Foto: Archivo
Fue inusualmente dura con dirigentes gremiales y empresarios, y con una sola frase la presidenta Cristina Kirchner admitió ayer que la crisis europea está golpeando en la economía local.
«No nos caímos del mundo. El mundo se nos cayó encima», sostuvo la jefa del Estado en un discurso de más de 40 minutos, en el que pidió «sensatez» en los reclamos sindicales.
Además, advirtió a las empresas que si no presentan al Gobierno su plan de inversiones perderán los beneficios y subsidios que reciben del Estado, en una muestra más de la necesidad de apuntalar el mercado interno.
Cristina Kirchner reveló que sentía «rabia» cuando escuchaba ciertos reclamos sindicales. Sin especificar a quiénes apuntaba, pidió que se siguiera el ejemplo de los estatales de la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN), que anteayer cerraron un acuerdo de aumento salarial del 21 por ciento para este año, en la Casa Rosada.
La dura reacción de la Presidenta contra los sindicatos se da en medio de crecientes reclamos y negociaciones trabadas. Por un lado, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), conducida por Antonio Caló, favorito del Gobierno para ocupar el sillón de la CGT a partir de julio próximo, aún no logró cerrar un acuerdo y crece el malestar de su sector hacia las trabas que le impone la Casa Rosada. Por otro, el actual secretario general de la central obrera, Hugo Moyano, abiertamente enfrentado con el Gobierno, mantiene latente la amenaza de paro en el transporte petrolero.»Uno tiene rabia por las cosas que escucha, no por mí, por lo que les puede pasar a los demás si no hay sensatez. Porque los dirigentes sindicales se van a sus casas y nunca son pobres. Los trabajadores son los que se quedan en la calle», les espetó la jefa del Estado en uno de los discursos más duros de los últimos años contra la dirigencia gremial.
A tal punto llegó el enojo presidencial que lanzó una crítica directa al corazón sindical: «Señores, los trabajadores ganaron más dinero producto del modelo macroeconómico, no producto de una huelga más, una huelga menos». También ironizó y les pidió a los gremios que si creían lo contrario fueran a darles sus recetas a los europeos. «No nos engañemos más», los adoctrinó.
En medio del creciente deterioro de las cuentas públicas, la Presidenta anunció dos medidas destinadas a paliar la crisis. Por un lado, dio marcha atrás con la normativa que regía para la exportación y flexibilizó la metodología, a fin de revertir la caída en las ventas al exterior.
Así, el Ministerio de Economía deberá corregir una resolución de hace tres semanas y volver a los plazos anteriores, más laxos, para el ingreso de divisas producto de la exportación. «Planteó problemas y por lo tanto hemos decidido que todas las empresas que exportan hasta dos millones de dólares van a volver a la vieja normativa», reconoció.
Además, Cristina dedicó parte de su discurso, aunque con un trato menos confrontativo que el que empleó para los sindicatos, para reclamarles a los empresarios mayores inversiones.
La Presidenta ya no habló más de la sintonía fina como el eslogan de la etapa que inició en su segundo mandato. Ayer eligió reescribirla como la de «sostener la inversión».
«Así como hemos venido sosteniendo la demanda agregada como uno de los impulsores de crecimiento del mercado interno, hoy tenemos que apuntalar la inversión, ésta es la clave de los tiempos que vienen, porque se viene un mundo muy difícil», anunció.
Como un ejemplo de hacia dónde están enfocadas sus prioridades, el acto de ayer en la Casa Rosada fue para presentar, justamente, una ampliación del programa de créditos del Bicentenario.
En esta segunda etapa se destinarán otros $ 8000 millones del plan inicial para apuntalar el mercado interno e inyectar recursos en la economía.
Cristina Kirchner usó la mayor parte de su discurso para insistir en sus reclamos a los gremios. «Les pido responsabilidad. Pero no hablo de los trabajadores, hablo de los dirigentes sindicales», los volvió a cuestionar, sin distinción, en medio de la interna en el propio gremialismo.
«Cuando se arman los barullos, cuando todos gritan para ver quién puede lograr más, cuando se pudre todo, los dirigentes se van y siguen viviendo muy bien, los que quedan son los trabajadores», apuntó.
Para agregarle aún más carga a su mensaje, Cristina sostuvo que nadie se acuerda en la historia de quiénes son los secretarios generales de la CGT durante determinado gobierno, sino de quién era el presidente. Otro dardo destinado a la sede de Azopardo.
La Presidenta cerró su discurso con una última frase que levantó aplausos en el salón. «No me importa el juicio de tres o cuatro que escriben o hablan. El único que me importa es el juicio de la historia y mi pueblo.»
«Uno tiene rabia por las cosas que escucha. Los dirigentes sindicales se van a sus casas y nunca son pobres. Los trabajadores son los que quedan en la calle»
«No nos caímos del mundo. El mundo se nos cayó encima»
«Tenemos que apuntalar la inversión»
«Denles las recetas a los europeos y que vayan a bloquear el Palacio de la Moncloa o el Palacio de Buckingham»Presidenta de la Nación .
Fue inusualmente dura con dirigentes gremiales y empresarios, y con una sola frase la presidenta Cristina Kirchner admitió ayer que la crisis europea está golpeando en la economía local.
«No nos caímos del mundo. El mundo se nos cayó encima», sostuvo la jefa del Estado en un discurso de más de 40 minutos, en el que pidió «sensatez» en los reclamos sindicales.
Además, advirtió a las empresas que si no presentan al Gobierno su plan de inversiones perderán los beneficios y subsidios que reciben del Estado, en una muestra más de la necesidad de apuntalar el mercado interno.
Cristina Kirchner reveló que sentía «rabia» cuando escuchaba ciertos reclamos sindicales. Sin especificar a quiénes apuntaba, pidió que se siguiera el ejemplo de los estatales de la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN), que anteayer cerraron un acuerdo de aumento salarial del 21 por ciento para este año, en la Casa Rosada.
La dura reacción de la Presidenta contra los sindicatos se da en medio de crecientes reclamos y negociaciones trabadas. Por un lado, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), conducida por Antonio Caló, favorito del Gobierno para ocupar el sillón de la CGT a partir de julio próximo, aún no logró cerrar un acuerdo y crece el malestar de su sector hacia las trabas que le impone la Casa Rosada. Por otro, el actual secretario general de la central obrera, Hugo Moyano, abiertamente enfrentado con el Gobierno, mantiene latente la amenaza de paro en el transporte petrolero.»Uno tiene rabia por las cosas que escucha, no por mí, por lo que les puede pasar a los demás si no hay sensatez. Porque los dirigentes sindicales se van a sus casas y nunca son pobres. Los trabajadores son los que se quedan en la calle», les espetó la jefa del Estado en uno de los discursos más duros de los últimos años contra la dirigencia gremial.
A tal punto llegó el enojo presidencial que lanzó una crítica directa al corazón sindical: «Señores, los trabajadores ganaron más dinero producto del modelo macroeconómico, no producto de una huelga más, una huelga menos». También ironizó y les pidió a los gremios que si creían lo contrario fueran a darles sus recetas a los europeos. «No nos engañemos más», los adoctrinó.
En medio del creciente deterioro de las cuentas públicas, la Presidenta anunció dos medidas destinadas a paliar la crisis. Por un lado, dio marcha atrás con la normativa que regía para la exportación y flexibilizó la metodología, a fin de revertir la caída en las ventas al exterior.
Así, el Ministerio de Economía deberá corregir una resolución de hace tres semanas y volver a los plazos anteriores, más laxos, para el ingreso de divisas producto de la exportación. «Planteó problemas y por lo tanto hemos decidido que todas las empresas que exportan hasta dos millones de dólares van a volver a la vieja normativa», reconoció.
Además, Cristina dedicó parte de su discurso, aunque con un trato menos confrontativo que el que empleó para los sindicatos, para reclamarles a los empresarios mayores inversiones.
La Presidenta ya no habló más de la sintonía fina como el eslogan de la etapa que inició en su segundo mandato. Ayer eligió reescribirla como la de «sostener la inversión».
«Así como hemos venido sosteniendo la demanda agregada como uno de los impulsores de crecimiento del mercado interno, hoy tenemos que apuntalar la inversión, ésta es la clave de los tiempos que vienen, porque se viene un mundo muy difícil», anunció.
Como un ejemplo de hacia dónde están enfocadas sus prioridades, el acto de ayer en la Casa Rosada fue para presentar, justamente, una ampliación del programa de créditos del Bicentenario.
En esta segunda etapa se destinarán otros $ 8000 millones del plan inicial para apuntalar el mercado interno e inyectar recursos en la economía.
Cristina Kirchner usó la mayor parte de su discurso para insistir en sus reclamos a los gremios. «Les pido responsabilidad. Pero no hablo de los trabajadores, hablo de los dirigentes sindicales», los volvió a cuestionar, sin distinción, en medio de la interna en el propio gremialismo.
«Cuando se arman los barullos, cuando todos gritan para ver quién puede lograr más, cuando se pudre todo, los dirigentes se van y siguen viviendo muy bien, los que quedan son los trabajadores», apuntó.
Para agregarle aún más carga a su mensaje, Cristina sostuvo que nadie se acuerda en la historia de quiénes son los secretarios generales de la CGT durante determinado gobierno, sino de quién era el presidente. Otro dardo destinado a la sede de Azopardo.
La Presidenta cerró su discurso con una última frase que levantó aplausos en el salón. «No me importa el juicio de tres o cuatro que escriben o hablan. El único que me importa es el juicio de la historia y mi pueblo.»
«Uno tiene rabia por las cosas que escucha. Los dirigentes sindicales se van a sus casas y nunca son pobres. Los trabajadores son los que quedan en la calle»
«No nos caímos del mundo. El mundo se nos cayó encima»
«Tenemos que apuntalar la inversión»
«Denles las recetas a los europeos y que vayan a bloquear el Palacio de la Moncloa o el Palacio de Buckingham»Presidenta de la Nación .
Tal como lo vengo sosteniendo, y del mismo modo en que las conquistas laborales del primer peronismo no lo necesitaron a Espejo, el Gobierno Kirchnerista no necesita que cuatro gatos fosilizados en sus tronos hagan huelga para mejorar las condiciones económicas y laborales del trabajador. En pocas palabras, Cristina es más garante del empleo que cualquier cachivache gremial. Los cinco millones de empleo ADICIONALES no los generó Moshano haciendo paro. Los generaron las políticas activas del Kirchnerismo.
Pero bueno, a esta gerontocracia residual se la llevará puesta el ciclo biológico en algún tiempo más.
El tema es que en todas estas cosas no se juegan solo las conquistas reales, sino también las simbólicas. Así como (por poner un ejemplo), con la ley de identidad de genero, no se trata solo de lo concreto, sino del cambio simbólico en el reconocimiento de las diferencias, discursos como el de ayer de Cristina, son nocivos para el reconocimiento de los sindicalistas y en consecuencia de las luchas sindicales y así, de las luchas de los trabajadores. Las expresiones de Cristina diciendo «nadie se acuerda de Espejo, los importantes somos lo gobernantes, no los líderes sindicales» (no es textual, pero era claramente el concepto), no ayudan a mejorar el reconocimiento social de los trabajadores. Se puede argumentar que otros discursos de Cristina sí lo hacen, por supuesto, pero cuando se pone a hablar como ayer, a mi no me gusta. Y las explicitación de las dificultades externas, son ciertas, pero si se juntan en una crítica, que conteniendo a empresarios y sindicalistas, pone más el acento en los sindicalistas que en los empresarios, sugiere que los costos de las dificultades se cargarán, en buena medida, en los trabajadores. Nada nuevo, dentro de un gobierno que apoya conquistas sociales, pero que participa sin dudas del contexto capitalista (por otra parte parecería dificilísimo hacer otra cosa en este punto), cada tanto vienen algunas malas. Solo digo que, cuando Cristina habla así, no son discursos que me den ganas de aplaudir.
Muy bueno ese punto. Muy interesante. Hay que ver cómo se conjuga eso con las disputas de poder reales que estamos viendo.
Coincido con Sergio, habría que hacer un post al respecto, me parece
Pueden cerrar la CGT y hacer un shopping, el capítulo de luchas sociales esta agotado en Cristina.
Te perdiste de votarla en su etapa de luchas sociales entonces. Qué raro, che.
Segun Bercovich, el destinatario era Calo
de acuerdo con Sergio.Cris hablo de mas.Por muy convencida que este de sus proyectos,y por muy segura que se sienta despues de las elecciones¿busca,crea,descubre o inventa enemigos?Les da pie a los que dicen que no puede vivir sin ellos.Es cierto lo que dice sobre el modo de vida de los capos sindicales,pero su preparacion le debiera permitir que hace mucho tiempo que el peronismo fomento eso.Ya le contestaron hoy señalando que a ella tambien le gusta el lujo,que no es Mujica.Entonces,¿por que no ser mas prudente y atenerse al tema del discurso,que era la ibresion estatal para el aumento del empleo?
Guste o no guste, está avisando que por este camino vamos al muere, y todo lo avanzado se perderá en el aire.
La situación es ésta: Nuestros clientes están al horno, no compran un carajo. En el mercado interno, todos los que en los tres o cuatro últimos años compraron plasmas, autos, acondicionadores, etc., ya lo tienen y desaparecieron como compradores. Son no-compradores por 4-5 años.
En este contexto, de no compradores afuera y no compradores adentro, acá pedimos el 35% como quien pide el 3. Señores: Las leyes de la física se cumplen acá también. Por supuesto, uno les podría decir «Sí, como no ¿Querés el 35? Tomá el 50.» y por detrás meter una devalueta del 60. Todos chochos, hasta que entres al supermercado y veas todo remarcado al 70. ¿O alguien cree que en ésta el que sale ganando es el laburante?
No, muchachos. Un sindicalista que vea cómo viene la mano, tiene que saber cuándo apretar el acelerador y cuándo el freno. Las restricciones nos las crearon afuera por un lado, y el sobreconsumo interno por el otro. No es «normal» en ningún país de la tierra apretar el acelerador al 20-30% anual durante nueve años y que no pase nada. Si te engolosinás, finalmente te vas al pasto.
No puedo creer que nadie vea la doble encerrona en la que nos encontramos. Y le damos, le damos, le damos, como si lo que vemos todos los días fueran sólo «noticias» y no hechos, que más temprano que tarde nos va a cascotear el rancho. ¿Qué somos? ¿Reescribimos las leyes de la física nosotros?
No jodamos. Por supuesto que es más lindo todos los años estar mejor. Pero hay veces que no se puede, simplemente. Y hay que aprender también a usar el freno cuando es necesario.
No tiremos todo a la mierda por no advertir cuándo viene la curva. Cristina nos está avisando que es ahora cuando hay que apretar el freno. Pero los muchachos están en la chiquita, a ver quién la tiene más larga. Qué pelotudos, por ser suave.
Ok Eduardo, supongamos que en el tira y afloje de la coyuntura tiene razón. ¿Me explicarías a qué viene decir que «de Espejo no se acuerda nadie, en cambio de los que se acuerdan son de Perón, Evita, Néstor, (y yo)». Eso es ningunear al sindicalismo como tal, porque justamente el hecho de que Espejo no tenga nada que ver con la actualidad, ni participe de ninguna contradicción histórica (si hubiera mencionado otros, podría tener un sentido puntual, qué se yo, de distintas orientaciones, Vandor, Tosco, etc), quiere decir, que para ella lo que no existe y no importa, es el sindicalismo. La verdad es que de esto no encuentro defensa alguna. Obvio que un mal discurso lo tiene cualquiera, pero realmente a mi me produjo mucho rechazo cuando lo escuché.
Si lo miramos en términos de «corrección política», tenés razón. Tal vez no convenga explicitar ciertas cosas, aún cuando sean evidentes. Tal vez hubiera bastado con subrayar que los 5 millones de empleos los generó la política y no el sindicalismo. Pero parece que si las cosas no se verbalizan, no existieran.
A ver: El sindicalismo cumplió un rol más que importante del ’55 al 2003. Dado que el poder político y el poder empresario eran la misma cosa, plantarsele al gobierno era casi mandatorio. Krieger Vasena, Martínez de Hoz, Cavallo, etc.
Ahora, esta dirigencia sindical, ¿No notó ningún cambio del 2003 sl presente? ¿Cree que el rol que tiene que cumplir es el mismo? Porque pareciera que ni registra que el el enemigo NO ES el gobierno, ni que la coyuntura que se presenta por delante no es de lo más promisoria para los próximos tres o cuatro años.
En episodios similares, Evita misma mandó a cagar a los ferroviarios que le querían hacer huelga a Perón. Lo hizo Cristina en el discurso de José C. Paz, cuando después de jugarse entera para nacionalizar Aerolineas, los pelotudos de Cirieli y Pérez Tamayo pretendían seguir jugando a las escondidas, cuando de no mediar la voluntad política de Cristina, hoy serían todos remiseros. Éso se llama INGRATITUD, manga de hijos de una camionada de putas.
Y ahora vuelve a pasar con YPF: Después de celebrar con pitos y cornetas la nacionalización ¿Qué es lo primero que se les ocurre hacer? Paro. Obvio, si tienen menos seso que una lombriz.
Si alguien no registra lo que está sucediendo, y actúa del mismo modo que lo hubiera hecho ante el gobierno de la rata, bueno, alguien tiene que EXPLICITARLES que están meando a doscientos kilómetros del recipiente.
¿Que suena feo? Correcto ¿Que tal vez no necesitaba ser tan explícita? Puede ser ¿Que suena a ninguneo? Seguro. Ahora, si el Mensaje de José C. Paz no lo entendieron ¿Qué hay que hacer? ¿Quedarse muzza y dejar que se lleven puesto todo lo conseguido en nueve años para no ser «Políticamente correcta» y mostrar que la tienen bien larga?
No sé. Lo que me queda claro es que mientras este proyecto esté en el Gobierno, la DIRIGENCIA SINDICAL (que no son LOS TRABAJADORES) resulta absolutamente innecesaria, por no decir un verdadero peligro para el proyecto.
Si son incapaces de leer el contexto en el que se encuentra el mundo, y pretenden seguir como si las cosas sucedieran en saturno, alguien les tiene que parar el carro y hacerlos reflexionar.
En fin. Éso.
suscribo.
todo dicho.
saludos
si,Eduardo:la prudencia conviene que la tengamos TODOS,pero TODOS.
No es ni más ni menos que dictaminar que las reivindicaciones gremiales se deben subordinar a lo que el poder ejecutivo dictamine que necesite la economía. Lo pueden plasmar en una ley, así queda más prolijo.
Por otro lado implica que el PE finalmente tomó como suya la idea de que los aumentos salariales (cuando estan por encima del aumento de productividad)generan inflación y atraso cambiario. Esto es bastante discutible y discutido, pero Cristina tomó posición.
No Mariano T, es un llamado a la reflexión. De todas maneras me resulta un tanto gracioso que sea Ud quien venga a corrernos por izquierda.
creo que los aumentos salariales si contribuyen al aumento de precios,en un sistema relativamente «blando»de controles sobre la cadena de comercializacion y aun sobre los empresarios.Pero otro tema es el enriquecimiento de los capos sindicales,¿no?.
Los dichos de la presidenta sobre «el sindicalismo impotente para transformar la realidad versus el modelo económico todo poderoso», me sonaron muy parecidos al discurso reciente en el que habló de «transformaciones o reformas concretas versus cambio constitucional».
Aquella vez no estaba de acuerdo con los que argumentaban críticamente por considerar que se ninguneaba una herramienta tan potente como el cambio constitucional. Pensaba, por el contrario, que la definición que estaba dando era sutilmente marxista.
En este caso, dejando de lados las etiquetas, entendí que en su concepción los trabajadores tienen que organizarse sindicalmente para plantear una alternativa de poder o apoyar una alternativa transformadora concreta. No pueden limitarse a ser parte de una institución o organización muchas veces condenada a la resistencia, a mendigar. Creo que el kirchnerismo se entiende como el movimiento obrero organizado y por lo tanto no concibe que se dispute contra el propio movimiento. Esto puede parecer contradictorio con la cortada de manga al moyanismo en el armado de las listas, pero tengo el presentimiento que alguien que entienda sobre el entramado concreto dentro de la central de trabajadores puede preferir esta disputa aparentemente contradictoria, a una alianza que en el mediano plazo condiciona las transformaciones, que es de una coherencia chata.
Quizás opino desde mi afiebrada juvetud militante, me encanta el espacio, sds.