La relación con las empresas / Almuerzo en la UIA
Jueves 19 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa
Francisco Olivera
LA NACION
Tantas ganas había de llevarse bien, que el tema estuvo a punto de no plantearse. Pero Miguel Acevedo, secretario de la Unión Industrial Argentina (UIA), lo echó finalmente sobre la mesa en el extenso almuerzo con que, ayer, la central fabril recibió al ministro de Economía, Amado Boudou. La inquietud, que sobrevuela las conversaciones corporativas hace dos semanas, eran las declaraciones de Roberto Feletti, viceministro de Economía, sobre la necesidad de «profundizar el populismo» y «apropiarse de factores de renta importantes».
Acevedo no nombró a Feletti. Pero instó al jefe del ex Frepaso a aclarar qué significaban verdaderamente esas expresiones. Boudou no fue enérgico, pero, también de modo elegante, dio a entender que no coincidía. Contestó que, en realidad, él llamaba profundización del modelo a mantener los superávits gemelos, acumular reservas, cuidar el ingreso de importaciones, preservar el mercado interno y aportar al desarrollo de la región.
Intervino entonces Daniel Funes de Rioja, de la alimenticia Copal, que sí nombró la entrevista con Feletti concedida a la revista Debate . «Es amigo mío», atenuó el santafecino Guillermo Moretti. La UIA está menos crítica que el año pasado. Pero Boudou no había hecho otra cosa que reiterar, de modo menos directo, la opinión que el ministro del Interior, Florencio Randazzo, le había dado horas antes al periodista Marcelo Longobardi en C5N. «Es una apreciación -explicó Randazzo-, tiene toda la libertad de hacerla. Nosotros no pensamos eso. Es una opinión personal de Feletti, no es la opinión del Gobierno en materia económica. Quien decide el rumbo en ese aspecto es la presidenta de la Nación. No hay que asustarse. Algunos sectores se asustan de nada.»
Boudou entendió la buena disposición apenas se sentó a la mesa. Por si hacía falta, el vocal Miguel Saiegh le aclaró que a todos les convenía que él siguiera como ministro y no fuera candidato porteño. De todos modos, el protocolo había metido la cola: la formalidad indica que el presidente de la UIA -en este caso, José Ignacio de Mendiguren- debe sentarse frente al invitado, que estará flanqueado por los vicepresidentes 1° y 2°. Ironías de los usos y costumbres: Boudou quedó entre Federico Nicholson, de Ledesma, y Luis Betnaza, de Techint, la última empresa elegida como enemigo en la Casa Rosada.
Ausente la semana pasada en la reunión con la ministra de Industria, Débora Giorgi, Betnaza le preguntó a Boudou por el cierre de las investigaciones por dumping para el ingreso de tubos de acero con o sin costura de China, una medida reciente que pareció hecha a medida del grupo siderúrgico. Hace casi dos años, cuando vivía Kirchner, Julio De Vido lograba exactamente lo contrario: activar una causa por dumping. Boudou lo escuchó, pero alegó que no era su área.
El de Techint comentó entonces otra preocupación que los asalta desde el último encuentro en la Casa Rosada, cuando la Presidenta les dijo que la carga impositiva era aquí más liviana que en Brasil. ¿Viene un impuestazo y Feletti tenía razón?, se preguntan desde entonces las corporaciones. Betnaza objetó que sin ajuste por inflación en los balances la presión tributaria se acercaba en la Argentina, en términos reales, al 60%. El ministro no lo contradijo.
Después, el salteño José Urtubey (Celulosa) pidió una mejora en la coparticipación para equilibrar las economías regionales. Aprovecharon entonces Nicholson y el patagónico Juan Moravec -que habló de la pesca- para recordarle que algunos fracasos en el régimen de promoción industrial no indicaban necesariamente que no fuera una herramienta válida. Saiegh insistió en un nuevo sistema de capitalización para pymes y con la nostalgia fabril más recurrente de estos días: un banco de desarrollo, que ahora todos prefieren llamar, para evitar pesadillas, «de promoción de inversiones». El propio Saiegh se lo había sugerido a Cristina Kirchner, que aceptó el cambio semántico.
Mendiguren volvió a aclarar que la UIA no pedía una devaluación porque, dijo, la competitividad no depende sólo de un factor. Un pensamiento que, puesto así, no difiere de lo que piensan los dos únicos presentes ayer del mercado automotor, el más golpeado por las últimas trabas de Brasil: Cristiano Rattazzi (Fiat) y Luis Ureta Sáenz Peña (Peugeot), llamativamente silenciosos en el almuerzo. La conclusión de todos fue esperar y no dramatizar. El textil Jorge Sorabilla agregó que las negociaciones entre privados habían sido siempre exitosas.
Tampoco se habló de salarios, pero Boudou les recordó su relación con Hugo Moyano, a quien dedicó un elogio: no sólo ha hecho un aporte al modelo, dijo, cerrando paritarias en 24%, sino que tampoco representa un poder sindical atomizado y desbordado por las bases. El ejemplo elegido fue Kraft.
DIXIT
«El populismo debería radicalizarse. Ganada la batalla con los medios, no tenés límites»
ROBERTO FELETTI
Viceministro de economía
«Es una opinión personal de Feletti, no la del Gobierno en materia económica»
FLORENCIO RANDAZZO
Ministro del interior
Jueves 19 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa
Francisco Olivera
LA NACION
Tantas ganas había de llevarse bien, que el tema estuvo a punto de no plantearse. Pero Miguel Acevedo, secretario de la Unión Industrial Argentina (UIA), lo echó finalmente sobre la mesa en el extenso almuerzo con que, ayer, la central fabril recibió al ministro de Economía, Amado Boudou. La inquietud, que sobrevuela las conversaciones corporativas hace dos semanas, eran las declaraciones de Roberto Feletti, viceministro de Economía, sobre la necesidad de «profundizar el populismo» y «apropiarse de factores de renta importantes».
Acevedo no nombró a Feletti. Pero instó al jefe del ex Frepaso a aclarar qué significaban verdaderamente esas expresiones. Boudou no fue enérgico, pero, también de modo elegante, dio a entender que no coincidía. Contestó que, en realidad, él llamaba profundización del modelo a mantener los superávits gemelos, acumular reservas, cuidar el ingreso de importaciones, preservar el mercado interno y aportar al desarrollo de la región.
Intervino entonces Daniel Funes de Rioja, de la alimenticia Copal, que sí nombró la entrevista con Feletti concedida a la revista Debate . «Es amigo mío», atenuó el santafecino Guillermo Moretti. La UIA está menos crítica que el año pasado. Pero Boudou no había hecho otra cosa que reiterar, de modo menos directo, la opinión que el ministro del Interior, Florencio Randazzo, le había dado horas antes al periodista Marcelo Longobardi en C5N. «Es una apreciación -explicó Randazzo-, tiene toda la libertad de hacerla. Nosotros no pensamos eso. Es una opinión personal de Feletti, no es la opinión del Gobierno en materia económica. Quien decide el rumbo en ese aspecto es la presidenta de la Nación. No hay que asustarse. Algunos sectores se asustan de nada.»
Boudou entendió la buena disposición apenas se sentó a la mesa. Por si hacía falta, el vocal Miguel Saiegh le aclaró que a todos les convenía que él siguiera como ministro y no fuera candidato porteño. De todos modos, el protocolo había metido la cola: la formalidad indica que el presidente de la UIA -en este caso, José Ignacio de Mendiguren- debe sentarse frente al invitado, que estará flanqueado por los vicepresidentes 1° y 2°. Ironías de los usos y costumbres: Boudou quedó entre Federico Nicholson, de Ledesma, y Luis Betnaza, de Techint, la última empresa elegida como enemigo en la Casa Rosada.
Ausente la semana pasada en la reunión con la ministra de Industria, Débora Giorgi, Betnaza le preguntó a Boudou por el cierre de las investigaciones por dumping para el ingreso de tubos de acero con o sin costura de China, una medida reciente que pareció hecha a medida del grupo siderúrgico. Hace casi dos años, cuando vivía Kirchner, Julio De Vido lograba exactamente lo contrario: activar una causa por dumping. Boudou lo escuchó, pero alegó que no era su área.
El de Techint comentó entonces otra preocupación que los asalta desde el último encuentro en la Casa Rosada, cuando la Presidenta les dijo que la carga impositiva era aquí más liviana que en Brasil. ¿Viene un impuestazo y Feletti tenía razón?, se preguntan desde entonces las corporaciones. Betnaza objetó que sin ajuste por inflación en los balances la presión tributaria se acercaba en la Argentina, en términos reales, al 60%. El ministro no lo contradijo.
Después, el salteño José Urtubey (Celulosa) pidió una mejora en la coparticipación para equilibrar las economías regionales. Aprovecharon entonces Nicholson y el patagónico Juan Moravec -que habló de la pesca- para recordarle que algunos fracasos en el régimen de promoción industrial no indicaban necesariamente que no fuera una herramienta válida. Saiegh insistió en un nuevo sistema de capitalización para pymes y con la nostalgia fabril más recurrente de estos días: un banco de desarrollo, que ahora todos prefieren llamar, para evitar pesadillas, «de promoción de inversiones». El propio Saiegh se lo había sugerido a Cristina Kirchner, que aceptó el cambio semántico.
Mendiguren volvió a aclarar que la UIA no pedía una devaluación porque, dijo, la competitividad no depende sólo de un factor. Un pensamiento que, puesto así, no difiere de lo que piensan los dos únicos presentes ayer del mercado automotor, el más golpeado por las últimas trabas de Brasil: Cristiano Rattazzi (Fiat) y Luis Ureta Sáenz Peña (Peugeot), llamativamente silenciosos en el almuerzo. La conclusión de todos fue esperar y no dramatizar. El textil Jorge Sorabilla agregó que las negociaciones entre privados habían sido siempre exitosas.
Tampoco se habló de salarios, pero Boudou les recordó su relación con Hugo Moyano, a quien dedicó un elogio: no sólo ha hecho un aporte al modelo, dijo, cerrando paritarias en 24%, sino que tampoco representa un poder sindical atomizado y desbordado por las bases. El ejemplo elegido fue Kraft.
DIXIT
«El populismo debería radicalizarse. Ganada la batalla con los medios, no tenés límites»
ROBERTO FELETTI
Viceministro de economía
«Es una opinión personal de Feletti, no la del Gobierno en materia económica»
FLORENCIO RANDAZZO
Ministro del interior