¿AJUSTE O AUMENTO?, MÁS QUE UN SIMPLE DILEMA ECONÓMICO.

 «¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Cuando la mentira es la verdad.»
Divididos

 

«¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Cuando la mentira es la verdad.»

Divididos
Algunas notas en torno a defecciones dirigenciales y sociales

El día 25 de febrero el Gobernador Zamora anunciaba un “aumento” nominal de salarios del orden del 19,7%, ante la dirigencia sindical que con su presencia y declaraciones rimbombantes dieron el marco de “legitimidad” a la medida, así escuchábamos como José Gómez resaltó “la buena predisposición del gobierno”, Gerardo Montenegro rescató “el buen criterio del mandatario”, Antonio Romano ponderó “la prudencia con la que actúa el Estado”, Hugo Funés: “es importante que el docente trabaje con seguridad” y Nora Rodríguez: “Nuestro gobernador está escuchando al trabajador”. Medida que desde el más elemental sentido común se muestra como regresiva.

No hace falta ser un economista especializado para tomar cuenta que el ingreso de una persona no se puede y ni debe medir en términos absolutos, sino en forma relativa, lo que nos importa invariablemente conocer es el poder de compra de nuestro producto o servicio, en este caso el salario, para analizar sí en términos reales, ha disminuido o aumentado su poder de compra. Y sí analizamos los distintos índices inflacionarios que se estiman para el año entrante y los del último, han rondado el 22%, lo cual surge el primer interrogante, sí el costo de vida es 22% y el aumento es menor a esa cifra, ¿podemos decir que se concreto o concretara un aumento real en términos salarios? Aunque no faltara el que diga “estoy conforme”, pero no es una cuestión subjetiva, es decir de pareceres. Sí entra menos, sale más, igual a déficit, conclusión: ajustarse.
Pero no es el único problema aquí, llega esta medida en el marco de un fuerte aumento salarial en los legisladores nacionales, más del 100 por ciento. Si bien es discutible la oportunidad de la medida, siempre soy partidario que los funcionarios públicos deben tener nominas reales, sinceras, bien remuneradas y nada por debajo de la mesa, y menos que menos es recomendable que en orden de tener una actitud demagógica terminen ganando sueldos que no son acordes a los estilos de vida fastuosos que muchos de ellos tienen, para muestra vale un botón en Santiago del Estero, la experiencia nefasta (de latrocinio) (o al decir de un amigo funcionario público que preferiría no ser nombrado, “pornográfica”) del Ex Intendente Julio Alegre (¿hoy detenido? ¿hoy procesado? ¿en vísperas de un juicio luego de tres años?), de remisero devino en poseedor de varios propiedades en la provincia y en el exterior (¿Argentina, país generoso?). Aunque en la provincia terminamos debatiendo acerca de los triunfos de Olimpico o Quimsa, de los accidentes de motocicletas, de la final del Soñando por Bailar pero nunca se nos da la oportunidad (o nos animamos a tenerla) en ningún medio grafico de llegada masiva de discutir el fastuoso estilo de vida de muchos funcionarios que hasta ayer nomas, tenían un estilo de medio vida, y hoy con sueldos casi irrisorios, han cambiado su estilo de vida vertiginosamente y ni hablar de la concentración excesiva de toda la economía de la provincia en un empresario “todopoderoso”, dudo en pensar que nos pasara, ¿hipocresía o miedo?, ¿”miti y miti”? como dice el santiagueño. No está de más decir que me parece un debate totalmente retrogrado plantear que un diputado o senador gane igual que un jubilado, son otras cuestiones las que debemos animarnos a plantear, más serias, más sinceras, menos espasmódicas, y por ende menos hipócritas, sobre los estilos de vida desubicados a la hora de poder ser justificados con ingresos razonablemente inferiores, tanto como para políticos y empresarios.
Digresión al margen, el aumento en las dietas llega en el marco de una fuerte discusión salarial con sectores docentes en todo el país, en donde varias provincias no han acordado un piso salarial, y mucho menos a nivel nacional, la verdad que el 19,7% a la par del 100%, además de obsceno o “pornográfico” como diría aquel amigo funcionario, y una inflación mayor al 20%, vemos claramente quiénes ganan y quiénes pierden, con lo cual profundizamos otro problema, la institucionalización de la desigualdad. Qué la desigualdad existe, no es ninguna novedad, el problema es que la estamos institucionalizando (dando el marco de “legalidad” y “legitimidad” en este tipo de medidas y otras que alguna día la seguiremos conversando), pienso en esa canción de Sabina que dice “¿quién me ha robado el mes de abril?” o en esa canción de Divididos “¿Qué ves cuando la mentira es la verdad?”.
Todo esto a su vez se enmarca en toda una dirigencia sindical que se defeccionado en la lucha de los justos reclamos del trabajador dentro de la provincia a la par que ha sabido privilegiar sus intereses personales o su gremio en particular, no es ninguna novedad. En especial en el campo docente, salvo honrosas excepciones, ha reducido la capacidad de acción de los trabajadores, como el realizar una medida de fuerza (temerosos de los descuentos abusivos y compulsivos a los que fueron expuestos años anteriores en el campo docente ante las huelgas decretadas), y ni siquiera tener la fuerza y la valentía necesaria para tener asambleas escolares y tomar alguna que otra medida de fuerza alternativa.
Ahora, ¿todo esto es pura casualidad? No, este proceso de ajuste a los cuales se está sometiendo a la clase trabajadora en la provincia, viene enmarcada de un viejo esquema que pareciera no tener fin en el país, las clásicas oligarquías provinciales, ya sea las viejas o las nuevas, han sabido perenemente entrelazar buenas relaciones con el Poder Central dominante, han sido las grandes ganadoras persistentemente de los ciclos altos de todos los procesos económicos a lo largo de la historia argentina, no obstante a la hora de los ciclos bajos, continuamente han sabido ejecutar los ajustes hacia abajo, esta vez no sería la excepción, y este momento económico actual, al menos que vive nuestra provincia (y porque no decirlos otras como Rio Negro, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Misiones o Buenos Aires), daría los síntomas de haber comenzado los ciclos hacia abajo.
Pero no todo termina aquí, tampoco todo es posible explicar desde la naturaleza económica, inevitablemente debemos ir hacia el campo político y de una buena vez por todas dejar de lados los temores hacia la fuerza política que gobierna nuestra provincia desde el 2005 y animarnos a pensar, ha analizar que hay en ella de nuevo o no para nuestra sociedad, e ir discutiendo cada uno de los mitos que han sabido instalar en el imaginario de Santiago del Estero; “la provincia ha cambiado rotundamente”, “somos muchísimos mejores que el juarismo” y el clásico ya escuchado tantas veces “Santiago sigue creciendo”. Es tiempo de comenzar a darnos cuentas al menos de algunas cosas, en primer lugar no toda la vida se puede tener de parámetro al juarismo, cualquier gobierno que se esfuerce un poco podría haber sido mejor. Otra cuestión son las ingentes cantidades de dinero que ha recibido la provincia ni siquiera han alcanzado para mejorar en términos relativos los indicadores del último ceso de 2010 en comparación con las llamadas provincias “pobres”, para ser más claro, seguimos siendo tan desigualmente pobres como en la denominada época «juarista». Y para ser mas explicito, ¿en qué se diferencian con las prácticas políticas (dádivas, presiones, delaciones, persecuciones, mas los viejos personajes aun presentes de aquellos años) del viejo caudillo?, ya sea para acceder a una vivienda o un puesto público se sigue dependiendo del largo dedo del líder, si bien ya no está el viejo caudillo pero…
Son a mi modo de ver, algunas de las varias cuestiones que están en juego después de rimbombante anuncio, el dilema en cuestión es hasta qué punto nos animaremos a ser una sociedad adulta que aprender a enfrentar a sus problemas en debates y en participación política para solucionarlos o en qué modo se los ocultas, los anula, los censura (con la venia de los grandes y monopólicos medios de comunicación que existen en la provincia) a las voces que simplemente se animan a decir, “basta, esto no me gusta, esto me está perjudicando”, en algunas casos con la persecución, otras con la exclusión, y otros con simplemente con la degradación en la consideración de persona.

 

Diego Alberto Navarro
Lic. en Ciencias Políticas

Acerca de diegonavarro74

Licenciando en Ciencias Políticas (UCSE, Santiago del Estero, 2001)

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