por VERONICA DALTO
Los brotes verdes iban a aparecer en el segundo semestre, luego en el tercero y luego en el último. El año de transición fue más largo de lo esperado, ya sea porque el consumo no logró recuperarse, porque la obra pública tardó en arrancar, porque la confianza de los inversores todavía no aparece y porque las variables que recortan la competitividad siguen vigentes.
«Habrá que esperar al dato oficial del PBI, pero es probable que la recesión no haya terminado en el tercer trimestre. Además, los pocos datos de actividad que se conocen del cuarto tampoco resultan auspiciosos», indicó un informe de la consultora Federico Muñoz. «Se está yendo el 2º semestre y la economía nacional no termina de arrancar. El ajuste resultó ser bastante más riguroso y la recesión, más severa y extensa que lo que habíamos previsto».
Según las variaciones entre trimestres desestacionalizadas que relevó, el índice industrial de FIEL cayó 1% en el tercer trimestre; los despachos de cemento, 10% en octubre y los patentamientos, 5%; las ventas en los shoppings, 6% en el tercer trimestre y en los supermercados no crecieron.
Según estimó un informe del Estudio Broda, la economía caerá 3,2% anual en el tercer trimestre y 0,4% respecto del trimestre anterior. Pero se animó a estimar que la actividad podría dejar de caer en el cuarto trimestre, al prever una suba de 0,5% respecto del tercero, debido al aumento de la confianza del consumidor en octubre, la mejora de los valores bursátiles en septiembre, el incremento del crédito, el repunte de la demanda de dinero y el fuerte aumento del gasto público. De todos modos, el último trimestre verá una contracción del 2,4% interanual. Y el PBI terminará el año con una baja del 2,2%.
Para la consultora Economía & Regiones, «no aparecen los brotes verdes y cada vez hay menos chances de que el próximo año se dispare un proceso de crecimiento económico en serio que se sostenga hasta fin de mandato». Estimó que el nivel de actividad no registrará números positivos en lo que resta del año y que el PBI terminará cayendo 2,1% anual. Para 2017, una suba del 2,5% a 3%, «una combinación de rebote estadístico (por la reducida base de comparación) y sobrecalentamiento artificial del nivel de actividad por estimulación no sustentable (sobre consumo e inversión pública financiada con deuda) de la demanda, y no por un repunte genuino y sostenible de la inversión y del empleo privado», explicó.
Para Broda, en 2017, la recuperación de la economía podría estar por debajo del 3% por la combinación de una política fiscal expansiva financiada con deuda externa y una política monetaria con metas de inflación, que implica tasas de interés reales positivas y apreciación del peso, que afecta el nivel de actividad.
Para Muñoz, la moderación sensible de la inflación (el IPC core promedia 1,6% mensual) invita a confiar en un cambio de tendencia: «La desaceleración de los precios y el consecuente repunte incipiente del poder adquisitivo de los trabajadores debiera generar los primeros impulsos reactivantes en el consumo».
Además, recordó que se estima una cosecha de 130 millones de toneladas, 15% superior a la campaña anterior. «El mayor dinamismo del campo debiera ser un factor promotor de pujanza en la demanda doméstica», dijo. Descontó que el Gobierno hará un esfuerzo presupuestario para dinamizar la obra pública. Y cree que el blanqueo tendrá una adhesión masiva, que constituirá un espaldarazo para las expectativas en la economía. Y presume que buena parte de los u$s 6000 millones ya exteriorizados en efectivo se aplicarán a la compra de inmuebles y automóviles, lo que dinamizará la demanda interna.
Sin embargo, Muñoz advirtió sobre el cambio de contexto internacional, tras el triunfo de Trump en EE.UU.: «Se avizoran mayores tasas de interés y complicaciones para nuestra inserción comercial».
Los brotes verdes iban a aparecer en el segundo semestre, luego en el tercero y luego en el último. El año de transición fue más largo de lo esperado, ya sea porque el consumo no logró recuperarse, porque la obra pública tardó en arrancar, porque la confianza de los inversores todavía no aparece y porque las variables que recortan la competitividad siguen vigentes.
«Habrá que esperar al dato oficial del PBI, pero es probable que la recesión no haya terminado en el tercer trimestre. Además, los pocos datos de actividad que se conocen del cuarto tampoco resultan auspiciosos», indicó un informe de la consultora Federico Muñoz. «Se está yendo el 2º semestre y la economía nacional no termina de arrancar. El ajuste resultó ser bastante más riguroso y la recesión, más severa y extensa que lo que habíamos previsto».
Según las variaciones entre trimestres desestacionalizadas que relevó, el índice industrial de FIEL cayó 1% en el tercer trimestre; los despachos de cemento, 10% en octubre y los patentamientos, 5%; las ventas en los shoppings, 6% en el tercer trimestre y en los supermercados no crecieron.
Según estimó un informe del Estudio Broda, la economía caerá 3,2% anual en el tercer trimestre y 0,4% respecto del trimestre anterior. Pero se animó a estimar que la actividad podría dejar de caer en el cuarto trimestre, al prever una suba de 0,5% respecto del tercero, debido al aumento de la confianza del consumidor en octubre, la mejora de los valores bursátiles en septiembre, el incremento del crédito, el repunte de la demanda de dinero y el fuerte aumento del gasto público. De todos modos, el último trimestre verá una contracción del 2,4% interanual. Y el PBI terminará el año con una baja del 2,2%.
Para la consultora Economía & Regiones, «no aparecen los brotes verdes y cada vez hay menos chances de que el próximo año se dispare un proceso de crecimiento económico en serio que se sostenga hasta fin de mandato». Estimó que el nivel de actividad no registrará números positivos en lo que resta del año y que el PBI terminará cayendo 2,1% anual. Para 2017, una suba del 2,5% a 3%, «una combinación de rebote estadístico (por la reducida base de comparación) y sobrecalentamiento artificial del nivel de actividad por estimulación no sustentable (sobre consumo e inversión pública financiada con deuda) de la demanda, y no por un repunte genuino y sostenible de la inversión y del empleo privado», explicó.
Para Broda, en 2017, la recuperación de la economía podría estar por debajo del 3% por la combinación de una política fiscal expansiva financiada con deuda externa y una política monetaria con metas de inflación, que implica tasas de interés reales positivas y apreciación del peso, que afecta el nivel de actividad.
Para Muñoz, la moderación sensible de la inflación (el IPC core promedia 1,6% mensual) invita a confiar en un cambio de tendencia: «La desaceleración de los precios y el consecuente repunte incipiente del poder adquisitivo de los trabajadores debiera generar los primeros impulsos reactivantes en el consumo».
Además, recordó que se estima una cosecha de 130 millones de toneladas, 15% superior a la campaña anterior. «El mayor dinamismo del campo debiera ser un factor promotor de pujanza en la demanda doméstica», dijo. Descontó que el Gobierno hará un esfuerzo presupuestario para dinamizar la obra pública. Y cree que el blanqueo tendrá una adhesión masiva, que constituirá un espaldarazo para las expectativas en la economía. Y presume que buena parte de los u$s 6000 millones ya exteriorizados en efectivo se aplicarán a la compra de inmuebles y automóviles, lo que dinamizará la demanda interna.
Sin embargo, Muñoz advirtió sobre el cambio de contexto internacional, tras el triunfo de Trump en EE.UU.: «Se avizoran mayores tasas de interés y complicaciones para nuestra inserción comercial».