Ginés González García: “Si el aborto fuera un tema masculino, estaría resuelto hace muchos años”

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El gobierno de Néstor Kirchner llevaba poco más de un año en el poder cuando Ginés González García, se pronunció por primera vez en público en favor de la despenalización del aborto. Las declaraciones del por entonces ministro de Salud produjeron el primer chispazo con el Vaticano, que había enviado al cardenal Renato Martino de visita en el país. Proyecto de ley desmentido, la tensión con la Iglesia se calmó, sin más, pero tuvo un nuevo pico en 2005, cuando el médico volvió a insistir con el tema. Kirchner lo dejó hacer. «Lo planteo desde el punto de vista sanitario», dijo. «Los que escandalizan a los pequeños merecen que les cuelguen una piedra de molino al cuello y los tiren al mar», atacó el entonces obispo castrense, Antonio Baseotto, también molesto por la campaña de salud sexual y el reparto de preservativos que promovía el titular de Salud. El episodio terminó con el sacerdote removido de su cargo por el ex presidente.
«Fue divertido», sonríe González García en su despacho de rector honorario de la Universidad Isalud, donde recibe a Letra P, al recordar sus años como ministro, que dejaron hitos en el área como la ley de medicamentos genéricos, la campaña contra el cigarrillo, la ley de salud sexual, la donación de órganos y, también, la clara posición de un ministro en favor de la despenalización del aborto, una avanzada que se rompió cuando asumió como presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que siempre reconoció que no avalaba la idea. En diciembre de 2007, ya con Cristina en la Rosada, González García fue designado embajador en Chile. Desde entonces, ninguno de sus sucesores volvió a mencionar el tema.
Con el debate nuevamente sobre la mesa, fruto de la lucha de los movimientos de mujeres, con apoyo de representantes de distintos sectores políticos, González García reivindica su histórica posición y celebra la posibilidad de que el proyecto avance aunque advierte que el gobierno de Mauricio Macri abandonó los programas de salud sexual y critica a María Eugenia Vidal por haber suspendido la aplicación del protocolo de aborto legal en la provincia de Buenos Aires. «Me parece un doble discurso brutal. La ley de salud sexual y el aborto legal existen y ninguna de las dos cosas se cumple», dice.
BIO. Nació en San Nicolás el 31 de agosto de 1945. En 1969 se recibió de médico cirujano en la Universidad Nacional de Córdoba. Más tarde obtuvo un diplomado en Salud Pública en la Universidad de Buenos Aires, como médico sanitarista en la Academia Nacional de Medicina y Magíster en Sistemas de Salud y Seguridad Social en Universidad Nacional Lomas de Zamora, entre otros títulos. Desde 1970 hasta 1976 trabajó en salud pública en Salta, Buenos Aires, La Rioja, Córdoba y San Luis como delegado sanitario federal. Se exilió en 1976. Entre 1988 y 1991 se desempeñó como ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires en la gobernación de Antonio Cafiero. En 2002 fue nombrado ministro de Salud de la Nación por Eduardo Duhalde y ratificado en ese cargo por Néstor Kirchner. En 2007, Cristina Fernández de Kirchner asumió como presidenta y lo nombró embajador en Chile.
-Por séptima vez este año se presenta el proyecto para la legalización del aborto. ¿Cree que esta vez hay posibilidades de que se apruebe la ley?
-Ojalá, pero no me parece que la situación parlamentaria y gubernamental esté preparada para esto. Por un lado, el Gobierno nacional ha abandonado los programas de prevención de embarazo no deseado, salud reproductiva, la provisión de anticonceptivos en los centros de atención primaria, que era una historia que ya estaba saldada. Y en la provincia de Buenos Aires la señal fue más contundente. Nada menos que la mujer que es un poco la estrella femenina del oficialismo, María Eugenia Vidal, suspendió brutalmente una medida de su propia ministra, que solamente ponía en marcha el protocolo de acción en los casos de aborto no punible.
«Yo hacía, Néstor nunca me dijo nada. Hubo varios conflictos, uno con la Iglesia que fue muy conocido – Kirchner removió al obispo castrense Antonio Baseotto, que había dicho que «quienes escandalizan a los niños merecen ser arrojados al mar con una piedra de molino atada a su cuello», en referencia a declaraciones del ministro sobre el aborto – y jamás me dijeron que cambiara el rumbo, que parara. Néstor me dio libertad absoluta…»
-Se refiere a la ex ministra de Salud, Zulma Ortiz.
-Claro, que duró muy poquito tiempo en su cargo. Tomó una resolución que nada más consistía en protocolizar lo que se debe hacer en casos de aborto legal y, a los pocos días, le dieron vuelta la medida, la anularon. Hubo una presión enorme. Salieron a hablar el procurador (Julio) Conte Grand y el ministro Joaquín De la Torre, conocidos miembros del Opus Dei, con una fiereza impresionante, como si hubiera habido una transgresión. Y eran nada más instrucciones a la estructura de salud sobre cómo debía actuar. Entonces, en un país donde los propios gobernantes impiden el ejercicio del aborto legal es bastante difícil pensar que eso se va a ampliar. Me parece por lo menos un doble discurso brutal, más allá de que alguna diputada oficialista que respeto lo crea de otra manera. No creo que haya ningún escenario posible de que sea realmente una intención concreta de avanzar.
-¿Por qué dice que tampoco con la ley de salud reproductiva?
-Es muy loco, porque los mismos que se oponen al aborto con una fiereza absoluta a su vez debilitan o boicotean los programas de salud reproductiva. Y no conozco ninguna manera mejor de evitar el aborto que prevenir el embarazo no deseado. Es una actitud que no se condice con nada. Hay mucho cinismo. Se oponen a que los programas públicos de provisión de insumos y de información funcionen, pero no van a decirle a la farmacia que está en la esquina de la Catedral que no venda anticonceptivos. Entonces, lo que no quieren es que accedan a los insumos las mujeres socioeconómicamente más débiles. Nadie dijo nunca que quería prohibir la venta de anticonceptivos. Si usted va a la farmacia, compra lo que quiere. Si tiene que ir a un programa público, ellos obstaculizan y tratan de interferir.
«En un país donde los propios gobernantes impiden el ejercicio del aborto legal es bastante difícil pensar que eso se va a ampliar. Me parece por lo menos un doble discurso brutal.»
-¿Existe algún relevamiento sobre la falta de insumos?
-Ha habido muchos problemas, muchas provincias salieron a comprar insumos por la suya. Hasta la provincia de Buenos Aires lo hizo. Y está claro que no hay publicidad. La única campaña que hace el Ministerio de Salud es la del dengue. Tenemos problemas no sólo de embarazos no deseados sino de enfermedades de transmisión sexual. Volvió la sífilis, hay niños que nacen con sífilis. Todo esto tiene que ver con el abandono de los programas de prevención.
-Usted se manifestó a favor de la legalización del aborto cuando fue ministro de Salud de Néstor Kirchner. ¿Qué recepción tuvo en el ex presidente?
-Siempre hablé de despenalizar, que es la primera etapa. Lo dije muy explícitamente, es lo que pienso. Y no sólo porque creo que debe ser así, sino por cuestiones sanitarias. Yo decía, “no soy ministro de religión, soy ministro de Salud, me ocupo de la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, de evitar la mortalidad materna”. Si uno quiere disminuir la mortalidad materna, que en Argentina es muy alta, difícilmente pueda hacerlo si no se mete con el aborto ilegal. Como ministro siempre hice lo que estuvo dentro del marco de la ley. Tuve que actuar personalmente en casos de chicas discapacitadas, viajar a las provincias porque no se cumplía la ley cuando el aborto legal estaba tipificado.
«Si el aborto fuera un tema masculino estaría resuelto hace muchos años. No tiene sentido que los que decidan sean varones, encima varones del poder, con respecto a algo que no los atañe. Esto ya está resuelto en el mundo. Argentina ni siquiera cumple la ley vigente»
-¿Habló del tema con Kirchner? ¿Intentó convencerlo de la necesidad de avanzar?
-No, porque yo iba por escalas, trataba de hacer lo primero. Yo hacía, Néstor nunca me dijo nada. Hubo varios conflictos, como uno con la Iglesia que fue muy conocido -Kirchner removió al obispo castrense Antonio Baseotto, que había dicho que «quienes escandalizan a los niños merecen ser arrojados al mar con una piedra de molino atada a su cuello», en referencia a declaraciones del ministro sobre el aborto- y jamás me dijeron que cambiara el rumbo, que parara. Néstor me dio libertad absoluta, jamás tuve ningún tipo de indicación del presidente sobre estos temas. Conociéndolo, si no hubiera estado de acuerdo, me lo hubiera dicho.
-Hace poco la ex jefa del bloque kirchnerista, Juliana Di Tullio, reveló que tanto Kirchner como sus hijos, Máximo y Florencia, respaldaban la legalización pero que la única que no la apoyaba era Cristina.
-No lo sé, nunca lo hablé con ella.
«El Gobierno nacional ha abandonado los programas de prevención de embarazo no deseado, de salud reproductiva (…) Y la mujer que es un poco la estrella femenina del oficialismo, María Eugenia Vidal, suspendió brutalmente una medida de su propia ministra, que solamente ponía en marcha el protocolo de acción en los casos de aborto no punible».
-El debate tampoco avanzó con Cristina como presidenta.
-Yo tampoco seguí siendo ministro.
-¿Cree que el hecho de que el Papa sea argentino influye para que la despenalización no avance?
-Puede ser, está claro que la Iglesia es un tema. El Papa Francisco es un hombre muy abierto y sensible pero en este tema claramente eso no corre, toda la Iglesia piensa igual. Pero también creo que es un debate que viene madurando y va mejorando. Sin querer ser demagogo, las mujeres lo toman como un tema estandarte con razón. Si el aborto fuera un tema masculino estaría resuelto hace muchos años. No tiene sentido que los que decidan sean varones, encima varones del poder, con respecto a algo que no los atañe. Esto ya está resuelto en el mundo. Argentina ni siquiera cumple la ley vigente. Algunos dicen que si hubiera una despenalización aumentarían los abortos. Eso no pasó nunca en ningún lugar del mundo. Es más, las tasas de aborto en los que tienen aborto legalizado son mucho más bajas que las de Argentina.
«El cachivache que me sucedió a mí (por Graciela Ocaña) se sentó en el Ministerio y hubo muertos por dos epidemias (…) ¿Alguien dijo algo? No, es una heroína.»
-También son países que tienen campañas de prevención más fuertes.
-Sí, campañas de prevención y todo un sistema cultural diferente. Pero teniendo en Argentina el drama de la pobreza, no proveer información e insumos a un sector muy pobre es también condenarlo a que sea el principal víctima de todo esto. Si uno mira las estadísticas de muerte materna, la mayoría son chicas pobres que no tuvieron información o los insumos para prevenir. Por año, hay entre 50 y 60 mil chicas que se internan en hospitales públicos como consecuencia de abortos mal hechos.
-¿De allí surge la estadística de los 500 mil abortos anuales?
-Se calcula que, cada 10 abortos, uno termina en internación. El universo global se calcula a partir de los que tienen consecuencias. Ahora bien, sobre ese total de 50 o 60 mil, son muchos menos los que terminan con una actuación policial y menos todavía los que llegan a la Justicia y terminan en una causa judicial. Es decir, hay 60 mil casos de personas que se internan en el sector público sin consecuencias legales. Entonces lo que está claro es que la ley sirve solo para inhibir a las mujeres, que vienen tardíamente, con miedo, que recurren a lugares donde se hacen abortos ilegales, mal hechos, sin antisepsia. Es una realidad. Y las mujeres que tienen más recursos económicos se hacen abortos igual.
-Quiere decir que es un tema de clase.
-En general todos los que se oponen al debate son gente de clase media o media alta, todos controladores de natalidad. Tienen los hijos que quieren, con quien quieren, en el momento que quieren. Y se oponen a los programas públicos, a que los más pobres tengan los hijos que quieren, con quien quieren. ¿O alguien allana los centros privados donde todo el mundo sabe que se hacen abortos sin ningún problema?
2007 Y DESPUÉS.
-Como ministro dio varios debates importantes. ¿Siente que el aborto le quedó pendiente?
-Sin dudas. Me hubiera gustado avanzar más, pero lamentablemente creo que ahora tuvimos un retroceso. Igual nosotros dimos muchas batallas: la ley de medicamentos genéricos, la campaña contra el cigarrillo, la ley de salud sexual, la donación de órganos. Fue divertido.
«Rubinstein es un hombre serio (…) Tiene un desafío muy grande. Recomponer lo que antes funcionaba y que Lemus hizo que dejara de funcionar»
-¿Después de eso cree que hubo algún avance en temas de políticas de salud?
-Como decía el General, no es que uno sea bueno, es que los otros son peores (risas). El cachivache que me sucedió a mí se sentó en el Ministerio y hubo muertos por dos epidemias. Y lo único que hizo fueron denuncias que encima yo ya había hecho.
-Habla de Graciela Ocaña.
-Claro. Se comió dos epidemias y murieron muchas personas. ¿Alguien dijo algo? No, es una heroína. Yo le dije en la cara que era corrupta porque tenía corrupción de objetivos. Le dije: “Vos sos ministra de Salud, no sos denunciante, tenés que trabajar por la salud, que no hacés nada”.
-Hace un tiempo usted hizo una crítica muy fuerte a la gestión del ministro de Salud anterior, Jorge Lemus, y pidió apoyo para el actual, Adolfo Rubinstein. ¿Tiene alguna evaluación sobre este tiempo que lleva el frente del Ministerio?
-Conozco a Rubinstein, es un hombre serio. Todavía no puedo decir nada sobre su gestión, pero la gestión de Lemus fue tan mala, tan devastadora…Dejó sin medicamentos a la gente que sufre tuberculosis, sin reactivos a los enfermos de HIV, sin insumos a los de salud reproductiva, sin leche a las madres. Es un oprobio para la Nación que ese señor haya sido ministro de Salud. Rubinstein tiene un desafío muy grande. Recomponer lo que antes funcionaba y que Lemus hizo que dejara de funcionar.
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