Oscar Aguad Diputado UCR
Coincido con lo expresado por el Viceministro Axel Kicillof, respecto que el modelo se queda sin dólares. Discrepo en el diagnóstico que lleva a esta situación, porque lo que se ha derrumbado es la importación de bienes de capital, máquinas y equipos, esenciales para la reindustrialización y que él señala como causantes de la tensión en las cuentas externas.
Mucho mayor es mi diferencia respecto a lo que se implementa para abordar esta cuestión relevante y donde se demuestra la distancia entre el discurso y las acciones para atraer inversiones y sostener un proceso de desarrollo acelerado, integrador del aparato productivo y las regiones.
El torpe intervencionismo con su arbitraria imprevisibilidad, la falta de seguridad jurídica que Kicillof considera horrible y la amenaza de discrecionalidad que podría fundir a un industrial si quisiera, produjeron una caída de la inversión doméstica, espantaron a la Inversión Directa Externa, generaron la salida de u$s 80.000 millones que no cesa pese al negado cepo cambiario y la pérdida de 72.000 puestos de trabajo registrados en un trimestre. Allí están los dólares que le faltan al modelo que derrochó consumiendo: el stock ganadero y energético, las reservas del BCRA fruto del fenomenal ciclo de precios de nuestras commodities, los fondos de los jubilados y la recaudación fiscal que asfixia a los que producen y trabajan.
Sin inversiones no hay reindustrialización y sin energía abundante no hay desarrollo autosostenido. Los dólares le faltan al gobierno por la importación creciente de combustibles; porque permitió la caída de la producción de hidrocarburos y ahora no encuentra los capitales necesarios para explorar y extraer gas y petróleo. Sobran dólares en el mundo y tenemos promisorios reservóreos para atraerlos, pero el populismo los ahuyenta y van a otros países.
Esa desconfianza no es fruto de conspiración alguna, es resultado de las políticas que pretenden sustituir -con el ineficiente estatismo que no tiene recursos suficientes y los malgasta sin prioridades- a la inversión privada que asume riesgos e incorpora tecnología para innovar, para producir más bienes, más empleo genuino y más oferta exportable diversificada.
Mientras tanto, cae la producción industrial y la construcción, la producción de acero, la fabricación de automóviles, camiones y cosechadoras. La paradoja de Kicillof es que espera un buen año, ¡por influjo del precio y volumen de la próxima cosecha de soja! Con la actividad económica disminuyendo, la inflación crece y empobrece. La realidad desmiente el relato y Kicillof lo puso al desnudo.
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Coincido con lo expresado por el Viceministro Axel Kicillof, respecto que el modelo se queda sin dólares. Discrepo en el diagnóstico que lleva a esta situación, porque lo que se ha derrumbado es la importación de bienes de capital, máquinas y equipos, esenciales para la reindustrialización y que él señala como causantes de la tensión en las cuentas externas.
Mucho mayor es mi diferencia respecto a lo que se implementa para abordar esta cuestión relevante y donde se demuestra la distancia entre el discurso y las acciones para atraer inversiones y sostener un proceso de desarrollo acelerado, integrador del aparato productivo y las regiones.
El torpe intervencionismo con su arbitraria imprevisibilidad, la falta de seguridad jurídica que Kicillof considera horrible y la amenaza de discrecionalidad que podría fundir a un industrial si quisiera, produjeron una caída de la inversión doméstica, espantaron a la Inversión Directa Externa, generaron la salida de u$s 80.000 millones que no cesa pese al negado cepo cambiario y la pérdida de 72.000 puestos de trabajo registrados en un trimestre. Allí están los dólares que le faltan al modelo que derrochó consumiendo: el stock ganadero y energético, las reservas del BCRA fruto del fenomenal ciclo de precios de nuestras commodities, los fondos de los jubilados y la recaudación fiscal que asfixia a los que producen y trabajan.
Sin inversiones no hay reindustrialización y sin energía abundante no hay desarrollo autosostenido. Los dólares le faltan al gobierno por la importación creciente de combustibles; porque permitió la caída de la producción de hidrocarburos y ahora no encuentra los capitales necesarios para explorar y extraer gas y petróleo. Sobran dólares en el mundo y tenemos promisorios reservóreos para atraerlos, pero el populismo los ahuyenta y van a otros países.
Esa desconfianza no es fruto de conspiración alguna, es resultado de las políticas que pretenden sustituir -con el ineficiente estatismo que no tiene recursos suficientes y los malgasta sin prioridades- a la inversión privada que asume riesgos e incorpora tecnología para innovar, para producir más bienes, más empleo genuino y más oferta exportable diversificada.
Mientras tanto, cae la producción industrial y la construcción, la producción de acero, la fabricación de automóviles, camiones y cosechadoras. La paradoja de Kicillof es que espera un buen año, ¡por influjo del precio y volumen de la próxima cosecha de soja! Con la actividad económica disminuyendo, la inflación crece y empobrece. La realidad desmiente el relato y Kicillof lo puso al desnudo.
Notas relacionadas
«Sobran dólares en el mundo y tenemos promisorios reservóreos para atraerlos, pero el populismo los ahuyenta y van a otros países.»
Claro. A Venezuela por ejemplo(1).
PD: Y poner «reservóreos» en lugar de «reservorios» lo ubica a la altura del «petrólio» de R. Saa. Cachá un broli que no muerde.
(1) http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/internacional/cepal–inversion-extranjera-directa-en-venezuela-c.aspx