Padre Carlos Mugica. Fuente: www.elortiba.org
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Ya entrada la década del 70, Mugica toma una postura abiertamente crítica hacia Montoneros, marcando un creciente distanciamiento con su cúpula dirigente. El 7 de diciembre de 1973, el padre Carlos Mugica expresó públicamente al respecto:
«Como dice la Biblia, hay que dejar las armas para empuñar los arados.»
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Mugica esta muerto, mientras Firmenich da clases en una universidad en Europa.
Además de su tarea pastoral en la entonces llamada Villa del Puerto que entonces ocupaba los terrenos linderos al ferrocarril que rodeaban el edificio de depósito del Correo, en la década del 60 Mugica era asesor espiritual de la Juventud Estudiantil Católica del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Juventud Universitaria Católica de la Facultad de Medicina. En 1964 la JEC del Buenos Aires tomó fuerza con el ingreso de Carlos Gustavo Ramus, que llegó a ser su Presidente, incorporando a Mario Eduardo Firmenich entre otros. Años más tarde, bajo la dirección de Fernando Abal Medina, éstos fundarían la célula primigenia de la organización armada Montoneros. A su vez integraron a compañeros de lo que luego sería la promoción 1967, como el «Tala» Ventura y Miguel Talento, que ya en la Universidad conducirían la Juventud Universitaria Peronista, rama universitaria de la Tendencia Revolucionaria de la Juventud Peronista, y la conducción de Montoneros.
Carlos Mugica en 1970.
Mugica formó a esos jóvenes en la cosmovisión de Pierre Teilhard de Chardin y en la doctrina del compromiso con el mundo de Emmanuel Mounier, Yves Congar y Michel Quoist, teólogos de cabecera de las nuevas generaciones. Fiel a su concepción evangélica, Mugica jamás apoyó la lucha armada y siempre sostuvo arduas discusiones sobre ese punto con los jóvenes que orientaba. A diferencia de otros sacerdotes tercermundistas que dejaron la sotana por aquellos años y esbozaron una justificación teológica de la violencia revolucionaria pretendiendo asimilarla a un fenómeno natural e inevitable,
Mugica quedó como una de las pocas voces que no se sumaron al coro de la guerrilla, entre ellos, el padre Carbone, asesor nacional de la JEC.
Fuente: Wikipedia
Gracias querido Carlos. Que en tu memoria se juzguen los asesinatos de Trelew. Para que los asesinos sepan que aunque pasen 40 años no podrán descansar. Que tarde o temprano pagarán por sus crimenes. Gracias por haber existido, mi querido Carlos.