El Canilla nació a mediados de 1974.
Lo curioso es que yo no lo supe hasta treinta años después.
Por esos días mis viejos estaban en Buenos Aires, preparando el exilio. Yo me quedé ese semestre viviendo con mi abuela y mi tía abuela. Mi tía escribía en parte y hacía las recopilaciones de los apuntes necesarios para la confección de la CARTA, el periódico clandestino del PC uruguayo . Mi abuela, eximia mecanógrafa, tipeaba. Las había juntado de nuevo la vida, mi abuelo ex Brigadista, ya había fallecido y el marido de mi tia no recuerdo si estaba preso o había conseguido escapar, diputado por el Frente Amplio. Mientras mi tía escribía , charlaba conmigo, yo le hacía un par de gin –tonics, con limón, que le encantaban. Hablábamos de política, de historia, de economía y de literatura. Podían citar, ambas , a Shakespeare de memoria. A mi tía le gustaba Hegel , aunque yo no entendía demasiado. Fue por esa época que dejé de ir a las escuelas de cuadros, era demasiado riesgo y me dediqué a transportar originales de la CARTA por las calles de Montevideo. Solo mi tía lo sabía.
Unos meses después, ya en Buenos Aires , supe que tanto mi abuela como mi tía seguían juntas, pero presas ya, como estuvieron casi diez años.
En Buenos Aires, el 76 se llevó algún amigo del colegio. Con otro nos dejamos de ver para no correr demasiado riesgo. Un primo de mi vieja no salió de Orletti.
En el 83 supuse que había cumplido y después de las elecciones me dediqué a pensar en mi y en un proyecto de familia.
Pero nunca dejé de recordar el 24.
Por los míos y los otros.
Por los todos.
Por aquellos.
Ahora y siempre.