Despejadas ya las dudas (si es que alguna vez las hubo) sobre quién debe gobernar en los próximos cuatro años es quizá hora ya de aclarar algunas verdades de perogrullo que parece que algunos encumbrados editorialistas u opinólogos parecen ignorar. Desde este espacio este humilde servidor público se atreve a cuestionar ciertas afirmaciones que parecen querer nublar el debate actual. Para no derivarnos por senderos sinuosos vayamos a los conceptos básicos de la democracia. Cualquiera sabe que el gobierno debe ser ejercido por el partido que el pueblo ha elegido en comicios libres y secretos, lo que le da legitimidad y poder democrático para tomar las medidas que considere convenientes para cumplir con su programa de gobierno. Al momento de las elecciones cada partido expone sus promesas o intenciones para que el pueblo, único soberano escoja uno y le dé el triunfo. Como el pueblo no es uno solo, quien obtenga la mayoría es el que debe gobernar, y ejecutar lo que expuso ante la ciudadanía. Si el ganador no estaba gobernando, la opinión de sus votantes puede tener diversas interpretaciones, y sólo con el transcurso del tiempo se verá el grado de acuerdo que hay entre el soberano y sus representantes; pero si, como en el caso de Cristina Fernández, su partido ya gobernó por dos períodos está claro cuál ha sido el mandato de sus votantes, no hay sorpresa, período de prueba ni exámenes que dar: el modelo de país es harto conocido y ha sido ratificado por el electorado, por lo que las líneas que debe seguir el nuevo gobierno están claras, para quienes asuman en diciembre, para quienes lo votaron y para quienes no lo hicieron. No hay dudas ni segundas interpretaciones al respecto… Sin embargo, desde algunos medios se tratan de reflotar dudas, miedos infundados, amenazas perimidas, intenciones “encubiertas” de gobernantes, segundas interpretaciones sobre el rumbo elegido y priorizar sus propios modelos, valores o ideologías por sobre las del soberano que dio su veredicto el 23 de octubre. Nada nuevo bajo el sol, ya se vieron las mismas maniobras para condicionar al débil gobierno elegido en 2003 por sólo el 22% de los votos (diario La Nación ), o los intentos de Magnetto de evitar que fuera Cristina Fernández la candidata en 2007, según contó el mismo Kirchner por televisión. O, siendo ya presidenta, la feroz embestida de 2008 y 2009 contra la voluntad oficial de cumplir con su plan de gobierno, profundizada luego del exiguo triunfo kirchnerista en los comicios de 2009. La cima de esta embestida para “fijar la agenda” política se patentizó apenas dos horas después de la muerte de Néstor Kirchner, cuando desde La Nación Rosendo Fraga le fijaba el programa que debía seguir a su viuda. Como sabemos, ambos gobiernos kirchneristas remontaron saludablemente estas campañas y pudieron cumplir bastante bien con su programa de gobierno, el que fue ratificado en 2007 y 2011 con cada vez más cantidad de votos. Sin embargo, nuevamente hoy aquellos opinólogos y editorialistas vuelven a la carga para imponernos sus prioridades, intereses, rumbo correcto del gobierno y, aunque parezca mentira ¡hasta sus interpretaciones de la voluntad popular! No sólo cuestionan las medidas tomadas por este gobierno sino el rumbo que se intuye que tomará el próximo gobierno de Cristina Fernández, tanto la forma como el fondo del mismo, que por otra parte fueron ratificadas por el soberano con el 54% de sus votos. Y ahí radica el tema a debatir: ¿qué piensa el pueblo? ¿Qué pidió el soberano que se haga en los próximos cuatro años? ¿Le importa a alguien lo que piensa el pueblo en una democracia? ¿Vox populi, vox dei?
Para simplificar el debate (quizá demasiado) propongo dividir las opiniones en dos posiciones: por un lado los voceros “fraternalistas” (denostados como «populistas»), quienes priorizan la voluntad expresa del pueblo soberano tanto en el voto como en sus derivados: la participación y movilización popular, y por el otro los exégetas “paternalistas” (denostados como autoritarios), quienes priorizan la deducción del mensaje popular hecha por los “expertos”, interpretando el voto del pueblo o describiendo las razones del mismo y predicando su significado de acuerdo a su propia opinión «ilustrada», pregonada en la llamada “opinión pública”. Los primeros contemplarían el mensaje que sube desde la base de la sociedad cada dos años o en cada manifestación o movilización organizadas, considerando a todos sus miembros como iguales, mientras los segundos atenderían el mensaje que surje desde la opinión pública: los análisis de los medios y sus editoriales interpretando la voluntad popular, considerando a quienes no pertenecen a esa esfera como incapaces de explicitar su voluntad más allá de las frías cifras de los comicios.
Para zanjar esta dicotomía, sería interesante conocer de primera mano la opinión del soberano (todos nosotros), pero principalmente la de la mayoría, y recién entonces respetarla y velar porque el gobierno la siga fielmente porque, como bien dice don Mariano Grondona “La democracia es el poder del pueblo. Pero es rarísimo que el pueblo se exprese en forma unánime. Si cada vez que votamos lo hiciéramos en forma unánime, no habría problema en la interpretación de la democracia. El problema subsiste cuando hay una mayoría y una o varias minorías. Pericles, el gran estadista ateniense, fue el primero en definir la democracia al decir que, en ella, «los más importan más que los menos». Con esta frase, Pericles sustituyó el principio de la unanimidad por otro más a mano: el principio mayoritario”. (Mariano Grondona. Hasta aquí llegan mis coincidencias con este valuarte de la derecha autoritaria, porque en el mismo artículo hace un giro copernicano y termina poniendo en un pie de igualdad el triunfo apabullante del gobierno en octubre con la fuga de capitales, y a los indignados europeos con la compra de dólares, dando un ejemplo claro de lo que es el “paternalismo” republicano antidemocrático.)
Pero hay otros exegetas paternalistas (de izquierda o derecha) que postulan o priorizan las explicaciones de la adhesión del pueblo a un gobierno que recurren a la escenificación, los embelecos o la manipulación política superestructural de la realidad o la percepción popular de la realidad, es decir a una simulación o engaño cotidiano de una sociedad inerme ante el poder del relato oficialista, triunfador de la batalla cultural que se da en la sociedad (Beatriz Sarlo, ampliamente debatido aquí); o denuncian dádivas, planes sociales, subsidios indiscriminados o el obsequio de colchones, zapatillas o al menos choripanes…
Entonces, sólo a través de la canónica palabra de estos Supremos Republicanos o Sumos Sacerdotes (debido a la visión panorámica y sabia de estos exégetas paternalistas) conoceríamos la voluntad de la mayoría, constituida por una masa de pobres o no tanto, ignorantes o desprevenidos que movidos por prebendas y asistencialismo son víctimas de las triquiñuelas y la impostura del poder político de turno. Desde esa perspectiva “paternalista”, las mayorías “siempre eligen equivocadamente pues lo que las caracteriza es la irracionalidad, el corto plazo y la emoción. La minoría “ilustrada” no se deja endulzar por el canto de sirenas de la demagogia”, como bien explica aquí Dante Augusto Palma. Si esto es verdad, si esto es así, ante la mentira del poder absoluto gubernamental sólo cabe la resistencia de la verdad del pueblo sometido, ante la dictadura del discurso hegemónico sólo cabe la rebelión tras la vanguardia esclarecida: los verdaderos intérpretes de la voluntad popular, los dueños de la verdad pura; y ya no importa realmente averiguar cuál es la opinión popular sino cuál es la interpretación de sus exégetas… Por lo tanto, una sociedad debe priorizar la visión de estos esclarecidos de las minorías siempre derrotadas en el juego «contaminado» de los comicios.
Como vemos, una paso más y se puede justificar la preeminencia de la élite que califique las decisiones del pueblo en materia política, o que por obvias razones condicione, corrija o purifique el voto popular (por ejemplo mediante el sistema de Colegio Electoral); y otro paso en ese sentido y se justifica el voto calificado, basado en la disparidad de “calidad de voto” entre la masa y la vanguardia o intelligentzia… Es decir que sólo podemos conocer la voluntad popular a través de la mediación de estos Sumos Sacerdotes de la Democracia, expertos decodificadores del mensaje del soberano, impolutos interpretadores de la democracia, la república y la voz popular.
Pero para conocer cuál es realmente la voluntad del pueblo, cuál es su mensaje, lo mejor es preguntárselo directamente a él y contextualizarlo con el resultado de los comicios. Y eso es lo que ya se ha hecho, y lo que pasaremos a revisar ahora. Veamos:
Informa Martín Granovsky en un interesante artículo que: “En el estudio sobre los argentinos y la política de Ibarómetro se destaca un cuadro: el que mide los valores sociales sobre temas concretos.
El 76,5 por ciento de los consultados quiere un rol activo del Estado en la economía, el 66,8 está de acuerdo en establecer alianzas con naciones de América latina, el 65 por ciento cree que deben continuar los juicios por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, el 63,7 por ciento valora la igualdad y el mismo porcentaje apoya la Ley de Matrimonio Igualitario.
(…) los temas integran la batería de estrategias oficiales y forman parte de la comunicación diaria de Cristina Fernández de Kirchner.
Pero en las elecciones del 23 de octubre la fórmula Cristina Kirchner-Amado Boudou obtuvo el 54,11 por ciento de los votos. Si se compara esa cifra con las del estudio, la conclusión es que el consenso sobre el rol del Estado o los juicios es amplio y excede a los votantes del Frente para la Victoria.
En el capítulo de los valores, el sondeo coincide en el grueso con otros dos trabajos anteriores.
El último lo publicó este diario el 25 de octubre último y fue producido por el Centro de Estudios de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Estaba de acuerdo con los juicios el 80 por ciento. Con la presencia de los gendarmes en la calle, el 79. Con la entrega de netbooks a estudiantes, el 74. Con el matrimonio igualitario, el 71. Con la Asignación Universal por Hijo, el 67. El 59 por ciento dijo apoyar la estatización de las jubilaciones, el 54 la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la misma cifra las retenciones, el 52 los subsidios a los servicios públicos y un porcentaje idéntico el plan Fútbol para Todos.
El sociólogo Eduardo Fidanza, director de Poliarquía, una consultora no contratada por el oficialismo, escribió en La Nación el 19 de agosto, cinco días después de las primarias obligatorias, que jugaron a favor del Gobierno “ocupación, salario y consumo, tres factores que inciden en la vida cotidiana del votante”. También señaló que “existe evidencia inequívoca de una identificación, relativamente extendida, con algunos temas del discurso oficial referidos al papel del Estado, la política de derechos humanos, las relaciones internacionales y la respuesta a la protesta social”. Agregó que “junto con eso hay que computar la fuerte adhesión que despiertan medidas clave como la estatización de los fondos de pensión y Aerolíneas, la jubilación de las amas de casa –denominada por muchos beneficiarios de sectores populares ‘la jubilación de Cristina’–, la Asignación Universal por Hijo y otros planes sociales”.
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También podemos acudir a este otro estudio que nos dice que: “un 52 por ciento de los argentinos dice que la política le interesa, frente a un 47 que afirma que no. Siete de cada diez personas dicen que hablan algunas veces o siempre de política mientras que sólo tres de cada diez afirman que raramente o nunca lo hacen. Sin embargo, en lo concreto, hay mayorías rotundas a favor de un papel activo del Estado, el matrimonio igualitario, el alineamiento con Latinoamérica. Las conclusiones surgen de un estudio de la cultura política actual realizado por la consultora Ibarómetro, que lidera Doris Capurro. El trabajo de Ibarómetro comparó entre 2010 y 2011 tres indicadores que capturan el vínculo que la gente mantiene con la política. Primero, si tienen interés o no; segundo: la frecuencia con la que hablan de política con otras personas y, tercero, su disposición a involucrarse, lo que incluye tratar de convencer a otros, aportar dinero a alguna campaña o incluso participar escribiendo sus posturas por Internet.
Entre 2010 y 2011:
– Los interesados en política pasaron del 39 por ciento a casi el 52 por ciento.
– Los que conversan frecuentemente de política, pasaron del 60 al 66 por ciento.
– Y los que tienen simpatías políticas también pasaron de 38 al 51 por ciento.
“El estudio de 2010 lo hicimos en septiembre, o sea un mes antes de la muerte de Néstor Kirchner. Así que no tomamos el dato en el momento tal vez más caliente, sino antes. Lo que demuestra que el proceso de involucramiento ya venía creciendo. En general, el kirchnerismo produjo un estado de punto de vista, hay fuertes opiniones y un clima de mayor involucramiento. Por eso, es un diagnóstico equivocado decir que el voto por Cristina fue por las mejoras económicas. No es sólo mayor producción de autos, hay opiniones, posiciones políticas”, remarca Ramírez.
En el trabajo de Ibarómetro hay posiciones mayoritarias que marcan el contenido de la politización:
– Tres de cada cuatro personas están de acuerdo en que el Estado debe tener un papel activo en la economía.
– Dos de cada tres coinciden en que se deben consolidar las alianzas con Latinoamérica.
– Dos de cada tres ciudadanos consideran que tienen que continuar los juicios por violaciones contra los derechos humanos.
– También dos de cada tres personas aprueban el matrimonio igualitario.
“Los valores de 2010 ya colocaban a la Argentina en niveles altos de politización –redondea Ramírez–. Los parámetros se miden en distintos países y hay claramente valores más altos en la Argentina que, por ejemplo, en España, otra sociedad que estudiamos en estos años. Pero insisto en que se verifica un crecimiento en muchos países, contradiciendo aquellas profecías de que se vivía el fin de las ideologías. Desde ya que puede haber épocas de politización en reflujo. Hoy por hoy lo real es que la historia sigue abierta.»
Nota completa
Para no abundar, hay otros estudios y explicaciones que confirman con datos y números duros, amplios, verificables e irrebatibles (ver en la segunda parte de esta nota) que en estos últimos seis u ocho años se produjo una sociedad de intereses ideológicos, materiales y simbólicos entre el Frente para la Victoria y la mayoría de los ciudadanos: un diálogo entre dirigentes y dirigidos que da como resultado que el próximo gobierno cuente con un respaldo mayoritario inédito desde 1983 hasta hoy, y tan importante y sólido como su responsabilidad para concretar el mandato popular (un mandato que, luego de lo expuesto, ya conocemos más claramente) y profundizar este modelo de país que fue ratificado por la mayoría de un pueblo muy politizado. Esa mayoría que el gran estadista democrático Pericles priorizaba en una sociedad, al decir que «los más importan más que los menos«.
«Sin embargo, desde algunos medios se tratan de reflotar dudas, miedos infundados, amenazas perimidas, intenciones “encubiertas” de gobernantes, segundas interpretaciones sobre el rumbo elegido y priorizar sus propios modelos, valores o ideologías por sobre las del soberano que dio su veredicto el 23 de octubre.»
… priorizar sus propios modelos, valores o ideologías por sobre las del soberano que dio su veredicto el 23 de octubre… Estas diciendo que Rosendo Fraga en La Nacion debiera escribir como si fuera Amado Boudou, porque la mayoria prefiere lo que dice Boudou a lo que dice Fraga? Que lugar tiene el desacuerdo en tu esquema de cosas?
No, me refiero a que no deben reinterpretar con subterfugios el resultado claro del 23 de octubre y tratar de imponerle su propia agenda al próximo gobierno, porque «las líneas que debe seguir el nuevo gobierno están claras, para quienes asuman en diciembre, para quienes lo votaron y para quienes no lo hicieron. No hay dudas ni segundas interpretaciones al respecto…»
Y no es nada nuevo ni una mirada paranoica, porque «las mismas maniobras para condicionar al débil gobierno elegido en 2003 por sólo el 22% de los votos», etc. etc.
El desacuerdo no sólo es bienvenido sino deseable, pero el desacuerdo, no la operación, la falacia, la desinformación, el lobby. Un seguimiento de los editoriales de Grondona, Morales Solá, Rosendo Fraga, etc. demostrará lo que digo. Hay diferencias entre lo que informa y cómo informa el Grupo Clarín, Perfil y muchas tapas de La Nación y lo que hacen Ámbito Financiero, Cronista, Infobae, BAE, Crónica, etc. Además, Rosendo Fraga no es comparable con Boudou, uno es político y el otro es ¿periodista? ¿encuestador? ¿politólogo? ¿opinólogo? ¿lobbista…?
Como se le impone agenda a un gobierno con mayoria del 54%, 2da minoria 17% (que generalmente apoya al gobierno en cosas esenciales) desde un diario o dos? No te parece que estas haciendo un verso enorme de algo imposible?
cómo? fácil, como intentan hacerlo sin ponerse colorados cada día que pasa.
Desde el mismo momento en que la agenda de los grandes medios y de los comunicadores estrella dejó de coincidir -en la orientación general- con la del gobierno, es decir desde diciembre de 1983, comenzó esa modalidad de la fijación de agenda.
Eran los tiempos dorados de ‘no hay gobierno que resista 4 tapas negativas de Clarín’ (frase que no aparecía en Clarín, claro, pero ¿quién si no la haría correr oficiosamente?).
Tiempos de decir ‘¿Presidente? un cargo menor’ (Gelblung citando a Magnetto).
Desde 2003 a la fecha, los editoriales, columnas y notas de editores oscilan entre dos estilos: 1) la demonización de los gobiernos K. y de todo lo que gire -o parezca que gira- alrededor (gremialistas, entidades de derechos humanos, movimientos sociales, algunos empresarios), 2) las profecías sobre su inexorable o inminente caída, y 3) la pontificación de ‘los deberes que el gobierno tiene que cumplir de ahora en adelante’: la agenda.
Ahora, como con los K. la estrategia fracasó y los resultados de elecciones y de encuestas son terminantes, viene el discurso de ‘sólo queremos hacer nuestro negocio, expresar una opinión, YA SE VE que no tenemos poder para joder a nadie’.
Tarde para hacerse los chiquitos.
Discurso mentiroso: que la agenda no se pueda imponer en la situación actual no quita que se lo siga intentando, cosa que se ve sólo mirando los títulos.
En algunos casos, incluso, puede ser por simple costumbre de gente que hace muchos años que lo hace y ya no puede cambiar.
Por otra parte, siempre hay temas que lo ‘ameritan’, porque interesan a gente importante. Por ejemplo, forzar una corrida del dólar y una devaluación.
Quise decir ‘oscilan entre tres estilos’, no dos.
Releyendo tu comentario, entonces hay cinco diarios que informan como te parece bien, tres que informan mal, y toda la prensa oficialista que supongo informa bien. O sea que hay una mayoria de titulos que informa bien. Cual es el problema?
Vos decís: «Como se le impone agenda a un gobierno con mayoria del 54%, 2da minoria 17% (que generalmente apoya al gobierno en cosas esenciales) desde un diario o dos?»
«O sea que hay una mayoria de titulos que informa bien. Cual es el problema?»
Para no abundar: Te recomiendo averiguar sobre el «mapa de medios» y vas a ver que el Grupo Clarín es mucho más grande que un diario (más de 200 medios: radios y TV además de diarios en todo el país), que bajan un discurso unívoco, no informativo sino como el que critico en la nota. La tapa de Clarín o La Nación impone la agenda diaria y todos los demás medios machacan con ella todo el día, apoyados por La Nación y Perfil, etc. (Esto lo admitió hasta Grondona en su programa de TV).
Un ejemplo de imposición de agenda: el 54% de los votos no aparecieron el 23 de octubre sino que se fueron sumando desde el 2009, sin embargo la agenda la fijaron desde el 2008 los medios que nombré, y por eso el triunfo arrollador de CFK «sorprendió» a casi todos, incluso a oficialistas, ¿por qué? Esto lo trato aquí: http://basureronacional.blogspot.com/2011/08/la-basura-en-el-ojo-de-la-opinion.html
¿La «corrida del dólar» quién la impuso en la agenda, el diario El Argentino? ¿Te acord´s el «golpe de mercado» a Alfonsín? Leé un interesante informe de la Red de Observatorios Universitarios de Medios: http://www.redobservatorios.org.ar/web/?p=623
Y hay más datos, pero ocuparía demasiado espacio.
No hablo de informar «bien» o «mal», sino informar u operar, matizar o tergiversar con el fin de imponer una agenda distinta de la que votó el pueblo: hacer lobby mediático. Para informarse hay que leer y ver todos los medios posibles, no casarse con ninguno y compararlos a todos. Una tarea difícil pero necesaria para no ser presa de las campañas y desinformaciones, de cualquier lado del espectro político.
Un abrazo.
La ‘corrida’ dél dólar es el ejemplo actual más exacto de ‘tema de agenda’ que no salió de ‘la gente’.
Un detalle no menor -que complementa tu completo análisis- es que prácticamente no hay televisor de bar, ‘restó’, sala de espera de hospital/clínica/sanatorio/laboratorio, peluquería, estación de tren, subte u ómnibus, etc. que no esté clavado en TN todo el santo día.
Y por si en esos lugares públicos y ruidosos no se oye bien -o no se oye nada- están los ‘zócalos’, que no por casualidad son siempre más impactantes y más anti-K todavía que el audio… lo que ya es decir.
Sin contar con las innumerables radios en las que, aunque no pertenezcan al Grupo, todas las mañanas se leen los titulares y parte de las notas de los mismos diarios que mencionás.
que los tres que peor informan son los diarios de mayor tirada.
De La Prensa a Critica a Democracia a Cronica, por decadas en Argentina (y en cualquier lado en que existan diarios), el diario de mayor tirada no es nunca el diario que informa ‘mejor’, calificativo que sale de tu uso de la palabra ‘peor’. Toda informacion que vaya mas alla de ‘Accidente de auto en la ruta 202 a las 4 de la tarde. Mueren 4’ va a estar coloreada por el punto de vista, convicciones o agenda de quien informa. Sinceramente no entiendo que se quiere de La Nacion o Clarin. Si son los de mas circulacion y anti-gobierno, y sin embargo el gobierno gana la eleccion por lejos, y los candidatos apoyados por LN o Clarin no llegan a ningun lado, no se para que se calientan tanto con lo que digan C o LN. A no ser que el anhelo sea una sociedad en que todos digan lo mismo.
El meollo de esto es: que te molesta realmente? Que LN critique mal, o que critique? Si es lo primero, quien, desde tu punto de vista, critica al gobierno bien?
no sé cuál es la relación.
que informe tendencionsamente no significa que todos los gobiernos que el multimedios quiera derrocar vaya a caer.
pero que dan pena, la dan.
no sé para que te calentás en criticar a qué dedicamos nuestro tiempo libre.
La Nación viene pronosticando calamidades desde hace años, que no se cumplen. El reajuste cambiario entre ellas. Si tuviera el poder que le atribuís, habría corridas cambiarias cada dos por tres. Y si tuviera agenda de interferir y trabar al gobierno, hubiera armado la corrida justo antes de la elección, cuando sí hubiera tenido efecto negativo, no dos o tres semanas despues, cuando no cambia absolutamente nada. La corrida cambiaria, en mi opinión, fue porque si tenés un dólar que está fijo o se devalúa muy poco en relación a la inflación, tarde o temprano tiene que haber un ajuste, y la gente lo compra mientras puede comprarlo a menos de lo que vale. Hace por lo menos tres años que la fuga de capital es cada vez mayor, y constante.
La corrida cambiaria fue el resultado de eso, tras las elecciones porque se especulaba sobre la posibilidad de cambio en la politica cambiaria. La Nación habrá batido el parche una vez que empezó, aprovechando lo que pasa para traer agua a su molino (de la misma manera que Cristina Kirchner no dijo nada sobre la abolición de los subsidios antes de las elecciones), pero un diario, en un país con multiples fuentes de información, no puede influir el mercado cambiario a ese grado. De todos modos, doña Vicenta comprando 500 dólares no causa una corrida. Son los que mueven decenas o centenas de millones quienes influyen en la cosa, y esa gente no necesita que La Nación les diga lo que tienen que hacer.
Si alguien duda sobre elpoder de Clarín y La Nación de fijar la agenda que después cientos de radios, canales de TV, diarios menores tratan, a favor, en forma objetiva o en contra, pregúntenle a Mariano Grondona (que como aclaré en el texto no es santo de mi devoción) quién marca la agenda política en Argentina: http://www.youtube.com/watch?v=2JeEh7MiNGA
La explicación de lo que pasa después con la repetición de esta agenda está en el mapa de medios donde se verifica la enorme concentración de medios en pocas manos, algo impensable en los países centrales: http://vozentrerriana.blogspot.com/2009/09/mapa-de-medios-de-comunicacion.html
Eso explica lo que detallo en el link anterior «La Basura en la opinión pública», sobre la «sorpresa» del triunfo de CFK en agosto.
No importan lo que publiquen los «medios monopólicos», lo tenemos bien identificados. De esta no se salvan:
http://www.clarin.com/sociedad/medios/Revelan-mapa-medios-afines-Gobierno_0_593340759.html
Dando por verdadero lo que dice la nota, sería interesante comparar las audiencias y los lectores de los «contendientes». Sería como un partido entre el Barcelona de Messi y la quinta de Sportivo Barracas…
La concentración de medios a que me refiero es ésta:http://vozentrerriana.blogspot.com/2009/09/mapa-de-medios-de-comunicacion.html
Basurero:
No hay que tener miedo a la concentración de medios privados, lo que es de temer es la concentración de la información en medios oficiales, mucha más peligrosa puesta que goza de un enorme poder e ilimitados recursos.
El debate es antiguo,y siempre se señaló como una característica del bonapartismo -sistema con el que se ha comparado al peronismo- habiendo sido los bonapartistas quienes se convirtieron en denunciadores implacables del periodismo como estructura capitalista, con la lógica consecuencia que señale Pierre Rosanvallon: «Los periódicos que sólo representan intereses parciales deben ser subordinados al interés general, no deben sustituir el sufragio universal para expresar a la opinión pública como poder de la generalidad. Al no poder concebirse una imposible elección de los periodistas, es necesario por consiguiente controlarlos, oponerles la palabra de los funcionarios electos, que se suponen expresan adecuadamente la voluntad general puesto que surgen de ella, Es entonces toda una concepción de lo público lo que está en debate en la visión cesarista de lo político. El público nunca es comprendido como el espacio en el que se da la interacción y la reflexión entre los grupos y los individuos; sólo s elo percibe bajo las especies estereotipadas de la institución legal.» En: La contrademocracia. La política en la era de la desconfianza. Manantial. Bs. As. 2007. págs. 115/116.-
Empecé leyendo ‘No hay que tener miedo a la concentración de medios privados’. Como no das la más mínima razón para eso y enseguida pasás a otra cosa, el miedo no lo he podido perder.
Bueno es el gobierno el que siempre -desde los tiempos de provincia- el que desconfía de los medios y le atribuye un poder superior al que tienen sobre la opinión pública. Las dos últimas elecciones confirman el escaso peso que han tenido en la decisión de la mayoría de votantes. Ello sin perjuicio de que siempre a toda clase de gobierno le han molestado las críticas, y más a éste que se maneja en un total secreto y que hace un uso patrimonial del poder. Este uso patrimonial lo lleva a una doble acción: tratar de silenciar las denuncias y hacerse de algunos medios también como negocio. Lo describe bien Elíseo Verón: «De la hipótesis del poder extorsivo de los medios de información se sigue la imperiosa necesidad de controlarlos al máximo,ampliando de paso, por qué no, los buenos negocios de los amigos.» En: Papeles en el tiempo. Paidós. Bs.As.2011. Págs, 136/137.-
Tapones de Punta, no me interesa en lo más mínimo a que dedicás tu tiempo libre, y sería meterme en lo que no me corresponde si lo hiciera. Pero sí me interesa el disco rayado del gobierno sobre los medios, agenda, etc, reflejado en tu opinión y la de tantos en este blog, cuya agenda es dependiente de la que el gobierno tiene. Y como lo que hace el gobierno sí influye sobre la vida de la gente, me interesa.
Puede ser que en 2004, con 22% de los votos y un panorama político incierto, el gobierno tuviera alguna justificación en poner énfasis en antagonismo mediático injustificado (aunque como en esa época Clarín era oficialista y por lo tanto buen muchacho, no se hablaba de eso). Pero machacar con el tema hoy, con 54% de los votos, lo que evidencia que los medios no cambian nada políticamente, es raro. Mas aún con la cadena oficial, todos los diarios y revistas pro-gobierno que hay, y Canal 7 al servicio del FplV. Mas toda la propaganda oficial pagada con fondos publicos, que es propaganda partidaria estilo los carteles de obra publica con el nombre de la presidenta, cosa que por se ve en el Congo pero no en paises dignos del nombre.
Si Amalita Fortabat hiciera declaraciones quejándose de que no tiene guita, alegando que Pescarmona y Bulgheroni son mas ricos que ella, lo primero que se pensaría es que es imbécil o que está loca. Como es obvio que no es ninguna de las dos cosas, hay que pensar entonces que objetivo tiene en decir lo que dice. Que es lo que me interesaria aclarar en estos intercambios, pero no va a pasar.
1. Artepolítica y los que comentan aquí no son el gobierno. Si no quiere aceptar esto, mejor no siga leyendo. Otros lo harán.
2. En AP se exponen opiniones, como usted lo hace.
3. Si ponemos en debate las intenciones de AP, perfecto: también pondremos en debate las intenciones de usted.
4. Si se pone en debate quién habla por medio de AP y sus opinadores, también se puede debatir quién habla a través de usted.
5. Es tan probable o improbable que el gobierno hable a través de AP y sus opinadores como que Clarín y La Nación hablen a través de usted. En mi opinión, si se trata de debatir ideas, AMBAS cosas deberían dejarse de lado.
6. Dicho esto sobre AP, no se ve qué hacen los representantes del gobierno salvo responder a títulos y tapas.
7. Recordemos que fue esta Presidenta quien eliminó el delito de calumnias e injurias específicamente para los periodistas. Es decir, con un derecho que no tienen los demás. Si quiere ningunear eso, no hay problema. Pero no parece una medida dictatorial y atentatoria contra la libertad de expresión.
8. ¿El problema es que el gobierno fomenta más medios oficialistas? Entonces, señores del Grupo: ¡compitan!
9, ¿No se puede competir porque el gobierno tiene medios y el Grupo no? Bueno, hay que aclarar si seguimos en serio o empezamos con los chascarrillos.
10. Del mismo modo que usted se pregunta un ‘para qué’ a partir de 54% de los votos, yo me pregunto: ¿para qué espantarse tanto por la proliferación de medios oficialistas a quienes NADIE les da bola?
11. Lo del 54% se puede responder de manera obvia: hoy estamos, mañana no estamos. Las fluctuaciones del humor popular manifestado en las elecciones son vertiginosas y en muchos casos extremas. Así que la comunicación es necesaria absolutamente siempre.
12. El gobierno -a partir de 6,7,8 y sin hacer un juicio de valor- fomenta la aparición de voces alternativas. NO SÓLO VOCES K.: MÁS BIEN VOCES ‘NO-ANTI-K’. Ésa es la clave.
13. Antes de 6,7,8, de la aparición de blogs K. e incluso más atrás, antes del cambio de orientación de P/12 hacia el oficialismo -un resultado directo de la política de DD.HH. más que ninguna otra razón- la voz de los medios dominantes era la voz única. Me remito a lo que escribí a las 3:57 y a las 4:28 pm de ayer.
14. Si no acepta que había una voz única, o le parece magnífico que así fuera, no pierda el tiempo en seguir leyendo. Otros lo harán.
15. Comprendo en un punto el temor por lo que podría llegar a hacer el kirchnerismo. Engolosinarse con el poder podría llevarlo a anular elecciones desfavorables, cerrar el Congreso y, en el maroo de una sangrienta masacre de opositores, entregar el virtual monopolio del papel prensa a Página 12. Es muy entendible -y digno de aplauso- que Clarín y La Nación se opongan terminantemente a la mera posibilidad de que ocurran hechos de esta naturaleza.
En resumen, el ‘objetivo’ que usted dice que quiere conocer es el esbozado en 12. y en 13.: que no haya una voz única dominante, sistemáticamente demonizadora del gobierno y carente de toda objetividad.
Si, como dice, el objetivo es hacer conocer la opinion del gobierno, que no haya una sola voz (si es que esa era la situacion antes de que NK se enojara con su amigo Magnetto) la solucion es mas medios kirchneristas, que es lo que pasa desde hace tiempo. Demonizar y criticar constantemente a La Nacion y Clarin no resuelve ese problema. No se cuantas veces necesitan contarse lo malos que son Grondona y Sarlo. Con un par de veces deberia alcanzar, pero parece que se necesita dosis casi diaria.
Me olvidé de comentar sus puntos 13 y 14, que parecerian ser la explicación del problema, 14 la solución. Que en algunos momentos haya habido una opinión dominante en los medios argentinos (aunque nunca al grado impuesto por Peron en 1946-1955, o bajo el Proceso) no tiene mas relevancia a lo que pasa ahora que el hecho de que en 1810 hubiera esclavitud o en 1910 voto calificado. Porque esa no es la situación hoy. La opinión dominante es la del gobierno, reflejada en su exito electoral. La opinión opositora es minoritaria, no influye en el accionar del gobierno, y esta bien que asi sea.
Cuando Ud dice que NADIE da bola a los medios oficialistas, entonces Ud, y todos los que leen este blog, mas toda la gente que vota FPLV,le dan mas bola a La Nación?
No parece.
Hace mas de medio siglo que Grondona repite machaconamente el mismo evangelio, La Nación lo viene haciendo hace ya un siglo y medio, ¿por que lo harán? Con un par de veces deberia alcanzar (Guillermo dixit), pero parece que se necesita dosis casi diaria.
yo pondría una solicitada con esto en un diario de gran tirada.
Algunas consideraciones sobre la concentración de medios:
Dice Daio: «No hay que tener miedo a la concentración de medios privados, lo que es de temer es la concentración de la información en medios oficiales, mucha más peligrosa puesta que goza de un enorme poder e ilimitados recursos.» Sin embargo, la historia argentina reciente demuestra que la concentración de medios en manos privadas (lo que pasa actualmente, ver el link del mapa de medios que puse en el comentario del 18/11, 8:19 pm) es lo reprochable, incluso es inédito en países como EE.UU., toda Europa, Canadá, etc. Como se ve ninguno es bonapartista, pero todos tienen leyes que impiden la concentración de medios en manos privadas. La nueva ley de medios argentina toma como modelo a esas leyes y va más allá, democratizándo aún más los medios. Es una ley de avanzada en el tema, por lo que el Relator de Libertad de Expresión de la ONU la recomienda para los demás países. Argentina ya tuvo «concentración de la información en medios oficiales, mucha más peligrosa puesta que goza de un enorme poder e ilimitados recursos», y fue durante la última dictadura, cuando tenía en sus manos todos los canales de TV, varias radios y periódicos asociados (cómplices) como Clarín, La Razón y La Nación, lo que varió un poco cuando Alfonsín se desprendió sólo de Canal 9 y se lo entegó a su amigo Romay, y los diarios de Papel Prensa pasaron a hacer el juego político que Magnetto le explicó a su ex socio en Papel Prensa y ex dueño de La Razón, José Pirillo: los gobiernos duran 6 años, en cambio los diarios duran cien, por eso lo que tienen que hacer es apoyar al gobierno los primeros dos años para sacarle conceciones, pegarle los siguientes dos para obtener más conceciones, y pegarle los dos últimos para voltearlos porque ya no les sirve y enseñarle al que viene quién manda. Esto lo declaró el finado Pirillo en la justicia. Eso pasó con Alfonsín, Menem y De La Rúa. Por eso se explica el «apoyo» del Grupo Clarín los primeros dos años de Néstor Kirchner, la presión de Magnetto para que no sea Cristina la candidata en 2007 sino Kirchner, y como no lo lograron apenas asumió Cristina empezó la guerra de zapa para voltearla. Si alguien duda, sólo le basta escucharlo directamente de él: http://www.youtube.com/watch?v=Pxhc8IgC2fI&feature=related
Este gobierno «cesarista» cambió la ley de radiodifusión de la dictadura, que le daba poder discrecional para sacar licencias y dárselas a quien quisiera, y promulgó la nueva que recorta muchísimo su propio poder y hace intervenir a las minorías parlamentarias en la gestión del AFSCA (ex CONFER). Si eso es ser autoritario o bonapartista debemos cambiar el diccionario o discutir de otra cosa…
Cualquier duda, leer la ley misma o una síntesis de ella: http://www.argentina.ar/_es/pais/nueva-ley-de-medios/C2396-nueva-ley-de-medios-punto-por-punto.php
Saludos.
Basurero:
¿Pirillo? Mejor buscar a alguien más presentables para un tema como el que estamos tratando.
Veamos a un organismo internacional respetable:
En un capítulo dedicado específicamente a esta cuestión, en su Informe Mundial 2010, Human Rights Watch cuestionó tres aspectos de la ley de medios de la Argentina, además de cómo distribuye la pauta publicitaria oficial el Gobierno y la falta de una ley de acceso a la información pública.
El informe menciona que la ley de medios “buscaba limitar que individuos o empresas fueran dueños de porcentajes significativos del espectro de radiodifusión y así promover la diversidad de opinión y debate”.
“Sin embargo, la nueva ley crea un organismo de aplicación que, pese a tener una composición diversa, carece de autonomía absoluta. También contiene definiciones vagas de las ‘faltas’ que podrían dar lugar a sanciones como la caducidad de las licencias de difusión”, señaló el informe de HRW. En la misma dirección, el trabajo destaca que la ley de medios “tampoco contempla la creación de mecanismos específicos para quienes actualmente poseen más licencias de las permitidas por la ley, y que podrían necesitar reclamar daños y perjuicios si prueban que las medidas sobre defensa de la competencia previstas en la ley les causan perjuicios económicos.»
Por supuesto Basurero, nunca nos vamos a poner de acuerdo, por más grandiosa que fuere la ley de medios: vos confías en el gobierno,yo todo lo contrario. Los antecedentes de Santa Cruz, para mí, me bastan y sobran y se han reproducido a nivel nacional. No creo que el Rudy Ulloa Igor sea un ejemplo de la diversidad de voces que dice perseguir el gobierno. Seamos un poco más realistas, nos guste o no Clarín.
«Veamos a un organismo internacional respetable»; ¿eso quiere decir que para vos no es respetable lo que diga la ONU?
Pauta publicitaria y acceso a la opinión pública no deben incluirse en la ley porque la misma se refiere a medios audiovisuales, y esos puntos van mucho más allá, no mezclemos peras con camiones que transportan cajones de frutas. se necesitan otras dos leyes sobre eso, no hay duda.
Según argumentás: «vos confías en el gobierno,yo todo lo contrario», entonces vayamos al extremo para aclarar ese punto: si desconfiás de este gobierno con una ley mucho más pluralista, con muchas más restricciones para el Ejecutivo y de avanzada en el mundo en materia de abrir la palabra a otras voces… ¿proponés dejar la ley anterior, la de la dictadura, autoritaria, que concentra todo el poder en el Ejecutivo y que ese mismo gobierno no utilizó para hacer lo que vos temés que haga con la nueva, cuando le era más fácil y que no tenía ningún impedimento legal? Los gobiernos anteriores tenían esos mismo poderes y los utilizaron en su favor… pero eran «más confiables», claro…
Las leyes no se hacen sólo para un gobierno sino para todos los que vienen. ¿Eso quiere decir que si la ley la hubiese promulgado Alfonsín, Menem, De La Rúa o Duhalde la aceptarías? Sería lo mismo que con las leyes de recuperación de AFJP, AUH, etc. etc…
Basurero:
No confio para nada en el gobierno, entre otras cosas por esto:
http://www.pcram.net/pdf/output.pdf
Sigue la tendencia a reescribir la historia de acuerdo a una visión oficial y en materia de medios que se escuche una sólo voz, con el cuentito de una ley plural.
Por otro lado la mal llamada ley de medios del proceso, que parece que a partir del conflicto con el campo no dejaba dormir a algunos,a pesar que de decenas de reformas, realizadas a partir del 1984, poco habían dejado del texto original, destacándose entre esas reformas las de los gobiernos de Menem y Kirchner.-
Politico Aficionado: «La comunidad de Artepolítica es un espacio de discusión abierto.» Eso es lo primero que dice el encabezamiento del blog. No se me ocurriria describir a La Nacion como ‘espacio de discusion abierto’ o que eso sea a lo que Grondona aspira en sus columnas. Son herramientas de difusion para las ideas de un sector especifico. Lo que es valido, mientras no pretenda ser otra cosa.
Si lo que estas diciendo es que Artepolitica es el equivalente a La Nacion del otro lado, y los comentaristas que sostienen la linea del blog y el gobierno son el equivalente nac pop de Grondona, por una vez vamos a estar de acuerdo.
Difícilmente sean equivalentes. La diferencia entre unos y otros se puede medir en millones de dólares.
no es lo mismo.
en AP venís y te expresás. es libre.
para expresarte en la nación tenés que hacerte antes una lobotomía.