Eva Luna Lillo estaba protegiéndose de los gases en el hall de un edificio sobre Avenida de Mayo junto a otros compañeros que se habían movilizado contra el ajuste previsional. Fue detenida, precintada y pateada. Al dolor y la impotencia se le suma el miedo.
Eva Luna Lillo tiene 26 años y forma parte del Proyecto Comunidad. El lunes 18 se movilizaron para protestar contra el ajuste previsional. Estaba, junto a sus compañeros, en la esquina de Sáenz Peña y Avenida de Mayo, cuando comenzó la represión. Pocos minutos después empezaría un violento periplo que culminó en la comisaría de la Policía de la Ciudad de la Comuna 15 y que luego se extendería en la Justicia, donde el juez Sergio Torres la imputó por “atentado, resistencia a la autoridad e intimidación pública” y por los medios afines al Gobierno de Cambiemos, que la señalaron como una de las “agresoras del Congreso”.
Sin embargo, un video aportado a la causa muestra cómo fueron los hechos y la arbitraria detención no sólo de Eva, sino de otros siete trabajadores del Proyecto Comunidad, que se encontraban registrando los incidentes. Estaban en el hall de un edificio sobre Avenida de Mayo protegiendo, además, a otros manifestantes, algunos menores de edad.
En diálogo con PáginaI12, Eva Luna reveló que la represión no sólo se produjo con policías desde la calle, sino que caían gases lacrimógenos desde algunos edificios.
–¿Cómo fue el momento en que comenzó a avanzar la policía?
–Estábamos en la plaza de los Dos Congresos, del lado de atrás. En el momento que empezaron a gasear, retrocedemos. Tiraban desde arriba de los edificios. Entonces se produjo una estampida. Se hizo un embudo y fue desesperante. No podíamos respirar ni ver, había gente que caía al piso y que gritaba. Me perdí de mis compañeros, y los volví a encontrar en la esquina de Santiago del Estero. En ese momento escuchamos estruendos de bala, venían motos de la policía por la vereda y nos resguardamos en el hall de un edificio. Había gente joven, señoras grandes. De la vereda de enfrente, llegaron más policías. Entonces los que estábamos adelante nos tomamos de los brazos haciendo un cordón, en forma pacífica.
–¿En ese momento se produjeron las detenciones?
–Cuando llegaron 20 policías más pero ya de a pie, pasaron por adelante nuestro y uno desde una moto nos señala. Se nos acercan y entonces nosotros les preguntamos por dónde podíamos salir. Ahí nos dijeron “por allá, por allá”, pero enseguida nos empezaron a pegar. Veo a un compañero en posición fetal, tirado en el piso, y le estaban pegando. Pensé que lo iban a matar y traté de interceder. Les grité que no, entonces me agarran y me tiran al piso, me pisan las dos piernas y me doblan los brazos para precintarme. Un policía me dijo: “Yegua, ahora vas a ver lo que es el rigor”.
Cuando se la llevaban, Eva les exigía a los gritos que le explicaran el motivo y también que se identificaran, ya que carecían de placa a la vista. “En eso me ve una compañera, Lorena Sfeir, quien les muestra su credencial de abogada y pregunta adónde me llevaban. En vez de contestarle, la tiraron al piso, la precintaron y la detuvieron”, relata.
–¿Ahí se dio cuenta de que no tenía aire?
–Sí. No podía respirar, me habían puesto una rodilla en el cuello y estaba ahogada. Me llevaron a una carpa sanitaria, con médicos, que estaba cerca del Congreso. Me hicieron un masaje en el pecho y pedí que me sacaran el precinto. Los médicos me cortaron con la navaja con la que sacaron el precinto y después me lo volvieron a poner para trasladarme.
–¿Adónde la llevaron?
–Me llevaron a la comisaría de la Comuna 15. En la comisaría fue todo más a o menos regular, pero me preguntaron si estaba afiliada a algún partido político. Les dije que no y me pidieron que no mintiera porque me podían buscar en una base. Cuando me fueron a leer mis derechos, pregunté por qué estaba detenida y me respondieron que era porque estaba en un lugar donde no podía estar. Es insólito.
–¿Cuándo la liberaron?
–A la una de la mañana del martes. Pude ver a mi papá y a un abogado, y después de unas horas pude salir. Éramos como nueve en la comisaría, algunos habían sido detenidos en un quiosco, otro chico tenía un balazo de goma en la pierna y sangraba.
–¿Qué le generó que en los programas de Fantino y Feinmann publicaran su nombre y foto como supuesta instigadora de los incidentes?
–Indignación total. Y miedo. Porque la foto que estaba ahí, es la foto de mi DNI que me saqué en agosto.
Eva Luna Lillo tiene 26 años y forma parte del Proyecto Comunidad. El lunes 18 se movilizaron para protestar contra el ajuste previsional. Estaba, junto a sus compañeros, en la esquina de Sáenz Peña y Avenida de Mayo, cuando comenzó la represión. Pocos minutos después empezaría un violento periplo que culminó en la comisaría de la Policía de la Ciudad de la Comuna 15 y que luego se extendería en la Justicia, donde el juez Sergio Torres la imputó por “atentado, resistencia a la autoridad e intimidación pública” y por los medios afines al Gobierno de Cambiemos, que la señalaron como una de las “agresoras del Congreso”.
Sin embargo, un video aportado a la causa muestra cómo fueron los hechos y la arbitraria detención no sólo de Eva, sino de otros siete trabajadores del Proyecto Comunidad, que se encontraban registrando los incidentes. Estaban en el hall de un edificio sobre Avenida de Mayo protegiendo, además, a otros manifestantes, algunos menores de edad.
En diálogo con PáginaI12, Eva Luna reveló que la represión no sólo se produjo con policías desde la calle, sino que caían gases lacrimógenos desde algunos edificios.
–¿Cómo fue el momento en que comenzó a avanzar la policía?
–Estábamos en la plaza de los Dos Congresos, del lado de atrás. En el momento que empezaron a gasear, retrocedemos. Tiraban desde arriba de los edificios. Entonces se produjo una estampida. Se hizo un embudo y fue desesperante. No podíamos respirar ni ver, había gente que caía al piso y que gritaba. Me perdí de mis compañeros, y los volví a encontrar en la esquina de Santiago del Estero. En ese momento escuchamos estruendos de bala, venían motos de la policía por la vereda y nos resguardamos en el hall de un edificio. Había gente joven, señoras grandes. De la vereda de enfrente, llegaron más policías. Entonces los que estábamos adelante nos tomamos de los brazos haciendo un cordón, en forma pacífica.
–¿En ese momento se produjeron las detenciones?
–Cuando llegaron 20 policías más pero ya de a pie, pasaron por adelante nuestro y uno desde una moto nos señala. Se nos acercan y entonces nosotros les preguntamos por dónde podíamos salir. Ahí nos dijeron “por allá, por allá”, pero enseguida nos empezaron a pegar. Veo a un compañero en posición fetal, tirado en el piso, y le estaban pegando. Pensé que lo iban a matar y traté de interceder. Les grité que no, entonces me agarran y me tiran al piso, me pisan las dos piernas y me doblan los brazos para precintarme. Un policía me dijo: “Yegua, ahora vas a ver lo que es el rigor”.
Cuando se la llevaban, Eva les exigía a los gritos que le explicaran el motivo y también que se identificaran, ya que carecían de placa a la vista. “En eso me ve una compañera, Lorena Sfeir, quien les muestra su credencial de abogada y pregunta adónde me llevaban. En vez de contestarle, la tiraron al piso, la precintaron y la detuvieron”, relata.
–¿Ahí se dio cuenta de que no tenía aire?
–Sí. No podía respirar, me habían puesto una rodilla en el cuello y estaba ahogada. Me llevaron a una carpa sanitaria, con médicos, que estaba cerca del Congreso. Me hicieron un masaje en el pecho y pedí que me sacaran el precinto. Los médicos me cortaron con la navaja con la que sacaron el precinto y después me lo volvieron a poner para trasladarme.
–¿Adónde la llevaron?
–Me llevaron a la comisaría de la Comuna 15. En la comisaría fue todo más a o menos regular, pero me preguntaron si estaba afiliada a algún partido político. Les dije que no y me pidieron que no mintiera porque me podían buscar en una base. Cuando me fueron a leer mis derechos, pregunté por qué estaba detenida y me respondieron que era porque estaba en un lugar donde no podía estar. Es insólito.
–¿Cuándo la liberaron?
–A la una de la mañana del martes. Pude ver a mi papá y a un abogado, y después de unas horas pude salir. Éramos como nueve en la comisaría, algunos habían sido detenidos en un quiosco, otro chico tenía un balazo de goma en la pierna y sangraba.
–¿Qué le generó que en los programas de Fantino y Feinmann publicaran su nombre y foto como supuesta instigadora de los incidentes?
–Indignación total. Y miedo. Porque la foto que estaba ahí, es la foto de mi DNI que me saqué en agosto.