Bicentenarios

Como en cualquier país y cualquier sociedad, no “todos” tienen las ganas ni la capacidad ni la posibilidad de discutir ciertos temas: por ejemplo, los avances en las neurociencias, la legitimidad científica de la semiótica o las corrientes historiográficas.

Hay una minoría entre minorías que, en cambio, sí discute estas cosas.

El bicentenario, entonces, no puede ser objeto de discusión masiva. Sí, quizás, obtenga masividad en ese algo que compartimos como Nación. Además de pasiones futbolísticas, comerciales, culturales, linguísticas, sociales, hay algo, un piso común que es todo eso y un poco más, que compartimos grandes mayorías y que nos hace Nación. Si se quiere, un lenguaje común para lograr el meritorio modo de estar en desacuerdo.

A diferencia del primer centenario, la clase dirigente en el segundo centenario no está compacta, unificada y en pie de unidad en pos de un adversario común. En el caso del primer centenario, el adversario común era lo que el populismo crea como pueblo. Ciertamente, quedaba feo para los galeritas decir que diputados, senadores, presidentes y cuñados de presidentes, estaban juntos a jueces, empresarios bosteros y embajadores para frenar el avance del pueblo. Así que se imaginaban, como hacen los populistas, que el pueblo venía a ser otra cosa. Ponele, el segundo Martín Fierro. Ese de la vuelta. Manso y tranquilo como Piero cuando se la vio venir.

En esos años –no, quizás, exactamente 1910- podía un señor bien como Manuel Gálvez escupir el asado hablando bien de Rosas, o surgir el Instituto de revisionismo que pregonaba Pepe Rosa, podían joder un poco más los nostálgicos de la Revolución del Parque y no saber dónde meter a los poetas que volvían de sus viajes iniciáticos con ideas ultraístas. Pero, convengamos, todo eso, quedaba entre nosotros. Como una familia con una tía solterona medio loca, un primo mujeriego, un hijo que se hace artista de variedades.

El verdadero adversario, señalado con franqueza en La Hora de la espada de Lugones, eran las masas anacionalizadas, la masa informe de migrantes.

No hay que olvidar que las montoneras estaban bien enterradas, la historia escrita por la derecha era unívoca, y los problemas estructurales que traería la ausencia de industrialización todavía ni ahí que asomaban. Por el contrario, el mundo derrochaba optimismo. Si por “el mundo” se entiende la Exposición Universal de París.

El segundo centenario trae la novedad de que, al lado de milicos algo ridículos (Granaderos que, si fueran a combatir en una guerra de verdad y no contra monjas francesas, deberían atacar por sorpresa: no a paso redoblado, vestidos para ser junados a dos kilómetros y tocando tambores con menos ritmo que la hinchada de Rosario Central) desfilaron obreros de las minas de Río Turbio, peronistas del 45, hijos de la Mona Jiménez, cocineros de Palermo que se disfrazaron de libaneses o peruanos. Un candombe que desfilaba al lado de las citas de rigor de Mariano Moreno y, curiosamente, grandes paneles que incluían al Che Guevara.

Entre la Ley de Residencia y frases del Che Guevara, o mineros, hay un mundo de diferencias.

Una escultura dinámica de las Madres de Plaza de Mayo, unos folletos del gobierno de Entre Ríos elogiando la dictadura. La presencia de presidentes latinoamericanos jerarquizados (que abreva en la puja K versus anti K)

Y, como queda bien decir, siempre y ante cualquier circunstancia, poco debate. Uno puede ser un boludo importante, pero si dice dos cosas, queda bien en cualquier cumpleaños familiar: los argentinos tenemos poca memoria, y falta debate sobre los grandes temas.

En mi nada humilde pero sí desinteresada opinión, los argentinos debatimos los grandes temas y tenemos un prestigio mundial por nuestra política de la memoria.

Pero, bue.

El punto es otro.

El segundo centenario esta vez vino con otro clivaje. No es Mitre y su particular visión de la historia. No. De hecho, en Página 12 y el diario de los Mitre, no se observan las disputas que otrora hubiesen envuelto cualquier 25 de mayo. Más aún: las oligarquías provinciales, que antes fueron dueñas de los diarios “del interior”, están poco preocupadas por reflotar y redefinir la mística de los caudillos federales. Nada de eso. El debate entre estas minorías es sobre el kirchnerismo.

Una escena cargada de historia, sí que asimilando las diferencias entre el cultísimo Borges o Victoria Ocampo y el iletrado sonriente de Mauricio Macri, como fue la inauguración del Colón, ya no con la esposa de Alvear sino con Susana Giménez, no suscitó debates demasiado racistas. Una novedad.

Cuando Perón abrió el Colón a los obreros, mayoritariamente migrantes “del interior”, la oligarquía –y la izquierda- portuaria saltaron de nerviosismo, Martínez Estrada se internó, un poco por hipocondríaco y otro poco por gorilitas, y se olvidaron todos que Roca y Mitre y Sarmiento tenían sus trenes. Los mismos que Scalabrini Ortíz defenestraba.

Los clivajes históricos se cuelan, naturalmente, en los debates presentes.

Y así como Perón llenó de grasitas el Colón, también dejó pagando al revisionismo histórico. A Manuel Gálvez, a Jauretche, al injustamente olvidado gran historiador nacional: Salvador Ferla, al mismo Pepe Rosa.  Mientras Félix  Luna era torturado en una comisaría.

Hoy, también hay mucho de eso. De esas contradicciones en las que la historia, sumergida y abrumada por el presente, se nos suele presentar. Llena de efemérides, como excusas para revivir rencores y ponerle fecha al duelo escondido.

La articulación histórica del kirchnerismo pasa con algo de tibieza –subiendo de temperatura en el último reporte meteorológico – por el 45, con fuerza por el 73 y el 76, y roza apenititas la primavera democrática del 83, para pisar con todo los 90.

Así que es difícil revivir rencores del período de “anarquía” del siglo 19, porque eso implicaría romper el delicado equilibrio de la configuración, tensionada, de nuestro sistema económico, político, cultural y social. Sí.

¿Acaso no hay un (tensionado) equilibrio entre el presidencialismo y el congreso, entre el comercio exterior y el interior, entre los recursos naturales y la industria, entre los estándares de vida europeos del puerto y africanos del norte?

La novela epistolar de Cristina y Mauricio corre estos ejes y anida en el brevario izquierda-derecha, un modo posible y necesario de entender las cosas. Lo que explica, además, el entusiasmo con Moreno, Castelli, Belgrano y la, casi casi, despolitización de San Martín.

En mi nada humilde opinión, y he comprobado que en aplastante minoría entre la aplastante minoría a la que estos temas les interesa, el país se construyó con Moreno, con Castelli, con Belgrano, con San Martín. Y con varios más. Por ejemplo, con algún, por usar una categoría, “sujeto social”. ¿Basta como sujeto social los espíritus de independencia, de libertad, de jurar con gloria morir? Mmm.

¿Y entonces, cuál sujeto social llevó adelante la independencia?

La respuesta a esa pregunta es, para mí, la clave.

Difícil, compleja, contradictoria: ¿cómo reivindicar a Artigas y también a Pancho Ramírez? ¿Cómo a Felipe Varela y a Castelli? ¿Cómo a Liniers y a Moreno? ¿Cómo al éxodo jujeño y al cabildo? ¿Cómo a la España criolla y la generación del 37? ¿Cómo a las luces liberales y a las banderas catoliconas de las montoneras? ¿Cómo a Bolívar y a San Martín? ¿Cómo a Río Grande Do Soul, a Tarija, y a La Pampa? ¿Cómo al Comandante Andresito y a  Sarmiento?

La respuesta, dice Bob Dylan (y no tiene nada que ver, pero queda bien) está flotando en el viento, como un significante.

Acerca de Lucas

31 años, periodista, vivo en Santa Fe, trabajo en Entre Ríos. Me encanta el consenso, si la primera moción es la mía. Creo que el disenso es productivo (al interior de la oposición). Todo lo que digo lo digo convencido, porque creo que es más importante decir las cosas con convicción que tenerlas. No me gusta Ricardo Arjona, pero no me molestaría ser Ricardo Arjona. Lo que sí tomo verdaderamente en serio, es la cerveza.

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15 comentarios en «Bicentenarios»

  1. «¿Acaso no hay un (tensionado) equilibrio entre el presidencialismo y el congreso, entre el comercio exterior y el interior, entre los recursos naturales y la industria, entre los estándares de vida europeos del puerto y africanos del norte?»

    ¿Y si la respuesta afirmativa a eso es la respuesta a la pregunta clave de qué sujeto social llevó adelante la independencia?

    Es un gran texto, Lucas.

  2. Entre el térmometro de la historia patria y las imágenes de su alegría en la TV, leo tu post y me quedo pensando. Bien hecho. Dejar pensando al lector es mejor que ofrecerle coartadas para evitar la reflexión con un eslogan bien dispuesto en la frente como un sello de marca. Tomo nota y me viene a la testa cierta discusión muy interesante, aunque ya pasada de modo de la década de los setenta y los ochenta, cuando los anglosajones estaban empalagados con los textos de Kuhn, Lakatos y Feyerabend e intentaban descubrir cómo debían entender las revoluciones científicas. Un autor estudiado inútilmente por la derecha católica porque viene del marxismo y propone un aristotelismo revolucionario dió su versión de esos debates explicando con bastante encanto que las crisis epistemológicas se resuelven siempre por medio de narraciones dramáticas. MacIntyre decía entonces que las ciencias naturales (y por supuesto, también, las ciencias humanas) sólo podían ser racionales si se subordinaban a la razón histórica, y le tiraba los pelos a aquellos que, convencidos de las rupturas radicales, pretendían que en una revolución hay una discontinuidad absoluta entre los momentos anteriores a la crisis y los momentos que le siguen. Las revoluciones científicas no se hacen desde ningún lado. De la inconmensurabilidad de las perspectivas paradigmáticas enfrentadas no se sigue que no haya forma de dirimir racionalmente las diferencias. Es posible, escribiendo una «historia verdadera», revelar los tránsitos que nos llevaron hasta donde hemos llegado sin tener que rendirnos a la triste ironía de escribir para nosotros mismos, es decir, con la convicción de que nuestros enemigos sociales, políticos e históricos, puestas las manos a la obra, sabrán reconocer en nuestra razón histórica fundamentos adecuados para entender el presente. Porque mal que nos pese, como indicó la señora Naomi Klein en su último best-seller sobre el neoliberalismo de Friedman y la maquinaria del terror que implementaron quienes se adscribieron a las enseñanzas de los chicos de chicago, en las secciones de economía necesitan que se les diga la verdad, y esa es una fortaleza que no deberíamos olvidar, que una vez se han muerto para siempre los que aclamaban a viva voz la muerte del hombre, de Dios y de su historia, volvemos a tener a la verdad acechando los discursos, y eso es algo que deberíamos estar agradecidos, especialmente cuando hablamos de la patria y los muchos senderos que se bifurcan. Esta última frase tampoco tiene mucho que ver, pero me imagino (quizá esté equivocado) que queda bien.

  3. Lo siento, pero lo del sujeto social no me cierra. Todas las revoluciones son llevadas a cabo por varios sujetos sociales (Milcíades Peña dixit), por varios grupos de interés (en mi lenguaje), motivados por varios intereses. Más adelante, cada grupo identifica su propia visión de la revolución con la revolución misma. Hasta que la situación se estabilice, se suceden varios enfrentamientos entre grupos de intereses.

    Si la lleva adelante un solo sujeto social, dura lo que un pedo en una canasta, porque los conflictos dejan de ser internos para pasar a ser externos. Si no todos – o muchos – pueden identificarse de entrada con la revolución, los que no lo hacen son contrarrevolucionarios desde el primer día. Si la identificación de sujeto social y revolución, es total, si se completa la identificación del interés de la nación con un grupo, es fácil aplastar a la revolución, aliándose con los descontentos.

    Buscar «el» sujeto social está muy bien para las revoluciones fracasadas. Buscarlo en las exitosas en buscar al cuete, porque hay más de uno. Siempre. No es el mismo el sujeto social que interpretaba Moreno que el que era representado por Saavedra. Y no hay nada que elegir entre los dos. Uno era un representante de comerciantes enriquecidos, el otro era un comerciante empobrecido que ahora representaba a los pulperos. Buscar a quiénes representaba San Martín o Rivadavia es más espinoso.

    Para mí, la Revolución de Mayo triunfó porque podía ser leída como el triunfo de distintos sujetos sociales. Porque se bancó cambios de gobierno en febrero de 1810, abril del 11, septiembre del 11, octubre del 12, enero del 14, abril del 15, abril del 16, febrero del 20. Y todos los grupos pudieron leer que la revolución había sido de ellos.

    Por lo demás, me gusta Ferla, me hace pensar. Lo que me hincha las bolas es que tardo muchísimo en leerlo, porque me pongo a pensar a cada rato.

    Marcelo

    1. Muy bien lo de Marcelo. Además si la restauración fernandina funcionaba, Saavedra y Moreno hubiesen sido compañeros de patíbulo. La historia de otros países de America nos enseña que los españoles no eran muy sutiles en eso de detectar significantes.
      Charly: La ruptura del mundo colonial y la separación económica del Alto Perú significó un desastre económico para las provincias de Cordoba para arriba. El sistema economico vigente entre 1810 y 1850 era a medida de las provincias del litoral (Buenos Aires, Santa fe y Entre Rios)

    2. ¿No sería mejor debatir sobre el posible sujeto social que asomó, como el sol del 25, en las calles de Buenos Aires?.¿Estamos volviendo, tal vez, a la rancia noción de «distancia crítica»?.Tanto joder con la clase media palermitana y nos encontramos con varios, demasiados post que traslucen la voluntad de distinguirse, de no ser un gil más que celebra sin criticar.Si así fuera, seestarían reproduciendo vicios de la presuntamente cultura libresca, tan anacrónica al lado de la «frescura» de los post. La experiencia popular es complicada de pensar: si uno está muy adentro tal vez pierda perspectiva, pero desde afuera la pierde por completo. Salute

      1. Lo que passa Juan es que yo estoy igualito, en mi pueblo no se tiró la casa por la ventana. Lo vi o me lo contaron por TV. Si quiere hablar de populismo eso que Ud vió y sintió no sdeja de ser un evento demasiado metropolitano a mi gusto, Mariano T no se equivoca, tampoco me quejo que sea BA la voz cantante, solo advierto un creciente desemparejamiento de lo que moviliza en un lugar y en otro.
        No se escriban su propia prensa

  4. 1.Por supuesto que el sujeto al que me referí es el que asomó estos días en Buenos Aires.
    2. El 17 de octubre tamblén ocurrió aquí.No hay porque enojarse.Son cosas que aconrecen por razones económico-sociales y políticas, de las que son responsables las grupos económicos afincados acá anto como las oligarquías provinciales.

  5. «En el caso del primer centenario, el adversario común era lo que el populismo crea como pueblo. Ciertamente, quedaba feo para los galeritas decir que diputados, senadores, presidentes y cuñados de presidentes, estaban juntos a jueces, empresarios bosteros y embajadores para frenar el avance del pueblo.» No comparto esta apreciación, por ejemplo La Liga Agraria estaba a favor de la reforma del sistema polìtico, que después no haya resultado de su agrado es otro cantar. Además, la oposición conjunta al radicalismo de roquistas y mitristas es posterior al acceso de Yrigoyen a la presidencia, no antes. La elite estaba más fracturada de lo que suele creerse, aunque compartiera los temores más conocidos respecto de los sectores populares.

    Pero el descuerdo principal apunta a que no estaría tan seguro en 2010 de adjudidarle al kirchnerismo la representación (implícita) de los sectores populares. Como muestra, al acto se le pasó por alto la inmigración de los países hermanos (Bolivia, Perú y Paraguay), que vienen a ser explotados a un centro más desarrollado de la región, pero que los trata con la misma desconfianza con que la oligarquía recibió a la chusma ultramarina. El kirchnerismo no escapa de este cuadro.

  6. como suele suceder en los comentarios,aparecen diversos temas.
    uno es el unico argumento de la oposicion para criticar lo sucedido en estos dias,en los que podemos hablar de un exito en la celebracion.El argumento es»todo sigue igual»,como si el tiempo de fiesta fuera un tiempo de trabajo.Ridiculo.
    otro es la participacion de uno o varios «sujetos sociales»en las revoluciones y sus consecuencias.Aqui pienso que los femonemos sociales son complejos y que es comprensible un partctipacion de varios agentes de cambio.En estos dias he aprendido que ademas del problema del monopolio comercial en la epoca de l810 elcentro economico de POTOSI influyo en los cambios producidos,por ejemlo.
    Mo amigo Boyle se queja de la»centralizacion»delfestejo,cosa que remarque en otro debate del blog al comentar la fiesta del 22 de mayo ultimo,recomociendo que su centro»inevitable»era la gran capital.Np nos pongamos ahora a criticar como G.Canglini el concepto de ciltuta como museo y como espectaculo donde el pueblo en realidad es un espectador,porque me casta con la alegria de la gente.
    Se equivoca Emilio al creer que no se tuvo en cuenta la imigracion de los paoses vecimos,porque tanto en la marcha de las colectvidades como en la revision historica aparecio.

    1. Ah Isabel, me había olvidado de eso, pero yo me referí al desfile de clausura: estaba el barco con los inmigrantes de Europa pero no un tren con los inmigrantes más cercanos, que hoy suman millones.

  7. esta bueno lo del Quique,Rafa.Lo unico que el tema conserva su dramatismo,ya que las raices variadas cuya savia circula por la ciudad generando problemas no resueltos.

    1. Desde ya Isabel, lo que me gusta es el concepto de que el festejo del 25 y el Bicentenario es de todos, porteños y provincianos, en tanto símbolo de libertad y de la patria en común.

      Saludos.

  8. Si, igualmente dentro de la celebración me hubiera gustado que se le hubiera dado énfasis por la memoria al tema de Malvinas que conociendo sobre lo que paso en el acto bicentenario se los dejo afuera por asociarlo con la dictadura y los ex combatientes se presentaron voluntariamente en el acto.

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