¿Depurar o transformar?

Es común hablar sobre la necesidad de depuración en distintos ámbitos. Expresiones como; depurar la policía, los sindicatos, la justicia, etc. Ideas análogas se juegan en las decisiones sobre si aceptar o no, determinadas personas o alianzas, dentro de un movimiento político. Depurar está relacionado con quitar lo corrupto. En el sentido de quienes buscan el beneficio económico transgrediendo la ley, pero también en quienes buscan un beneficio personal sin importar a qué ideas están sirviendo y a veces en un sentido ideológico, por ejemplo, no aceptar como socios políticos a quienes no encajan con las ideas que se pretenden llevar adelante. Es un concepto interesante para problematizar.

Asociada la depuración al progreso, podemos recurrir al ideario iluminista para encarar su crítica. Adorno y Horkheimer en Dialéctica del Iluminismo, explican que la razón iluminista, tiende a convertirse en razón instrumental, ya que: “Lo que los hombres quieren aprender de la naturaleza es la forma de utilizarla para lograr el dominio integral de la naturaleza y de los hombres”. Interesante crítica, aplicable a nuestro tema, ya que es muy diferente una depuración química, de una humana, sin embargo la razón iluminista tenderá sutilmente a confundir ambas cosas. Los autores luego llegan a señalar que la razón iluminista llevó dialécticamente a Auschwitz.

Un fuerte defensor de la ilustración, como Sebreli, nos dice sobre este libro: “Ambos autores se equivocaban, el nacionalsocialismo no era el fruto degenerado de la ilustración, sino, por el contrario, la flor del romanticismo antiilustrado”.

Creo que ambos tienen una parte de razón. Las ideas racistas, no se parecen en nada al iluminismo. Sin embargo la Alemania nazi, tuvo mucho de razón instrumental, comportándose con los hombres como si fueran objetos y despojándolos de su humanidad, para lograr lo que ellos veían como “progreso”. Uso ese extremo que fue el nazismo, simplemente para ver amplificado un peligro que contiene en germen la razón iluminista, el de la deshumanización. Desde ya que la enorme mayoría de las veces, el grado que alcanza esta, es incomparable con aquel episodio histórico.

En este sentido me considero apegado a las ideas iluministas, siempre que no se desboquen. En este contexto, dos citas de Perón, en La Comunidad Organizada: “En el seno de la humanidad que soñamos, el hombre es una dignidad en continuo forcejeo y una vocación indeclinable hacia formas superiores de vida”. En una frase de contenido iluminista, aparece intercalado “una dignidad en continuo forcejeo”. Que curiosa y a la vez precisa utilización de este verbo, para describir la realidad del hombre, poco propensa a dejarse manipular con la facilidad de la materia. Luego: “Cuando nuestro tiempo se plantea cuestiones de moral o de ética, no ignora que en la confusión de muchos valores desempeña un activo papel el signo vertiginoso del progreso”. Vertiginoso, es aquí, el quid del problema. Un vez más, la realidad humana no reacciona como la materia. La organización social, no va al ritmo de los adelantos tecnológicos, pero la razón iluminista siempre ofrece la tentación de confundir ambas cosas.

Creo que la depuración de cualquier colectivo humano, solo debe comprender un sector muy minoritario del mismo. Así como la ley solo castiga las trasgresiones graves, y nadie va preso por mentir, por ejemplo, solo aquellos que incurren en la ilegalidad o en formas extremas de inconducta, deben ser depurados.

Pero la acción fundamental para el progreso, debe ser la transformación, no la depuración. Claro que la transformación es mucho más lenta que la depuración. Pero responde a los tiempos y las necesidades humanas.

Cuando se habla, por ejemplo, de Menemistas transformados en Kirchneristas, normalmente se pretende que son personas cínicas que obedecen a quién sea por dinero. Y seguro hay algunos así. Pero hay muchos otros que son cuadros políticos, para los cuáles la política es su trabajo hace años, y sienten la necesidad de transformar relativamente su pensamiento adaptándolo al liderazgo político que siguen. Y no solo por el liderazgo, sino por los hechos concretos que mostró la realidad de fin de siglo, que no eran conocidos durante los años 90.

La sociedad argentina se trasformó con esos sucesos y la llegada de un gobierno sustancialmente distinto a aquel. Por ejemplo, seguramente las Fuerzas Armadas se transformaron muchísimo respecto de las que teníamos hace treinta años.

En este sentido creo que el colectivo Kirchnerista debe incluir todo lo que pueda y rechazar solamente a aquellos que se oponen a las transformaciones que faltan. Las sociedades no progresan depurándose, sino transformándose. Y las transformaciones que faltan, serán más probables, cuantos más seamos los que las apoyan.

36 comentarios en «¿Depurar o transformar?»

  1. Sergio, muy bueno. Me toca a mí (cuándo no…) hacer un reparo: a mí personalmente no me molesta que los Kirchner, por decir alguien, fueran menemistas. No me molesta eso en absoluto porque entiendo lo que es la militancia y la disciplina partidaria, y conozco y respeto gente que hoy es kirchnerista y que fue menemista y me dice: «Eso era lo que había que hacer en ese momento, lo que el partido y el país necesitaban». Tampoco, en relación con otro post, por ejemplo, me molesta en absoluto que los Kirchner hayan pasado los años de la dictadura enriqueciéndose con especulaciones inmobiliarias, porque es una actividad legítima y legal, aunque algunos la consideren la peor especie del capitalismo, pero como yo soy capitalista no tengo problemas con eso tampoco. Así, los ejemplos de transformaciones como las que vos señalás son innumerables, y pueden estar motivadas por la inmediatez de la labor política o por un genuino cambio de convicciones ideológicas, morales o las que fueran.

    Lo que sí me molesta es cuando, en lugar de reconocer esta contradicción, y hasta el valor mismo de las figuras contradictorias, los Kirchner, y tantos otros, intentan desde el discurso reconstruir esa coherencia que en sus actos de vida no tuvieron, y no tuvieron por qué tener. La coherencia no me parece un valor en sí mismo, repito. Así, no discuto, por ejemplo, que impulsaran los juicios a los militares habiendo tenido nula militancia en el tema: celebro ese impulso y esos juicios. Y aunque no sea acorde a mis preferencias ideológicas, también me parece bien que estatizaran las AFJP, por ejemplo, si creyeron lo mejor, pese a que diez años antes hubieran sido parte del gobierno más privatizador del que se tenga memoria. Lo que me jode es cuando hablan del menemismo como si hubiera sido lo peor que le pasó a la Argentina, como si ellos realmente no hubieran tenido nada que ver, cuando no fue así, cuando ellos fueron una pieza clave en la privatización de YPF. Pero que ahora sencillamente, de un plumazo, intenten evaporar todo ese pasado me parece inaceptable. Ni siquiera pretendo una autocrítica sincera, pero sí, al menos, un tono más distanciado para hablar de los 90. Lo mismo me pasa con la dictadura: todo bien con lo que hicieron y dejaron de hacer, pero me jode que inventen historias sobre eso, que Cristina diga que estuvo detenida, que se presenten a sí mismos como sempiternos militantes, y que eso encuentre ahora una utilización grotesca en las palabras del decreto sobre el duelo. Justamente, como la coherencia no es un valor pero la mentira es un disvalor, me parece lamentable valerse de esta última para construir la primera.

    Saludos.

    1. Gelly, creo que hay una parte de verdad en lo que decís, pero también creo que en la política hay discursos funcionales a los efectos de transformar que no está del todo claro hasta qué punto es posible llamarlos mentiras, e incluso qué tan grave sería, aunque lo fueran.
      Cuando Raul Alfonsín apoyó la anulación de las leyes de impunidad, siendo él quién las había promulgado, expresó que eran momentos diferentes del país y que en aquella época las fuerzas armadas eran muy poderosas y hubo que hacer esas leyes. A mi, lo que dijo me pareció muy bueno, ninguna pavada, esto sería un ejemplo de explicar situaciones distintas, contradicciones digamos, pero sin tratar de esconder nada. Estoy de acuerdo con vos en que es lo ideal. Pero cuando él lo hizo, no tenía ya responsabilidades de gobierno, podía darse el lujo de mejorar o empeorar su imagen con esta contradicción, sin que se afectara con eso nada importante.
      Voy a las «mentiras» que citás.
      «hablan del menemismo como si hubiera sido lo peor que le pasó a la Argentina». Hasta aquí podría ser (de hecho creo que lo es efectivamente), un cambio de postura ante lo que mostró la realidad. Te digo más, es el mismo cambio que mostró la mayor parte de nuestra sociedad. Incluso en el caso de los Kirchner, está claro que hicieron ese cambio en buena medida durante el segundo mandato de Menem, más o menos la época en la que el mismo Duhalde comenzó a distanciarse. Es decir que no me parece ninguna mentira.
      Seguís con «como si ellos realmente no hubieran tenido nada que ver, cuando no fue así, cuando ellos fueron una pieza clave en la privatización de YPF». Aquí es obvio que no hay mentira sino omisión. Ellos no pueden negar la privatización. Pero realmente no me parece tan obligada la autocrítica que pedís. Podrían explicar que ellos apoyaban eso, pero que ahora creen que fue un error, etc. Si lo hicieran, bienvenido, pero me parece una decisión política hablar o no, de eso. Lo mismo para el tono más distanciado que pedís. Es una decisión política y como tal puede a vos gustarte o no políticamente, pero no le veo nada de «grave».
      Personalmente no veo inventada la detención de Cristina o que ellos fueran sempiternos militantes. La detención nunca la pasan como nada grave y puedo estar equivocado pero no me parece nada raro que hayan pasado un par de días detenidos como muchos jóvenes de la época. Y militantes eran, sin duda. Si querés hay un retoque para embellecer ese pasado, pero el discurso que siempre les escuché, no es que ellos se pasaron la dictadura luchando en la clandestinidad.
      Realmente no veo una actitud de «dar vuelta como una media» el pasado, sí pequeñas modificaciones, más que nada en los tonos. Y no es porque los apoye políticamente, tiendo a ver con tolerancia estas cosas en los políticos y las personas en general. Saludos.

      1. Querido Sergio,
        no es lo mismo reconocer una contradicción, como hizo Alfonsín y como podría haber hecho el gobierno, que decir algo que no es cierto. Una cosa es decir, siendo veraz: En la época A yo pensaba X, ahora en B pienso Y, la otra es decir: En la época A yo pensaba Y, ahora en B pienso Y (pienso o hago, es lo mismo). A Cristina no la detuvieron nunca. ¿No te enteraste de todo el escandalete con Der Spiegel? A Néstor sí lo detuvieron un par de veces.
        El decreto de duelo dice que él fue un luchador durante la dictadura y después también, cuando la evidencia no indica eso respecto de su gobernación sino más bien todo lo contrario (hay testimonios de militantes de DDHH de Santa Cruz dando vueltas por la web). Evidentemente, cambiaron de ideas o de prioridades (¿culpa? Es posible, lo vuelve aun más humano y valorable).
        Sobre el menemismo, es cierto que no mienten, pero sí usan un tono que me parece cuanto menos indiscreto tratándose ellos dos de ex menemistas consumados, ¿no te parece? No pretendo lo ideal, reconozco contradicciones y problemas aun en las más grandes figuras, ¿cómo no señalarlas en nuestros presidentes?

      2. De acuerdo gelly, no señalé lo de Alfonsín como si fuera lo mismo, fijate que digo que eso es lo ideal, pero que pudo hacerlo en buena medida porque estaba alejado de funciones gubernamentales, el reconocimiento de una contradicción es mucho más incómodo cuando sos gobierno ahora.
        De todas maneras, creo que en lo que no coincido con vos es en poner tanta energía en pequeñas diferencias sobre la verdad, y uso este término para que no parezca que minimizo. Diferencias sobre la verdad. Ok. Para mi es más importante discutir, por ejemplo, que en tu primer comentario decís que no es acorde con tus preferencias ideológicas estatizar las AFJP. Y no para chicanearte con algo que justamente lo expresás como una preferencia, sino porque en esas diferencias de opinión se juega lo verdaderamente importante que son las políticas de estado. Que pueden ser buenas o malas. Como dijo pepe en un comentario el otro día: «si estatizar las AFJP fue una política de estado, privatizarlas también lo fue». Por supuesto que sí. «Políticas de estado» no es valorativo, es descriptivo. Digamos entonces que me importan más en ese sentido los hechos. O las discusiones sobre si esos hechos son buenos o no. También hechos políticos, aliarse con tal, no hacerlo con tal otro. Pero, por ejemplo, si Néstor estuvo detenido dos veces y Cristina ninguna. Y yo hasta ahora creía que habían estado detenidos una vez cada uno. ¿Me podés decir qué cambia? ¿De verdad es importante tener estos detalles?
        En tu propio discurso, decir «dos exmenemistas consumados» es distorsionar, aunque sea un poco, la verdad. Porque hay textos y videos en donde se muestra que eso fue más bien en el primer mandato, entonces, aunque sea omitir de tu parte, que en el segundo ya no era así, es un modo de distorsión. Pero no me parece importante. ¿De verdad tenemos que quedarnos discutiendo estas cosas? ¿Realmente es productivo?.

      3. Sergio… Con el criterio de la importancia no llegamos a ningún lado. Todo acto de gobierno es un acto de gobierno, y como tal puede ser evaluado, me parece. Un discurso es importante, una diferencia respecto del pasado es importante, aunque no tengan el impacto de la estatización de las AFJP, obvio. Si no, todos los fondos del país deberían destinarse a combatir la desnutrición, y ciertamente no debería haberse arreglado el teatro Colón. A mí que se digan mentiras o se estire la verdad desde un atril político me parece grave, porque son mentiras o como quieras llamarla que emanan del Estado contra todos los ciudadanos, no son meras mentiras de ciudadanos comunes y corrientes. Por eso también me parece terrible la manipulación de información de 678, mucho más que la que perpetren Clarín y La Nación, porque el Estado está obligado a ser veraz, a no manipular, a defender los intereses de la Nación, en fin, mientras que esas corporaciones no tienen el compromiso de defender los intereses de nadie más que los suyos propios. Con esto me fui un poco de tema, pero a lo que apunto es que creo que ser más duro y crítico con los gobiernos que con cualquier otra entidad, por su naturaleza, porque están al servicio de todos nosotros. Por eso yo siempre me pongo en anti, aunque le reconozca cosas geniales al kirchnerismo, porque me parece que es importante la crítica sostenida e implacable, con miras al Estado perfecto (con miras ah, nunca como una posibilidad cierta).

      4. No hay problemas con criticar para seguir mejorando, el tema es siempre hacer balance.
        ¿Néstor dijo que había estado detenido 3 días y estuvo detenido 2 días y medio? Se le descuenta 1 punto. ¿Bajaron la pobreza de un 55% a un 23%? Se le suman 678.678 puntos.
        Jeje, por supuesto es chicana. Pero creo que se entiende el concepto.

      5. No puedo discutir esto más que en términos de principios.
        Pongamos este ejemplo, un thought experiment, el famoso dilema del tranvía, tal como aparece formulado en la Wikipedia:

        Un tranvía corre fuera de control por una vía. En su camino se hallan cinco personas atadas a la vía por un filósofo malvado. Afortunadamente, es posible accionar un botón que encaminará al tranvía por una vía diferente; por desgracia, hay otra persona atada a ésta. ¿Debería pulsarse el botón?

        Un utilitarista te diría que estás obligado a hacerlo, por una cuestión meramente cuantitativa (como la que proponés vos). Otro te diría que hacer eso está mal, porque es tomar parte de la acción llevada a cabo por el filósofo loco, que es inmoral desde el comienzo. Podría sumarle a eso un argumento respecto de lo inconmensurable de las vidas humanas, también.

        Yo no sé qué haría. Por suerte la política no es tan difícil y me permite votar sin tener que mandar a nadie al paredón.

      6. Gelly, el dilema del tranvía es muy interesante, pero hay una diferencia con lo que veníamos discutiendo. Precisamente la clave está cuando decís: «lo inconmensurable de las vidas humanas». Eso es lo que hace atractivo el dilema. Si le sacamos el lado trágico, el utilitarismo se cae de maduro, por ejemplo: Un sandwich está yendo hacia alguien que tiene hambre, con un botón, desvío ese sandwich y mágicamente se multiplica por cinco. Que van a parar a cinco personas que tienen hambre. Nadie morirá, ni pasará nada terrible. Simplemente, uno o cinco, tendrán hambre hasta mañana. Mañana comerán. ¿Qué prefiero? Que coman cinco, que pase hambre por esta noche, solo uno.
        Cuanto menos trágica la situación, más obvio el utilitarismo. De todas maneras comprendo tu punto. Solo quería marcar la diferencia con el ejemplo trágico.
        El problema de no votar a quién transgreda al menos un principio en una gestión (según lo que exponés, casi podría decirse que transgredir un principio y veinte, es casi equivalente, ya que lo esencial es haber quebrado la actitud principista a ultranza), es que nunca vas a votar a alguien que haya estado en el gobierno, siempre vas a cambiar, y te aseguro que no siempre será para mejor. Por eso prefiero la actitud de balance y no la principista.

      7. Sergio, entiendo la diferencia, solo iba a que si te ponés a comparar cantidades o prioridades, si a algo le asignás un puntaje, llegás a situaciones medio complicadas.

        No es que yo no vote a nadie que miente, eh, obvio, mis principios se chocan con la realidad y si pienso que una gestión es muy buena en una cantidad de otras cosas los pongo on hold… El tema es que esta gestión no me parece buena en ese montón de otras cosas, más allá de aciertos particulares, y entonces sí me veo en la situación de sumarle, a la crítica pragmática, la principista.

    2. Me parece que se incurre en el equívoco de transitar de un discurso político a uno histórico, exigiendo una congruencia allí donde lo que hay es ruptura. Algo así como que Kirchner fuese Kirchnerista desde siempre. El discurso político «inventa» necesariamente «una historia-relato» que no es necesariamente una mentira sino una ficción organizadora en la que la subjetvidad se resignifica.

      1. Muy bueno tu comentario, Jorge. Debe ser el primero que hacés en AP, por eso la demora en subirse. Solo pasa con el primer comentario, cuando ese es autorizado luego suben automáticamente, sin filtro. Saludos.

      2. Jorge, como dicen los estadounidenses: “Everyone is entitled to his own opinion, but not his own facts». Entiendo lo elástico del discurso político y el valor de la retórica, más viejo que la escarapela, pero en pos de esa retórica no pueden, me parece a mí, inventarse cosas que no ocurrieron. Decir que estuviste detenido si no lo estuviste es un poco más que resignificar la propia subjetividad, ¿no te parece?

      3. Gelly: «Montonero-trucho», para el caso es la pior de las mentiras, prueba efectiva y palpable del espejismo encantador que imanta a la gilada, dato fáctico que delata el truco del tramoyista. Desgranado de sus propias palabras, casi casi una autoconfesión. Bochorno!, el lider encontrado infraganti en su triquiñuela. Claro está, los «facts» hablan por sí mismos, sin retórica y con suma transparencia, sin mediaciones ni sujeto, me olvidaba de la premisa sajona. Quedo con mis vacilaciones desconsolado y descepcionado nuevamente: porqué gran parte de una generación golpeada reconoce en ese discurso la supervivencia procesada de «su» tiempo?, dónde está la huella de la picana que avalaría un decir individual?, será que poner el cuerpo y la voz es sólo un escalón superior de la actuación?, será como me enseñaron que un discurso coral no puede ser enunciado por uno? me voy con mis «auto-engaños», avergonzado…no debo olvidar que ser y estar es lo mismo en algunos lares como me cuentan.

  2. Ilustrado Sergio:
    Nos dice Jeffrey Herf en su clásico texto: El modernismo reaccionario. Tecnología, cultura y política en Weimar y el Tercer Reich. que: «Este estudio pretende ser también un recordatorio de que las ideas importan, y más específicamente que las explicaciones simplistas de las causas y las consecuencias del cambio tecnológico pueden tener y han tenido peligrosas consecuencias políticas» y que «Este estudio examina una paradoja cultural de la modernidad alemana, a saber: la aceptación de la tecnología moderna por los pensadores alemanes que rechazaron la razón de la Ilustración.» y que muchos pensadores: «Pugnaron por una revolución desde la Derecha que restablecería la primacía de la política y el Estado sobre la economía y el mercado, y que así, Reintegraría los lazos existentes entre el romanticismo y el rearme de Alemania», y citando a Thomas Mann advierte que «el aspecto realmente característico y peligroso del nacionalsocialismo era su mezcla de una modernidad robusta y una postura afirmativa hacia el progreso combinadas con sueños del pasado: un romanticismo altamente tecnológico». (págs. 9/19) de la edición de FCE México. 1990.)
    ¿Interesante eso de la primacía de la política y del Estado? que hoy en día se nos presenta como una conquista de la izquierda,con sus sueños de un pasado.-
    Saludos.-

    1. Es cierto Daio, que el nazismo incluía una crítica al capitalismo y en ese sentido es que pueda rozarse con alguna idea de izquierda, pero es una crítica al capitalismo, desde posiciones aún más a la derecha. Heidegger es muy crítico del capitalismo y los nazis usaron algunos de sus textos para apoyar sus políticas, pese a que en Heidegger no se encuentren posiciones racistas, aunque sí una especie de romanticismo de derecha.
      Pero el Estado que busca potenciarse para expandir el gasto social, como hacen hoy muchos gobiernos latinoamericanos, es muy diferente que el que aumenta el presupuesto de defensa como hacia Alemania en aquella época. Sino EEUU también podría considerarse de «izquierda», ya que su presupuesto de defensa (en el caso de ellos sería más correcto decir «de ataque») es gigantesco.
      Si el cuestionamiento es que el Estado también puede tomar políticas erradas, no lo dudo, los estados fuertes que yo apoyo son aquellos que luego buscan equilibrar la desigualdad del mercado, no estados imperialistas que quieren anexarse territorios.
      Saludos.

  3. depurar quedo despues de los totalitarismos del siglo XX como sinonimo de destruccion del opositor o del indeseable.Medida drastica e impaciente,poco humanista.La depuracion es una forma de transformacion,que no se puede compartir democraticamente,aunque existen los traidores,como las brujas…

  4. Vos decís que el compañero Hugo se transformó, ¿no? Que no hay necesidad de depurar la UF, sino de transformar a Pedraza. O transformar a Scioli en peronista. Está buena la idea.

    1. Moyano sin duda es un buen ejemplo de trasnformación positiva a través de su vida política, aunque por supuesto no es una trasnformación reciente, ya en los 90 se oponía a Menem, por ejemplo.
      De Pedraza habría que saber si no está involucrado en la muerte de Mariano Ferreyra, posiblemente esté entre los que cometieron delitos y entonces solo cabe aplicar la ley.
      Scioli seguro que trasnformó su pensamiento, más allá de que yo no lo prefiera como lider del movimiento. Pero seguro que no es el mismo Scioli de hace diez años.

      1. Sergio:
        Me parece que no puede seriamente decir que Moyano sea un ejemplo de transformación positiva a través de su vida política, puesto que su vida política ha estado dedicada en su gran parte a acrecentar su fortuna personal y familiar, utilizando las estructuras sindicales/políticas de las que usufructúa cada vez en mayor dimensión, y en eso no se diferencia mayormente de Pedraza, Zanola a los que pronto le irá a hacer compañía. Recuerdo que ayer no más, en el 2003 apoyó a Rodríguez Saá, para nada personaje ejemplar de la política, más bien lo contrario.-

      2. Daio, sin duda Moyano ha buscado a través de su actuación sindical acrecentar su poder, en la dimensión política, pero también en lo que poder económico personal se refiere. Pero más allá de eso están sus concretas acciones en favor de los trabajadores y en apoyos o distanciamientos de distintos actores políticos.
        Luego de pertenecer a la derecha sindical en su juventud, en los años 90 enfrentó las políticas entreguistas del menemismo.
        En cuanto al apoyo a Rodriguez Saa, yo leo la política de un modo distinto al tuyo, no tomo tan en cuenta expresiones como «personaje ejemplar o no ejemplar». La mido más bien en lo ideológico. En la elección del 2003, había a mi entender tres candidatos peronistas y tres candidatos radicales. Cada uno de ellos representaba la derecha, el centro y la izquierda, dentro de su filiación política (aunque ya no pertenecieran estrictamente a esos partidos).
        Kirchner era la izquierda peronista, Rodriguez Saa el centro y Menem la derecha. Del otro lado Carrió era la izquierda radical (en el caso de ella, lamentablemente y según mi perspectiva, nos encontramos con un caso de trasnformación negativa, ahora jamás hablaría de ella como la «izquierda» de nada), Moreau el centro y Lopez Murphy la derecha.
        Que Moyano haya adherido al peronismo de centro, no me sorprende en absoluto, ya que seguramente es lo que mejor lo representaba en ese momento.
        Ahora Moyano es un firme apoyo de Cristina, que sigue siendo la izquierda peronista. Para mi gusto, que soy peronista de izquierda, su trayectoria política fue una trasnformación positiva. Y no se puede decir que «Moyano siempre está con el poder», ya que los 90 desmienten eso. Tal vez para tu gusto, la transformación de Carrió, de radical de izquierda a radical de derecha, la veas positiva, qué se yo, todo es según el cristal con que se mira.

      3. Sergio:
        Que en las elecciones del 2003, Kirchner haya representado a la izquierda peronista me parece por lo menos exagerado. Kirchner, fue el candidato y tuvo el apoyo de Duhalde y su bastión bonaerese, bastión que luego le birló y sigue siendo fundamental para las pretensiones del kirchnerismo.-
        Su actuación en Santa Cruz estuvo lo más alejada posible de toda connotación de izquierda, cuando la crisis del 2001 redujo sueldos y jubilaciones y reprimió cuando fue necesario, fue privatizador, etc., etc.-
        No se si alguien votó a Kirchner en el 2003 por ser este de izquierda, la mayoría votó en contra de Menem, pero todo el acto eleccionario del 2003 no pasó de ser la interna abierta y obligatoria del peronismo, bendecida por la eterna Dra Sevini de Cubría, a quien con todo acierto se la ha considerado la verdadera presidenta del Partido Justicialista.-
        Que Rodríguez Sáa representara al centro es un galardón que no se lo merece, este «personaje» representa/ba al peronismo histórico, que nunca se renovó.-
        Saludos.-

      4. Daio, lo que vos llamás peronismo histórico, es lo que yo llamo peronismo de centro, así que con Rodriguez Saa estamos de acuerdo.
        Luego decís: «No se si alguien votó a Kirchner en el 2003 por ser este de izquierda». Tengo un ejemplo muy cercano: yo.
        Como comenté otras veces, conocía por los medios a Kirchner, aunque más a Cristina, que como legisladora aparecía más, y los identificaba con el peronismo de izquierda antes de recibir el apoyo de Duhalde. Iba a votar a Kirchner antes de que recibiera ese apoyo, cuando por supuesto no esperaba que ganara, ya que tenía un 7% de intención de voto. Probablemente el 7% que lo votó desde la izquierda peronista. El otro 15% que se sumó para llegar al 22%, provino de apoyos Duhaldistas (yo los llamaría peronismo de centro) y voto anti-Menem también, aunque lo esencial de ese voto lo hubiera recogido recién en el ballotagge. Saludos.

      5. Sergio: peronista de izquierda que en el 2003 votó a Kirchner porque éste era de izquierda, para mí una novedad.
        Tengo amigos en el sur del país, que en esos tiempos me enviaron algunos documentos sobre Kirchner y Santa Cruz, entre ellos la lra edic. de El amo del feudo. mayo 2003, y no encontré en ellos ninguna pista que me llevara a pensar como vos, por el contrario, pero algunas veces la vida da oportunidades para cambiar.

      6. Aquí en el conurbano sur, Kirchner vino de la mano de los restos del Frepaso y las alas izq del peronismo, con un discurso claro al respecto, bajísima prensa y múltiples actos

  5. «Transformismo» era una categoría con la que el Toño Gramsci definía la manera en la que la clase dominante asimila a los intelectuales de las clases subalternas. Es un proceso profundamente reaccionario, a lo mejor te gustaría revisar el término. No es depurar, no es transformar… ¿podrá ser «delimitar»? Las compañeras y los compañeros de la izquierda «delimitan» cuando trazan una división entre lo aceptable y lo inaceptable. Los criterios con los que lo hacen pueden ser discutibles, pero me parece una buena técnica. «Prueba ácida». El problema es que corremos el riesgo de ser los menos los que quedemos de la raya para acá…

    1. Una palabra se puede usar con distintas acepciones, si de buscar ejemplos que la hagan quedar bien, se trata, entonces va Marx: «los filósofos sólo han interpretado el mundo de diversas maneras, de lo que se trata es de transformarlo».
      Y claro, delimitando y supongo que con criterios bastante exigentes, el problema es que queden pocos, personalmente ni siquiera me atrevo a usar el «nosotros» allí, según qué criterios se usen, estoy seguro que corro serios riesgos de caer del «lado malo».
      Aunque siempre hay que ser cuidadoso en su uso, sigo prefiriendo la frase de Perón: «si voy solo con los buenos, llego con muy poquitos…»

      1. Seguro que las acepciones son muchas. Pero la elección de una palabra nunca es inocente, especialmente cuando estamos analizando justamente eso. Si depurar, transformar, o qué.
        Depurando términos, llegaríamos a que «transformar» es pasar de una forma a la otra. Las acepciones son todas variantes de eso, pasar de una cosa a la otra. Karlitos Marx decía que los filósofos -todos y todas, o sea- teníamos que transformar al mundo. Nosotros a él. Que la inversa pasa siempre, que el mundo siempre nos transforma, inexorablemente, y que no es ningún mérito cambiar como todo cambia; lo que tenemos que hacer es transformar al mundo.
        Una cosa es respetar a las compañeras y los compañeros que, por no abandonar un proyecto de transformación de la realidad, se coman un sapo de vez en cuando. Otra es, a la inversa, avalar a los proveedores de anfibios que nos alimentan a diario.
        La batraciofagia se está poniendo de moda, y eso me preocupa.

        Otra: no me quiero poner en testigo de jehová y armar la lista de los que van a ir al cielo. El «nosotros» es los trabajadores y las trabajadoras, que laburamos honestamente y que queremos transformar la realidad. Con algunos estoy de acuerdo en algunas cosas, con otros no. No tengo el realitómetro para definir quién tiene razón y quién no, pero a veces la realidad se muestra tal cual. Por ejemplo, cuando la CGT le hizo un asadito a la embajadora de EEUU mientras los obreros y las obreras de Kraft la ligaban de lo lindo. No Pedraza-Barrionuevo-Lescano, sino la CGT. Y no fue hace cuarenta años, que a lo mejor eran pibes y no entenían cuando bancaban formaciones fascistas. Fue en enero. Mientras Pedraza era compañero. Parece una eternidad, ¿no? Ahí me planteé delimitar. No le puedo hacer un asado a la patronal, y menos mientras los obreros que luchan están secuestrados adentro de una fábrica.
        Todos sabemos que Kraft es una muestra, nomás; que la lista de esos sapos es demasiado larga, y que duele demasiado. Sólo digo que tenemos que hacernos cargo de alguna manera, y que no hay que esperar una condena judicial -que no va a llegar, ya lo sabemos; Pedraza no va a ir en cana- para separar del proyecto popular a los patoteros y a los asesinos. La Triple A no puede volver a pasar.

      2. La triple A no va a volver a pasar, quedate tranquilo, no hay nada que ni remotamente sugiera eso.
        No tengo dudas que en puestos jerarquicos dentro del sindicalismo, como es el de Pedraza, prefiero que haya otras personas, vaya o no vaya en cana. A eso voy con la posibilidad de «depurar» a sectores muy minoritarios, como digo en el post. Pedraza a mi juicio está entre ellos. Pero en una definición como «los trabajadores y las trabajadoras, que laburamos honestamente y que queremos transformar la realidad», es muy importante señalar en qué sentido se habla de trasnformar la realidad. Porque te aseguro que hay muchísimos trabajadores honestos que quieren mejorar sus condiciones de trabajo, vivir tranquilos y votarlo a Scioli para gobernador, por ejemplo. Y ellos no lo votan «tragándose un sapo» porque en realidad solo quieran votar el proyecto de Cristina que es de «izquierda». Lo votan porque están bastante de acuerdo con lo que él plantea, una especie de mezcla de; poca ideologización, trabajo, buena onda y peronismo. ¿Con esos trabajadores qué hacemos? ¿Delimitamos y los dejamos del «lado malo»? ¿O pensamos que en la medida que gobierne Cristina y Scioli esté subordinado al proyecto, esos mismos trabajadores van de a poco transformando su propio pensamiento hacia la izquierda?

      3. «Depuración» fue el término con que pasó a la historia en Francia el proceso de castigo de las personas convictas o sospechadas de haber ayudado al enemigo durante la ocupación alemana de la Segunda Guerra Mundial. La depuración fue en gran parte «oficial», y en una parte no menor, aún no develada en su magnitud, fue una especie de venganza privada, con ajustes de cuentas que fueron más allá de haber colaborado o no con los nazis.-
        El tema está bien tratado por Herbert Lottman: La depuración. 1943-1953. TusQuets. Barcelona. 1998.
        Procesos de depuración han existido en todas las sociedades a lo largo de la historia, y en la nuestra son de recordar las realizadas en los ámbitos educativos y en la administración pública, en 1930, 1943, 1946, 1955, 1966, 1973, 1976, 1983, especialmente.
        No me parece una expresión adecuada para referirse a cualquier proceso actual para eliminar corruptos y similares, siempre abre la tentación de ir un poco más allá y entrar en el campo de las ideas.-
        Además siempre tenemos a los que viven cambiando de bando, los arrepentidos, y los que se vuelven a arrepentir y son aceptados otra vez en el redil, puesto que como bien decía Talleyrand: «La traición es una cuestión de fechas».-
        Saludos.-

  6. Con esos trabajadores que votarían a Scioli, Sergio, laburamos. Pero tené en cuenta que lo votan a Scioli si el PJ lo avala. Es decir que confían no en Scioli sino en el peronismo. Con esos empujamos un proyecto en común. Pero no con «los que hay que depurar». Y no me parece que sea muy minoritario ese sector.
    Envidio tu confianza, porque yo realmente creo que la Bonaerense, la Federal y las patotas sindicales -que hay muchas, no sólo en la UF, también en UTA, en UOM, en UATRE, en ATILRA, en UOCRA, ¡hasta en SUTEBA!, y la lista sigue y sigue, pero esos casos tampoco salen en Clarín, salvo que haya tiros- son un semillero de grupos parapoliciales de choque. Y si no nos apuramos me parece que sacan los fálcones verdes a la calle otra vez. Recordá la excusa de Favale: fue a surtir troscos para que la UF le consiga un laburo.

    Para Daio: me parece que las tristemente célebres depuraciones estalinistas son previas a las de posguerra que referís. Creo que fueron «purgas» o «depuraciones», dependiendo de la traducción.

    1. Sí, el terror aplicado sobre el propio partido comunista por Stalin, pertenece a la década del 30. Se hablaba de la necesidad de «limpiar» o «purgar» el partido de elementos peligrosos o indignos de confianza entre los miembros de base del partido o los antiguos opositores que ya no formaban parte del mismo. Ese terror se aplicó a toda la sociedad a partir de 1917 y se centró en el partido en los años 30.En general las purgas se basaban en la mentalidad paranoica de Stalin y sus colaboradores, que veían contrarrevolucionarios, trotskistas y agentes extranjeros en todos lados, buscaban también mantener la sólo autoridad del líder.- No es un tema fácil de estudiar, aunque poco a poco a partir de la caída del Muro, se va conociendo mejor. Específicamente lo estudian: J. Arch Getty-Oleg V. Naumov. en «La lógica del terror. Stalin y la autodestrucción de los bolcheviques. 1932-1939.» Crítica. Barcelona. 2001.-
      Creo que depuración alude más a causas reales: pensar distinto, haber colaborado con un anterior gobierno, pertenecer a un determinado credo y similares, causas reales que no justifican por supuesto persecuciones, cesantías o medidas más graves.-
      Saludos.-

  7. El tema del apoyo de los intendentes del conurbano, del «aparato», de los impresentables menemistas ahora «transformados» en defensores del Estado, es uno de los puntos más flacos y que personalmente me hacen mucho ruido a la hora de pensar en la profundidad del modelo «kirchnerista» y en especial de los límites que ese modelo tendrá.

    Entiendo que la pregunta «depurar o transformar» está formulada más hacia adentro del peronismo y la clave está en construir alianzas por fuera del PJ.

    Podrán decir que Scioli es muy leal, pero es un hijo de Menem y un pésimo gobernador. Acompaña desde la palabra, pero la Provincia de BS. As es un desastre. Scioli no tiene un pelo de progresista, es un tipo que ni siquiera tiene una idea, una frase que me pueda conmover. Sólo va a visitar al hospital a las víctimas de la inseguridad. Será muy leal, pero defendió la década infame como nadie. Será útil en este momento, pero ¿hasta donde se puede llegar con él o con el «aparato» pensando en un tercer mandato? Ya sabemos que con el aparato se perdió la última elección.

    Construyendo con valentía la transversalidad esos personajes con prontuarios de los 90 perderán peso.
    Pero el gobierno sigue haciendo la plancha a la hora de construirla. Es cierto que las medidas del oficialismo despertaron simpatías en muchos organismos de derechos humanos y en gente independiente y de izquierda (entre los cuales me incluyo); pero es inadmisible que no existan más señales.
    Se que no es fácil, pero es urgente… ¿cómo hacer?. Darle la personería a la CTA es un paso básico.

    1. Creo que sí, que existen señales del gobierno en los temas que mencionas. Por ejemplo con relación a conceder la personería a la CTA: en las recientes elecciones el gobierno apostó a una de las dos listas, con fines de tener cierto control, fracasada la maniobra, ahora apuesta a la división de la central sindical, mientras en paralelo robustece el papel de la CGT y su actual mandamás. El gobierno sigue construyendo poder con lo mismo de siempre, como bien lo señala Maristella Svampa: «…el kirchnerismo, tal como lo construyó el expresidente, en el marco de un peronismo pragmático, con fronteras ideológicas móviles, nunca fue solamente progresismo : antes bien, siempre tuvo la puerta abierta para establecer silenciosas alianzas con grandes intereses sindicales y empresariales y para anudar lazos con la vieja política, representada por los barones del Conurbano y los gobernadores feudales.»
      Saludos.-

      1. Hay muchas y variadas señales, entre ellas una que veo se trata de manera antojadiza. En el 2007 estallaron por los votos varias comarcas y sus respectivos Barones, que bien valen por otras tantas provincias, hoy esas gestiones están con 60 y 70% de aprobación, con dirigencias renovadas y abriendo canales de participación. Averiguemos antes de tirar todo en la misma bolsa

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