Encontré esta nota en noticias, comento en comentarios.
«La conjura de los necios
El debate intelectual y el poder abrumador de la izquierda cultural. Por qué el progresismo se impuso en el campo del pensamiento.
Por Silvio Juan Maresca
Protesto. Protesto formalmente y aunque poco y nada creo en eso de asumir la palabra ajena (ser “la voz de los que no tienen voz”), me parece que en este caso expreso la opinión de muchos que –como yo– consagran su vida al estudio, la reflexión, la creación artística o cultural, sin encontrar no obstante el debido acceso al espacio público.
Intentaré explicarme. Los recientes debates intelectuales a propósito del conflicto entre el Gobierno y el campo pusieron en evidencia una vez más, a mi juicio, el poder abrumador de la izquierda cultural. Su hegemonía. Como para que no lo olvidemos o no nos hagamos ilusiones. La izquierda cultural o –si se prefiere– el progresismo, dominan sin disputa los espacios culturales disponibles, entiéndase universidades públicas, centros de investigación, bibliotecas, suplementos literarios, editoriales, revistas culturales, centros de exposición, museos, teatro, cine, radio, televisión… y cuánto yo haya pasado por alto y el lector desee agregar. En síntesis, los instrumentos de producción y reproducción sistemáticos de la cultura, incluyendo la industria cultural.
Tanto en nuestro país como en el resto del mundo occidental este estado de cosas no se ha generado de la noche a la mañana sino en largo tiempo a través de una paciente práctica de poder. Sin embargo, en los años que corren del nuevo siglo, el proceso de acumulación de poder se ha acelerado de un modo impresionante. La causa próxima de ello es el apogeo del pensamiento neoliberal que sucedió al vergonzoso capítulo final del experimento socialista soviético. Ante la crueldad, desconsideración y vocación minoritaria de las propuestas neoliberales, inaccesibles para el común (¿cuántos estamos en condiciones de ser empresarios exitosos?), la reacción era de esperar. Mucha envidia y resentimiento se incubaron durante la década del ’90 y la izquierda cultural supo aprovecharlo sagazmente. Hoy, ser de “izquierda” es un sobreentendido, un dato del sentido común del mundo de la cultura, algo que se da por descontado. Intelectuales y artistas son, por naturaleza, de “izquierda”; caso contrario, no integran la corporación.
Pero esto no es todo. A la disposición de los principales resortes, se suman algunos procederes típicos, acaso no del todo recientes, pero notoriamente potenciados por estos días. En primer lugar, la omisión deliberada de los puntos de vista que permanezcan fuera del territorio imaginaria pero efectivamente delimitado por la izquierda cultural, que escapen a lo admitido. Omisión de los puntos de vista quiere decir también, en buen romance, exclusión impiadosa de las personas que los sustentan. La fórmula es tan simple como antigua y eficaz: jamás mencionarlas por su nombre y apellido.
Va de la mano con esto, en segundo lugar, la confección de la agenda, de lo que se ha de debatir. Cuáles son los temas e, incluso, la manera en que ha de abordárselos, las opciones que ofrecen. Sin solución de continuidad, en tercer lugar, la conversión de la problemática vigente dentro del orbe progresista en la única posible, el pensamiento único. No existen otras cuestiones, supuestamente, que las que afligen a la izquierda cultural. Y en los términos en que le preocupan. Tampoco otras tendencias literarias o plásticas que las que le apetecen. Y así con todo lo demás (cine teatro, etcétera). Ejemplo paradigmático: cuál es la orientación que debe adoptar la izquierda después del derrumbe del comunismo. O si existe todavía un sujeto revolucionario. Más de una vez me he preguntado por qué razón los que no provenimos del marxismo tendríamos que discutir esto. ¿Y si nos interesaran otras cosas? ¿Y si estas tuvieran no obstante algún valor? ¿Por qué uno estaría obligado a ocuparse de lo que no le interesa?
Quizá todo lo dicho sería disculpable si el progresismo mostrara signos de una vitalidad pujante. El despotismo puede ser índice de la fortaleza de una juventud desbordante o de decadencia senil. El carácter abstruso y rebuscado del discurso de la izquierda cultural, su alambicamiento, así como su falta de ideas y su indefinido dar vueltas sobre las mismas cosas, evocan el escolasticismo tardío, cuya sutileza sólo testimoniaba que la vida, a la busca de nuevos horizontes, ya se había alejado de él.
Pero además de la escolástica tardía vale la pena recordar también cómo en medio de semejante desolación se alzó la figura de René Descartes cuyo discurso, infinitamente menos sutil, casi bárbaro, inauguró sin embargo una nueva época. A veces la civilización necesita de los grandes simplificadores, aquellos que se atreven a cortar el nudo gordiano. No es ocioso destacar que Descartes fue hombre ajeno a la Universidad y al resto de las instituciones culturales.
Estamos a la espera de nuevos Descartes que señalen los rumbos por donde encaminarse el siglo que comienza. Mientras tanto, soportamos la escolástica marxista tardía, discurso que, huérfano de todo frescor juvenil, nos agobia con su rebuscamiento ininteligible, cegando posibilidades creadoras.
*FILÓSOFO»
La izquierda cultural o -si se prefiere- el progresismo, dominan sin disputa los espacios culturales disponibles, entiéndase universidades públicas, centros de investigación, bibliotecas, suplementos literarios, editoriales, revistas culturales, centros de exposición, museos, teatro, cine, radio, televisión… y cuánto yo haya pasado por alto y el lector desee agregar.”
¿Quién escribió esto? –No fue Morales Solá, tampoco Beatriz Sarlo, mucho menos el caso perdido –según Feinmann-, don José Sebreli. Fue un representante de los “pequeños y medianos intelectuales”, que reclaman contra la hegemonía de la izquierda cultural. Este filósofo con gran capacidad argumentativa, con el pensamiento ultra-critico o superlógico, establece la genealogía de este “estado de cosas”, que es “público y notorio”, y por el cual, el progresismo se ha adueñado de todo ámbito cultural y artístico.
“Tanto en nuestro país como en el resto del mundo occidental este estado de cosas no se ha generado de la noche a la mañana sino en largo tiempo a través de una paciente práctica de poder”
Según el intelectual, este estado de cosas comienza en la década del noventa debido al fracaso neoliberal, y la vocación del poder por parte del “progresismo”.
“Ante la crueldad, desconsideración y vocación minoritaria de las propuestas neoliberales, inaccesibles para el común (¿cuántos estamos en condiciones de ser empresarios exitosos?), la reacción era de esperar. Mucha envidia y resentimiento se incubaron durante la década del ’90 y la izquierda cultural supo aprovecharlo sagazmente.”
“Envidia y resentimiento” –Uh, acá el pequeño intelectual se cae para arriba. De un análisis histórico-político, llega a un análisis tilingo. Pero sigamos:
“Pero esto no es todo. A la disposición de los principales resortes, se suman algunos procederes típicos, acaso no del todo recientes, pero notoriamente potenciados por estos días.”
A los principales resortes –esto son la envidia y el resentimiento, claro, es obvio- se suma la omisión de otros puntos de vista. Si uno lee el siguiente párrafo descontextualizado, se podría pensar en una argumentación para una nueva ley de radiodifusión, pero no es así, es una crítica a la izquierda cultural “hegemónica”.
“En primer lugar, la omisión deliberada de los puntos de vista que permanezcan fuera del territorio imaginaria pero efectivamente delimitado por la izquierda cultural, que escapen a lo admitido. Omisión de los puntos de vista quiere decir también, en buen romance, exclusión impiadosa de las personas que los sustentan. La fórmula es tan simple como antigua y eficaz: jamás mencionarlas por su nombre y apellido.
Va de la mano con esto, en segundo lugar, la confección de la agenda, de lo que se ha de debatir. Cuáles son los temas e, incluso, la manera en que ha de abordárselos, las opciones que ofrecen. Sin solución de continuidad, en tercer lugar, la conversión de la problemática vigente dentro del orbe progresista en la única posible, el pensamiento único.”
Después de todas estas denuncias, en la cual, llega a la conclusión de que el marxismo está en un ocaso -similar al escolástico-, el pequeño intelectual ruega por la aparición de un “De Angelis” o un Descartes, para echar luz sobre las tinieblas del marxismo internacional.
Creí que lo había escrito el hijo de Leòn Rozitchner. Menos mal que no vivió en Europa en la primera mitad del siglo XX.
Comparto totalmente lo dicho en este post.
Aunque no sea un intelectual, ni mucho menos, siento que veo este momento con esos ojos. En especial, eso de “dar vueltas sobre las mismas cosas”. Siempre me sentí de “izquierda”, hasta que me di cuenta lo petrificada que está la izquierda en la Argentina. Y no solo eso, sino que me además me fastidia enormemente escuchar los discursos de izquierda defendidos con argumentos tan de derecha.
El ejemplo de Descartes es brillante. Uno se da cuenta cuantas estupideces se dicen y cuanta teoría se derrocha con el único fin de defender una postura que en definitiva es ideológica, pero que en el fondo no guarda ningún valor práctico. En un mundo donde “derecha” e “izquierda” fueron cada vez acercándose más para lograr una síntesis superadora, que ponga en el foco los objetivos en lugar de las ideologías, en Argentina se continuo en un infantil debate estéril.
Cuando durante el conflicto del campo muchos sectores se alegraban por “volver a discutir de política en la Argentina” me causaba indignación, porque esa “discusión” era algo retrógrado, y porque de política en Argentina nunca se dejó de hablar. Este es un país en el que nunca se deja de discutir de política. Los peronistas nunca dejan de cantar la marchita, la derecha no deja de hablar de las bondades del mercado y de la necesidad de portarnos bien con US para caerles bien, los de izquierda nunca dejan de hablar de los pobres y de la deuda externa, y los periodistas, nunca dejan de hacer denuncias.
Argentina parece esas personas agobiadas por un sinfín de problemas y que terminan hundidas en su naturaleza pusilánime. Buscan excusas brillantes para justificar sus desgracias y echar culpas a los demás, mientras que las cosas que hay que hacerse, y que son obvias, más allá de cualquier ideología, jamás se hacen, porque la argumentación y la contraargumentación nunca se detienen.
Sencillez, por favor, al mejor estilo Descartes. Hagamos lo que sabemos que hay que hacer. Con ética y madurez, este país puede salir adelante, por izquierda o por derecha, eso es solo un detalle.
concuerdo, en esos ambitos(universidades,etc) sos de izquierda o sos una basura, del «enemigo»
ademas hay una tendencia a creer que los unicos intelectuales son los de izquierda…
Pepe, comente cómo es esa «tendencia» a creer que ser intelectual es ser de izquierda.
Este post hay que leerlo en «estado de abierto»…
la izquierda cree que la la expresion intelectual de la derecha son los tacheros y las doñas rosas o «neoliberales» que lo unico que expresan sus ideas es la conveniencia de su empresa y eso no es cierto.
que ellos son los que «realmente analizan a fondo» porque descubren un sesgo racista en los medios o porque se dan cuenta que lo importante no son los cortes de calle sino el problema de fondo.
cosas basicas,obvias, casi irrelevantes, quien no sabe que los medios expresan el humor de la clase media con sus prejucios?
cuando debato con liberales por ejemplo encuentro argumentaciones absolutamente honestas intelectualmente.
Pagina 12 tambien expresa un pensamiento de la clase media
osea para explicarlo bien, los liberales incluyen a todos en sus ideas, porque no hablan de los intereses de la clase obrera contrapuestos con los de la clase media contrapuestos con los de la clase alta, sino que hablan de la libertad del individuo,de todos los individuos, por eso defienden la legalizacion de las drogas, la separacion de la iglesia del estado, las elecciones no obligatorias, los derechos de las minorias,
la libertad de que el estado no te imponga nada en ningun aspecto y por eso basicamente rechazan el socialismo y no siempre por «oligarcas» u odio a los pobres.
no es que yo concuerde con sus ideas, siempre discuto usando generalmente argumentaciones de izquierda que considero buenas, como que su «predica» no se da en la realidad, pero sin dejar de creer que no tienen siempre malas intenciones.
-la izquierda cree que la la expresion intelectual de la derecha son los tacheros y las doñas rosas o “neoliberales”-
Primero Amigo, creo que es exagerada su apreciación por la cual el intelectual de Izquierda piensa que toda manifestación liberal es una expresión de “doñas rosas” o Tacheros de cartel rojo. No creo que sea así, en todo caso, en los ámbitos “públicos” se debaten proyectos, ideas, intereses políticos, acomodamientos disciplinarios y demás cosas, es la discusión publica. Lo que me pareció un poco de pacotilla del articulo de Maresca decir algo así:
“Mucha envidia y resentimiento se incubaron durante la década del ’90 y la izquierda cultural supo aprovecharlo sagazmente”
Creo que a las políticas públicas, académicas; universidades y demás cuestiones se las puede criticar desde la visión “liberal” como burocrática, ineficiente, corrupta o lo que sea. Lo que argumentó el pequeño intelectual me parece una “reverenda zoncera”. También se puede abordar desde la critica de la cultura, o de la filosofía, que se yo. Solamente decir que la envidia y el revenimiento fueron el caldo de cultivo para el triunfo del progresismo, me suena a argumento de vedetonga de bailando por un sueño.