Página/12 :: El país :: Parar la mano

Sólo el Estado Nacional, desbloqueando el tratamiento del mecanismo nacional de prevención de la tortura, puede poner límite a ese resabio perverso del Terrorismo de Estado, que se reproduce como células malignas en Buenos Aires, Mendoza, Chaco, Santiago, Río Negro, Neuquén, Corrientes, Córdoba, Salta o Santa Fe. Aunque hoy no exista un mando totalitario centralizado, el problema es estructural y exige la decisión política de erradicarlo.

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