidenses, incluidos el The New York Times y el Washington Post.
El año pasado participó, junto con el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, de la presentación del libro El default de 2001 de la Argentina: mitos y realidades, en la Embajada de Argentina en Washington, publicación que buscó contrarrestar el lobby de los fondos buitre contra el país.
–Si bien en las últimas semanas se apaciguó, la brecha en el mercado cambiario entre el dólar oficial y el ilegal alcanzó un pico cercano al ciento por ciento durante este trimestre. Desde el Poder Ejecutivo advirtieron de un «golpe de mercado» dirigido por ciertos sectores del establishment local y de los medios de comunicación que se beneficiarían con una devaluación. ¿Cuál es su percepción al respecto?
–Bueno, parece claro que a una gran cantidad de opositores al actual gobierno, incluyendo en este grupo a buena parte de los medios de comunicación, les gustaría ver una crisis en la balanza de pagos. Estas personas están sin duda promoviendo una imagen muy exagerada de la actual situación económica y fiscal, casi como si se estuviera en 2001. En cierto sentido es como una corrida bancaria: incluso cuando una entidad bancaria se encuentra sana y solvente, si suficientes personas pueden ser convencidas de que vayan a retirar sus depósitos, el banco finalmente va a terminar por colapsar. Así que quieren convencer a la gente de que deben dejar el peso, ya que este perderá su valor. Hay que tener en cuenta que el gobierno, a diferencia de un banco individual, tiene reservas suficientes para mantener la estabilidad del tipo de cambio, por lo que no habrá una crisis de la balanza de pagos o una espiral de «inflación-devaluación», tal como se ha visto en el pasado.
–Se promulgó recientemente una amnistía fiscal con el objetivo de canalizar fondos que están fuera de la economía registrada e incluso en el exterior sin declarar ante las autoridades, hacia el sector energético y la construcción y el inmobiliario. ¿Considera que este tipo de iniciativas pueden resultar positivas para las necesidades del país?
–Las amnistías fiscales suelen ser útiles bajo algunas circunstancias, en el sentido de que permiten introducir en el país una cantidad de capitales que de otro modo no regresarían. Por caso, Estados Unidos ha tenido algún éxito en el pasado en lo que respecta a estimular los ingresos públicos con este tipo de medidas.
–Por estos días está vigente un acuerdo implementado entre el gobierno y los supermercados para estabilizar los precios de 500 productos con el objetivo de contener la suba de precios. ¿Cuál es su opinión acerca de los acuerdos de precios en general, y para Argentina en particular?
–En términos históricos, las «políticas de ingresos» –controles de precios y salarios– han tenido resultados dispares, en algunos casos han funcionado, en otros no han tenido éxitos. Por supuesto, la mayor parte de la última década la inflación fue bien contenida en la Argentina. El gobierno no quiere utilizar el enfoque neoliberal tradicional para enfrentar la inflación, lo que no haría más que arrojar a la economía a la recesión para reducir la suba de precio (y disminuir las importaciones). Bajo estas ideas y en este camino, el gobierno utiliza las políticas fiscal y monetaria para reducir la economía y crear una tasa de desempleo suficiente como para forzar la baja de los salarios reales. Tengamos en cuenta que antes de las últimas dos recesiones en los Estados Unidos, la mayoría de las recesiones posteriores a la Segunda Guerra Mundial fueron causadas por el Banco Central haciendo exactamente esto para intentar reducir la inflación. Por lo tanto, el gobierno argentino está en lo correcto al tratar de buscar otras soluciones.
–Existe un discurso bastante consolidado entre los economistas del establishment local que ubica a la emisión monetaria como la causa principal de la aceleración de la inflación. ¿Cómo se da este debate en los Estados Unidos?
–No tiene demasiado de debate. Personalmente, no creo que la mayor parte de los economistas profesionales piense que la inflación proviene de la creación de dinero. Por ejemplo, la Reserva Federal de los Estados Unidos generó más de 2,3 billones de dólares, y continúa con la creación de dinero. Sin embargo, la inflación del año pasado fue del 1,1 por ciento.
–La propuesta efectuada a los fondos buitre ante la justicia de Nueva York mantiene condiciones de pago similares a los bonistas que entraron en el canje de deuda de 2010. ¿Cuál puede ser la evaluación del tribunal estadounidense sobre la oferta?
–La oferta es razonable, y la legislación argentina prohíbe una oferta a los fondos buitre en mejores términos con respecto a aquellos tenedores de bonos que aceptaron la reestructuración de deuda. No está claro qué es lo que va a decidir la Corte de los Estados Unidos, pero en cualquier caso el gobierno argentino podrá seguir pagando al resto de los acreedores sin ceder a los fondos buitres.
–Usted ha escrito recientemente acerca de la necesidad de establecer «un impuesto a la especulación financiera» y sobre el poder de lobby de Wall Street para frenarlo…
–El lobby de Wall Street en todo Estados Unidos es muy potente, sin duda más poderoso que el tabaco y probablemente incluso más que las armas. Por lo tanto pueden bloquear el impuesto a la especulación financiera, por ahora. Sin embargo, esta iniciativa está avanzando en Europa y finalmente llegará a los Estados Unidos. «
Un asiduo colaborador
Mark Weisbrot es codirector del Centro para la Investigación Económica y Política, un think tank con sede en Washington, Estados Unidos, de perspectiva heterodoxa.
Es autor de una gran cantidad de investigaciones sobre política económica, principalmente enfocadas en América Latina.
Entre sus variadas participaciones periodísticas, cuenta con una columna semanal en el diario inglés The Guardian. Además, ha publicado artículos de opinión en los principales diarios estadounidenses, incluidos el The New York Times y el Washington Post.
El año pasado participó, junto con el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, de la presentación del libro El default de 2001 de la Argentina: mitos y realidades, en la Embajada de Argentina en Washington, publicación que buscó contrarrestar el lobby de los fondos buitre contra el país.