El poder, siempre se trata del poder

El lanzamiento del nuevo lockout agrario de siete días nos retrotrae a las jornadas del conflicto del año pasado. ¿Nos retrotrae? Esta es la gran pregunta.

El conflicto de 2008 estuvo jalonado por errores, tanto por parte del Gobierno, como de los dirigentes del empresariado agrícola. A estas alturas, esos errores son leche derramada y no vale la pena llorar sobre ellos. Constituyen el basamento sobre el que se levanta la situación actual.

En 2008, ambas partes lucharon por capturar lo que en definitiva resultó ser un espejismo: el aumento desmesurado de los precios internacionales de las commodities agrarias. La desaparición del espejismo afecta de manera distinta al Gobierno y a los empresarios rurales.

Aclaración: cuando la Mesa de Enlace y sus intelectuales orgánicos hablan de derrumbe de los precios sufren otro espejismo inverso o mienten con fría deliberación. Los precios apenas si han vuelto a los ya altos niveles anteriores a la segunda mitad de 2007, cuando capitales especulativos ahuyentados por la crisis financiera mundial se dirigieron por un tiempo a los mercados de commodities. Hicieron allí sus acostumbradas ganancias y emigraron con dichas ganancias en sus bolsillos. Los precios no se derrumbaron; simplemente volvieron a sus (repito: ya altos) niveles previos.

Para el Gobierno, la desaparición del espejismo significa sin duda un problema: no puede contar con la plétora de dólares que se preveían, ya que las exportaciones caen por volúmenes y precios. Sin embargo, sus objetivos no tienen por qué variar: mantener las retenciones, aún si resultan menos rendidoras que antes, contribuye a contener los precios de los alimentos en el mercado interno y a sostener la recaudación y la balanza de pagos.

Para los empresarios rurales, en cambio, la desaparición del espejismo equivale a una catástrofe, si no material, al menos psíquica. La voluntad de lucha y la unidad de 2008 se asentaban en la expectativa de meter mano a la llamada “oportunidad” que brindaba la levantada abrupta de los precios. El hambre de la humanidad iba a llenar los bolsillos de los hombres de campo argentinos. Albricias. Hoy, esa “brillante” perspectiva ya no existe. De lo que se trata, para muchos, es de mantener sus niveles de ganancia; para otros muchos, de evitar las penurias derivadas de la sequía y de sus propias decisiones de siembra o de manejo de rodeos, inspiradas por el odio a las políticas oficiales.

Lo que hace un año era la fortaleza del mal llamado “campo” hoy ha devenido en su debilidad.

Pero el largo y amargo conflicto de 2008 ha dejado secuelas políticas y sociales que exceden el mero cálculo económico.

Aquel enfrentamiento ha dejado, tanto al Gobierno como a los ruralistas en una situación de difícil, cuando no imposible retorno. El historiador holandés J. W. Smit ha dicho que la ley que rige a todas las instituciones es: “el poder o se extiende o se pierde”. Valiosa observación, que debería ser la guía de quien pretenda analizar la sociedad, la economía o la política. Sobre todo, la política (en la extraña suposición de que se pudiera analizar la sociedad y la economía prescindiendo de la política).

El Gobierno estuvo a punto de perder el poder en julio de 2008. Recurrió desde entonces a lo que le restaba de autoridad y a una innegable capacidad de leer la realidad y actuar sobre ella. Atacó frentes que resultaban más accesibles que el agrario (jubilaciones privadas, Aerolíneas, por citar sólo dos). Y así logró reconstruir, si no todo, gran parte del poder diluido frente a la revuelta de los empresarios agrícolas. No ignoró las necesidades reales de parte de la producción agropecuaria y arrimó, por diversas vías, ayudas muy necesarias para las víctimas de la sequía y para sectores productivos en situación precaria. Pero, en todos los casos, lo hizo dejando en claro que actuaba en ejercicio de su autoridad, atendiendo a las necesidades y no cediendo a las extorsiones.

Enfrente, la Mesa de Enlace (y sus fieles seguidores, los políticos de la oposición) no pudo o no supo extender la cuota de poder que había arrebatado a lo largo de cuatro meses de violencia en las rutas. Al no poder conseguir la rendición incondicional del Gobierno, su objetivo confesado, se ilegitimizaron ante su propio sector para negociar mejoras parciales. Habían prometido el cielo y ya no podían pagar la promesa con la obtención de subsidios, de mejoras o de diferimientos impositivos. “En la vida todos queremos llegar al cielo”, dice la canción. Pero no podemos llegar al cielo y asumirlo evita graves decepciones.

¿Por qué la Mesa de Enlace hoy no muestra la férrea unidad de hace un año? ¿Por qué no puede negociar con manos más libres y queda prisionera de una pequeña minoría rabiosa que se lanza ansiosamente a las rutas?

Tal vez, esa pequeña minoría no es mucho menor de la que ocupaba las rutas el año pasado. Pero, sin duda, le falta la retaguardia que era entonces su base de apoyo: 1) una parte del empresariado agrícola prefiere hoy las tal vez modestas, pero reales, soluciones del Gobierno antes que las grandiosas, pero ilusorias, de la Mesa de Enlace; 2) otra parte, aunque siga rezongando por la “insensibilidad” y “voracidad” estatal, ya no persigue la zanahoria de los precios desmesurados e inalcanzables; 3) las clases medias urbanas están demasiado preocupadas por las repercusiones actuales y futuras de la crisis mundial y, por lo tanto, poco deseosas de conflictos que agraven dichas consecuencias.

La Mesa de Enlace se encuentra en una disyuntiva poco envidiable: si negocia y, por lo tanto, acepta que no puede obtener todo, los rabiosos de las rutas los carnean y los asan; si insisten en reclamar todo, se internan en un conflicto sin perspectivas de éxito. Sin perspectivas de éxito, porque aunque lograran derrotar al Gobierno y provocar su derrumbe, no lograrían lo que han prometido a sus “bases”. En cualquier caso, la ira de los rabiosos muerde los talones de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Al no haber logrado extender el poder conquistado, están perdiéndolo. Ha llegado a esa incómoda posición en que se pierde incluso si se gana.

La oposición política, afectada de impotencia, no encuentra el viagra que la cure. Apostó y apuesta todo a la rabieta ruralista. Allí tiene su mejor expectativa de éxito electoral y allí tiene también su peor riesgo de derrota electoral. O, lo que quizá debiera temer más que cualquier otra cosa, el enorme riesgo de que un éxito electoral derive en un callejón sin salida y un fracaso político (¿alguien recuerda a un tal De la Rúa?).

4 comentarios en «El poder, siempre se trata del poder»

  1. Andrés, qué quiere que le diga… pasan los días, pasan los hechos, lo veo a Alfredito monopolizar micrófono y arengar a la tropa y la verdad, la verdad, no puedo dejar de ver el futuro cada vez más y más kirchnerista.

    Me parece que antes del poskirschnerismo está el post-mesadeenlacismo…

    Pero uno es tan subjetivo, vio?

  2. el analisis del post es impecable (desde una perspectiva kirchnerista obviamente)…

    es todo un combo…adelanto de elecciones (a octubre no llegamos ni mamados,si la crisis nos explota antes)…30% de retenciones para gobernadores e intendentes (para no seguir perdiendo soldados en las trincheras)…descolocar a la mesa de enlace,y esta vuelve a las rutas,tal como nestor lo habia previsto (y si hay algun q otro muerto en las rutas…brindan con champan don perignon)…ley de radiodifusion para «domar» al grupo clarin (y si no lo doman…por lo menos q vuelva al redil kirchnerista como en los primeros cuatro años…negociados son negociados)

    como medida para «construir poder» fenomenal la verdad…chapeau para ustedes…ahora,asi se construye un pais???…mmmmmm…

    «total,a nosotros lo q nos importa es «ganar» la batalla ideologica…el ciudadano comun y corriente??? ( el q no lee ni a laclau ni a forster…el q no sabe quien fue sartre ni grammsci etc)…bahhh…esos…esos son peones totalmente sacrificables…no se pierde nada la verdad»

    en fin…es lo q hay…

  3. Bueno, cuando los republicanos ganan debates extorsionando gente, cortando rutas, desabasteciendo, censurando opiniones, etc. Está bien, y así se construye la república. Cuando el Gobierno utiliza herramientas constitucionales que la voluntad popular ha decidido otorgarle para que ejerza el gobierno del Estado, los republicanos se qujan a cuatro voces y dicen… con esto no se construye la República. Dejate de joder!!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *