Santa Fe: madre asesinada por denunciar a los asesinos de su hijo

Santa Fe no da para más. Si es incapacidad o complicidad del gobierno socialista-radical a esta altura de los acontecimientos carece de relevancia y todo indica la mezcla de las dos cuestiones. Si en otros lugares del país hay violencia e inseguridad, Santa Fe rompe todos los records y el descontrol sobre la policía, el narcotráfico y la delincuencia va en aumento.

Ayer asesinaron a Norma Bustos, una madre que perdió el hijo el año pasado y que no se calló y denunció a los asesinos. Y todo fue casi como una crónica de una muerte anunciada donde la responsabilidad del gobierno santafesino es gravísima.

A la detención, desaparición seguida luego de asesinato de Franco Casco, donde se visualiza la libertad del accionar criminar de sectores de la policía en complicidad con el poder judicial, el gobierno y hasta de un periodismo comprado por ellos, hoy asistimos a algo ya debería ser tapa de los diarios, porque no es tampoco cualquier crimen.

norma_bustos_asesinada20112014_fotolacapitalJuzguen ustedes sobre estos datos (sacados del diario La Capital, sección policial):

«Llamado de auxilio.Una mañana de septiembre de 2008 una mujer llamó a La Capital para contar sobre la espiral de violencia que imperaba en la zona donde vivía. «Vengan al barrio. Queremos contarles que sólo queremos vivir en paz, pero no podemos más. Tenemos miedo». Era Norma, quien abrió la humildad de su casa para que diez vecinos hablaran entonces con un cronista de este diario. Por entonces el tema de la narcoriminalidad sólo lo abordaban pocos periodistas y ocupaba espacio en algunos medios. En aquella charla estaba Lucas, su único hijo.

Cuatro años y cuatro meses después, el domingo 27 de enero de 2013, a Lucas lo mataron a balazos de ametralladora a 30 metros de su casa. Tenía 25 años. «A la 1.15 escuché la ráfaga de disparos y salté de la cama con mi marido. Pensé en Lucas y salí en bombacha y remera a buscarlo. Cuando llegué a la esquina (de Pavón y Santa Rosa de Lima) vi al auto plateado del que le seguían disparando. Me puse un pantalón y volví a buscar a Lucas. Estaba tirado en el patio de la casa de una vecina. Cuando le corrí el cabello con mi mano le vi la herida en la cabeza. Uno de mis dedos entraba en el hueco que dejó el balazo», contó Norma. Y apuntó como homicidas a los hermanos Milton y José Damario, dos pesados ligados al mundo de la droga que viven a sólo 200 metros de su casa.»

Pero nada hizo ni el poder judicial, ni la policía por encarcelarlos. Aunque luego caerían presos por otro motivo:

«Un año más tarde, los hermanos Damario cayeron presos en la ciudad de Santo Tomé, en el marco de la investigación por el asesinato de Claudio «Pájaro» Cantero, el líder de la banda de Los Monos. Los dos fueron procesados por la jueza de Instrucción Mónica Lamperti como coautores del asesinato de Espina y por ello irán a juicio.

La muerte de Lucas empezó a marcar el final de la familia de Norma. El día que sepultaron al pibe falleció el padre de la mujer, quien padecía una grave enfermedad y no pudo soportar saber lo ocurrido a su nieto. Y hace poco más de un año Oscar, el esposo de Norma, murió de una insuficiencia renal. «Yo lo perdí todo. ¿Qué más me pueden hacer? Yo ya estoy muerta en vida», decía Norma sin necesidad de que alguien se lo preguntara. Vivía sola en su casa y ahí, con la ayuda de su familia, puso un quiosco con el que se ganaba la vida. Norma tenía un hermano en Rosario y una hermana en la provincia de Buenos Aires.»

«Tras las rejas. Pavón 4651. Un cartel sobre la vereda alerta que allí hay un quiosco, el quiosco de Norma, la mamá de Lucas. En la habitación en la que pasó sus últimos días su padre, la mujer puso el local que atendía a través de una ventana enrejada y guarecida por un toldo naranja y amarillo. Frente a la ventana hay un altar pintado de rojo punzó que Lucas construyó para rendirle culto al Gauchito Gil, del que era devoto. «No le estoy dando mucha bola al Gauchito. Estoy enojada con él por lo que pasó con Lucas», contó Norma en abril pasado. En la puerta de chapa de la casa, pintada de blanco, podían verse aún al menos cuatro impactos de balas fruto de las continuas amenazas que padeció la mujer desde que salió a denunciar públicamente a los asesinos de su hijo.»

¿Y qué pasó ayer?

A las 10 y 30 una moto, con dos hombres con casco, llegó hasta la ventana del kiosco. Tocaron el timbre y cuando la madre de Lucas fue a atender, le dispararon tres balazos calibre 38. Y la moto luego se perdió en el Barrio Las Heras

El fiscal de la Unidad Especializada en Homicidios mencionó  «que no hay que apresurarse en jugársela por una hipótesis», tal vez de la misma manera que acturon con el crimen de Franco Casco, que hasta llegaron a conjeturar que era un suicidio (ver nota) cuando está clara la responsabilidad de la policía en el crimen y de la complicidad de muchos en el ocultamiento del mismo, incluyendo la policía, el poder judicial, el gobierno santafesino y la prensa adicta (y lo siguen haciendo).

Norma Bustos, era una mujer valiente. Tenía 53 años. Era trabajadora y quería un barrio tranquilo. Por eso mucho antes de que mataran a su hijo, pidió a las autoridades municipales y provinciales por algo de paz para su barrio. No le dieron bolilla. Recurrió a la prensa en aquel entonces. No consiguió nada y sus peores temores se concretaron al morir su hijo asesinado, crimen que aún está impune, a pesar de sus denuncias posteriores y de la identificación de los criminales.. Debe ser terrible que te maten un hijo y saber que sus asesinos, identificados, viven a pocas cuadras de tu casa. Y aún así siguió denunciando, reclamando.

Obviamente que este crimen tiene entre otras el objetivo de meter miedo a todos, de que nadie denuncie nada.

Si la respuesta que damos en la sociedad es el silencio y la indiferencia el objetivo de los mafiosos y delincuentes, de uniforme o sin él, vinculados a algún gobierno o no, será exitoso.

Pero no todos estamos dispuestos a ceder a los chatajes, a los asesinatos, al amedrantamiento. Este miércoles se hizo una marcha frente a la gobernación (en Rosario), convocada por el Sindicato de Prensa Rosario en apoyo al periodista Germán de los Santos, quien fue amenazado por bandas criminales por su investigación e intervenciones en Radio 2, y los diarios La Nación y El Litoral.

Como decía un lector en su comentario en el diario

«¡cómo le soltaron la mano a esta mujer! Tanto la policia como el juez jamás le brindaron protección sabiendo que ella mandó al frente a gente pesada. Es gravísimo este hecho. Acá tienen que pagar mucha gente de poder y demás. No puede quedar así,  pasar por alto este hecho. Vuelvo a repetir acá no se le brindó protección a esta mujer. Tienen que caer varios.»

 Ya van en lo que va del año 271 asesinados en Rosario. Y no hablar de robos de todo tipo. Y como decía otro lector:

«si los 217 asesinados serian poíticos, jueces, prensa, policías y abogados, habria una revolucion……fomentada por los poderes…..como es «gente común» no pasa nada…»

u otro: «los ciudadanos piden seguridad….le hacen carriles exclusivos…..piden seguridad….le dan colectividades…..piden seguridad….le traen el dakar…..piden seguridad….congreso de la lengua….piden seguridad…..la caravana de los deseos…..vuelven a pedir seguridad….le suben la tgi….vuelven a pedir seguridad.… y así sigue, rematando, «pero ninguno renuncia a su jugoso sueldo»

Pero esto es mucho más que un jugoso sueldo. Es mucho más grave. Tiene que ver con un modelo de sociedad y mundo donde prima la ley del más fuerte, tanto en lo económico («la invisible mano de los Mercados» que defiende Binner, la prepotencia de los grandes terratenientes y las grandes corporaciones), el control político-jurídico que hace años, por no decir siempre, se enseñorea en Santa Fe por parte también de los grandes poderes, la libertad de los grandes negociados y privilegios del Poder Judicial (incluyendo al Federal), de la burocracia santafesina, de los importantes nichos de corrupción que quedan siempre ocultos gracias al marketing y al silencio de los medios de comunicación, y lo que es fundamental: el campo de acción libre que tiene la criminalidad, sea esta con uniforme o sin él.

Cuando uno camina estos días por Rosario, la amenaza más grande no está en que de golpe hay un arrebato o un intento de robo. Pues en todo caso es algo evidente. La amenaza más peligrosa está en los grandes carteles que ha pegado el gobierno santafesino, donde en su propaganda dicen: «Santa Fe Avanza». Sí, Santa Fe avanza, rumbo al precipicio.

Si la sociedad -es decir, una parte importante de ella-, no reclama, no protesta, no controla y por el contrario, con sus votos sigue avalando ese rumbo….

fjp2001@gmail.com

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