Cristina, Scioli, el presente y el futuro

La política tiene este tipo de cosas, no hay por qué sorprenderse. Basta con revisar la historia argentina, nomás –y no sólo la de nuestro país–, para advertirlo. No vale la linealidad, aquí. La historia, esa histérica fanática, es la que lo impone.

El establishment tiene pensado, desde hace largo rato, que Scioli es su mejor opción para terminar con el programa kirchnerista, con el que tiene contradicciones insalvables. La más barata, vale aclarar, porque cualquier otra cosa supone profundizar el choque: algo que, lo comprobarán el 7 de diciembre próximo, no sale gratis al bolsillo. La única, entienden, además, porque no hay otro/a allí con quien puedan llegar a acordar.

La política nunca cesa en su afán de reconfigurar escenarios de disputa. Lo que, a su vez, supone que se alterarán las formas de interpelar las nuevas dificultades que se presenten, las tácticas a partir de las cuales encararán los actores sus objetivos. En ese entendimiento, que se reformulen también las alianzas sociales que participan de las distintas contradicciones, que (se insiste) naturalmente cambian, surge de lo más evidente y lógico.

Alguna vez, comentando a Alberto Fernández, dijimos acá que no creíamos en la tesis de la traición como método para explicar su recorrido histórico. No analizamos política desde perspectivas individuales. AF, dijimos, simplemente cree en un modo de conducirse que dejó de servir para las necesidades oficiales; ergo, voló por decantación.

Néstor Kirchner a este tipo de cosas las conocía de memoria. Y las desdramatizaba. Cuando fue a 6, 7, 8, en 2010, y debió explicar por qué alguna había elegido a Redrado para presidir el BCRA o cómo fue que en determinado momento hubo buen entendimiento con Clarín, la hizo sencilla: durante su mandato, dijo, donde estaba más condicionado que en condiciones de disponer a gusto, y ante la necesidad general de salir de la crisis, lo acompañaron muchos sectores que, luego, una vez a de definir un nuevo programa, evidenciaron ser contradictorios con los intereses defendidos por el kirchnerismo, y pasaron a adversarlo.

El kirchnerismo se reconstituyó, entonces, dos veces: la primera, entre 2008 y2009, ala defensiva, tras la arremetida destituyente de las patronales agrarias; la segunda, en 2010, tras el fallecimiento de Kirchner, a la ofensiva. De ambas instancias, emergió resignificado a su interior: apoyado sobre el PJ tradicional, primero; liderando fuerzas más renovadoras como principal sustento, después.

Así las cosas, si se acepta que cierto establishment irá a por un acuerdo, que necesita, con Scioli, y el gobernador de Buenos Aires no se muestra reacio a sustentarse en esa hipotética alianza; en tanto el kirchnerismo transcurre por estos días, al tiempo que gobernando, teniendo que resolver –también para sostener la capacidad de hacerlo (de gobernar)– la sucesión, toda vez que Scioli siempre parece rankear alto en las preferencias populares, devendrá esperable que surjan pulsiones expulsivas en torno de su figura (de Scioli) como parte del espacio. De manual: no se puede marchar detrás de quien pretende apoyarse en sectores con los que existen disputas programáticas esenciales.

Llegado el caso, verá Scioli cómo resuelve su a veces exasperante ambigüedad; no podrá conciliar como parece querer hacerlo. Pero el kirchnerismo también deberá jugar algo más fuerte que sólo negarlo (a Scioli).

Se trata de la principal dificultad que atraviesa el espacio abierto en 2003: resolver su continuidad, sea quien sea el/la que vaya a conducirla y actuarla.

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La moneda está en el aire, y se verá si el Gobierno gobierna o sólo administra los tiempos que se asoman. Es decir, si logra hacer lo que (y cómo) quiere; o, apenas, lo que puede.

Entre dificultades que vienen de fuera y la necesidad de hacer un ajuste sobre la fase actual de despliegue del proceso económico inaugurado en 2003. Ajuste, en sí, quiere decir nada. Lo que define a un gobierno es la decisión de disponer quién pagará esa cuenta. Y los márgenes, en tiempo e instrumentos, con que cuenta para actuar.La Presidentaha dispuesto obligar a la banca privada a prestar para inversión productiva hasta un 5% del total de sus depósitos.

Daniel Artana, a confesión de parte ya se sabe, se lo dijo, con todas las letras, a Marcelo Longobardi en Radio 10 al otro día del anuncio: “El Gobierno ha decidido, ahora, que el ajuste lo hagan los bancos.”. En efecto. Nadie que pertenezca al campo popular lo podría haber dicho mejor que un típico exponente de la ortodoxia, como lo es Artana.

Una intervención de hecho en la rentabilidad empresaria, en este caso del segmento financiero, tal como fue la declaración de interés público de la actividad hidrocarburífera. Y en el mismo sentido que lo fueron la reestatización previsional o el desendeudamiento: quitar capacidad para influir en los procesos de decisión nacional al sector financiero –como ocurrió desde 1976 y hasta el crack de 2001–, desarticular rutas a través de las cuales puedan transmitir condicionamientos, desacoplar las lógicas que impone el mercado a la economía para someterla al mandato popular.

Si por ese carril va a transcurrir la recomposición del esquema económico, el Gobierno habrá dispuesto a voluntad; y podrá intervenir con ventaja y holgura en el trámite sucesorio, sin tener que perderse en nombres propios.

Acerca de Pablo D

Abogado laboralista. Apasionado por la historia y la economía, en especial, desde luego, la de la República Argentina.

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22 comentarios en «Cristina, Scioli, el presente y el futuro»

  1. Este perfil de Scioli de hacer polìtica sin confrontar con ningùn sector, desligando la gestiòn de los intereses que se afectan o benefician con apelaciones vacìas al trabajo, la buena voluntad y las moderadas categorìas con las que elabora su programa , es incompatible con los tiempos que se vienen.
    Scioli pretende mantener polìticas de atenciòn social y caràcter redistributivo, con los recursos que le derive el gobierno nacional que sì carga con el costo de polìticas confrontativas, donde cada vez que se la otorga algo a los màs desfavorecidos, se perturba la paz de los privilegiados en la escala social, que tienen canales de comunicaciòn para erosionar la imagen del gobierno.
    El kirchnerismo carga con la resistencia y ataques mediàticos que provocan hoy las politicas proteccionistas y cambiarias destinadas a defender el nivel de empleo, la inclusiòn social y descartar el ajuste como salida a la crisis cuyos primeros sìntimos han aparecido.
    Si Scioli no cambia su discurso y redirecciona su gestiòn, tendrà que bancarse las consecuencias de un deficit que no le va a cubrir el gobierno nacional.

  2. lo que es evidente es que H.Moyano hoy al ser reelecto salio claramente a hacer campaña politica a favor de Scioli…¿que le habra prometido el gobernador…el ministerio de trabajo si llega a presi?

    1. Ayer Piumato no hablo muy bien de Scioli, solo necesitas asomar un poquito la cabeza del termo. Con Sietecase para más datos

  3. El yosapa naranja pretende mantener el «Club de la Buena Onda» mojando el bizcocho en el cheque de la coparticipación y pasando la gorra por la Rosada cada vez que los números no le cierran, sin ensuciarse los zapatitos con ese engorro de andar aumentando impuestos por su cuenta, lo que «crisparía» a lagente y a la mesa ratona de enlace.

    Puesto a elegir quién levantaba el muerto, eligió que lo garpen los laburantes con su aguinaldo.

    Ahora bancate los resultados. Vos solito. No vengas con la pelela pidiendo clemencia.

  4. Un punto para Scioli. En los 70, Perón con una sola cadena nacional lo obligó a renunciar a Bidegain. Ahora Cristina lleva tres y Scioli sigue impertérrito en su sillón.

      1. ¿Quién fue el que dijo que los argentinos no acostumbran a matar a sus presidentes, a diferencias de los yankees? Esperemos que, de ser así, tampoco maten a sus gobernadores.

      2. Ud sabe como somos los peronistas, Daio. Parece que nos estamos peleando y en realidad nos estamos reproduciendo.

      3. Bueno, si fuere cierto eso de reproducirse, no habría problemas, pero no hay que olvidar que en otras épocas, esas «peleas», más que reproducción parecían ser control de la vitalidad.

      4. Bueno, aquí también se festejó el asesinato de Aramburu, aunque no creo que ningún republicano haya festejado asesinatos, sean cuales fueren los asesinos o asesinados. No es suficiente con decirse republicano, para serlo realmente.

      1. Sí, realmente pensé que era en serio. Así que era una broma, bueno, según Freud (Obras Completas, T.48, página 657 de la edición de Editorial Atlántida, Bs. As. 1984), «las bromas generalmente representan los deseos verdaderos de quienes las hacen, deseos que aparecen bloqueados en el subconsciente.»

  5. Lo que dice Artana es absolutamente exagerado, los bancos la van a seguir juntando con pala. No estamos nacionalizando los depósitos bancarios.

    Pero van a tener que asignar parte de sus préstamos a la inversión productiva, a tasas un poco menos usurarias.

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