Lo que me propongo hoy es desmitificar la consigna “campo nacional y popular” y abolirla por retrógrada, discriminatoria y fachistoide. Pruebas al canto, analizaremos a cada una de las inocentes palabras que la componen y que juntas adquieren otra significación totalmente distinta.
Comenzando por “campo” podemos decir que es un término que proviene de la lógica y la matemática. Con campo se señala el dominio donde son válidas las premisas que se están analizando. Ese dominio es rígido y no posibilita su penetración para afuera, ya que el entorno no es tenido en cuanta para lo que se dice en el dominio. El campo delimita la frontera en donde esa construcción racional es válida, fuera de ella no se sabe. La ciencia social no puede definir fronteras ni definiciones de este tipo ya que no es una ciencia exacta por lo que es un error usar el concepto de “campo” para definir un sector social.
La segunda palabra es “nacional”, trataré de despojarme de toda connotación política de la misma ya que se la relaciona con el nazismo y el fachismo, nos detendremos en su capacidad de definición de la identidad colectiva: “Nación”.
Dice Marisa Moyano[i] en su trabajo “Escritura, frontera y territorialización en la construcción de la nación”: “Configurar el cuerpo de la patria, su historia y sus trazos definitorios para hacer del espacio un territorio, y de éste una Nación, implicará incursionar en la frontera con la “barbarie”: la zona que une y separa a la vez el mundo conocido del desconocido, lo perfilado de lo amorfo, el “yo” del “otro”, la identidad de la diferencia; la zona donde se tocan y trafican las dimensiones del presente y del pasado, de un espacio sin marca, de una naturaleza sin saber, de un territorio sin propiedad, de monstruosas otredades sin asimilar que los habitan y transitan. Así en los textos escritos en la Argentina desde la independencia hasta que se concrete la modernización del estado en 1880 (en donde incluimos a los de Hernández), el territorio fronterizo emerge como un espacio donde entran en juego los conflictos centrales en el proceso de constitución de la Nación: la lucha entre “civilización“ y “barbarie”, la tensión entre cultura y naturaleza, el pasado y el futuro.“
De esta definición surge a las claras que lo nacional define una identidad, pero que una vez definida; consolidados los territorios, no es necesario insistir con el tema de la identidad, es como si yo me pusiera a hablar de mi en este momento y me apartara del lo que quiero decir. Por el contrario, en la medida en que no desaparezca del relato, en que no avale lo que digo con citas importantes y que provea de legitimidad mi discurso, este no será creíble. No tengo problemas de identidad pero La Nación parecería ser que si, y que recurrentemente la pondría en crisis como una eterna adolescente, porque parecería ser que si no conmociona permanentemente su identidad no podría ser reconocida dentro del concierto de las naciones del mundo.
¿Que hace ser a una nación adulta? Que no tenga problemas de identidad, me refiero a casos como el de Uruguay, Paraguay o Brasil para no irme tan lejos. Debe “evolucionar” y debe ser “coherente”, en definitiva lo que le exigimos a cualquier adulto.
La tercer palabra de la que nos ocuparemos es la de “popular”. La popularidad es un índice con pretensiones de legitimador de las preferencias o la opinión del pueblo. Existe la creencia que cuanto más popular, cuanto mas aceptación por parte del público sea algo, mas representativo de la totalidad será. Hay una relación entre popularidad y representatividad.
Este concepto se está desmitificando en los últimos tiempos a partir de los trabajos de Elizabeth Noelle Neumann, con su espiral del silencio, los de Solomon Asch con sus experimentos de la conformidad y últimamente con los teóricos de los sistemas y redes sociales como Duncan Watts y su experimento de “pequeño mundo” y Albert Lazló Barabasi”, para no seguir nombrando.
Es este último que hace un trabajo muy importante en la investigación de las redes de escala libre que son redes sociales como Internet y la mayoría de las redes de la naturaleza que son de este tipo y se basa en el principio que la distribución de vínculos o enlaces entre sus componente, cualquiera sea la red responde, a una Ley Potencial o Power Law que tiene esta forma.
En el eje de horizontal se representan la diversidad de casos posible y en el eje vertical se representa la frecuencia con que ocurren dichos casos, al tener la curva forma de ley potencial se advierte que las mayores frecuencias de ocurrencia se concentran en unos pocos casos pero que existe una larga cola que si de distribución de opinión se trata debe ser tenida en cuenta.
Estamos cansados de campañas de marketing que se concentran en las grandes mayorías, de la teoría del desborde, de tantas operaciones donde se corta la larga cola de la diversidad porque “no es rentable” su atención, entonces me pregunto. ¿Que hacemos con nuestras minorías, como las minorías sexuales, los pueblos originarios, las ultras, las elites, las mafias, la mano de obra desocupada y puedo seguir…?
“Collective action” es la consigna que propongo para reemplazar a “campo nacional y popular”. Nuestra lengua no a internalizado esta palabra todavía pero bien podría traducirse como “acción colectiva”. En la medida que actuemos colectivamente podremos terminar con la política del apartheid discriminatorio y así encaminarnos hacia la inclusión social.
Niklas Luhmann[ii] opina que “la realización del principio de inclusión en el ámbito funcional de la política tiene como consecuencia el tránsito al Estado de Bienestar. Estado de Bienestar es la realización de la inclusión política. Esto no supone sólo, de ninguna de las maneras, el aseguramiento y acrecentamiento continuo de unas condiciones mínimas de bienestar para cada cual, sino en gran medida también la aparición de problemas especiales de distinto género, que pueden ser graves para quienes resulten encontrarse en determinadas situaciones. Las mejoras discurren, por tanto, no sólo en la dirección del aumento de los niveles mínimos, sino también en la del descubrimiento continuo de nuevos problemas que competen a las autoridades públicas”.
Me salió muy largo pero vale
[i] Marisa Moyano es doctora en letra y actualmente es profesora en la Universidad Nacional de Río IV, autora sobre varios trabajos sobre la frontera.
[ii] Teoría Política en el Estado de Bienestar– Alianza Universidad, 1993.
Excelente el artículo. Me ayudó a pensar como grupos que antes del Kirchnerismo trataban de enrolarse en la acción colectiva, se vieron de alguna manera «copados» por el «campo popular».
Habría que agregar también los significantes en cuanto a la legitimación, que tiene en nuestro país la palabra «campo», como referencia al lugar en el cual se produciría la riqueza.
Coincido talmente con lo que con Lucio, el término campo tiene profundos significantes de algo fructífero, productivo. En el contexto de la frase «campo Nacional y popular» provee esa connotación, enrriqueciendo al concepto de «popular» con esa valoración. Un pueblo productor, generador de sentido y de significantes es mucho mas rico que un «pueblo llano» que por el contrario es un pueblo que no produce nada. En este sentido la partícula campo le confiere una dinámica positiva a la frase.
Me centro en lo de “popular”: esa definición que haces “…es un índice con pretensiones de legitimador de las preferencias o la opinión del pueblo”, hace referencia a “popularidad”, no a “pueblo”. Esto lo vés, pero mezclás las definiciones. Digamos, a lo bruto, que tiene que ver con lo compartida que está una componente actitudinal (sea del tipo que sea, opiniones, conductas, acciones) en una población determinada.
“Popular” (siempre actuando dentro de los límites que le impone la idea de “campo popular”) es un concepto que hace referencia (al menos desde buena parte de la teoría social y política clásica) a un sujeto político, definido en virtud de una serie de atributos y relaciones sociales. En el marxismo, por ejemplo, se lo define como “los excluídos del poder político” (definción que requiere una operacionalización en cada situación concreta… pero no es el punto). El peronismo lo define en oposición a la oligarquía (que en algún punto se toca, con esa idea de “diferencial de poder político”).
Quiero decir: “pueblo”/ “popular” no hace referencia a cantidad de personas. Si no, más bien a “cantidad de poder político”. Ahora bien, suele ocurrir que la gran masa de la población tiende a concentrar los menores niveles de poder político.
En síntesis: creo que la noción ”campo nacional y popular” tiene utilidad al analizar la realidad social y política argentina. Lo cual no quiere decir que explique por si misma nada. Es tan solo una herramienta más.
Ah, conozco los trabajos de Lazlo y Barabasi… son excelentes y utilizan técnicas de análisis sumamente interesantes (hay un grupo de antropólogos argentinos que trabajan con alguno de sus modelos…). Pero no logro ver la forma en que se relacionaría con la definición de “pueblo” que actúa en el concepto “nacional y popular”. (Ojo, si en relación a la noción de popularidad…)
Saludos
«Campo», en ese contexto, significa sencillamente espacio, lugar, etc. Está claro que tiene límites, pero así es la política (y la vida). Hay un campo popular como hay otros «campos» no populares. La definición será subjetiva, como es subjetiva una opción política, siempre.
«Nación» es un concepto lo suficientemente polisémico como para generar discusiones interminables. Desde la comunidad imaginada de Benedict Anderson, hasta las nociones más etnitizadas de, por ejemplo un Smith. En el fondo, sin embargo, dichos enfoques y otros del estilo (incluyendo el que Charly reseña) se vinculan con estudios surgidos del análisis del nacionalismo europeo: Es decir aquel que postulaba la identidad entre etnía y estado. Brevemente, para un nacionalista en ese sentido los límites territoriales debían coincidir con los culturales y/o raciales y asociarse a un pasado común en función, por lo general, de ancestros reales o simbólicos comunes. Es muy claro para el nacionalismo vasco, irlandés, croata, el sionismo, etc.
«Nación», sin embargo, hace también referencia a una comunidad política. La India, por caso, siendo una nación, jamás a pretendido ese coincidencia entre fronteras culturales y/o raciales y territoriales. Por el contrario, el nacionalismo indio (partido del congreso) se constituyó por oposición al etnonacionalismo musulmán e hinduista.
Entiendo que la noción de «nación» dominante en la argentina se vincula más con la de comunidad política que con las fantasías herderianas que describe Anderson. El movimiento nacionalista por excelencia, el peronismo, estuvo y está conformado por descendientes de inmigrantes recientes en buena parte de sus cuadros. ¡Su ministro de economía más emblemático era un ucraniano que nisiquiera nació acá! En ese sentido, la crítica al carácter nacional que se atribuye al movimiento popular es improcedente.
En cuanto a «popular», poco tiene que ver con la representación. Hace referencia «al pueblo», entendido como «los pobres», «los humildes», etc.
Voy a discrepar con Charlie en cuanto a las connotaciones políticas de la palabra «nacional», que no coincido en que remita necesariamente al nazismo o al fascismo. Es muy diferente el concepto de lo nacional en un país periférico como el nuestro que el que puede aplicarse a ciertos países europeos, donde remite a enemistades ancestrales entre pueblos vecinos, al rescate de una tradición de antigua data y casi siempre matizado por una fuerte dosis de antisemitismo.
Lo nacional en Argentina (por lo menos siguiendo la línea de Jauretche y Scalabrini Ortiz, incorporada en gran parte por el primer peronismo) implica una posición enfrentada a las fuerzas contrarias a la realización de la Nación, y por lo tanto imbuida de un profundo significado político de índole democrática y popular. Como ejemplo aporto una cita de una carta de Jauretche dirigida al ideólogo ultraderechista Jordán Bruno Genta: «Para ustedes, la Patria se terminó en Caseros; para nosotros, todavía está por hacerse.» De paso, don Arturo prefería definirse como «nacional» y no como «nacionalista», justamente por la mala prensa y las connotaciones fascistoides de este último término.
Muchos saludos.
Cresto:
Entiendo lo que decís, pero, especialmente en la actualidad, cuando usamos el término nacional y popular nos referimos a la aceptación o conformidad que tiene una acción, una medida, una moda, una política determinada medida. Se ve mejor lo que digo por la negativa: “el gobierno tomo medidas antipopulares”. También se usa como medida de argentinidad (al palo), desde un punto de vista mas folklórico ser popular es ser nacional, argentino. La música popular es la que es de dominio público y está entre el pueblo, toda la cultura popular es la que hace el pueblo y necesariamente pertenece al pueblo. Esto me lleva a que no puedo diferenciar lo popular en el sentido que vos marcas disociado de popularidad, que es mas desde donde yo lo veo. Y lo que explica por si misma es el grado de aceptación que tiene por parte del pueblo (llano) de esas políticas, modas etc. Que hablábamos mas arriba.
Conozco el trabajo de esos antropólogos que están relacionados con la Universidad de La Plata. Billy Reinoso es uno de ellos creo.
Juan y Rafa:
Vale la aclaración que hace Rafa sobre lo nacional y nacionalismo. Por las dudas no quise meterme en esos menesteres porque no quería abrir una polémica al respecto. No conocía la frase de don Arturo o no la tenía presente, pero creo que encuadra el problema desde la identidad como yo pretendo hacer. La nación como sujeto (no me gusta esa palabra) de una identidad colectiva.
En la complejidad las identidades se desprenden del todo, mediante una diferencia. No existe una unidad atómica de individuos que unidos construyen el edificio de la sociedad nacional. Al ser una diferencia, lo que se diferencia del entorno, lo que antes no existía pero que ahora es, constituye la nación, nombra y da identidad al colectivo, desde ahí es que es un concepto dinámico. Entonces no existe lo nacional como algo estático, como los “supremos intereses de la nación” de los milicos. Lo nacional en este sentido está en una permanente dinámica que tiene por objeto mantener la identidad por un lado pero por el otro es lo suficientemente flexible como para poder adaptarse a los tiempos, evolucionar y aún así mantener la identidad. El caso paradigmático que siempre se usa es el del pueblo de Israel que constituyó territorio solo hace 60 años no más.
Todos:
Muchas gracias. La idea es ver como funcionan estas tres palabritas juntas entre los argentinos y si son pasibles de revisión o está todo bien y seguimos hablando de Perón, Evita y el Ché.
Charlie, veo que coincidimos bastante y en todo caso yo estoy a favor de no abusar de esa expresión «campo nacional y popular», básicamente porque es un significante que debido a la desideologización (je) de las últimas décadas ha perdido gran parte de su significado. Prefiero trabajar por los significados (la concientización, como se decía antiguamente) y después se verá cuáles son los significantes más adecuados.
Otro tema vinculado con éste es la utilización y la apropiación de los símbolos patrios, como están haciendo ahora los ruralistas con la escarapela. No digo que sea ésa la intención, pero a mí eso me remite demasiado a una identificación con «los supremos intereses de la Nación» como la que se autoatribuían los milicos.
Otro abrazo.
Lo que pasa Rafa es que eso es lo rico. Que nos vayamos pasando las banderas y los símbolos unos a otros. Cuando mandaban los milicos ellos se los apropiaban y ahora los tiene De Angeli. Lo importante es reconocer el derecho a TODO el colectivo de poder utilizarlos, eso es lo que permite la evolución de lo nacional.
A lo mejor Charly, esa riqueza que mencionás no deriva de la posibilidad de que TODOS se lo apropien, sino de asumir que «lo popular», «lo nacional» son objetos de disputa. Y está bien que así sea.
El grupo que dirige Reynoso se llama antropocaos (www.antropocaos.com.ar). De allí se pueden bajar unos cuantos laburitos muy interesantes.
saludos
Trato de superar la palabra, pero lo que señalás Juán es que tanto lo nacional como lo popular son sujetos políticos, como señala Cresto, por los tanto objetos de disputa.
Coincido totalmente que así sea eso es república. Solo trato de señalar el hecho que cuando sercenamos el derecho a disputa a algún actor sercenamos la república.
Siempre tuve una duda si el CArlos Reynoso que es antropólogo de antropocaos es el mismo Billy Reynoso que daba cursos en Microsoft, yop hice varios cursos de VB con él. No me cierra lo de la antropología. PAra mi era un técnico típico Bill GAtes- Vos me podrías aclarar eso?
Si, es el mismo. De hecho en su mail aparece algo asi como billy reyno. Y en un libro comenta que fue algo asi como asesor de Microsoft.
Saludos
Si, como dice Cresto es el mismo. En el ambiente antropológico, por así decirlo, se lo criticó bastante por el «pecado» de laburar en Microsoft. En el fondo lo que jode es su postura «positivista». Es un crítico muy fuerte del posmodernismo que, en antropología, fue poco menos que hegemónico hasta la semana pasada más o menos. El tipo, además, es el que tradujo Geertz para Granica, así sabía de que hablaba en sus críticas. Lo que están haciendo con antropocaos es muy interesante.
un saludo
De todas formas el tipo es un re grosso. Super didáctico, super informado, es uno de esos tipos que vos decís cómo hace, cuantas horas tiene su día. Tiene muchos libros y traducciónes de programación, análisis matemático de partituras musical. Ahora toda esta nueva faseta. Aparte el tipo parese indú, un tipo muy interesante.
Con respecto al post trataré de hacer un resumen.
Gracias a todos
el «sentido comun» cosmopolita y posmoderno de un adolecente de clase media. Coerencia y Evolucion???? desde que lugar lo decis?
Confundis absolutamente todo. Lo nacional,lo popular, bla,bla,bla, todo parece reducirse en tu escrito a un simple problema declamativo, discursivo.y desde ahi al no sustentarse al menos desde una semiotica de CBC todo se reduce a una confusion conceptual general.