Bein: la agenda que viene no es la del aumento de salarios

Con una inflación que el año pasado llegó a 40 por ciento, una recesión de dos por ciento y atraso cambiario, el ajuste ya está actuando ahora sobre el bolsillo de los asalariados. Foto: Archivo
Aunque en el terreno político el resultado de las próximas elecciones aún sea incierto, en el económico el diagnóstico resulta bastante más claro y compartido por los principales referentes de los candidatos que competirán en octubre.
Es una interesante novedad, prácticamente inédita desde el regreso de la democracia, en 1983, que contrasta con los problemas que describen los economistas que acompañan a los candidatos con mayores chances de convertirse en los sucesores de Cristina Kirchner el 10 de diciembre de este año. Sin duda se diferencia en este sentido de la competencia entre Ricardo Alfonsín e Ítalo Lúder del 83, que estuvo focalizada en la recuperación democrática y la vigencia de los derechos humanos; también de la de 1989 entre Eduardo Angeloz y Carlos Menem : el primero planteaba un plan de modernización y un «lápiz rojo» para bajar el gasto, mientras que el segundo prometía una «revolución productiva» y un «salariazo», aunque luego el líder riojano se convertiría como presidente en el mejor alumno del consenso de Washington.
Tras los dos períodos de Menem, en 1999 Fernando de la Rúa apareció para la sociedad como el mejor garante de la continuidad de la convertibilidad -con el presunto valor agregado de la transparencia- frente al peronismo más clásico representado por Eduardo Duhalde . En 2003, Menem quiso la revancha, pero un desconocido Néstor Kirchner pudo imponerse gracias a la bendición de Duhalde, sin decir qué iba a hacer. Desde entonces, la hegemonía fue del kirchnerismo.
El país está estancado, con alta inflación, desequilibrio fiscal y pobre desempeño externo, un cepo que ahoga la posibilidad de volver a crecer con fuerza y una brecha cambiaria que impide planificar la economía en el mediano plazo
Ahora, cuando el «modelo» ya muestra todo tipo de grietas, es interesante conocer la opinión de los economistas de los principales espacios políticos para anticipar cómo terminará su mandato la economía del kirchnerismo, qué posibilidades de recuperación existen en 2016 y cuáles son las soluciones concretas para que el país retome su sendero de crecimiento económico con baja inflación, superávits gemelos, tipo de cambio competitivo y alto nivel de inversiones, que permitan -sin trampas en las cifras- una mejora en la situación social de la población.
Los economistas consultados por LA NACION difieren más en la velocidad de los cambios que en el tipo de instrumentos que se deben usar para hacer frente a los problemas. Y si bien al Gobierno (en particular el ministro de Economía, Axel Kicillof) le gusta decir que la oposición quiere un ajuste y sobreendeudar al país, lo cierto es que con una inflación que el año pasado llegó a 40% según algunos índices provinciales, una recesión de 2% y un atraso cambiario sólo financiado con la deuda que el Poder Ejecutivo está emitiendo internamente, el ajuste ya está actuando ahora sobre el bolsillo de los asalariados.
Ningún candidato presidencial podrá quejarse por desconocer la herencia económica que recibirá del kirchnerismo, aunque resulte difícil precisarla con exactitud por la manipulación de los datos que empezó hace ocho años: el país está estancado, con alta inflación, desequilibrio fiscal y pobre desempeño externo, un cepo que ahoga la posibilidad de volver a crecer con fuerza y una brecha cambiaria que impide planificar la economía en el mediano plazo. Además, están los problemas más estructurales: falta de inversión en infraestructura y energía, estructura tributaria distorsiva e inexistencia de incentivos para el ahorro en moneda nacional en el largo plazo.
Por estas cuestiones, todos los entrevistados pusieron el acento en la necesidad de lograr acuerdos políticos y reglas institucionales como condición necesaria para que la economía se encarrile. Y ninguno de ellos se animó a anticipar un 2016 con crecimiento; por el contrario, advirtieron que podría volver a estancarse el PBI, aunque con cierta recuperación de la inversión.
Por otro lado, sugirieron que, desde enero próximo, el tipo de cambio debería ubicarse a mitad de camino entre el tipo de cambio oficial y el paralelo.
Miguel Bein, principal asesor económico de Daniel Scioli , advirtió sobre desequilibrios que «se deben encarar gradualmente, sin afectar el empleo, y además está claro que hay un problema de tipo de cambio y de tarifas». Claramente se diferenció del «modelo» actual: «La mesa de los argentinos se defiende duplicando la exportación de trigo, no prohibiéndola».
El economista Federico Sturzenegger , diputado nacional por el macrismo, sostuvo que el Gobierno «dejará un país con una de las inflaciones más altas del mundo, cuatro años de estancamiento, problemas en todas las economías regionales, alto déficit fiscal y desequilibrios energéticos».
No menos pesimista es el panorama de Marco Lavagna, hijo del ex ministro Roberto Lavagna e integrante, al igual que su padre, del equipo económico de Sergio Massa . «El 2015 terminará con una economía con mal desempeño desde el punto de vista de la actividad y una parálisis en la inversión a la espera de señales concretas del rumbo económico del próximo presidente. Es una economía donde el deterioro de los últimos años seguirá presente, así como las restricciones y el intervencionismo por parte del Ejecutivo. La inflación, si bien en niveles un poco inferiores a los del año pasado, seguirá siendo uno de los principales factores de deterioro de la situación social y del aparato productivo».
Sin los precios récord de las materias primas de hace unos años ni una mayoría parlamentaria como la que gozó el kirchnerismo (por el contrario, con esta fuerza desde la oposición tratando de buscar su revancha en 2019), ¿podrá el nuevo presidente recomponer la economía?
«La herencia para el próximo gobierno será pesada -sostuvo-; por un lado, el gran desafío de revertir el deterioro institucional, esencial para definir un programa que busque recuperar la senda del crecimiento, con una visión de mediano y largo plazo. Además, se encontrará con una restricción externa cada vez más operativa, un cepo que no revirtió la escasez de divisas pero sí frenó la expansión de la economía, con una declinante performance de las exportaciones y el deterioro de las economías regionales producto de una menor competitividad externa y la elevada carga fiscal». Además, se suma un Banco Central «con reservas netas mínimas y un creciente déficit del sector público nacional y su negativo financiamiento con emisión, como en la década del 80».
Con todos estos problemas, sin los precios récord de las materias primas de hace unos años ni una mayoría parlamentaria como la que gozó el kirchnerismo (por el contrario, con esta fuerza desde la oposición tratando de buscar su revancha en 2019), ¿podrá el nuevo presidente recomponer la economía?
Bein cree que sí. «Se necesita un acuerdo político, de consenso: no va más el ejercicio del poder como se está viendo hasta ahora, para poner a la Argentina en carrera, porque la agenda que viene no es la del aumento de salarios, que genera una suba de la demanda. Ésta será la década de la inversión y del desarrollo. Es un tren lechero, lento; no es un programa de 90 días, porque si se quiere ir demasiado rápido puede haber una caída del 10% del PBI, con un costo social enorme.»
Lavagna coincidió. «Se deben evitar los típicos programas de ajustes que terminan perjudicando a los sectores sociales más vulnerables y a las pequeñas y medianas empresas; está claro que algunas correcciones se podrán hacer en forma rápida, pero otras requerirán un programa que vaya de forma gradual retomando el rumbo de manera sustentable con visión de largo plazo». De ahí que Massa se haya diferenciado de Macri en cuanto a los tiempos de la apertura del cepo: el ex intendente de Tigre habló de hacerlo al final de un plazo de 100 días, luego de tomar una serie de medidas, mientras que el jefe del gobierno porteño dijo que se podía (y se debía) hacerlo el primer día. Para la mayoría de los analistas, una salida apresurada del cepo destaparía una olla a presión incontrolable en términos de demanda de dólares. También Bein opinó que «al cepo hay que soltarlo de a poco, a medida que el nuevo programa económico genere confianza».
Sturzenegger discrepa: «Desde que se impuso el cepo, la economía argentina dejó de crecer, así que hay que sacarlo. Tan simple como eso». Además, afirmó que, lejos de subir, el tipo de cambio puede bajar: «El verdadero problema que avizoramos para levantar el cepo es la presión que se producirá casi inmediatamente a la apreciación cambiaria; unificado el tipo de cambio, muchísima gente va a querer invertir en el país: extranjeros por un lado y argentinos que saquen los dólares del colchón. En ese contexto, el desafío va a ser contener esa presión para mantener un tipo de cambio competitivo, que es un objetivo prioritario».
Sturzenegger rechazó el mote de «ajustadores» que el Gobierno le quiere endilgar a Pro. «El ajuste lo está haciendo este gobierno. Los impuestos están más altos que nunca, empezando por el impuesto inflacionario, y son usados para financiar un gasto público de bajísima calidad. Esta combinación drena el bolsillo de la gente. Por eso digo que este segundo mandato de Cristina ha sido el del ajuste. La caída del salario real es hoy muy visible. Por el contrario, el gobierno de Mauricio Macri va a generar un Estado que dé mucho más, al tiempo que cueste menos. Es decir mejor Estado con menores impuestos. Y esto va a ser posible porque Mauricio gestiona mejor, tal cual lo demostró en la ciudad».
A diferencia de los diferentes remedios para terminar con el cepo, existe bastante coincidencia en cuanto a la imposibilidad de bajar la inflación a través de una política de shock. Todos apuestan a llegar a un dígito al final del próximo mandato, en sintonía con la mayoría de los países de la región, aunque cada economista colocó el énfasis en una herramienta en particular.
Bein dijo que «para llegar al 10% en cuatro años se necesita al Estado coordinando la puja distributiva, además de establecer una regla por 20 años para que la moneda nacional mantenga su valor, que la tasa de interés sea mayor que la inflación y que el gasto crezca menos que la inflación, para poder lograr, en un período de cuatro a ocho años, el equilibrio fiscal».
Según Sturzenegger, la baja hacia niveles normales tiene que ser muy rápida. «Para mí, el objetivo final debería ser una banda inflacionaria con un máximo de 3 o 4%, y debería poder alcanzarse en no más de dos años.»
Mientras los candidatos tejen y destejen alianzas electorales, sus equipos técnicos analizan escenarios sabiendo que deberán gestionar una economía que presenta un cuadro de estancamiento y alta inflación que no será sencillo revertir
En cambio, Lavagna advirtió que «la inflación reprimida es un riesgo creciente para 2016», debido a la necesidad de desandar la distorsión de precios relativos acumulada durante más de una década. Sin embargo, aclaró que «en la medida en que se implemente un plan antiinflacionario explícito dentro de un esquema consistente de política económica, se podrá consolidar una clara tendencia descendente». Estima que se puede bajar a la mitad durante el primer año y a un tercio durante el segundo, y con una tendencia que lleve a volver a niveles de inflación «lógicos y sustentables para una economía en desarrollo como la argentina».
Una herramienta importante en este sentido, destacó, será «contar con crédito externo, orientado a la expansión de la frontera de producción de la Argentina, mediante obras de infraestructura y energía, sumado a los sectores con alto potencial de crecimiento y con gran atractivo a nivel mundial, ya que permitiría financiar la transición hacia un mercado cambiario fluido y equilibrado».
Desde un ángulo más alejado de los candidatos, el economista Juan Llach opinó que la performance económica de la segunda presidencia de Cristina Kirchner terminará segunda entre las peores del mundo, detrás de Venezuela. «La mayoría de los sectores están en crisis, hay default, cambios múltiples más cepo, deterioro del Banco Central, déficit fiscal total de 6% del PBI, subsidios en casi 5% del PBI, la mitad o más para sectores pudientes, y horribles tratados, como el firmado con China».
Para salir de este pozo sugirió «relanzar un desarrollo económico integral, la creación de empleos genuinos por inversión, exportaciones y consumo sostenible, el interior agregando cada vez más valor, protagonismo de emprendedores y pymes y corrección fiscal gradual con crecimiento y buena administración».
En particular, instó a «unificar el mercado de cambios, tener un programa integral de competitividad y estabilización, con metas de inflación y acuerdos de precios y salarios, como el de Chile en 1990». En cuanto al cepo, sugirió eliminarlo «gradualmente, legalizando y liberando primero las entradas de capitales para llegar a un mercado único y sin cepo a mediados o fines de 2016».
El economista jefe de FIEL, Daniel Artana, afirmó que «no hay que esconder debajo de la euforia financiera los problemas de la economía real, como el atraso cambiario y el déficit fiscal del 6 al 7% del PBI, que no se resuelven con deuda; acá se subestimaron el problema externo y la capacidad de daño del Gobierno».
Sobre la profundidad de los cambios que deben aplicarse, Artana señaló: «No se trata ni de aplicar un programa de shock ni un plan de maquillaje; el próximo gobierno debe aprovechar al principio de su gestión el círculo virtuoso para reducir la falta de dólares en un contexto que no será tan bueno por la situación compleja de Brasil y del precio de la soja. Eso se acabó y la Argentina está cara en dólares».
Diciembre está cada vez más cerca. Mientras los candidatos tejen y destejen alianzas electorales, sus equipos técnicos analizan escenarios sabiendo que deberán gestionar una economía que, lejos de los planteos poco realistas del kirchnerismo, presenta un cuadro de estancamiento y alta inflación que no será sencillo revertir.
Miguel bein
Asesor de Daniel Scioli
«La agenda que viene no es la de la suba de salarios… ésta será la década de la inversión y del desarrollo; es un tren lechero»
federico sturzenegger
Asesor de Mauricio Macri
«El Gobierno dejará un país con una de las inflaciones más altas del mundo, cuatro años de estancamiento y alto déficit fiscal»
marco lavagna
Asesor de Sergio Massa
«El gran desafío es rever el deterioro institucional, esencial para definir un plan que busque recuperar el crecimiento»
juan josé llach
Economista del IAE
«La mayoría de los sectores están en crisis, hay default, cepo, déficit fiscal del 6% y horribles tratados, como el firmado con China»
Daniel ARTANA
Economista jefe de Fiel
«No se trata de aplicar ni un programa de shock ni un plan de maquillaje; el próximo gobierno debe aprovechar el círculo virtuoso».

Acerca de Napule

es Antonio Cicioni, politólogo y agnotólogo, hincha de Platense y adicto en recuperación a la pizza porteña.

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