El otro día estaba pensando en que fue de mi ex compañera de secundario que llamaremos Laura aunque su nombre en realidad es Xxxxxx. En una época salía con un chico que la embarazó y se fue. En realidad se quedó un poco pero no el día del aborto. El día del aborto yo no fuí, se que fue en un departamento en dónde le dieron dos pastillas y la dejaron en una habitacón esperando la hemorragia. En algún momento empezó a sangrar, manchó dos o tres sábanas, se limpió en el baño de una casa de familia y se fué. La llamé más tarde esa noche, me dijo no te puedo atender, se me inundó la casa y estoy sacando agua. Podés hacer eso, le pregunté. Sí me dijo esto es como estar indispuesta nada más. Cortamos. La hermana se había realiazado un aborto también. No es para tanto decía. Siempre tuve terror con eso del aborto, en general tengo terror médico y por momentos asco de que me toquen lo cual hace mi relación con el sexo muy compleja. Cuando tengo ganas de tocar a alguien, sexual o asexualmente, son pequeñas variantes de la misma manera de hacer todo. ¿No sé entendió eso último que dije, no? Es la idea porque no sé explicarlo y es complicado el giro estilístico en la literatura cuando no se sabe explicar algo, porque entonces ¿para qué escribir?
Me fui de tema. El caso es que con el correr de los meses Laura o si prefiere Xxxxxxxxxxx empezó a cambiar. Expulsas una cosa que creo es el feto, me dijo un día en el pasillo de su casa mientras su hermana se sometía a una depilación lenta y tortusa con una pequeña pinza. Lo que ví entre la sangre era mi hijo, me dijo. No supe que decir, recuerdo que me reí o algo parecio a la risa de los estúpidos o los locos. Me reí como festejando el momento, que genial hacemos chistes de todo Mira vos, me adelante a la tecnología del pío pío y me rio de todo, me adelante a los 140 caractéres y me rio de todo, hago chistes con todo, todo me importa un carajo, a mi todo me importa una mierda, puedo decir pija, te metieron la pija, te acabaron adentro, te volviste a calentar, te lo volvieron a hacer y te volvieron a acabar adentro y no había segurité, no había un carajo, teníamos 18 años, yo había perdido la virginidad en la habitación de una pensión, pero con amor que diferencial que mentira que asco, pero ya no eramo vírgenes y una había abortado y nos reíamos de todo, en el umbral de los 19, por la zona de caballito, caminando las mismas calles de siempre, llegando a Acoyte y Rivadavia, buscando libros en el parque, mirando chicos como Muriendez, usando remeras de Ataque 77 y ya eramos grandes para eso, a veces ibamos al cine, muy pocas veces sin embargo hablabamos de sexo, no hicimos mucho esos días después del aborto, a mi me habían cortado el teléfono, tenía un beeper como los cirujanos, como los médicos, como el tipo que te ayudo a abortar, me adelanto nuevamente a la tecnología, gano seguidores, digo concha, que la pastilla te la metieron por la concha, otra por la boca, pero no era una porno, no, o era una porno, si, porque las pornos, me adelanto a la tecnología y digo porno porno porno porno, también son una pesadilla. O una película de terror.
Fuimos al salón Pueyrredón en algún momento del año. Antes de que Muriendez fuera esto que es ahora, una larga temporada de silencios, de meses. La vimos. Estaba tomando cerveza del pico, había engordado mucho, siempre tan bajita. Me vió, se puso lívida, siempre hace de cuenta que no me conoce. Muriendez que todo lo nota y que todo lo sabe, se hizo sensible a la situación enseguida. Qué pasa, me preguntó. Nada, le dije. Se fue a la barra a pedir cerveza o gin tonic, no sé, no me importa. Me adelanté con convicción. Vi la cara de X pura maldad. Me puse el valor donde me lo tenía que poner. Yo no te embarecé pelotuda ¿estamos?. Me fuí, no me quede a ver lo que pasó después, pero me dijeron que grito mucho y la agarron entre varios porquer me quería matar.
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