No vienen por Cristina, vienen por todos nosotros.» La advertencia del secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, sorprendió por su crudeza, por su capacidad de síntesis para explicitar las tensiones del presente. «Si algún trabajador cree que estando fuera Cristina va a mejorar sus condiciones de vida, quiero advertirle que se equivoca. No es así, vienen por la igualdad, vienen por la ampliación de derechos. Y sólo los puede parar un gobierno que los detenga con el pueblo, que se pare junto al pueblo y haga todo por los más humildes», subrayó Zannini. Fue ayer en la presentación del ciclo de conferencias Debates y Combates, que organiza la secretaría de Cultura y dirige el politólogo Ernesto Laclau. En la apertura, realizada en uno de los pabellones de Tecnópolis, hablaron el propio Laclau y el secretario Jorge Coscia. Reconocido como uno de los ideólogos del oficialismo, Zannini dedicó su exposición a explicar «la batalla de tipo político y cultural» que se está viviendo en el país con el objeto de aplicar plenamente la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
«El Grupo Clarín tiene un plazo para empezar a cumplir la ley y adecuarse a una norma que se ha dictado a partir de una demanda social, no desde una oficina pública, con mayorías abrumadoras en el Congreso, pero prefiere tratar de voltear un gobierno antes que cumplir con la legislación», señaló Zannini. Tras reconocerse como «un producto de la escuela y la universidad públicas» (es graduado en Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba), el secretario legal y técnico aseguró que la puja para que Clarín se adecúe al nuevo tope de multiplicidad de licencias es, en última instancia, una batalla por la credibilidad.
«Ayer (por el acto del miércoles en la Casa Rosada), la presidenta diferenció al resto de los medios, que tienen 250 licencias, de Clarín, que es titular de otras 250 licencias. Y sin embargo, Clarín al día siguiente tituló ‘ataque de Cristina a los medios’. Nosotros, los funcionarios de este gobierno, sabemos que lo más probable es que nuestras intervenciones serán ignoradas por Clarín, seguro descontextualizadas, cuando no van directamente a mentir. Está claro que la credibilidad de ellos depende de que no se crea en el gobierno. Son el más importante grupo de medios y se resisten a cumplir la ley con diversas estrategias. En general tratando de potenciar cualquier demanda en contra del gobierno», fue el diagnóstico de Zannini. «Esta gente es partidaria de sabotear gobiernos populares. Sí, es así, y hay que estar preparado para ello», agregó.
El secretario legal y técnico fue precedido por Coscia, quien advirtió sobre el riesgo de que en la Argentina surja un «populismo cruel y de derecha» impulsado por los sectores conservadores, que con los cacerolazos expresan en las calles «las demandas de un grupo mediático» y promueven «consignas racistas, reaccionarias, ofensas e insultos». Citando conceptos de la teoría sobre el populismo de Laclau, Coscia aseguró que «el vector que organice las demandas convergentes» de los sectores sociales enemistados con el kirchnerismo puede ser encarnado por una derecha con ánimos de restauración. «Está batalla es cultural, se da en las cabezas, en el territorio colonizado de la subjetividad. Y tiene un fuerte componente de violencia verbal», planteó el secretario de Cultura. Luego citó como ejemplo la Marcha de la Constitución y la Libertad, de septiembre de 1946, que juntó 200 mil personas entre Congreso y Recoleta. Aquella movilización fue convocada por la UCR, el Partido Socialista, los demócratas progresistas, los conservadores y el rector de la UBA. «El programa de los que convocaron a la marcha, si uno lo lee hoy, no parece tan distante de lo que pensamos nosotros. El problema es quién terminó capitalizando y sintetizando esas múltiples demandas convergentes, y fue la embajada estadounidense con Spruille Braden a la cabeza», sentenció. «
«El Grupo Clarín tiene un plazo para empezar a cumplir la ley y adecuarse a una norma que se ha dictado a partir de una demanda social, no desde una oficina pública, con mayorías abrumadoras en el Congreso, pero prefiere tratar de voltear un gobierno antes que cumplir con la legislación», señaló Zannini. Tras reconocerse como «un producto de la escuela y la universidad públicas» (es graduado en Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba), el secretario legal y técnico aseguró que la puja para que Clarín se adecúe al nuevo tope de multiplicidad de licencias es, en última instancia, una batalla por la credibilidad.
«Ayer (por el acto del miércoles en la Casa Rosada), la presidenta diferenció al resto de los medios, que tienen 250 licencias, de Clarín, que es titular de otras 250 licencias. Y sin embargo, Clarín al día siguiente tituló ‘ataque de Cristina a los medios’. Nosotros, los funcionarios de este gobierno, sabemos que lo más probable es que nuestras intervenciones serán ignoradas por Clarín, seguro descontextualizadas, cuando no van directamente a mentir. Está claro que la credibilidad de ellos depende de que no se crea en el gobierno. Son el más importante grupo de medios y se resisten a cumplir la ley con diversas estrategias. En general tratando de potenciar cualquier demanda en contra del gobierno», fue el diagnóstico de Zannini. «Esta gente es partidaria de sabotear gobiernos populares. Sí, es así, y hay que estar preparado para ello», agregó.
El secretario legal y técnico fue precedido por Coscia, quien advirtió sobre el riesgo de que en la Argentina surja un «populismo cruel y de derecha» impulsado por los sectores conservadores, que con los cacerolazos expresan en las calles «las demandas de un grupo mediático» y promueven «consignas racistas, reaccionarias, ofensas e insultos». Citando conceptos de la teoría sobre el populismo de Laclau, Coscia aseguró que «el vector que organice las demandas convergentes» de los sectores sociales enemistados con el kirchnerismo puede ser encarnado por una derecha con ánimos de restauración. «Está batalla es cultural, se da en las cabezas, en el territorio colonizado de la subjetividad. Y tiene un fuerte componente de violencia verbal», planteó el secretario de Cultura. Luego citó como ejemplo la Marcha de la Constitución y la Libertad, de septiembre de 1946, que juntó 200 mil personas entre Congreso y Recoleta. Aquella movilización fue convocada por la UCR, el Partido Socialista, los demócratas progresistas, los conservadores y el rector de la UBA. «El programa de los que convocaron a la marcha, si uno lo lee hoy, no parece tan distante de lo que pensamos nosotros. El problema es quién terminó capitalizando y sintetizando esas múltiples demandas convergentes, y fue la embajada estadounidense con Spruille Braden a la cabeza», sentenció. «