Así las cosas, y hasta el notable desempeño de Maurizio Macri en las elecciones porteñas del pasado 10 de julio, que le permitió ingresar al balotaje -que se realizará el 31 de julio venidero- con más 47% de los votos, en el que se enfrentará al senador nacional y candidato del kirchnerismo, Daniel Filmus -que obtuvo cerca del 28% de los sufragios-, habían votado otros siete distritos que, sumados, representan el 9% del electorado nacional. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por su parte, representa, ella solita su alma, casi lo mismo: 8% del total del padrón nacional.
En los siete primeros capítulos, pertenecientes a provincias “chicas”, triunfaron, a saber:
– O bien candidatos del riñón kirchnerista (Corpacci, en Catamarca, con más del 49,5% de los votos; Beder Herrera, en La Rioja, con alrededor del 67%; Maurice Closs, en Misiones, con algo más del 75%);
– O bien aliados estables y jugados del oficialismo nacional (Jorge Sapag, del Movimiento Popular Neuquino –quien expresó, textualmente, que trabajaría “a favor de la reelección de la presidenta de la Nación”-, con el 48,5% de los votos; y Fabiana Ríos, del Partido Social Patagónico, en Tierra del Fuego, quien dio vuelta en el balotaje a la candidata del FPV, Rosana Bertone –que la había derrotado en primera vuelta con un 46,73% contra el 38,82% de la actual gobernadora-);
– O bien un hombre de la orgánica del PJ que, aún cuando no puede ser calificado -en jerga massmediática actual- como “kirchnerista puro”, sí está comprometido con el liderazgo que, dentro del peronismo, y a nivel nacional, ejerce Cristina Fernández, y que, con eso, por supuesto que ha adelantado su voto a favor de la opción reeleccionista que la actual primera mandataria encabezará en octubre (el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, que fue reelecto en su provincia con el 59,57% de los sufragios).
En Chubut, que es la elección que resta en el detalle del párrafo anterior, ocurrió algo distinto: no hubo la unidad del PJ que si se dio, por ejemplo, en Catamarca –o en Santa Fe, que aún no fue a las urnas-, y fueron a dirimir la gobernación el delfín del actual gobernador Das Neves –líder del PJ Chubut, pero que luego de haber sido uno de los más enfáticos militantes kirchneristas, desde 2009 decidió manifestarse hostilmente para con la conducción nacional-, Martín Buzzi; y el espacio del FPV por fuera del PJ orgánico (sustentado en candidaturas fuertes a la gobernación –Carlos Eliceche- y a las intendencias más importantes –Néstor Di Pierro, Norberto Yahuar-).
Fue la única elección que estuvo desastrosamente organizada, lo cual arrojó un escrutinio híper dudoso que, recuentos, reyertas y decisiones judiciales a su respecto mediante, terminó por definirse -aunque sin por eso despejar todas las dudas que la rodearon- el día 19 de mayo (es decir, dos meses después de su «primer capítulo»), en unas complementarias que ordenó el tribunal electoral chubutense (a raíz de las incontestables diferencias que se encontraron entre el primer recuento, oficial, y el ordenado a posteriori por el Poder Judicial de la provincia), al cabo de las cuales se aceptó que el ganador final resultó ser el candidato del oficialismo local, pero por el ridículo margen de 0,15% -40,43% a 40,28%-.
Ello no obstante, la victoria, pírrica, de su candidato, dejó herida la imagen de Mario Das Neves, quien quedó marcado como único responsable del desastroso proceso eleccionario que tuvo lugar bajo su administración, y decidió aceptar la candidatura a vicepresidente de la Nación que le ofreció Eduardo Duhalde para competir por fuera del PJ orgánico en octubre. De resultas de ello, el electo gobernador Buzzi decidió romper con el liderazgo dasnevista en Chubut y manifestó que trabajaría, a nivel nacional, por la opción que decidiese el PJ oficial, que es la de CFK.
Es decir que, a (casi) similares niveles de representatividad de los valores locales a escala nacional, del 9% del padrón nacional que primeramente concurrió a las urnas, Cristina recoge apoyo de opciones locales (porque, aparte de las mencionadas triunfantes, hubo, salvo en Catamarca y Chubut, otras opciones kirchneristas, a saber: Wayar, en Salta; Maza Y Lucero –de Nuevo Encuentro-, en La Rioja; Farizano-Parrilli, en Neuquén; Viana, en Misiones; las mencionadas Fabiana Ríos y Rosana Bertone más Adrián Fernández y José Martínez –también de Sabbatella-, en Tierra del Fuego) por un valor cercano al ¡70% de los votos!, concentrados, in totum, en el compromiso con su candidatura de cara a las PASO en agosto y las generales en octubre; en tanto, si bien en Ciudad de Buenos Aires dichos valores se invierten en contra de la opción Cristina, lo cierto es que a nivel nacional no tienen referencia clara y única ni definida.
Y aún el triunfante jefe de Gobierno -que acaparó más de la mitad de ese porcentaje no kirchnerista- y varios de sus hombres han declarado que “la gente nos cuenta que nos votará a nosotros ahora y luego a la Presidenta en octubre”, lo cual ha tenido como consecuencia un descenso en los niveles de hostilidad de Macri para con el kirchnerismo y una prudente prescindencia en la pelea nacional ante la perspectiva de tener que compartir otros cuatro años con… Cristina). Conviene recordar que en 2007, previo a las elecciones nacionales en las que triunfó CFK, sus candidatos perdieron, en elecciones anticipadas, y por amplio márgen, tanto en Capital como en Santa Fe, y en Córdoba no pudo sacar provecho del triunfo pírrico de Juan Schiaretti. De modo que es un escenario, el que se avecina, ya explorado -con éxito- por el kirchnerismo, aunque, es cierto, con el detalle a marcar de que en ’07 la cadena de medios no estaba, mayoritariamente, en su contra como sí ocurre en la actualidad.
Debemos tener en cuenta que las lógicas locales no pueden ser trasladadas y copiadas textualmente a lo que será la dinámica de las presidenciales; que, en efecto, los referentes PRO no mienten, pues existe una importantísima manifestación de voto cruzado “Macri jefe de Gobierno / Cristina presidenta”.
Al respecto, el mismísimo diario Clarín -en su edición del día viernes 15 de julio-, el más furioso opositor que tiene el kirchnerismo en la actualidad, publica una encuesta realizada por asesores de la UCR que asignan a Cristina, en Capital, una intención de voto de 39,4% –con Alfonsín secundándola, a casi 17 puntos de distancia, con un 22%: cabe recordar, a este respecto, que para su rotundo holgado triunfo de 2007 Cristina necesitó de un acompañamiento similar al que hoy dice contar Alfonsín, un 23,77%-).
Del mismo modo, la –también opositora al FPV- encuestadora Poliarquía, que es la que más se acercó en la predicción de la magnitud del triunfo de Maurizio Macri en el primer round capitalino, ha dado a conocer, en la última semana, un sondeo que realizaron en la provincia de Buenos Aires (que aporta 40 de cada 100 votos nacionales), que asigna al candidato kirchnerista a la gobernación, Daniel Scioli, una intención de voto del 53% frente a un lejano 20% del binomio radical Francisco De Narváez-Mónica López que vienen corriendo de atrás en segundo término. Hay que tener en cuenta que la UCR acudió a la candidatura del diputado colombiano en la provincia de Buenos Aires a los fines de no salir a disputar la nacional con malos guarismos en el distrito que representa casi la mitad del padrón nacional.
No se conoce que hayan medido la intención de voto de Cristina en dicho distrito, pero cabe dudar de que el corte de boleta pueda llegar a ser de una magnitud tal como para que la actual mandataria no salga airosa de una provincia de la cual le bastó, para ser consagrada en 2007, recoger casi calcada la cifra que obtuvo en el total del país: apenas décimas más, 45,91% local a 45,29% nacional. Ocho puntos de corte en detrimento de la jefa del peronismo nacional, suena quimérico, a primera vista al menos, y teniendo en cuenta el creciente nivel de alineamiento para con la ella –y, algo muy importante, también para con la estrategia de construcción política que ha adoptado- que deja ver Scioli.
Dos cuestiones muy importantes son que, salvo en Catamarca, son los oficialismos de cada lugar los que triunfan, manifestación conservadora no proclive a los cambios de color político, hecho que, a nivel nacional, significaría en la continuidad de CFK al frente del gobierno, por un lado; y un enorme repunte por parte del FPV respecto de 2009, que es el dato con el que deben compararse los desempeños actuales –elección legislativa pero jugada en clave de puesta en cuestión de la continuidad del ejecutivo nacional a posteriori de dicha compulsa-, comparación que resulta en un repunte de casi veinte puntos nacionales (promediados ambos packs), por parte del kirchnerismo.
Además, el dato saliente de las distintas elecciones provinciales que se han venido desarrollando a lo largo del año, es que en ninguna de ellas han tenido competitividad los candidatos que se identifican en cualquiera de las opciones presidenciales alternativas al kirchnerismo que pugnarán en octubre, con todo lo que ello implica en cuanto a “laburar” en los distintos distritos, antes y después del acto eleccionario, la candidatura del referente nacional de un espacio, cualquiera ese sea.
Dato no menor, este último, siendo que el único distrito en que la lógica de tracción territorial pierde peso es, justamente –aunque no totalmente, no en el sector sur del distrito, por caso-, la única que no ha optado por opciones no kirchneristas, que necesitarían, para que pudiera ser empardada la desventajas que el sector anti oficialista exhibe en el primer pack, ser encolumnadas, indefectibles, a favor de una sola de las varias oposiciones al FPV nacional: me permito dudar al respecto.
Habida cuenta de lo expuesto, ni se entiende de qué manera podría generarse algún tipo de cambio de clima de cara a las generales de agosto sólo porque al FPV le vaya mal en tres distritos de buen peso electoral, ni tampoco el creciente nivel de estúpido y agresivo nerviosismo que manifiestan algunos adherentes a la opción CFK 2011.
(Datos electorales obtenidos de http://www.towsa.com/andy/totalpais/index.html)