En el marco de la crisis de las economías desarrolladas, el ex director de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Bernardo Kosacoff, analizó en una entrevista con Tiempo Argentino la perspectiva de la Argentina y la región en mediano y largo plazo. Además, consideró que el campo mejoró mucho luego del conflicto por las retenciones móviles en 2008, y aseguró que, más allá de los nuevos controles a las importaciones, “el país sigue siendo una economía abierta”.
–¿Cómo se analiza el futuro inmediato de la Argentina en pleno colapso de las economías centrales?
–El mundo atraviesa una situación donde la incertidumbre no ha terminado, pero ha disminuido en forma considerable y, claramente, vamos a tener un escenario con crecimiento moderado pero con buenas noticias y desafíos complicados. Las buenas nuevas tienen que ver, por un lado, con los precios de los commodities, y en particular de la soja, que nos da una situación de ingresos muy positiva y, por otro lado, vemos también que la relación con Brasil siempre nos da oportunidades.
El tema más complicado del escenario internacional es cómo hacemos productos industriales con mayor valor agregado. La desaceleración del mundo ha producido una sobreoferta y allí aparecen un conjunto de países que producen más y mejor y más barato, y con prácticas de devaluación de monedas y prácticas comerciales mucho más agresivas.
–Por esto la asociación con Brasil es clave…
–Eso es lo que hay que profundizar, porque nos da una ampliación del mercado y nos va a favorecer mucho. Hay que tener una mayor penetración con productos más industrializados y con mayor valor agregado. Y en ese sentido aparece un desafío previo, que es generar una mayor capacidad de oferta productiva para colocar en el mercado doméstico brasileño. Tanto Brasil como Argentina, en los últimos cinco o seis años, han tenido una expansión de su mercado doméstico absolutamente espectacular. En el caso argentino, prácticamente se ha duplicado, y esto nos da una oportunidad para el desarrollo de negocios muy significativa. Y el sector brasilero tiene la misma tendencia.
–Usted mencionaba la evolución positiva del precio de los commodities, y ya han pasado varios años desde la discusión por la 125. ¿Cuál es su percepción respecto de la situación del campo hoy?
–El campo demostró tener una capacidad competitiva e innovadora muy importante. Cuando la gente dice que estamos aprovechando el viento de cola porque la soja está costando por sobre los U$S 550 la tonelada, lo que a veces nos olvidamos es que durante cinco décadas, desde 1930 a 1980, Argentina produjo 20 millones de toneladas de granos, y hoy estamos produciendo más de 100 millones. Es decir, hoy tenemos cinco veces esa cantidad, por lo cual podemos aprovechar mucho mejor la situación. Y esto sucedió por los cambios estructurales que se fueron generando. Y creo que cuando uno lee distintas definiciones que están en el Plan Agroalimentario, vemos que hay espectaculares posibilidades de avanzar, no sólo en cantidades sino en la calidad. Más empleo, más tecnología y mayor valor agregado.
–Hay un sector del agro que, sin embargo, apunta al viento de cola y al precio de la soja como único factor de influencia.
–Esa es una visión muy sesgada. Creo que el conjunto de los productores saben perfectamente el compromiso que hubo para generar una dinámica estructural. Obviamente, hay que seguir siendo optimistas para generar consenso en la sociedad y seguir avanzando en esa línea. Faltan cosas, aún estamos a mitad de camino, y más participación de las pymes es una de las asignaturas pendientes. La otra es exportar más tecnología y genética.
–El año pasado, en la última reunión de empresarios de IDEA, usted afirmó que la economía argentina era de las más abiertas. ¿Cuál es su visión hoy, con los nuevos controles a importaciones?
–Definitivamente lo sigo pensando, los números de exportaciones e importaciones de la Argentina implican cerca del 35% del producto, esto es diez o 12 puntos más de lo que teníamos en la década del ’90, y más de 20 puntos más de lo que teníamos cuando éramos una economía semicerrada. Hoy el desafío de la Argentina es, justamente, cómo generar un modelo de desarrollo económico en un contexto donde la economía es notablemente más abierta de lo que teníamos en el pasado.
–En este panorama mundial que cita, la palabra “ajuste” para salir de las crisis, ¿se ha borrado o subsiste en ciertos sectores?
–Los ajustes han mostrado su fracaso en todo el mundo, incluso se está discutiendo muy profundo sobre el tema en la sociedades más desarrolladas. Hoy se necesitan recetas más pragmáticas, menos fundamentalistas, más eclécticas para ver cómo se recupera la capacidad de crecer. Me parece que es el mecanismo más razonable para resolver los serios problemas de deuda que tienen algunas economías desarrolladas.
–Lo llevo al tema de YPF. ¿Qué opinión le merece la recuperación para el Estado del manejo de la compañía?
–La infraestructura energética es fundamental para el crecimiento de un país. Ahora hay que generar los mecanismos adecuados para incrementar los niveles de producción. El sector energético tiene que acompañar el desarrollo industrial argentino. Estoy de acuerdo con una nacionalización de los recursos energéticos, acompañado por una política de oferta energética que genere dinamismo.
–Por último, ¿las represalias de España pueden tener algún efecto?
–Los manejos que tienen son relativamente limitados, y están focalizados en las negociaciones para no llegar a situaciones de disputas. Macroeconómicamente, esas medidas no tienen casi impacto para la Argentina. <
–¿Cómo se analiza el futuro inmediato de la Argentina en pleno colapso de las economías centrales?
–El mundo atraviesa una situación donde la incertidumbre no ha terminado, pero ha disminuido en forma considerable y, claramente, vamos a tener un escenario con crecimiento moderado pero con buenas noticias y desafíos complicados. Las buenas nuevas tienen que ver, por un lado, con los precios de los commodities, y en particular de la soja, que nos da una situación de ingresos muy positiva y, por otro lado, vemos también que la relación con Brasil siempre nos da oportunidades.
El tema más complicado del escenario internacional es cómo hacemos productos industriales con mayor valor agregado. La desaceleración del mundo ha producido una sobreoferta y allí aparecen un conjunto de países que producen más y mejor y más barato, y con prácticas de devaluación de monedas y prácticas comerciales mucho más agresivas.
–Por esto la asociación con Brasil es clave…
–Eso es lo que hay que profundizar, porque nos da una ampliación del mercado y nos va a favorecer mucho. Hay que tener una mayor penetración con productos más industrializados y con mayor valor agregado. Y en ese sentido aparece un desafío previo, que es generar una mayor capacidad de oferta productiva para colocar en el mercado doméstico brasileño. Tanto Brasil como Argentina, en los últimos cinco o seis años, han tenido una expansión de su mercado doméstico absolutamente espectacular. En el caso argentino, prácticamente se ha duplicado, y esto nos da una oportunidad para el desarrollo de negocios muy significativa. Y el sector brasilero tiene la misma tendencia.
–Usted mencionaba la evolución positiva del precio de los commodities, y ya han pasado varios años desde la discusión por la 125. ¿Cuál es su percepción respecto de la situación del campo hoy?
–El campo demostró tener una capacidad competitiva e innovadora muy importante. Cuando la gente dice que estamos aprovechando el viento de cola porque la soja está costando por sobre los U$S 550 la tonelada, lo que a veces nos olvidamos es que durante cinco décadas, desde 1930 a 1980, Argentina produjo 20 millones de toneladas de granos, y hoy estamos produciendo más de 100 millones. Es decir, hoy tenemos cinco veces esa cantidad, por lo cual podemos aprovechar mucho mejor la situación. Y esto sucedió por los cambios estructurales que se fueron generando. Y creo que cuando uno lee distintas definiciones que están en el Plan Agroalimentario, vemos que hay espectaculares posibilidades de avanzar, no sólo en cantidades sino en la calidad. Más empleo, más tecnología y mayor valor agregado.
–Hay un sector del agro que, sin embargo, apunta al viento de cola y al precio de la soja como único factor de influencia.
–Esa es una visión muy sesgada. Creo que el conjunto de los productores saben perfectamente el compromiso que hubo para generar una dinámica estructural. Obviamente, hay que seguir siendo optimistas para generar consenso en la sociedad y seguir avanzando en esa línea. Faltan cosas, aún estamos a mitad de camino, y más participación de las pymes es una de las asignaturas pendientes. La otra es exportar más tecnología y genética.
–El año pasado, en la última reunión de empresarios de IDEA, usted afirmó que la economía argentina era de las más abiertas. ¿Cuál es su visión hoy, con los nuevos controles a importaciones?
–Definitivamente lo sigo pensando, los números de exportaciones e importaciones de la Argentina implican cerca del 35% del producto, esto es diez o 12 puntos más de lo que teníamos en la década del ’90, y más de 20 puntos más de lo que teníamos cuando éramos una economía semicerrada. Hoy el desafío de la Argentina es, justamente, cómo generar un modelo de desarrollo económico en un contexto donde la economía es notablemente más abierta de lo que teníamos en el pasado.
–En este panorama mundial que cita, la palabra “ajuste” para salir de las crisis, ¿se ha borrado o subsiste en ciertos sectores?
–Los ajustes han mostrado su fracaso en todo el mundo, incluso se está discutiendo muy profundo sobre el tema en la sociedades más desarrolladas. Hoy se necesitan recetas más pragmáticas, menos fundamentalistas, más eclécticas para ver cómo se recupera la capacidad de crecer. Me parece que es el mecanismo más razonable para resolver los serios problemas de deuda que tienen algunas economías desarrolladas.
–Lo llevo al tema de YPF. ¿Qué opinión le merece la recuperación para el Estado del manejo de la compañía?
–La infraestructura energética es fundamental para el crecimiento de un país. Ahora hay que generar los mecanismos adecuados para incrementar los niveles de producción. El sector energético tiene que acompañar el desarrollo industrial argentino. Estoy de acuerdo con una nacionalización de los recursos energéticos, acompañado por una política de oferta energética que genere dinamismo.
–Por último, ¿las represalias de España pueden tener algún efecto?
–Los manejos que tienen son relativamente limitados, y están focalizados en las negociaciones para no llegar a situaciones de disputas. Macroeconómicamente, esas medidas no tienen casi impacto para la Argentina. <