Jesús Salim, único legislador de La Cámpora en Tucumán, está mucho más delgado que cuando llegó a la Cámara, hace dos años. El mes pasado tuvo que ser operado de apéndice, y por complicaciones en su recuperación acabó internado varios días. En su ausencia, el bloque oficialista “Tucumán Crece” renovó las jefaturas de comisiones, y otra vez Salim quedó fuera del reparto. Él asegura que no le importa. Enfrentado en Famaillá con los “Mellizos” José y Enrique Orellana, está pendiente de las órdenes de Máximo Kirchner y es defensor de la participación política en las escuelas “y en el resto de la sociedad”. En medio de estas polémicas, el líder del movimiento kirchnerista en el NOA afirma: “no puede ser que La Cámpora sea más mala que quienes están hace 30 años viviendo del Estado, y se han enriquecido escondidos en un sello”.
– ¿Cómo es la convivencia con el bloque oficial?
– Hemos participado con proyectos que vienen a transformar algunas políticas que tenemos en Tucumán, y tienen que ver con tareas que tenemos quienes somos representantes del proyecto nacional en cada provincia, y eso es la profundización del modelo. Hemos trabajado contra la trata de personas, con el cierre de los lugares done existía oferta sexual (N. de la R.: el proyecto aprobado fue enviado por el PE); el cambio en la Ley de Contravenciones por una de Convivencia, trabajamos para la democratización de la Policía (estos temas no se han tratado aún); hemos aportado ideas para Noche Segura, como la creación del registro de Patovicas, y nos hemos opuesto a derribar este edificio de la ex Brigada. Pero la gestión más importante es la del Comedor Universitario. Era una utopía y se dio por tener funcionarios militantes en la UNT y en Buenos Aires, y gracias a la predisposición del rector Juan Cerisola. De la vida política dentro de la Legislatura tanto no participamos; hay gente que está más preocupada por esos cargos que nosotros.
– ¿Cómo analiza la resistencia de sectores hacia La Cámpora?
– Hay que separar lo que puede pensar la sociedad de lo que transmiten los grupos corporativos de la política, ya sea de nuestro partido o la oposición. Atacan la juventud y la militancia porque atacan lo nuevo. Este paradigma no lo han asimilado quienes se han acostumbrado al caudillismo. Eso ha sido combatido por Néstor Kirchner y Cristina. Algunos añoran la política clientelar. Por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo fue un cambio en los planes sociales. Antes, cada dirigente anotaba a quienes estaban con él. A veces los usaban hasta para que limpien sus casas, y muchas compañeras han sufrido acoso sexual por $ 150; y si no las sacaban del plan. Néstor transformó esto; convirtió la AUH en derechos, en programas de capacitación, en algo que dignifica.
– ¿Tiene contacto con Máximo Kirchner?
– He tenido mucho contacto, pero ahora no hace tanta falta, porque tenemos niveles de conducción. La Cámpora es una construcción con identidad propia. Por eso digo que la sociedad debe repensar la militancia y la participación de los jóvenes. No puede ser que La Cámpora sea más mala que quienes están hace 30 años viviendo del Estado, y se han enriquecido individualmente escondidos en un sello o una marcha; ni hablar de otros partidos que no conocen al pueblo ni la realidad. La política tiene que ver con lo cotidiano. Por eso es que salimos a pintar escuelas. No es que queremos lavarles la cabeza a los chicos para que sean militantes, y tengan su remera con Cristina y no con el Indio Solari u otra figura. ¿Los malos somos La Cámpora, que transformamos el PAMI, cortando nichos de corrupción; en el Anses, para que la gente tenga acceso a las políticas públicas? Son organismos que antes no salían a la calle.
– ¿Qué opina de la llegada del massismo a Tucumán?
– Me preocupa porque es la vuelta al pasado. Es el “Frente Reciclador”, porque de renovador sólo tiene el nombre. No se ha animado a construir todo lo que seguramente Néstor le ha entregado a Sergio Massa (ex kirchnerista) en forma de consejos. El massismo es arriesgar que todos los logros caigan. No tienen interés por lo colectivo. Y en Tucumán está reflejado por sus representantes. Gerónimo es una gran desilusión, pero lamentablemente la política está llena de “gerónimos”. Y los demás los conocemos.
– ¿Es insalvable la relación con los Orellana?
– Ellos tienen una visión distinta de lo que es la política. Su percepción de persistencia en el poder genera que vayan demostrando lo que realmente son. En nombre del peronismo ellos van subsistiendo en el poder.
– ¿Qué consecuencias puede tener la salida de Beatriz Rojkés de la presidencia provisional del Senado?
– Cristina tiene un gran afecto por José y “Betty” Alperovich. Y creo que en ese grado de afecto, en una relación de confianza, ha tomado una decisión política y ha confiado en que ella pueda entender estos momentos. No va a tener ningún efecto negativo. Lo que ha dejado, además, es una experiencia positiva y un hecho histórico.
– ¿Cómo es su relación con el amayismo?
– Como jefe de La Cámpora puedo decir que nosotros tenemos una relación fluida con el intendente (Domingo) Amaya. Ha demostrado su pertenencia al kirchnerismo. Me parece que es quien más sostiene en la Municipalidad el kirchnerismo. De ahí en más, bueno, quizás hay especulaciones. Pero estamos convencidos que hay que fortalecer al Gobierno provincial. No nos vamos a dejar usar por las internas que puedan existir, y lo más sano es que surja del gobernador el próximo gobernador que venga.
– ¿Cómo es la convivencia con el bloque oficial?
– Hemos participado con proyectos que vienen a transformar algunas políticas que tenemos en Tucumán, y tienen que ver con tareas que tenemos quienes somos representantes del proyecto nacional en cada provincia, y eso es la profundización del modelo. Hemos trabajado contra la trata de personas, con el cierre de los lugares done existía oferta sexual (N. de la R.: el proyecto aprobado fue enviado por el PE); el cambio en la Ley de Contravenciones por una de Convivencia, trabajamos para la democratización de la Policía (estos temas no se han tratado aún); hemos aportado ideas para Noche Segura, como la creación del registro de Patovicas, y nos hemos opuesto a derribar este edificio de la ex Brigada. Pero la gestión más importante es la del Comedor Universitario. Era una utopía y se dio por tener funcionarios militantes en la UNT y en Buenos Aires, y gracias a la predisposición del rector Juan Cerisola. De la vida política dentro de la Legislatura tanto no participamos; hay gente que está más preocupada por esos cargos que nosotros.
– ¿Cómo analiza la resistencia de sectores hacia La Cámpora?
– Hay que separar lo que puede pensar la sociedad de lo que transmiten los grupos corporativos de la política, ya sea de nuestro partido o la oposición. Atacan la juventud y la militancia porque atacan lo nuevo. Este paradigma no lo han asimilado quienes se han acostumbrado al caudillismo. Eso ha sido combatido por Néstor Kirchner y Cristina. Algunos añoran la política clientelar. Por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo fue un cambio en los planes sociales. Antes, cada dirigente anotaba a quienes estaban con él. A veces los usaban hasta para que limpien sus casas, y muchas compañeras han sufrido acoso sexual por $ 150; y si no las sacaban del plan. Néstor transformó esto; convirtió la AUH en derechos, en programas de capacitación, en algo que dignifica.
– ¿Tiene contacto con Máximo Kirchner?
– He tenido mucho contacto, pero ahora no hace tanta falta, porque tenemos niveles de conducción. La Cámpora es una construcción con identidad propia. Por eso digo que la sociedad debe repensar la militancia y la participación de los jóvenes. No puede ser que La Cámpora sea más mala que quienes están hace 30 años viviendo del Estado, y se han enriquecido individualmente escondidos en un sello o una marcha; ni hablar de otros partidos que no conocen al pueblo ni la realidad. La política tiene que ver con lo cotidiano. Por eso es que salimos a pintar escuelas. No es que queremos lavarles la cabeza a los chicos para que sean militantes, y tengan su remera con Cristina y no con el Indio Solari u otra figura. ¿Los malos somos La Cámpora, que transformamos el PAMI, cortando nichos de corrupción; en el Anses, para que la gente tenga acceso a las políticas públicas? Son organismos que antes no salían a la calle.
– ¿Qué opina de la llegada del massismo a Tucumán?
– Me preocupa porque es la vuelta al pasado. Es el “Frente Reciclador”, porque de renovador sólo tiene el nombre. No se ha animado a construir todo lo que seguramente Néstor le ha entregado a Sergio Massa (ex kirchnerista) en forma de consejos. El massismo es arriesgar que todos los logros caigan. No tienen interés por lo colectivo. Y en Tucumán está reflejado por sus representantes. Gerónimo es una gran desilusión, pero lamentablemente la política está llena de “gerónimos”. Y los demás los conocemos.
– ¿Es insalvable la relación con los Orellana?
– Ellos tienen una visión distinta de lo que es la política. Su percepción de persistencia en el poder genera que vayan demostrando lo que realmente son. En nombre del peronismo ellos van subsistiendo en el poder.
– ¿Qué consecuencias puede tener la salida de Beatriz Rojkés de la presidencia provisional del Senado?
– Cristina tiene un gran afecto por José y “Betty” Alperovich. Y creo que en ese grado de afecto, en una relación de confianza, ha tomado una decisión política y ha confiado en que ella pueda entender estos momentos. No va a tener ningún efecto negativo. Lo que ha dejado, además, es una experiencia positiva y un hecho histórico.
– ¿Cómo es su relación con el amayismo?
– Como jefe de La Cámpora puedo decir que nosotros tenemos una relación fluida con el intendente (Domingo) Amaya. Ha demostrado su pertenencia al kirchnerismo. Me parece que es quien más sostiene en la Municipalidad el kirchnerismo. De ahí en más, bueno, quizás hay especulaciones. Pero estamos convencidos que hay que fortalecer al Gobierno provincial. No nos vamos a dejar usar por las internas que puedan existir, y lo más sano es que surja del gobernador el próximo gobernador que venga.