El fin de la transparencia

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La idea de transparencia que guió al periodismo de los noventa, suponía que la revelación, la exposición de una evidencia volvía la realidad absolutamente abarcable. El descubrimiento que entrañaba una cámara sorpresa, donde se develaban las peores fechorías de personajes menores de la escena pública, permitía imaginar que la realidad era tan plana como esa imagen, que todo estaba claro y la contundencia de la situación hablaba por sí misma. Lo que faltaba en ese discurso era la consideración de que el poder es la capacidad de quitarle el sentido a lo evidente. El ciudadano se indignaba desde su sillón por la corrupción estatal pero jamás veía que esas revelaciones tuvieran consecuencias en el plano de la justicia. Esta frustración alimentaba su pasividad, su desaliento y su desprecio hacia la clase política. Presentar al funcionario como un ladrón fue la estrategia que encontró el periodismo para despolitizar la política y ubicar a ciertos periodistas estrella en el lugar de salvadores de la patria (el caso más abusivo fue el de Santos Biazzatti).El periodismo de denuncia era posible porque la impunidad estaba garantizada. Esto explica que se haya convertido en una moda televisiva y editorial.

Jean Baudrillad, que teorizó mucho sobre la transparencia sostenía que “La obscenidad es la pérdida de una escena, de una ilusión escénica y por lo tanto del secreto que preside una acción (…) Esta cultura de la información es pornográfica es decir, una cultura sin secreto”.Justamente el periodismo de fiscales de los noventa quería anular el secreto, se construía bajo la idea de que su ojo avizor podía descubrirlo y revelarlo todo, de que esa exposición mediática era la verdad. Eliminaba esa escena que hablaba ni más ni menos de la trama política, del devenir histórico que hacía posible que un personaje de reparto ,que alardeaba de sus coimas y favores, pudiera ser totalizado como la prueba irrefutable de la corrupción.

La transparencia suponía que el develamiento que habilitaba la cámara sorpresa del delito eliminaba el secreto y acercaba al espectador a la verdad, a la posibilidad de espiar por el ojo de la cerradura al poder (que en realidad era un poder de poca monta) La escena que faltaba allí era la política, la construcción del entramado que hacía posible no sólo la corrupción sino el uso de esa corrupción como negocio periodístico.

En el momento en que la Presidenta decidió convertir en cuestión de estado la investigación sobre Papel Prensa puso ,de manera contundente ,en crisis ese discurso de la transparencia. Hoy el gobierno nacional permite la aparición de la escena que faltaba. El secreto que le sirvió de cómplice al delito hoy tensiona la mirada sobre los medios y la política, le da espesura al conflicto. Desbaratar la idea de transparencia es la mayor herida de muerte al discurso dominante de la corporación mediática.

Desde esta interpretación se podría leer la respuesta cínica de algunos periodistas que sufrieron en carne propia la dictadura de Papel Prensa. A Jorge Lanata, tal vez le preocupa el protagonismo de la política porque frente a la densidad de la argumentación oficial,se evidencia la levedad de la palabra del ex director de Crítica.. Entonces tiene que decir que está podrido de los setenta y reducir un drama histórico a un capricho, a la frivolidad del mero aburrimiento. El problema es que en este contexto defender los derechos humanos tiene consecuencias y esas consecuencias implican aceptar que esa forma de hacer periodismo que volvió exitoso a Lanata tal vez esté llegando a su fin. Esos periodistas existen en la medida que se opongan al gobierno de turno y debiliten sus credibilidad. Nada lastima más a ese periodismo que una política como la que lleva adelante Cristina Fernández. Al convertir una decisión de estado en una acto de historiografía, al plantarse frente al pasado desde una lectura de los hechos y darle un valor de presente, destroza la deshistorización del periodismo posmoderno que en Argentina encuentra su bastión en Lanata.

Lo que nos viene a decir la Presidenta es que ese periodismo de querellas era posible gracias a un pacto de silencio del que personajes como Lanata o Martín Caparrós se asumen como cómplices. No hace falta un análisis minucioso de sus discursos para comprobar que ellos instalan la duda y la sospecha sobre las víctimas, mientras se declaran críticos de Clarín. Ellos nos llevan al pasado, a esa época donde los sobrevivientes debían demostrar la veracidad de sus denuncias, de sus torturas, de sus martirios, donde se los presumía culpables. Hoy escucho a Lanata decir que los montoneros eran personas capaces de matar a un tipo maniatado e indefenso en un sótano. Esa frase incrustada en una opinión sobre un discurso presidencial que todavía no había tenido lugar, sostenido en suposiciones que se demostraron como falsas, me lleva a pensar que Lanata está afirmando: se merecían lo que les pasó, ellos no eran santos.

Nunca escuché que se preguntara de dónde había sacado la plata un empresario, salvo que se llame David Graiver, entonces hay que investigar hasta sus calzoncillos.

“Nuestra propia parte maldita tal vez sea la indiferencia, el rechazo de la política, el pacto sellado en el silencio de las mayorías, en una resistencia sorda e irracional en la que deambulan otras complicidades.” Esta reflexión arrima Baudrillard y Elías Canetti imaginaba que la decepción de la democracia derivaba de su ausencia de secreto. Los medios se ocuparon de borrar el secreto. Ese periodismo no tenía historia, era un ente salvador que hablaba desde una objetividad incuestionable. En el discurso de Cristina Fernández se reconoce que allí donde se suponía que había transparencia existía un secreto y a ese secreto negado la corporación periodística la debe su éxito. Porque si se sospecha de uno, quien sabe,tal vez se puedan descubrir secretos de algún otro.

29 comentarios en «El fin de la transparencia»

  1. Tal vez lo que nos faltó para completar la historia hubiese sido tener un gobierno de «jóvenes idealistas», los que, por provenir del mismo tronco religioso, cultural, social, y hasta familiar que los represores, hoy serían (a pesar de lo contrafáctico), delincuentes de lesa humanidad. Chi lo sa…

  2. Alejandra. Hay una verdad. Existen los hechos y lo demás son solo interpretaciones.
    La cámara mostraba un político corrupto. Si después, como sociedad, se nos ocurrió intentar prohibir la cámara oculta y no castigar al corrupto, el problema es de la sociedad, no de la cámara. Y la cámara es un ejemplo: las causas, investigaciones y denuncias fueron – y son – cajoneadas por los poderosos de turno que, salvando algún deceso, son los mismos de los 90.
    Por otro lado, lo que la Presidenta muestra no es la verdad del hecho histórico y ni siquiera se le parece. Es una versión falsa, incompleta y amarillista. Y lo hace por la misma razón que antes acusaba a los sojeros golpistas: al denunciar que hay otros poderes, más poderosos que ella, se pone en papel de victima y toda derrota o toda falta de avance se debe a ellos y no a la propia incapacidad, falta de interes, o desidia.
    Y este artículo – como todos tus artículos – demuestra que va por el buen camino.

  3. «El periodismo de denuncia era posible porque la impunidad estaba garantizada.»

    Que bueno que ahora no sucede esto, como hemos avanzado!

    1. Me parece muy simple de su parte afirmar que toda nota que no sea de la prensa oficial que eche luz sobre corrupción es una calumnia. E inclusive muy falaz su manera binaria de pensar, que todo aquel que critique al gobierno es un felpudo. Allá usted.
      Creer que vivimos en un país donde estas cosas no suceden y menos en los sectores mas pobres, es hacer la vista gorda.

  4. Excelente Alejandra. Como siempre. Agrego que si bien PP echa luz sobre los titiriteros que estaban detrás de la escena, sobre el Yabrán mediático, sobre sus títeres periodísticos (por llamarlos de algún modo) la 125 ya había derrumbado todas las caretas. Todas. Los voceros del stablishment ya habían quedado en pelotas ante el público.

    Un amigo que vivió un largo tiempo en Caracas me contaba que los baldazos de materia fecal que derramaba sobre Chávez la RCTV y Globovisión ya no surtían ningún efecto. A los venezolanos tanto les daba que dijeran que Chávez era ladrón o que era antropófago. Igual daba. Cuando uno estira un argumento a los límites impensados, sólo logra ridiculizarse a sí mismo y a ponerse en evidencia ante el auditorio. Y es lo que finalmente está ocurriendo aquí. Todo está tan claro que asusta.

    1. Quiero creerle a tu amigo. Ahora, si lo que dice es cierto ¿Por qué Hugo se empeña en clausurar canales, diarios, etc?

      1. Entiendo que porque cometieron delitos. DE-LI-TOS. Por los que en USA no sólo les hubieran sacado el canal, sino que estarían presos, como los 40 periodistas presos en USA que hay actualmente. ¡Oh, cáspita…! ¿No te lo informó la CNN? ¿TN? Chéeee…

        Ahí te dejo un link con 5 videos sobre la «prensa independiente» Venezolana. Echales una mirada, que responden a tu pregunta. Si no te alcanzan, buscá algún video sobre «Puente Llaguno». No sabe el que no quiere.

        (1) http://centroizquierda.blogspot.com/2009/07/el-terrorismo-mediatico-venezolano.html

      2. Francisco: la prensa venezolana (gran parte de ella, RCTV a la cabeza) fue cómplice directa y confesa de un golpe de estado («cómplice» quiere decir, en este caso, partícipe necesario). Decir que Chavez «cerró diarios» o «cerró canales de TV» debería estar acompañado de algún intento de comprensión de lo que sucedió. Cualquier persona que diga que en Venezuela no hay libertad de expresión (pienso en Cox, por ejemplo) lo hace desde la mala fe, desde la ignorancia o desde la estupidez. Lo del medio se soluciona muy fácilmente.

    2. El sueño humedo permanente de estos ex-menemistas convertidos convenientemente y justo a tiempo en talibanes nac&Pop es ese mundo sin periodistas (era asi, querido Perro?) y sin oposicion (era asi, Cristina senadora?), asi pueden meter alegremente la mano en la lata del Estado, junto con sus capitalistas amigos nacionales y multinacionales. Lastima que el sueñito kirchnerista de vivir esa vida «estilo Boudou» tarda en cumplirse porque asombrosamente la gente se resiste al afano en nombre de la revolucion kirchnerista. Este pais no se merece a estos incansables luchadores revolu.

    1. Quintin no tenes cara, ladron!.

      Nos dice Pablo Sirvén en una nota escrita en el diario La Nación del Domingo 12 de diciembre de 2004:

      Sus magros resultados no se compadecen con su costo infinitamente mayor, ya que se llevó puesto al director del Bafici de los últimos años. El ex agente público aún sigue sin entender las flagrantes contradicciones que existen entre ser un programador estatal e intentar, al mismo tiempo, apropiarse de esa idea y privatizarla para usufructo propio, con recursos, contactos y staff generados anteriormente con dinero de los contribuyentes. ¡Y qué dineros!: 900.000 pesos en aportes directos, y en efectivo, del gobierno de la ciudad, más de 320.000 pesos cedidos por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales; eso sin contar las generosas donaciones de embajadas, fundaciones y entidades extranjeras, a las que se agregan los abultados auspicios de 75 instituciones y empresas. Un platal que seguramente rendiría más y mejor en acciones permanentes que en eventos que se evaporan en pocas horas.A pesar de ser licenciado en matemática, a Eduardo Antín -más conocido en el mundillo cinéfilo por el nombre de un mártir cristiano (Quintín) que tomó como seudónimo- le fallaron los cálculos y la coordinación, por 130.000 pesos, de un festival paralelo -al margen del programa de “Muestras itinerantes” que el mismo Bafici contempla en sus estatutos- determinó su eyección, shot mediante, de la administración oficial.

      El caso reviste interés porque es un claro ejemplo de lo peligrosamente difusas que se encuentran en la Argentina las fronteras entre lo público y lo privado. Como Quintín llevó adelante con gran éxito las últimas ediciones del Bafici, secundado por miembros de la revista El Amante -que fundó en 1991 con fondos de su suegro-, tal vez terminó pensando que el festival porteño de cine era una creación propia y vitalicia, cuyas franquicias podía extender de manera inconsulta e ilimitada. Durante estos últimos años, él y su mujer viajaron por todo el mundo, con amplios viáticos cubiertos por el Estado, para establecer intercambios de relaciones y materiales con otros festivales; lobbies intensos que determinaron grandes beneficios para amigos y determinados films y, por el contrario, propiciaron dificultades de exhibición para aquellos que no eran de su agrado. “Si Julio Márbiz -se escuchó decir con picardía en una de las últimas «privadas» de películas a estrenar- hubiese hecho la mitad de lo que hizo Quintín, lo denunciaban en la Corte de La Haya.”

    2. Debe ser la décima vez que digo algo en AP y me citan la nota de ese infeliz de Sirven, que en 2004 aceptó ser operado por Gustavo López solo porque no le gustaba el cine independiente y le parecía que yo era muy elitista. No hay ninguna otra fuente para acusarme de nada (de hecho nadie me acusó de nada) y cualquiera que conozca el tema sabe que del Bafici (donde tenía un contrato basura y no manejaba dinero) me fui mucho más pobre de lo que entré porque no cobraba ni viáticos.

      De todos modos, como lo dije antes, la calumnia es indestructible y el día en que me muera van a festejar aquí que se murió el famoso chorro que desfalcó el Bafici. Es inevitable pero qué se le va a hacer. Ese es el nivel actual de este sitio que alguna vez quiso ser otra cosa que una parte del aparato de propaganda oficial y un órgano de divulgación de la calumnia anónima.

      Pero aun así, aun cuando yo fuera el mayor ladrón que pasó por la administración pública en toda la historia, una cosa es robar y otra mucho más grave es defender a los que roban, que es lo que hace este post miserable y autoritario.

      Tengo otro título para esta nota: «¡Viva el robo oficial, nacional y popular!»

      1. che queda alguien que no leyo lo de Sirven todavia?

        basta por favor,entre Sirven y cualquier otro me quedo con cualquier otro.

      2. Quintin emitis prejuiciosas calumnias e injurias a todo lo que sea K, de la misma manera de la que te victimisas.

        Totalmente incomprensible!, lo que no deja mas que la deducion de que sos un soberano chanta, ladron!

        No tenes cara, ladronsuelo de cuarta! Todos sabemos cual es tu funcion en perfil, monigote corrupto, vivis a costillas del pueblo, chorro!

      3. Vale decir que debemos creerle, Quintín, porque sus acusadores son unos infelices. Agrega que «la calumnia es indestructible».
        Por las mismas razones, le creo a Cristina cuando lgente como Ud. la causa (véase «infelices»).
        Además, respecto de ella, puedo valorar todo lo que de bueno ha hecho en su gestión.

      4. Ladron!!!!!!!!!!!!!

        Devolve la plata que te afanaste. Vos y tu mujer son unos ladrones. Los tendria que condenar de por vida, mientras la gente se muere de hambre vos y tu mujer se afanan las esperansas de las personas.

        Sos un ascoooooo

  5. a veces artepolitica parece el muro de los lamentos de la derecha…
    Cuando he señalado que estamos en una epoca de confusion me refiero a los significados diversos que suelen hacerse de los mismos terminos.Ahora,con respecto a»la historia reciente»creo los hechos acaecidos son claramente demostrativos de los errores cometidos en un abandono de cualquier humanismo posible.

  6. “Lo concreto es que durante la década del menemato… quedar progre era muy fácil, porque estaba fácil el enemigo, o estaba muy fácil el adversario …contra Menem eramos todos progres” E. Alivertim en TVR.
    Ver en: http://www.youtube.com/watch?v=pnXcU1ZY_8I

    En realidad en la primera etapa del menemismo, donde se consumó el achicamiento del país continuando el modelo económico-social de la dictadura, eran muy pocos, contados, los que se oponían desde el periodismo, y muchos menos desde el plano político, exclusivamente desde el peronismo: CGT de Ubaldini, Grupo de los 8 y pará de contar. Después, en el segundo mandato, es como dice Aliverti.

    Este post abunda en incoherencias, contradicciones, estereotipos, subjetividades varias, falacias, adjetivaciones descalificatorias, como siempre.

    Ya partiendo del título no quedaría nadie, ni el mismo Aliverti, todos por ser cómplices del menemato.

    El estereotipo de periodismo crítico es la cámara oculta; el emblema: Santo Biazatti; los culpables de ese periodismo: Lanata y Caparrós.

    Si se sigue la línea argumental de la transparencia, término utilizado irónicamente para denostar al periodismo de los ‘90, y darle tal carácter al informe de PP, éste también concluye siendo pornografía informativa. La contraparte a lo transparente, al «secreto» develado, lo inofensivo y permitido por los medios, de modo figurado sería lo opaco, lo oculto, lo insincero, lo que debe permanecer en las sombras.

    Un secreto», el de PP, que atravesó los años noventa que nadie se «animó» a transparentar, a hacerlo visible porque no era poca cosa. Claro que tampoco se hizo visible en los ochenta ni en lo que va de este siglo, hasta ahora. Hasta ahora, en que todos dejamos de ser «cómplices»: los periodistas, los ciudadanos, los políticos y el gobierno. Cómplices de un «secreto» que permaneció oculto en tantos años porque como dice O.Papaleo: «somos vivos, somos peronistas».

    Si en la dictadura era el «no te metás», en el menemato es el «sálvese quien pueda». Es en la políticas neoliberales donde está el germen de la anti-política al promover el individualismo, anular la solidaridad, toda esperanza de destino colectivo y no como producto exclusivo de la «dictadura» de los medios que son parte instrumental.

    Esto es aparte: En el video que hago referencia, hay una edición de 6,7, 8 que se muerde la cola: pasan a Víctor Hugo defendiendo a la Lilita que hablaba contra Clarín allá por el 2003. V. Hugo dice: «esa era mi Lilita» y no la actual, claro. Sí, era en el 2003, y Carrió era la única que habló contra Clarín, mientras otros callaban. Qué se le va a hacer, se le pasó al editor.

    1. Entre los que no encontraban fácil hablar mal de menem estan los kirchner hasta 1996, cuando echó a Cavallo. recién ahí empezaron a sospechar que menem no era tan bueno, de 1989 a 1995 nada de eso.

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