Combatir en su propio lodo

Evitar “el diario de Yrigoyen” en política tendría que ser ley. Eludir la teoría del cerco debería ser un acto religioso. Porque abstraerse sólo en los propios es el principio del fin. En este sentido los gobernantes actuales han alcanzado la disociación definitiva. Se encuentran en otro registro. No pueden moverse en espacios que no sean escenografías obsesivamente calibradas, herméticamente aisladas, hiper-asegurados y en contacto solo con extras.

En esos márgenes actúan como si no fuesen ellos los que nos gobiernan, hablan como si fueran ciudadanos comunes. Si algún osado se atreve a salir de libreto se quedan sin reacción, paralizados. A excepción de María Eugenia Vidal que es una excelente actriz.

Al último gobierno peronista también le sucedió durante sus últimos años con el exasperante autobombo en cadena. Por eso este mensaje va dirigido a nuestro espacio político. Hay que caminar la calle, hablar con gente con otras miradas, escucharlas, entenderlas. Debemos sumergirnos en la histórica grieta agigantada a niveles inéditos por este gobierno. Hay que reconocer que si algo hicieron bien fue construir cohesión social y política cultivando el odio.

Si no lo ponemos en práctica nos arriesgamos a vivir en una micro-realidad para luego sorprendernos cuando ellos ganan. Porque más allá que la bronca y la decepción con Macri sean casi unánimes, hay muchos que siguen eligiéndolo antes que a un “K”. ¿Puede ser otro tiro en el pie? ¿Solo por el odio incrustado?

Hay que saltar el cerco para intentar entender cómo es posible que Macri, responsable del peor gobierno de la historia, tenga todavía chances reales de reelegir este año. Si nos guiáramos por el sentido común tendría que ser matemática pura. Si en 2015 con todas las promesas, las mentiras y el humo de campaña, ganó nada más que por 700 mil votos. ¿Acaso luego de cuatro años de gobernar de forma calamitosa y descarada no perdió aunque sea esos pocos votos?  

A más de tres años de gestión macrista en Argentina solo le va bien a Macri, su familia y sus amigos. Para la oposición, persecución. Y para el resto, ajuste. Todos pierden. Desde un cartonero hasta Paolo Rocca. Entonces, ¿por qué no hay una reacción popular contundente y generalizada? ¿Ya nada nos conmueve? ¿Se debe solo al aplacamiento mediático? ¿Estamos anestesiados por vivir en estado de shock permanente?

Recordemos que en 2015 votamos aturdidos con que:

  • CFK encubrió a los iraníes que volaron la AMIA y mandó a matar al fiscal que la denunció.
  • Aníbal Fernández, alias La Morsa, era el autor intelectual del triple asesinato narco de General Rodríguez.
  • Máximo Kirchner tenía cuentas ocultas en Nevada.
  • Elaskar y Fariña eran fehacientes testigos de La Ruta del Dinero K.

Todo falso, muy falso. Dicho por los mismos involucrados. Y así y todo el FPV perdió por un punto y medio.

Ante tanta operación que evidencia un entramado complejo y aceitado uno se pregunta cuál habrá sido el motivo por el cual Macri quiso ocupar un rol geopolítico semejante. ¿Por qué querer encarnar ese lugar de monigote del Poder Fáctico? ¿Por dinero? ¿Por poder? ¿Por un Complejo de Edipo mal resuelto? ¿No será en el fondo el goce megalómano de tener el poder de construir la realidad? ¿De prestarse a ser títere para poder ser titiritero?

¿Y qué lo sostiene? ¿Con qué apoyos cuenta para aún tener chances reales de ganar? Sigue ostentando todos los resortes del Estado. Cuenta con el patrocinio de EEUU (y sus aliados), de la oligarquía nacional y de la rapiña financiera internacional. Está blindado por los dos o tres medios más grandes que se presentan a cielo abierto, ya sin intención de disimular, como instrumentos de aniquilamiento del adversario político. Mantiene de su lado a la familia judicial que más que doble vara es un engranaje de armado de causas para pulverizar a la oposición. También hay que contar la base electoral “gorila-antiperonista”, “liberal-conservadora” y “tilinga-resentida” que es el famoso tercio del electorado.

Además de los clásicos spot publicitarios donde se los ve a los besos y a los abrazos con “la gente”, ¿entre qué ejes girará la estrategia electoral de Cambiemos dentro de todo este marco planteado?

  • Como no hay nada que decir o hacer en términos económicos, centrarán su campaña en la demagogia punitivista.

Si aumentó la inseguridad fue justamente por las políticas del gobierno, que subieron la marginalidad social, la pobreza y la desocupación. Y por ende el conflicto social y la delincuencia.

  • Seguirán insistiendo con que todo lo malo del presente es por culpa de la “Corrupción K” y la “Pesada Herencia” en comparación con su extrema transparencia autopercibida.

Sabemos que no existe familia más corrupta que la familia presidencial. Su corrupción no es solo el sobreprecio para recaudación política. Se trata de una corrupción enquistada estructuralmente con las decisiones políticas del Estado que ellos mismos manejan y que impactan en sus negociados. Cuyo dinero es fugado a través de una ingeniería financiera laberíntica y luego blanqueado por un decreto presidencial.

  • Continuarán con la comparación incomparable con Venezuela. “Estábamos a dos materias de…”, “Ahora estaríamos como…”, “si vuelve el populismo seremos…”.

Los fríos números de la realidad, nos dicen que la Inflación, el Riesgo País, la Tasa de Interés y la Caída del PBI de Argentina solo son superados por el país hermano del Caribe. Ahora somos cada vez más parecidos a Venezuela.

  • Insistirán con la idea de que ellos son el cambio, lo nuevo y el peronismo es el pasado.

El peronismo gobernó desde 1946 a la actualidad, de los 209 años de historia, solo 33 años. Ellos son y representan a los sectores terratenientes-oligarcas-colonialistas de los albores de la patria, de la generación del ‘80, de la Década Infame. Son los que estuvieron detrás de todos los golpes militares y dentro de los gobiernos de Menem y De la Rúa que llevaron al país al colapso total en 2001. Si nosotros somos el pasado ellos son el pasado del pasado, del pasado.

  • Según se vio en los últimos spots divulgados por el propio Macri otra estrategia será mostrar a un pobre, un jubilado o un desocupado diciendo que la están pasando mal pero que seguirán apoyando porque saben que hay que hacer un esfuerzo hoy para un futuro mejor. Porque la culpa la tenemos todos nosotros. Por ello nos tenemos que hacer cargo, según el dedo acusador del presidente.

Más allá de la imagen perversa donde el propio culpable nos señala, este tipo de propaganda puede que sea un signo de debacle. ¿Cuántos votos puede ganar echando culpas a sus posibles votantes? ¿Cuántos votos pretenden conseguir insistiendo con un futuro que siempre se aleja? ¿Cómo harán campaña teniendo que guardar silencio ante cualquier aspecto de la economía?

Como queda a la vista debemos jugar en su terreno. Dejar de hablar tanto sobre la “Década Ganada”. Las consecuencias de este experimento están a la vista. Se ven, se palpan, no se niegan. Por eso hay que meterse en el lodo de sus falsas premisas que son tantas y tan fácilmente rebatibles.

Pelear en su terreno es no morder sus anzuelos. Es anticiparse.  Por ejemplo ellos quieren que la candidata sea CFK porque, aun pudiendo perder, tienen más chances de ganar. Es la opositora que tiene más votos pero a su vez tiene mucho rechazo. Por ende buscan polarizar con ella, fragmentando al peronismo. ¿No debería ser un candidato peronista No K / No antiK con apoyo de un Movimiento Peronista lo más unificado posible? ¿Existe tal candidato?

Hasta aquí el análisis de lo posible dentro de cierta superficie. Resta pensar sobre lo que no está en escena. Lo que está por fuera de cualquier especulación. Estrategias subterráneas del bajo mundo. Los ases en la manga que puedan tener guardados. Los Nisman, las Morsas, los López.

Nunca hay que olvidar que quienes realmente continuaron con la lucha de clases fueron las clases altas. Demostraron ser muchísimo más audaces e implacables en sus propósitos. Nunca hay que olvidar que los intereses que están en juego van más allá de una contienda electoral doméstica, que es una pieza más del tablero mundial de la geopolítica.

Puede que no quieran irse tan fácil. Puede que quieran embarrar la cancha sin límites.  El escenario es caótico, está completamente abierto para cualquier cosa. Todo puede suceder. Puede ganar Macri tanto como puede no terminar su gobierno. Eso es la demostración de que nos han arrastrado hacia el borde del precipicio. Está en nosotros si saltar al vacío o empujarlos hacia su único destino posible.

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