El cuadro y el gráfico del post están robados de «La difícil reversión de los legados del neoliberalismo – La recuperación industrial en Argentina en la posconvertibilidad» de Daniel Azpiazu / Martín Schorr, publicado en Nueva Sociedad y en Realidad Economica. Paciencia para leerlo. No es muy difícil y dice mucho. Es la performance de algunos indicadores del sector industrial, es decir, de las fabricas, donde hay líneas de montaje y fabrican latas como Tiempos Modernos. No habla de las promotoras, los shoppings, «el campo» y la mar en coche. Todos los valores toman como 100 los valores de 2001. Es decir, sirve para comparar en relación a ese año y al resto. No importa si en 2001, hablando de producción por ejemplo, se produjo 2$ o 100$ millones, si en 2001 dice 100 y en 2002 dice 200, se produjo el doble. Lo que importa esta en la última columna. La relación costo salarial – productividad se puede tomar como indicador de la tasa de explotación y marca el sentido de la transferencia de recursos a favor del trabajo o del capital.
En criollo: se fabrica una lata que vale 100$ , el metal y tirita de papel que uno le saca y queda pegada costaron 80$, el salario del que la fabrico fue 20$, se vende a 120$, 20$ es la ganancia de Don Carlos. Ahora si don Carlos tiene que salvar el boliche (o más probablemente pagar la cuota del MiniCooper y la cartera Luis) , y baja a 10$ el salario, gana 30$. Si el morochaje le saca un aumento y les tiene que garpar 30$, la ganancia de Don Carlos baja a 10$. Esto por el lado del salario y la ganancia.
Por el lado de la productividad: hay una nueva maquina que en el mismo día de laburo, saca 2 latas en vez de 1. La lata ahora te la vende 2 a 240$, 120$ cada una. Para hacer las dos latas usa el mismo metal y esa misma tirita de mierda, 160$ para las dos latas (80$ para cada lata). Al morocho le sigue pagando 20$ para que haga ahora 2 latas, no 1. Sumas
20$ (morocho) + 160$ (metal y tirita) = 180$
Le cuesta 180$ las dos latas, las vende a 240$, gana 60$. 30$ con cada lata donde antes ganaba 20$. Eso hizo que aumente la productividad. Ahora si los morochos logran aumentar el sueldo, esa productividad aumentó, se hacen mas latas, pero esa mayor riqueza real (hay más bienes, hay más riqueza) se va a manos del morocho (que barbaridad). Si baja el costo salarial o aumenta el precio, esa riqueza va a manos de Don Carlos. En Argentina el PBI creció duro y parejo desde 2003, al rededor del 9% todos los años. Es decir, hay mas latas. La pregunta es quien se las queda. Hay muchos mecanismos para asignar esa riqueza nueva que se genera. Uno de ellos es la relación costo salarial / productividad. La inflación también puede pensarse a partir de esto. Si aumentan los precios, y el resto permanece constante, esa nueva riqueza generada se transfiere a favor de los sectores propietarios y en detrimentos de los sectores asalariados.
Esta relación entre costo salarial- productividad solamente es una punta para pensar esos mecanismos de transferencia, y en este caso solo hace referencia al sector industrial. Es una parte de la verdad, pero no deja de ser verdad, y en un sector de la economía real fundamental, ni más ni menos. Entonces, al observar esa relación, se observa que desde 2003 en adelante no para de ir en sentido favorable al trabajo. Es ceirto que se cumple lo típico de una época post crisis, se mejora con repsecto a la crisis, pero se estabiliza en valores peores que la época anterior a la crisis. Es decir, Don Carlos hoy nos aprieta menos las clavijas, que en 2003, pero más que en 1995. Las crisis sirven para eso, como cuando tu viejo te amenazaba con un mes sin ir al club o a la cancha, y cuando te daba 2 semanas nomas decías «como safé». Sin embargo, el sentido de la evolución de la Productividad/costo salarial es incuestionable. Muchos dirán que es insuficiente, de acuerdo, pero va en ese sentido. De lo que se trata es de profundizarlo. La actual coalición gobernante, muy heterogenea en sus componentes, tendrá sus ambivalencias, idas y vueltas, pero está muy lejos de ser lisa y llanamente un garante del capital concentrado en detrimento del sector asalariado. Un indicador es el que observamos en este cuadro. Otro es la reacción de esos sectores concetrados. Si este es su gobierno, los sectores propietarios concentrados, sus cuadros y representantes deben ser todos borders y fronterizos, porque no se han dado cuenta. Dada la capacidad que tienen para levantarla con pala, no creo que ese sea el caso.
Justamente, y esto demuestra que este tipo de problemas tiene su solución en la arena poolítica y no en los libros y la calculadora, lo que es insuficiente y limitado para algunos, es un exceso populista montosoviético para otros. El mismo estudio de Azpiazu y Schorr en uno de los párrafos del final concluye:
«No obstante, ya desde fines de 2008 las fracciones más concentradas del capital industrial y sus voceros en los ámbitos académicos y los medios han venido presionando por una devaluación y, últimamente, por un «reordenamiento» de las relaciones laborales y los costos salariales (con ciertos «mascarones de proa», como el caso de la empresa estadounidense Kraft Foods Argentina, que, además de expulsar a buena parte de la comisión interna de delegados, intentó reemplazar los tres turnos laborales diarios de ocho horas por dos turnos de doce horas)».
De lo que se trata es de profundizar esas líneas limitadas y contradictorias, no retroceder a contramano. Aquellos que creen que pueden profundizarlas de un día para el otro, por decreto y con un buen diseño de una política, éxitos y ojala sea uno el que este equivocado. Otro sector, creemos que el enemigo también juega, tiene capacidad de respuesta y mayor fortaleza. Que no tiene sentido diseñar una política de control de precios si no se tienen los recursos técnicos para hacerla efectiva. Menos si la legitimidad de esas medidas es enfrentada por el Partido de la Prensa y los 30 que cortan Santa Fe y Callao. La critica que tira por la cabeza la palabra «posibilismo» (resignarse ante el hecho consumado sin intentar transformarlo) puede esgrimirla desde Pitrola a Pino y Lozano. Pueden tener razón los dos, uno solo, o ninguno. Lo que lo dirime es la capacidad de análisis efectivo y certero, en el marco de en un proyecto de voluntad de poder y con ética de la responsabilidad y no exclusivamente con el purismo de la ética de las convicciones. Para ello la peronisis.
««mascarones de proa», como el caso de la empresa estadounidense Kraft Foods Argentina, que, además de expulsar a buena parte de la comisión interna de delegados, intentó reemplazar los tres turnos laborales diarios de ocho horas por dos turnos de doce horas)”.
Esta bueno aclarar que esas maniobras de una de las empresas más grandes del mundo (en el rubro alimenticio), del 3er tipo más rico del mundo, fueron impedidas por la lucha histórica y ejemplar de «los troskos» que impulsaron la huelga de 40 días, cortes en Panamericana, en el Puente Pueyrredon por los desocupados y en Callao y Corrientes por los estudiantes del PTS. Esta lucha fue llevada adelante a pesar del sindicalismo burocrático, entre ellos el menemista Daer (secretario general del Sindicato de la Alimentación), el boicot del nacional y popular Moyano (que utilizando arguementos de los más macartistas abandonó a los trabajadores, tratándolos de «ultraizquierdistas» y «funcionales a la derecha»), la orden del popular Anibal Fernandez (que le dijo a Scioli que «se ocupe de este problema»), la presión de la embajadora yanqui (que luego comió un asado con el «representante de los trabajadores» Moyano) y la represión de la policía bonaerense y la gendarmería nacional.
Una cosita que me olvidaba, después de la enorme lucha y represión por parte de la policía del gobierno nacional y popular, la presión sobre la burocracia sindical fue tal que el ministerio de Trabajo tuvo que proponer otra maniobra, un acta de «paz social» que terminaba dejando afuera a más de la mitad de los despedidos y sólo garantizaba la continuidad de la comisión interna (quedaban despedidos todos los activistas y miembros del cuerpo de delegados por sector, que el sindicato y el ministerio de trabajo jamás reconocieron y siguen sin reconocer). Esta acta fue firmada por casi toda la anterior comisión interna (liderada por la CCC que marchó con la SRA), salvo por Javier «poke» Hermosilla (miembro del PTS, Partido de los Trabajadores Socialistas).
Luego de este bochorno, se dio la elección de comisión interna, en la que compitieron 3 listas. La «verde» del sindicato (Daer), la de la CCC y la de Hermosilla. Salió elegida la de Hermosilla por ser consecuentes, luchar hasta el final y no firmar actas de «paz social» que dejan en banda a los trabajadores. Esta es la diferencia entre el sindicalismo burocrático y el clasista. El poke consulta todo en asambleas, los burócratas arreglan con la patronal y el gobierno.
Vos te guiás por un caso particular para tirar a la basura los números que se plantean en el post. Si las condiciones laborales mejoraron en estos últimos años fue en gran parte por las políticas de este gobierno. Que el pino no te tape el bosque.
jajaja el pino jajaja, no entendiste nada amigo.
Sí, puede ser. Lo único, si vos la tenés tan clara, tratá de escribir de forma que se entienda mejor la próxima vez.
De lo que se trata es de analizar situaciones estructurales a largo plazo y procesos sociales en su conjunto. Si bajo el paraguas de un gobierno desciende la tasa de explotación sistemáticamente, tirar dos o tres situaciones coyunturales de una interna sindical puntual no cambia nada. Mucho menos devela un supuesto verdadero rostro de ese gobierno. Porque de otro modo, el destino de un modelo de desarrollo de un país dependen de la comisión interna de Kraft y de la del casino. No es asi