Memoria, verdad y justicia es una fórmula que reactualiza. No habrá justicia verdadera hasta tanto no se logre que hasta el último de los casos de violación a los DDHH sea resuelto y sus responsables encarcelados. De manual.
Pero, además, hasta que se recupere, articulado en capacidad de construcción de accionar en el presente, el recto sentido de época que reinaba en el tiempo político de aquella época cuya destrucción, y no sólo la de las personas –tomadas, estas, en forma aislada-, fue lo que se propusieron los que se encaramaron en el poder el 24 de marzo de 1976.
Hoy, recordar y buscar el sentido que subyace detrás de lo que fue el genocidio, implica tener en claro que todo aquello no se trato de «un grupo de locos que se pelearon contra otros más locos».
Fueron, los milicos, ejecutores de la “necesaria depuración” que se debía el proyecto oligárquico-conservador para establecerse como factor dominante del país, cosa que por cierto lograron, pues los impulsores, sostenedores, ideólogos, justificadores y beneficiarios de la orquesta macabra, le dictaron el compás a la patria hasta el 25 de mayo de 2003.
Recordar implica actuar, hoy, en repudio directo de aquel ideario y sus producidos, que todavía pugnan por recuperar sus momentos felices. Pero, además, reaccionar fuertemente frente a la idea de saldar el debate con el solo encarcelamiento de los instrumentales militares. Derribar hasta el último ladrillo que de la trama multifacética de procesismo quede en pie es tarea ineludible para que la justicia sea plenamente satisfecha.
El asesinato de 30.000 compañeros y compañeras fue, no fin, sino herramienta. El fin todavía está dando la pelea por no extinguirse, aunque cada día pierde un poquito más. Entonces es cuestión, más que de no olvidarlo, de tenerlo presente.
En 1955 los sectores del poder económico emprendieron la tarea de aniquilar un modelo de país que ya no los tenía como únicos privilegiados. Dieciocho años de intentar montar una farsa democrática que nunca lo fue fueron el primer intento. No les resultó, sólo consiguieron reforzar el sustento humano de aquel ideario de país justo, libre y soberano. En 1976 decretaron la solución final: ya que no se los podía aniquilar, era necesario, a algunos, exterminarlos; y a otros, para que aprendan, dejarlos bien asustaditos. Esto, y no la ridícula idea de que hubo dos bandos de enajenados que se enfrentaron en defensa de ellos mismos, es lo que ocurrió.
Si somos capaces de comprender cabalmente y en su totalidad el espíritu de lo que empezó el 24 de marzo de 1976, seremos capaces de dar la pelea por el establecimiento de verdadera de Memoria, verdad y justicia.
Esos inmensos titanes de la democracia que son las madres y las abuelas de Plaza de Mayo, con sus agendas provocativas y progresivas, son el mejor ejemplo. No quedarse en el recuerdo y el lamento, sino valerse de ellos como estimulantes. Ellas saben que los asesinos de sus hijos y apropiadores de sus nietos todavía no están derrotados, y que la derrota no implica solamente ponerlos, como merecen, detrás de las rejas.
No es una batalla de la justicia penal. Es mucho más profunda. Nos obliga a todos. Y, ¿la verdad?, no cuesta nada. Mucho más hicieron aquellos a los que hoy recordamos. Mucho más, también, sufrieron por eso. Honrar sus memorias nos llama a involucrarnos. Manos a la obra.
Es logico que hoy,24 de marzo,se hable y se escriba mucho sobre lo que ocurrio en aquellos años.Yo no veo arrepentimiento en los represores y no me consta una transparencia en la aceptacion de errores en pensaron en la violencia como solucion de cambio social.Como estamos en un año electoral Clarin y sus medios televisivos declaran su cansancio sobre el tema y justifican directa o solapadamente las atrocidades realizadas por el brazo represor.Lo s escritores sensibles lo comparan con el regimen nazi y lo ven como peor en crueldad.Asi lo creo.Y me acuerdo de una frase de una simple efermera pariente:en el mal nunca se toca fondo.Y de Aristoteles:los males son infinitos,el bien es uno solo.En estos tiempos se acentua la reflexion sobre el origen economico de la represion y la complicidad civil.Max Scheler analizo la importancia de la omision como hecho moral.Yo tengo vecinos que vieron como las fuerzas de tarea vaciaban mi casa y hasta hoy guardan silencio.Por esomas alla del hecho politico y economico percibo una cuestion moral en el gran tema y me pregunto si una sociedad puede vivir sin moral.
La nuestra parece que si.
Mientras vaciaban tu casa y muchas otras, y mataban y desaparecìan gente, nuestra sociedad gritaba los goles del mundial y aplaudìa a Galtieri, despuès a Menem y su troupe y ahora a quienes ayudaron al turco a fundir al Pais, vestidos con otra honda y mintiendo acerca de su pasado.
La catadura moral de los represores impide esperar de ellos el mìnimo destello de arrepentimiento.
Lo triste es que quienes desarrollaron un accionar mesiànico asumiendo posturas revolucionarias,-de buena fe muchos- sabiendo que mandaron al muere a miles de jòvenes, siguen calladitos en su mayorìa. Dictan càtedras en el exterior, ocupan algunos cargos en nuestra tierra y ninguno leyò a Del Barco.
vaya escepticismo y aun cinismo…Yo sigo confiando en la gente.Justamente em Mundial de futbol durante la dictadura y aun la guerra en las Malvinas fueron recursos psicologicos en busca de una adhesion ,mintiendo y manipulando la informacion por los psicopatas que nos gobernabanQue los lideres de las victimas se beneficiaron es un tema discutible.
Apreciarìa que argumentes el haberme calificado de cìnico.
Cierto, PabloD, esto tiene que ir mucho más allá de no olvidar. Recordar el papel que tenían en esa época tipos que hoy son aliados del modelo, antes eran entusiastas del proceso, y no nos engañemos, no sé si todos se arrepintieron: No estoy adentro de la cabeza de Timerman, gran señalado como colaboracionista de los militares, pero a quien la experiencia de las torturas sufridas por su padre, queremos creer, despertaron una genuina vocación de arrepentimiento.
Estan otros, que muestran actitudes de similar calaña, amigos del poder en todas sus formas y coyunturas, si antes era entregar compañeros en Mar del Plata y ahora es apoyar un modelo de visos progresistas, qué mas da, mientras le permita seguir acomulando poder. Me refiero, claro está, a Hugo Moyano, quien en mi natal Mar del Plata no era ya en los 70 ningún grumete, sino dirigente de la JSP y de la CGT local, y se pueden encontrar miríadas de tapas de La Capital y El Atlántico donde estos movimientos dan un paso al frente, una venia, y se alistan en la noble tarea de mandar gente a la boca del lobo.
Cuando mis viejos me contaban que sus mejores amigos fueron denunciados por no se sabe quién, y luego secuestrados y desaparecidos, el entregador podía ser cualquiera, un falso amigo, un suegro o cuñado de ideas más conservadoras, ahora sabemos más claramente quienes eran, qué nombres tenían.
Estos, hoy, amenazan con hacerle un paro al gobierno electo de la nación, y sumisamente, los militantes nacionales y populares que van a escuchar a Estela a la plaza, dicen que bueno, ese paro es un error, pero Hugo es un compañero, hay que apoyarlo, pobrecito.
Me dan miedo.
Disculpà mi irrupciòn.
Excelente aporte el tuyo, y siguiendo idèntica lìnea, vale recordar,-lo hice en varias oportunidades- al delator en la M.Benz Jose Rodrìguez, SMATA, expulsado de la internacional que comprende a ese gremio.
Y quien asumiò la defensa de ese miserable: Esteban Righi¡¡¡
el cinismo es el extremo del escepticismo,la negacion de la posibilidad de llegar a la verdad y por ende de tener alguna fe en algo o en alguien.El tema me recuerda al»quien este libre de pecado que tire la primera piedra».Y tambien a la expresion del Gral Bignone cuando pretendio que todos eramos culpables de lo sucedido en lo que los militares entendieron como guerra sucia.La humanidad es debil y requiere el perdon,pero,ojo,explicar no es justificar.Ya sabemos que se avanza en el juicio legal para quienes no aplicaron ninguna ley en su momento.Y nosotros creo que no somos los indicados para juzgar a los que»mandaron a morir a tantos pibes»como algunos pretenden.
CINISMO. » Umpùdico-procaz- Desverguenza en el mentir »
Otros si digo: La mayorìa de nosotros juzgamos y bien duramente,-como se lo merecen-, a quienes civil y militarmente gestaron la matanza y desapariciòn de 30.000 personas.
Porquè no puedo emitir juicio a quienes , por ejemplo en la operaciòpn «retorno» , a sabiendas, entregaron la vida de muchos jòvenes? O a quienes cometieron crìmenes atroces fuera de acto de combate?
Es cierto que no son de «lesa humanidad». Eso està claro. Pero si puedo calificarlos de criminales.
Por eso no se habla de las tres A, no se escarba, porque en la secuela de barbaridades posteriores estarìan incluìdos varios figurones.
Y para evitar interpretaciones de moda, te aclaro que esto no tiene nada que ver con la teorìa de los dos demonios, a la que personalmente no suscribo.
Y una ùltima pregunta: quienes son los indicados para juzgar
a esos señoritos???