Spadone: «Siempre me animé a todo»

Revive la mezcla de azar y audacia que marcó su vínculo con Perón y Evita. Tributo a Fray Pedro Errecart, las Fiestas a solas con el general y la «pesadilla» de López Rega.
Afuera de su oficina, en Pachecho, la estatua de Fray Pedro Errecart está cubierta y atada con una cinta celeste y blanca. Carlos Spadone espera el momento de descubrirla junto a su hermano Lorenzo, las mujeres de ambos, hijos y sobrinos. El homenaje al franciscano en forma de escultura y frente a las puertas de la compañía TP Logística tiene historia propia. Spadone asegura que el religioso ocupará un capítulo importante de su futuro libro de memorias, remarca que fue quien casó al ex presidente Juan Domingo Perón y a Evita, y revela que contó con su recomendación especial para encontrarse con el general en Madrid.
–¿Qué lo llevó a instalar un monumento a Fray Pedro Errecart en la puerta de su empresa? –Fray Pedro era amigo de Evita y Perón, y le insistía mucho a Perón para que se casara. Deciden casarse el 29 de noviembre, pero cuando llegan a la Iglesia de San Francisco, en La Plata, Evita y su hermana como testigo y Perón con Mercante como testigo, había una multitud y Perón da marcha atrás. El 10 de diciembre de 1945 Perón le dice a Evita que ese día se casarían, nadie más lo sabía, ella lo llama a Fray Pedro y se casan a las 20:25, a la misma hora en que muere Evita. –¿Cuándo lo conoció a Perón? –En 1950, a mis 13 años, tuve un encuentro casual. Había un desfile militar en la Plaza de Mayo y un muchacho de bombachas grises que después resultó ser La Raulito, me preguntó si me animaba a meterme entre la tropa. Y como yo me animé a todo siempre, dije que sí, pero la Policía nos agarró. Evita vio la escena desde el balcón e indicó que nos subieran al palco, así que vi el desfile al lado de Perón y Evita. Al día siguiente volvimos para recibir un premio por nuestra pequeña hazaña y yo, a pesar de que en esa época la gente pedía una casa o un auto y mi familia alquilaba en Lanús, pedí camisetas de Boca para mí y mis amigos del barrio y una pelota. –¿Y cuándo lo volvió a ver? –El 15 de septiembre de 1969 en Madrid. Fui con mi mamá, que se llamaba igual que él, Juana Dominga, mi mujer Graciela, mi hijo más chico, y el intendente de San Martín, Campos, que después mataron los Montoneros. Fui con una carta de recomendación de Fray Pedro que era amigo de mi familia. Perón me recibió y se generó una química muy especial. Trabajé cuatro años con él. Dirigí la revista Las Bases, órgano oficial del partido, y armé equipos de trabajo que trabajarían después de Gelbard y López Rega, que Perón tenía planeado echar. –¿Le contó la anécdota del palco? –Sí, y le pregunté por qué en ese momento él tenía manchas en la cara y me respondió que había sufrido quemaduras por el frío de cuando había estado en la división de montaña en los Apeninos. –¿Pasó mucho tiempo en Puerta de Hierro? Casi más tiempo que con mi familia. En la Navidad del ’72, López Rega e Isabel se resistieron a ir a Madrid y pasé las Fiestas solo con Perón, estuve del 24 al 30, y me hizo dormir en la habitación de López Rega, dormí en la cama de López Rega. –¿Y durmió bien o tuvo pesadillas? –López Rega no me lo perdonó nunca. Tuve tres atentados, dos de ellos por parte de la Triple A. «

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