Capital y Santa Fe

Filmus-Tomada

Existe, en el espacio del kirchnerismo porteño, un desacuerdo conceptual sobre cómo encarar la campaña. Buscar a los desencantados con Macri –por derecha y por gestión- o los desencantados con Pino –por izquierda y por pasión-.

Yo, particularmente, no me enredaría demasiado en una opción excluyente como la que plantea dicha disyuntiva. El kirchnerismo es un movimiento que enamora ideológicamente, pero que, también, se percibe como capaz de garantir gobernabilidad de modo rotundo. Néstor vivió obstinado en sentar jurisprudencia de que desde un espacio nacional y popular, digamos que “de izquierda” aunque no sea lo más exacto a la hora de hablar de un espacio peronista, se podía “gobernar bien”. Y vaya si lo logró. Así que el kirchnerismo sí significa (y siempre ha significado), entre muchas otras cosas, señores, gestión: de la pura y dura. De la fría y cajera, si se quiere. Qué tanto.

Eso se logra a partir de lograr la articulación de una militancia activa que esté involucrada, comprometida en el rumbo de la gestión. Sólo así hay la garantía de que los colectivos interesados en la aceleración de las contradicciones y la profundización del proceso se formen en tomar parte de la responsabilidad de que la cosa se lleve a cabo. La participación es la clave.

El kirchnerismo hace escuela en eso, desde que se plantea como espacio capaz de ser el vehículo político de demandas sociales que lo exceden y anteceden a la vez que les exige compromiso en la elaboración “por lo bajo” de esas batallas en una mezcla que aporta grosor cultural, político, en fin, un mix variopinto, de dialéctica incesante entre sus múltiples variables (desde ya que no exento de varias y a veces muy fuertes contradicciones internas) administrado por una conducción fuerte que aglutina y ordena divergencias al interior del espacio: en este entendimiento, lo más importante era, y se logró, acentuar la incidencia de CFK, que implica intentar la traducción de su alta intención de voto a presidenta en Ciudad en oferta electoral local. ¿Qué tanto, entonces, de cerrarse, ya sea a izquierda o a derecha? Se puede y se debe intentar una oferta y campaña transversal y abarcadora.

La fórmula Filmus-Tomada representa ese un poco de todo. Filmus tiene un discurso del tradicionalismo localista porteño y Tomada es el que está sustentado por el colectivo militante más potente e identificado con la esencia Cristina (era el candidato de la Corriente Nacional Peronista de nacimiento reciente y que conjuga diversos espacios que se reivindican en la única referencia de la conducción de Cristina). Por demás, dos de los mejores ministros que ha tenido la gestión.

No es negocio, para Macri, seguir echándole la culpa de todo a una tipa cuya intención de voto en el territorio no para de subir en razón de considerarse, su gestión, exitosa. Porque entonces busquemos a la que sí sabe cómo hacer las cosas. Ni es negocio, para Pino, identificarse, como lo está haciendo, con el macrismo, cuyo fracaso de gestión se hace cada día más indisimulable.

No hay que dar el debate por la propiedad de los medios de producción, claro, sino por los baches, la basura y el tránsito: pero, ojo, ojito, ojazo, que eso se puede encarar desde diversas perspectivas: la gerencial ha resultado fracasada, no sólo ya desde nuestros esquemas conceptuales: desde allí, un tipo que insulta a los pueblo hermanos de Latinoamérica jamás sería bien considerado, el tema es que no sale bien parado ni observándolo desde la más rancia de las perspectivas derechistas.

Y entonces, no estaría de más subrayar que los que mejor han gestionado son Néstor y CFK y que ya es hora de tipos de ese palo puestos a afrontar la gestión del lugar de quienes más gestión reclaman.

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Asumir riesgos: internas en Santa Fe
No hay análisis posible si no se incluye algún punto de partida. En el caso de las elecciones 2011, el punto de partida es el discurso de Néstor Kirchner en la madrugada del 29 de junio de 2009 (el reconocimiento de su derrota ante Francisco De Narváez en las legislativas). Más precisamente, el segundo minuto del mismo, cuando dijo “ya estamos en camino”. Ese día, al kirchnerismo lo golearon 9 a 1 en tres lugares: Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. A Santa Fe, justamente, y a sus internas, vamos. Pero nada de lo que hoy ocurre puede no analizarse sino a partir de aquel tropezón, enorme, de 2009 para el kirchnerismo.

La enorme intención de voto de Cristina en Santa Fe determinó la unidad de todo el peronismo de la provincia a efectos de dirimir quién prima al interior del espacio al que el FPV terminó por decidirse a liderar.

Era una opción riesgosa, pero, en política, no hacer eso –arriesgar, decimos- equivale al suicidio. Pregunten, si lo dudan, a Macri, Pino, Das Neves, Sanz, Cobos… Suponía, asumir el riesgo, tener que lidiar con un hombre de Lole durante cuatro años. Otorgarle -quizás- una luz de esperanza a algún intento de recomposición de algo parecido a lo que quiso ser y nunca fue -porque no puede ser-, es decir el Peronismo Federal (no puede ser a menos que se opte por incurrir en la opción Perotti: disputarle las estructuras del peronismo al kirchnerismo, que hoy las hegemoniza).

Rossi apostó a lealtad y a construcción. Militancia y rosqueo, paciente. Y bancó los trapos, además. A la espuma que lo hizo irse a la banquina en 2009, la tomó como lo que era: algo pasajero. Y pasó. Y la construcción, a la larga, paga.

Todo es ganancia para Cristina, no sólo si se tiene en cuenta que, de entrada, uno de sus hombres de mayor confianza peleará en uno de los distritos más grandes, sustentado, ese, en las estructuras del PJ que, hasta ayer, nomás, le hacía muecas de asco a Cristina. Nada menor. Triunfó la tesis de copar el andamiaje partidario y aspirar a conducirlo en función del programa propio. Basta de progresismo light. Y a todo esto, súmesele el fenómeno del voto cruzado, muy fuerte hoy según el “consenso” de los encuestólogos (esto de que aún con derrotas de sus candidatos locales, ella prima en las nacionales de casi todos esos distritos).

Por decir algo: no debe decirse que Perotti hizo campaña sin elogiar a Cristina, sino que no eligió, para la misma, pegarle sin asco, cuando -de nuevo- hasta ayer, nomás, la mayoría de los candidatos no plenamente identificados con la Casa Rosada se pegaban codazos por ver quién insultaba más duro a Néstor y Cristina. No es una diferencia menor.

De cara a las generales, Rossi tiene la tarea de articular como mejor pueda a los derrotados en las internas, cosa que no fuguen hacia afuera del peronismo. Incluso a Reutemann. Las bases para hacerlo (y ya se está haciendo, el rosqueo interno) están desde que en febrero de este año se decidió la unidad del PJ, el homenaje a Néstor y el apoyo a la candidatura de CFK a nivel nacional, en el congreso provincial del PJ santafecino. Y nada hace suponer, hoy, que eso pueda llegar a romperse. El reutemannismo tiene mucho más para perder fuera que dentro del espacio, por lo cual no cabe esperar sorpresas.

El socialista de derecha Hermes Binner, por su parte, jugó, también, muy duro. Y ganó. Tensiona su primacía al interior del Frente «Progresista» de Santa Fe cuando se sube su precio a nivel nacional, y aún se jugó un pleno hasta al interior del mismo socialismo de derecha impulsando a su propio delfín en contra de la candidatura de Giustiniani. Ahora está frente a una nueva disyuntiva: tiene sobrados méritos como para plantársele tanto a El Hijo de Alfonsín y condicionarle su intento de alianza con el colombiano De Narváez. Ni El Hijo de Alfonsín ni el diputado le hacen ni cosquillas a Cristina y Scioli, Binner en cambio gobierna una de las provincias más grandes del país y prima en el espacio que sustenta ese gobierno. (Otro detallito: que gane Binner implica que ganó el que mejor se lleva, en el P»S», con CFK -con quien se ha entendido muchas veces: es la gestión, estúpidos-, en detrimento de las opciones más anti K -a las que tampoco tributa Barletta-: pegarle a Cristina no es negocio, véase como Macri ha bajado unos cuantos cambios ultimamente, si no).

En el marco de la recuperación de los métodos tradicionales de anclaje territorial y estructural como clave de construcción política, en el plano en el que se mueve Binner, el resultado le es importantísimo. Buenas noticias, en este sentido, con la derrota de Giustiniani, tributario a full en el P»S» de la lógica de armado mediático de perspectiva porteñista. De nuevo, todo pasa por asumir, o no, el riesgo. Si se lanza sólo en una alternativa de progresismo light de anclaje en grandes urbes (con Juez pisando fuerte en Córdoba ciudad, Solanas en Capital; y Stolbizer en Bahía Blanca, primer cordón del conurbano y Mar Del Plata, digamos), pone en riesgo la alianza que hasta el día de hoy ha garantizado su primacía en Santa Fe -máxime ante un peronismo que se ha vuelto a reunir-.

Es jugar a 2015, en 2011 ese progresismo light no tendría chances más que de pelear el segundo puesto. Tampoco jugar con Alfonsín, que hasta es superado por Duhalde en las encuestas, es garantía de nada: más aún, habría, Binner, llevado a su partido a una alianza difícil de explicarle a sus bases, como segundo y a una derrota segura, después de ganarse el derecho de mandar en su lugar. Lo otro implica liderar el nacimiento de una alternativa nacional con la que los suyos estarían mucho más a gusto. ¿Desde dónde Alfonsín, que no gobierna ni ha gobernado nunca nada y cuyo liderazgo al interior de la UCR es todo menos seguro, quiere imponerle algo al gobernador de una de las provincias más grandes del país, con liderazgo partidario -con chapa de estratega- ratificado en una jugada táctica que se reveló acertada como lo fue la candidatura de Bonfatti? Desde la lógica TN, y nada más.

Al lado de seguir los consejos de Jaime Durán Barba o de someterse a las bajadas de línea de la prosa precámbrica de Joaquín Morales Solá, lo hecho por Binner es bastante. Le otorga independencia de criterio. Y no sólo para armar: mirando, también, más allá de un comicio.

El tiempo dirá, odio decir esto, pero tampoco es mucho más lo que se puede elaborar estando tan fresquitas las primarias. El futuro está determinado por el presente, que no cesa de reinventarse, jodidamente dinámico e imprevisible por estos tiempos. Vaya que me he puesto serio.

Acerca de Pablo D

Abogado laboralista. Apasionado por la historia y la economía, en especial, desde luego, la de la República Argentina.

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6 comentarios en «Capital y Santa Fe»

  1. Viven en una nube de pedos hermano, recie ahora se dan cuenta q la discusion es por los baches?

    Me acuerdo en 2007 en plena campaña para elecciones de jefe de gobierno porteño repetir incansablemente a Nestor q ahi se «jugaban 2 modelos»

    Y todavia creen q pueden ganar la Capital. Sali a la calle, preguntale a los porteños si les va a caber ser un distrito gobernado por un vasallo del gobierno nacional y despues decime.

    1. la nube de pedos creo que es del pro y del proyecto surf, porque hasta hace 15 minutos estaban pensando es ser presidentes y ahora miran encuestas para ver si pueden agarrar una intendencia…

  2. creo que la lucha mediática debe ser con macri. apostar a los logros del gobierno nacional, a sus logros de gestión (que son ideológicos también) y que en ese debate FPV-PRO el progresismo hoy volcado con pino se reencuentre con las propuestas del gobierno nacional y las haga suyas.

    creo fundamental no confrontar con pino. más bien ningunearlo. pero ningunearlo con respeto y altura. como si el único oponente fuera el pro.

  3. No soy porteño pero vivo en esta ciudad. Y no votó al Kirchnerismo por nada en el mundo.

    La razón es Cris. Nos amenazó a todos que va a pasar si votamos a Macri: menos plata y 0 traspaso de la policía. Y cuando hay inseguridad, o tomas, que se encarguen los 15 pibes de la metropolitana.

    1. Mentira, no dijo eso. Pero creánlo, nomás. Tampoco hace falta el 100% de los votos para ganar. Y así no lo hubiera dicho vos no votarías por Filmus de todas maneras, así que tanto da.

      1. Conmigo no Barone.

        Filmus dice que lo dijo. Si no confias en tu candidato, no lo votes. No hubo una amenaza explicita, cierto. Pero acordó con Filmus lo que siempre le negó a Mauri. Así el pueblo sabe a quien votar.

        Lo curioso no es que yo los vote sino que vos lo hagas.

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