De Filmus a Narodowski

Daniel Filmus se mostró francamente incómodo, hace algo más de un año, cuando en plena campaña electoral porteña un periodista le sugirió la incongruencia de ejercer el cargo de ministro de Educación de la Nación y al mismo tiempo enviar a sus hijos a una escuela privada, en este caso, judía.

«No tiene nada de extraño. Se trata de una decisión familiar, basada en la tradición», contestó Filmus, para salir del brete.

Nadie sabe cuántos votos le hizo perder ese revelador episodio en su doble vuelta electoral con Mauricio Macri. Tal vez apenas un puñado. Quizás más de lo que uno imagina.

Llegado al gobierno tras su contundente e inobjetable triunfo en las urnas, Macri pidió y consiguió de la Legislatura un enorme refuerzo presupuestario para el rubro Educación. Y semanas después, en una de sus primeras medidas en ese campo, decidió repentinamente -sin consultar a la comunidad educativa (docentes, padres, etc.) y acaso sólo con el conocimiento previo de su ministro del área, Mariano Narodowski- que a partir de este año 2008 los alumnos de las escuelas públicas porteñas deberían cantar el Himno a Sarmiento en TODOS los actos escolares del ciclo lectivo, orden que se ha cumplido al pie de la letra, más allá de algún malestar aislado de alumnos (o padres, o maestros) que en ningún caso llegó a mayores. Sólo el escritor Osvaldo Bayer puso el grito en el cielo e invitó a Narodowski a un debate público que nunca se concretó.
Narodowski lleva en el cargo diez meses. En ese lapso sólo acumuló la antipatía de los maestros por cuestiones salariales y el odio de buena parte de los estudiantes por reducir las becas escolares para los más necesitados. En el único encuentro franco que mantuvo con alumnos debió salir destempladamente por la puerta de la cocina del edificio de la Legislatura, escoltado por asesores y policías.

El actual ministro porteño de Educación, de origen judío igual que Filmus, justificó la medida de alabar desmesuradamente a Sarmiento con generalidades tales como «buscamos un elemento aglutinador, un nombre que genere consenso, cohesión, en un aspecto tan fundamental e imprescindible como es el de la Educación».

Bien. Sabemos que Domingo Faustino Sarmiento, entre aciertos y errores que exceden cualquier polémica que no sea extensa y bien fundamentada, dejó impreso en sus libros y en sus cientos de artículos periodísticos una particular forma de ver las cosas y la vida. Para él, era civilizado sólo lo proveniente del mundo anglosajón (inglés, estadounidense, etc.) y era bárbaro casi todo lo demás. Son archiconocidas su furibundas diatribas contra indios, gauchos, negros, latinoamericanos, españoles y gitanos, a quienes consideraba «inferiores». La Iglesia Católica tampoco se salvó de sus improperios.

Se conoce poco (o se ha difundido poco), sin embargo, la opinión que al ex presidente, educador y excelente escritor le merecían los judíos. Claro que sus dichos hay que enmarcarlos en el tiempo en que fueron expresados, así como no parece sencillo vincular a la jerarquía católica de hoy con la Santa Inquisición de hace cinco siglos. De todos modos, no parece estar de más, a la hora de establecer por qué hoy, en el siglo veintiuno, alumnos de escuelas primarias deben honrar en TODOS los actos a un personaje de la historia que vivió y actuó hace más de 120 años, si es que ese mismo personaje (o su ideología, cuanto menos) es difícil o inconveniente juzgar con los parámetros del mundo actual.

Como Sarmiento firmó cada una de sus opiniones, algo que lo enaltece, es sencillo conocer entonces lo que pensaba de los judíos, obviamente, en su tiempo. Lo dejó para la posteridad en su libro «Condición del extranjero en América». Y cualquiera puede consultarlo, incluído el ministro Narodowski. Aquí va:

«El pueblo judío, esparcido por toda la Tierra, ejerce la usura y acumula millones, rechazando la patria en que nace y muere, por una patria ideal que baña escasamente el Jordán y a la que no piensa volver jamás. Este sueño, que se perpetúa hace 20 o 30 siglos, pues viene del origen de la raza, continúa hasta hoy perturbando la economía de las sociedades en que el judío vive, pero de las que no forma parte; y ahora mismo en la bárbara Rusia, como en la ilustrada Prusia, se levanta un grito de repulsión contra este pueblo que se cree escogido y carece del sentimiento humano, el amor al prójimo, el apego a la tierra, el culto al heroísmo de la virtud y de los grandes hechos, dondequiera que se producen.»

En fin, tal vez la familia del actual senador Filmus recordó también en algún momento que la tradición y la cultura judías son milenarias, que Hitler murió hace más de sesenta años, y que en definitiva el presente se nutre de la Historia, que ¡oh! siempre es pretérita, pero marca rumbos. Y tal vez por eso mismo los hijos del ex ministro de Educación no tienen hoy la obligación de cantar loas, casi en forma cotidana, a un ex presidente antisemita, aunque ese antisemita haya nacido y muerto en el siglo diecinueve.

Acerca de Mono Gatica

ENRIQUE MARTÍN (Mono Gatica). EX SECRETARIO DE REDACCIÓN DE LA AGENCIA DyN Y REDACTOR EN LOS DIARIOS LA RAZÓN, LA PRENSA Y CRÓNICA. ACTUAL PROFESOR DE REDACCIÓN PERIODÍSTICA E INTRODUCCIÓN AL PERIODISMO EN DISTINTOS INSTITUTOS PORTEÑOS.

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9 comentarios en «De Filmus a Narodowski»

  1. Sarmiento era un hombre que hacía seguidismo de todas las novedades que llegaban del «mundo civilizado», algunas de esas cosas eran buenas, como la libertad de religión, y otras malas, como el racismo científico y el anti-semitismo en su versión siglo XIX-primer mitad del siglo XX.

  2. Coincido con el Lurker.

    No nos vayamos al carajo: Sarmiento es responsable de cosas muy rescatables, como el proyecto de educación pública, el laicismo y la fundación de la ilustración argentina.

    Si no se hubieran impuesto los liberales afrancesados, hoy seríamos educados por los curas o, peor, gobernaría un movimiento fundado -por hacer hipótesis, no se enojen- en bases militaristas, hispanófilas, católicas, rosistas y nacionalistas (con perdón).

    Nota: Banco a Filmus, en su gestión se hicieron proyectos maravillosos (como Elegir la docencia) y se atendió sustancialmente a las demandas salariales. Narodowski dimisión.

  3. A Filmus le reclamo que se haga cargo de los votos que nos pidio en la Capital Federal y nos represente dignamente. Ahora que se esta viendo al verdadero Macri gobernando en contra de los intereses populares
    el no puede quedarse encerrado en el congreso y no hablar en nombre de quienes lo votamos.
    Que pretende, que lo nombren el senador del año.-
    Saludos

  4. Me parece que la idea de derivar la maldad de Macri y su ministro de la de Sarmiento, y la de Sarmiento de su «antisemitismo» no es muy feliz. Primero porque la reivindicación torpe y espuria de Sarmiento (así como la crítica bayeriana) se saltean el hecho de que Sarmiento fue uno de los primeros en plantear un proyecto nacional. En ese momento, el proyecto nacional incluía cosas poco agradables como el genocidio de los pueblos originarios. Lo que puede criticársele a Sarmiento, entonces, es todo lo derivado del contenido de su proyecto, pero no su forma. Salvo que seamos anarquistas, como Bayer, y nos banquemos que no queremos un proyecto nacional sino otra cosa, lo que es perfectamente legítimo. En segundo lugar, está el tema del antisemitismo. Hay que convenir que antes del Nazismo el antisemitismo (definido por Lenin como el comunismo de los imbéciles) era una ideología bastante más difundida. Si sacamos antisemitas, xenófobos, imperialistas, etc. nos quedamos sin intelectuales de los siglos XIX y XX. O casi.
    La operación crítica que conecta a Macri con el antisemitismo via Sarmiento, en el fondo admite que la pretensión de Macri es de algún modo (diferente al que él propone) cierta. Tal vez sea mejor directamente negar que tal relación sea posible. Sarmiento pensó, y actuó un cierto proyecto nacional, una idea de país (sin gauchos, sin negros, sin indios). Yo no creo que Macri tenga algo que ver con eso.

  5. Enrique, tengo entre mis manos un documento que se llama «Sarmiento y los judíos», y me voy convenciendo de que tengo que ponerlo en Internet para terminar con la polémica sobre los dichos de Sarmiento.

    El documento tiene 74 páginas. Fue escrito por Samuel Rollansky en idioma idish, traducido al castellano, y editado por el IWO (Instituto Cintífico Judío) en 1993. Samuel Rollansky era un intelectual mayúsculo encargado de la biblioteca IWO de Amia cuando ocurrió la bomba.

    Cuando ocurrió lo de la AMIA, Samuel Rollansky que vivió para los libros y la cultura, dijo en televisión entre lágrimas: «He asistido a mi propio sepelio», y murió en poco tiempo (no imaginó que muchos de los libros del IWO, entre los cuales había piezas únicas, serían recuperados de los escombros tirados como basura en un terreno baldío de la Ciudad Universitaria gracias una tarea minuciosa que congregó a decenas de jóvenes judíos a realizarla).

    Gente como Rollansky y también como el editor Gregorio Weinberg, fueron judíos que dedicaron mucho tiempo de su vida a estudiar y exaltar a Sarmiento. Rollansky desentraña en este documento esos dichos irritantes y ofrece un contexto sorpresivo que aventa facilismos ideológicos y presenta un panorama muy diferente al que se presuponía.

    Los dichos de Sarmiento no distan de los de Marx, curiosamente, y son difíciles de interpretar sin entender en profundidad a qué se referían tanto Marx como Sarmiento cuando criticaban a los judíos, y qué ajeno estuvo en ellos dos, la idea de que la crítica implicara persecución. Si uno lee en el documento los dichos de Sarmiento criticando a los judios y al mismo tiempo repudiando su persecución, repudiando a los Reyes Católicos y a la Inquisición por el trato dado a los judíos y clamando por sus derechos, entonces entiende que el llamado «loco» por su generación, no estaba tan loco como se creía.

  6. Ahora, toco el tema de Macri (que seguramente a diferencia de Rollansky y Gregorio Weinberg, no debe haber leído ni uno de los 52 tomos con los que nos honró Sarmiento).

    Macri quiere dar muestras de poder dirigidas al vulgo sediento de reivindicaciones patrioteras y de ajustes de cuenta por el avance del pensamiento democrático y de los derechos humanos producido en la cultura desde el gobierno de Néstor Kirchner. Y para eso lo «usa» a Sarmiento. Hace poco exaltó a Julio A. Roca en una colegio. Como si su artillería se largara exclusivamente contra Osvaldo Bayer, a quien odian las derechas de nuestro país.

    A mí, a diferencia de Osvaldo Bayer, me parece de toda justicia cantar ese bello himno que a mí me llena de emoción, porque en sus estrofas se habla de que la niñez fue su ilusión y de que el saber se opone a la noche de la ignorancia, y de que el alma se adquiere a través del saber. No dice nada de no ahorrar sangre de gaucho que es lo único que los hace humanos, si así fuera yo no lo cantaría.

    A Macri hay que cantarle fuerte el Himno a Sarmiento a ver si se da cuenta cómo hace todo lo contrario de lo que hizo Sarmiento.

  7. Estimada Eva: Lamento no coincidir contigo esta vez. Creo que en Sarmiento, lo del antisemitismo es lo de menos, por eso se lo menciona tan poco. Lo que resalta de su acción es la obsesión por ilustrar al pueblo pero con el sello del Imperio, es decir, lograr una COLONIA ILUSTRADA. Odió a demasiada gente, pero no se le conoce ningún reparo hacia las políticas de Gran Bretaña. Su actuación en la Guerra del Paraguay, a favor de la Corona y en contra de la independencia de un país hermano, exime de mayores comentarios. En esa guerra sentó las bases de la dependencia y, de paso, mandó a miles de negros, gauchos y aborígenes a la muerte. Es su peor credencial, entre tantas otras. Otra vez, lamento disentir con vos.

  8. Me parece que acá se soslaya la dimensión de los personajes en discusión.
    Aún en la eventual enormidad de algunas de sus falencias – discutibles todas – Sarmiento es incomparable con tipos como Macri, mientras el uno tenía un proyecto de país; aún si se lo quiere ver como una fotocopia deseada de USA, era un proyecto de país en el que al menos en lo educativo hay mucho para agradecerle al sanjuanino. Macri, a lo sumo, tiene proyectos de negocios y negocietes; sus carencias intelectuales e ideológicas no lo califican ni siquiera para disimularlas. Es un nabo incompetente y reaccionario y se le nota; si no lo quieren ver es otra historia.
    De Sarmiento, a favor o en contra, jamás se podrá decir tal cosa, fué un tipo íntegro y de convicciones y buena falta nos haría hoy un tipo así – Uno que pueda llamar Asneiro – por asno – como él hacía con el Bergoglio de su época. No nos vendría mal un tipo como él….
    Los Macri, sus ministros y tanto figurón actual, si pasan por la Historia va a ser en las misceláneas o los saldos y retazos, Sarmiento no, seguirá armando ruido; y lo del antisemitismo, es curioso que se lo acuse precisamente de aquello que sus opositores declamaban y practicaban con más entusiasmo. Dónde, si no, hay más prédica y práctica anti-judía que en el clericalismo católico que Sarmiento siempre desdeñó.
    Saludos.

  9. Nunca antes que ahora entendi por que todavia le tiran bombas de alquitran a las estatuas de Sarmiento!Es que sus ideas todavia estan vigentes!!!Para bien y para mal!!!

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